Capítulo 25
Cuando Kyle llamó, Callie se alegró de oír su voz. Las semanas anteriores habían sido muy duras para los dos. Sabía que Kyle había estado preocupado por ella, que se culpaba de su extraña conducta. Pero aquella mañana había quedado todo superado. Esperaba que pudieran retomar su antigua amistad. Cuando había estado en su casa, no parecía molesto por la presencia de Levi. De hecho, había sido muy amable con él.
Así que la sorprendió la seriedad de su voz cuando le preguntó:
–¿Puedes ir a algún sitio en el que podamos hablar en privado?
Callie miró hacia Levi, que estaba ocupado haciendo la cena. Quería cocinar un plato mexicano que le había enseñado a preparar un amigo de su padre. En aquel momento estaba cortando la carne que había dejado marinar mientras ella cortaba la cebolla.
Como no contestó directamente, Levi le dio un codazo.
–¿Quién es?
–Kyle. Quiere comentarme algo que le ha pasado a Eve. Ahora vuelvo.
Estaba segura de que la había seguido con la mirada, pero, por lo menos, no la siguió físicamente. En cuanto llegó al cuarto de estar, le dijo a Kyle:
–Muy bien, ya estoy sola, ¿qué pasa?
–Hay algo que deberías saber –contestó Kyle.
Callie ahogó un suspiro. ¿Qué podía haber pasado?
–¿Estás sentada?
–¿Tan malo es?
–No es una buena noticia.
–¿Entonces por qué no me la has dado esta mañana cuando estabas aquí?
–No lo sabía. Ninguno de nosotros lo sabía.
Hablaba en plural. Tenía que estar refiriéndose a todo el grupo de amigos. ¿Qué podían haber averiguado al salir de allí? ¿Les habría hablado Baxter de su enfermedad?
–¿Qué pasa?
Quería volver a la cocina. Estaba disfrutando con Levi. No solo estaban cocinando, sino que estaban hablando, riéndose y saboreando la última noche que les quedaba en común. La mochila que descansaba al lado de la puerta era la prueba de que aquel era el final. Y también el hecho de que Joe hubiera llamado para preguntar si podría ayudarle la semana siguiente y Levi le hubiera contestado que no iba a poder. Callie odiaba pensar que había llegado el momento de decirse adiós. Y aun así… se sentía aliviada. No quería que Levi tuviera que soportar nada que le hiciera retroceder en su propio proceso de curación. ¿Qué ocurriría si no conseguía un trasplante? Los médicos no habían prometido nada hasta entonces y eso significaba que tenía que asumir aquella posibilidad. Y Levi había hecho grandes progresos. Callie prefería saber que superaba el pasado. Lo prefería incluso a que se quedara a su lado.
Cuando llegó al dormitorio, cerró la puerta tras ella, pero no antes de que Rifle se colara en la habitación.
–Dime, ¿qué ha pasado?
–Espera un momento. Voy a poner el manos libres. Eve, Baxter, Noah, Dylan, Cheyenne y Riley también están al teléfono.
–¿De verdad?
–Sí, no quiero ser el único que te dé la noticia.
¿Era él el que iba a darle una noticia? ¡Pero si era ella la que guardaba un secreto!
–Baxter, ¿qué pasa? –preguntó cuando oyó a los demás.
–Creo que ha llegado el momento, Callie –contestó–. Lo siento.
El momento de ser sincera. Eso era lo que había querido decir Baxter. Ella no sentía que hubiera cambiado nada, pero, al parecer, las cosas no estaban saliendo tal y como esperaba.
–Muy bien, ¿y qué es eso que Kyle tiene que decirme?
Habló entonces Eve.
–Callie, cuando hemos estado en tu casa…
–¿Sí?
–Dylan ha reconocido a Levi.
Callie se dejó caer en la cama.
–¿Que Dylan qué?
–Le había visto antes, Callie.
Callie acarició a Rifle, que estaba apoyando la cabeza en su regazo, con aire ausente.
–¿Dónde? ¿Dónde le había visto antes?
–En un torneo en Arizona hace ocho años.
Callie se levantó a tal velocidad que Rifle salió disparado.
–¿Y? No me sorprende. Ya sé que Levi se dedicaba a la lucha.
Se hizo un violento silencio. Eve volvió entonces a intentarlo.
–¿También sabes que no se llama Levi McCloud?
¡Sí! Eso también lo sabía. Pero la inquietó que sus amigos lo supieran. Al parecer, no les gustaba la idea de que estuviera utilizando un nombre falso. A nadie le gustaba. ¿Habrían averiguado el motivo por el que Levi había recurrido a una identidad falsa?
Mientras ella buscaba una respuesta, habló Dylan, yendo directamente al grano.
–Callie, en realidad se llama Levi Pendleton. Le buscan por haber agredido a dos policías en Nevada.
¿Por agredir a dos policías? Aquello era peor de lo que había imaginado. Mucho peor, desde luego, que los inocuos escenarios que había inventado para justificar el hecho de que utilizara un nombre falso.
–¿Y fue una agresión muy seria? –preguntó.
–Uno de ellos terminó en el hospital con la mandíbula rota. Si unos tipos no le hubieran apartado, no sé qué podría haber pasado. El otro policía quedó inconsciente.
Callie no podía imaginar a Levi perdiendo el control hasta ese punto. No era una persona violenta. Aunque no le conocía desde hacía mucho tiempo, sabía que era un hombre bueno y delicado.
–¿Cuándo ocurrió eso? –preguntó.
–Hace dos años.
Justo cuando acababa de volver de Afganistán. Callie sabía el estado mental en el que se encontraba entonces, y sabía que su comportamiento se debía a lo mucho que había sufrido. Quería decírselo, explicarles lo mucho que había perdido Levi y lo dura que había sido su infancia. ¿Pero por qué molestarse? Levi se iría al día siguiente. Lo único que esperaba era que el juez se hiciera cargo de las circunstancias atenuantes de su caso cuando tuviera que juzgarle.
–Gracias por decírmelo –dijo suavemente.
–¿Y eso es todo? –replicó Kyle–. Callie, podría ser un hombre peligroso, como he estado diciéndote durante todo este tiempo. Podría…
–¡Kyle! –le interrumpió.
–¿Qué? –le espetó él, perdiendo la paciencia.
–¡Nada de eso importa!
–¿Cómo que no importa? –Eve parecía incluso más escandalizada que Kyle–. Tú quieres formar una familia, ¿no? ¿Qué clase de vida vas a construir junto a un hombre al que busca la policía por haber cometido un delito violento? ¿Con un hombre que podría volver a hacer una locura? ¿Qué hijos podrías llegar a tener con él? ¿Y qué me dices de tus padres? Se les rompería el corazón si te pasara algo. Y a todos nosotros también.
Callie cerró los ojos con fuerza, intentando bloquear aquellas palabras que la herían como balas disparadas por una ametralladora.
–¡Ya basta! Yo no puedo construir una vida con nadie.
Se produjo un silencio mortal.
–¿Por qué dices eso? –preguntó Noah–. Eres una mujer guapa, inteligente y divertida. Seguro que encuentras a un hombre con el que compartir tu vida. No tienes por qué conformarte con este…
Callie tomó aire.
–Noah, Kyle, Eve… y todos los demás.
–¿Qué pasa?
Era Cheyenne. Callie reconoció el miedo en su voz. Cheyenne había tenido una vida muy difícil y Callie odiaba saber que lo que tenía que decirle sería un sufrimiento a añadir a su larga lista. Y no solo a la de Cheyenne. Todos los demás sabían que estaba a punto de confesar algo terrible.
–Baxter podrá confirmaros lo que voy a deciros porque esta semana estuvo conmigo en el hospital.
–¿En el hospital? –repitió Kyle.
–Sí –rezó para que no se le quebrara la voz, aunque podía sentir la amenaza de las lágrimas–. El hígado me está fallando. Si no me hacen un trasplante durante las próximas semanas, moriré antes de que acabe el verano.
Levi dejó caer la mano. Estaba a punto de llamar a la puerta para decirle a Callie que la cena estaba preparada, pero se había detenido temiendo interrumpir algo importante y la había oído decir que había estado en el hospital a principios de semana. Que Baxter había estado con ella. Y que se estaba muriendo.
Al principio, las palabras que habían llegado hasta él a través de la puerta sonaban tan absurdas que casi se había echado a reír. Tenía que tratarse de un error. Callie era una mujer joven, guapa y perfecta. Y parecía estar bien de salud. Si estuviera enferma, lo habría notado. Esa misma mañana habían estado bañándose en un arroyo.
Pero recordó entonces la vez que la había encontrado tumbada en el cuarto de baño, tan enferma y tan débil que ni siquiera podía levantarse. Y a principios de semana había desaparecido. Le había parecido extraño en aquel momento, pero Baxter le había dicho que habían estado navegando en San Francisco.
Era cierto que, a veces, se quedaba sin aliento, y en muchas ocasiones parecía cansada. También había adelgazado. Pero él le había preguntado por todas esas cosas y le había asegurado que estaba bien.
El corazón le latía con tanta fuerza que se sentía como si fuera a salírsele del pecho mientras permanecía absolutamente paralizado, escuchando las voces que salían de la habitación. Todos sus amigos estaban al teléfono con ella. Excepto Baxter, ninguno de ellos lo sabía. Hubo lágrimas y enfados por haber sido engañados. Después, oyó de nuevo a Callie intentando convencerles de que había disfrutado de una vida maravillosa, aunque hubiera sido muy corta, de que todo saldría bien, y pidiéndoles que no sufrieran por ella.
Después, les pidió algo que dejó a Levi estremecido.
–Por favor, si por casualidad volvéis a ver a Levi cuando pase por el pueblo, no le digáis nada. No creo que os encontréis con él, pero solo por si acaso. No quiero que lo sepa.
–¿Por qué? –preguntó alguien llorando–. Es evidente que estás enamorada de él y es posible que él también esté enamorado de ti. Tiene derecho a saberlo.
Callie estaba completamente en desacuerdo.
–No –dijo con firmeza–. No quiero que me vea morir.
En cuanto oyó el motor de la moto, Callie lo supo. Se suponía que Levi estaba en la cocina, preparando la cena. No tenía ningún motivo para haberla oído. A no ser que…
Sintiéndose enferma, aunque de una forma completamente distinta, enferma del corazón, les prometió a sus amigos que les llamaría y colgó el teléfono cuando Kyle le estaba diciendo algo. Después, con la esperanza de alcanzar a Levi, salió corriendo de casa, pero Levi ya estaba a punto de incorporarse a la carretera. Callie deseó gritarle, pedirle que volviera, que le permitiera despedirse de él, saber que estaba bien. Pero apenas vio un retazo de su espalda.
–¡No! –gritó.
Ojalá no hubiera atendido esa llamada. ¿Pero qué habrían hecho sus amigos si no hubieran podido expresar su preocupación? Podrían haber ido a la policía y eso habría sido mucho peor.
Con un suspiro, Callie se sentó en el último escalón del porche, al lado del casco que Levi le había comprado. Si hubiera esperado un poco más para contarles a sus amigos lo de su enfermedad… Habría bastado con un día más. ¡Y ella tenía pensado esperar! Pero se había sentido atrapada cuando estaba intentando convencerles de que no tenían que preocuparse por el pasado de Levi, que podían dejarle tranquilo.
Rifle le hociqueó el brazo con su nariz húmeda y fría. Callie había dejado la puerta abierta y él había aprovechado para salir. Callie le pasó el brazo por el cuello y dejó que le lamiera la mejilla.
–No pasa nada, ¿verdad, Rifle? –le preguntó–. De todas formas, Levi se pensaba ir.
El perro aulló, pero Callie dudaba que estuviera tan triste como ella. Lo que había ocurrido lo cambiaba todo. Ya no podría imaginar a un Levi felizmente ignorante de su enfermedad cada vez que pensara en él. Y, probablemente, Levi no querría pensar en ella nunca más.
–Rifle, lo he estropeado todo –se lamentó.
De pronto, se sintió tan cansada que pensó que no iba a poder levantarse en su vida. Se tumbó allí mismo en el porche y apoyó la cabeza en los brazos. El sol comenzaba a ponerse por detrás del gallinero. Rifle estaba sentado a su lado, golpeando con la cola el suelo de madera. Mientras contemplaba cómo iban alargándose las sombras, Callie recordó la emoción de la excursión en moto con Levi. Se había sentido segura y a salvo mientras se aferraba a su cuerpo. Recordó después su sonrisa traviesa cuando la había levantado en brazos para llevarla al arroyo, ignorando sus gritos. Después, revivió el instante en el que le había visto salir del dormitorio para conocer a sus amigos y lo orgullosa que se había sentido al poder presentar a una persona a la que quería tanto. Y por último, aunque no por ello era menos importante, el momento en el que habían estado cocinando juntos cuando sus amigos se habían ido. Todos aquellos recuerdos se filtraban en su mente con una intensidad casi atroz, hasta que al final, el alivio del sueño la arrastró y la sumió en el olvido.
Kyle volvió a llamar a Callie varias veces. Durante las dos horas siguientes, tanto él como los demás la estuvieron llamando cada pocos minutos. Como no recibían respuesta, decidieron volver a la granja para ver lo que estaba pasando, pero Kyle consiguió convencerles de que le dejaran ir solo. Necesitaba hablar con Callie, decirle lo mucho que lamentaba su actitud. Durante todo aquel tiempo, había pensado que Callie estaba dando demasiada importancia al hecho de que se hubieran acostado juntos. Había tenido miedo de que, como consecuencia de aquella relación, se echara a perder su amistad y se dividiera el grupo. No sabía que, en realidad, Callie estaba enfrentándose a un problema mucho más serio. Kyle se sentía culpable por no habérselo imaginado, por no haber sido capaz siquiera de intuirlo. Últimamente había pasado mucho tiempo con ella. Había estado en la granja mucho más tiempo que cualquiera de sus amigos. Pero en vez de comportarse como un buen amigo y haberse limitado a escucharla, lo había complicado todo acostándose con ella. Lo más irónico de todo era que sabía que Callie le compadecía por su divorcio y que había estado intentando ayudarle.
–A veces creo que estoy enamorado de ti –musitó mientras pisaba el acelerador y conducía hacia la granja.
Cuando llegó, lo encontró todo en silencio. Rifle salió a recibirle en cuanto entró en la granja, algo extraño, puesto que era tarde. Normalmente, a esa hora el perro de Callie solía estar ya dentro de casa.
No parecía que hubiera nadie en casa. El coche de Callie estaba en el camino de la entrada, pero faltaba la moto de Levi y la casa estaba a oscuras.
De todas formas, no iba a dejar de llamar a la puerta, así que aparcó. Pero cuando estaba a punto de llegar a la casa, vio una forma extraña en el porche y se dio cuenta de que era Callie. Estaba tumbada, con la mirada fija en los faros de la camioneta de Kyle.
¿Qué demonios?
Kyle dejó las llaves en el encendido y salió del coche a toda velocidad.
–¿Callie?
El pánico se apoderó de él al ver que no contestaba. A lo mejor no estaba mirando nada, a lo mejor estaba muerta.
Esperando que no fuera demasiado tarde, esperando poder proporcionarle alguna medicación que la ayudara, corrió hasta ella. Pero entonces, Callie parpadeó y Kyle se llevó la mano al pecho mientras tomaba aire.
–Me has dado un susto de muerte, ¿estás bien?
No hubo respuesta, pero a Callie se le llenaron los ojos de lágrimas. Una de ellas comenzó a deslizarse por el puente de su nariz.
Kyle miró a su alrededor, buscando de nuevo la moto de Levi.
–¿Dónde está?
–Se ha ido –contestó Callie.
–Ya veo –soltó una maldición y se agachó para levantarla en brazos–. Vamos, aquí hace frío. Será mejor que nos metamos en casa.
–Volvemos a estar solos otra vez –susurró Callie mientras Kyle silbaba para hacer entrar a Rifle y la sentaba en el sofá.
Kyle la tapó con una manta y le apartó el pelo de la cara.
–En ese caso, trabajaremos con lo que tenemos.
–¿Cómo? –Callie consiguió esbozar una sonrisa mientras se secaba las lágrimas.
Kyle se arrodilló a su lado y tomó sus manos.
–Voy a cuidarte mejor de lo que lo he hecho hasta ahora.
–¿Qué se supone que significa eso?
Kyle se llevó la mano de Callie a los labios.
–Siento mucho cómo me he comportado, cómo he manejado tu soledad. Ha sido…
–Tú también estabas solo –señaló Callie–, y no recuerdo haberme quejado.
Aquello le hizo comprender a Kyle que de verdad le había perdonado.
–Todo se arreglará, ya lo verás.
Callie respiró hondo, elevando su pecho al hacerlo.
–¿Y si no se arregla?
A Kyle no le gustaron aquellas palabras, pero sabía que era una pregunta justa.
–En ese caso, estaré a tu lado en todo momento.
–Eres un buen amigo, Kyle –contestó Callie, y se tapó hasta la barbilla.
Levi no podría haberse quedado en Whiskey Creek aunque hubiera querido. No tenía sentido. ¿Cómo podía apoyar a Callie cuando solo era cuestión de tiempo que Stacy o cualquier otro adivinara quién era? En el momento en el que eso ocurriera, le llevarían a Nevada para someterle a juicio. De modo que no ganaba nada quedándose allí, viéndola sufrir y soportando un infierno parecido al que había soportado cuando había perdido a Behrukh, y menos aún sabiendo que una muerte por enfermedad podía ser un proceso muy largo. Él prefería recordar a Callie como estaba aquella mañana, cuando habían hecho el amor en el arroyo.
De modo que no tenía por qué sentirse culpable, ¿no? No le había quedado otro remedio que irse. Y, en cuanto a lo de no despedirse de ella, en realidad, le había hecho un favor. Habían disfrutado de un último día fabuloso. ¿Por qué estropear aquel recuerdo? Volvía a estar solo, acompañado solamente por la moto y el viento, como durante los dos años que habían pasado desde que había regresado de Afganistán. Aquella era su forma de enfrentarse a la vida. Aquella era su manera de sobrevivir.
Pero, de alguna manera, su vida le parecía más vacía y sin sentido.
Por primera vez desde hacía mucho tiempo, volvió a pensar en su padre. Por mucho que le odiara, a veces anhelaba su contacto, echaba de menos tener algo que le anclara a la vida. Leo era un hombre autoritario, exigente y controlador. Pero había pocas cosas que le hubieran proporcionado más satisfacción que conseguir la duramente ganada aprobación de su padre. De niño, Levi había disfrutado de algunos momentos así, aunque habían sido excepcionales.
Imaginaba que era la mejor parte de su padre la que echaba de menos en aquel momento. Nunca había querido saber qué había sido de Leo. La noche que Levi había vuelto a casa al regresar de Afganistán y la discusión que había tenido con él habían sido contacto más que suficiente durante aquellos dos años.
Y aun así… a medida que fue devorando kilómetros, se descubrió dirigiéndose hacia el norte, hacia Portland.
A lo mejor podía culpar a Leo de muchos de los errores que había cometido en su vida. Pero lo de aquella última noche… Levi tenía que admitir que había sido él el responsable de la discusión. Aunque su padre parecía ansioso por volver a verle y feliz al saberle de vuelta, Levi estaba tan lleno de rabia y resentimiento que cualquier excusa le había parecido buena para desahogarse y su padre se había convertido en el blanco perfecto.