Capítulo 13

 

 

Sentado en la cama de su estrecho dormitorio, Levi miró las cuatro paredes que le rodeaban. Sabía que había confundido a Callie todavía más. Se había comportado como si la deseara, por lo menos físicamente, pero no quisiera acostarse con ella. Ya había sido suficiente traición para Behrukh.

Cerró los ojos y recordó lo que había sido el sexo con la única mujer a la que amaría. Intenso. Sensual. Devorador. Los recuerdos bastaban para despertar su anhelo… Si al menos…

Eran millones de «si…» los que cruzaban su cabeza cada vez que pensaba en Behrukh, y cada uno de ellos le infligía un particular tormento. Si después de haber vivido bajo la férrea mano de su padre no hubiera estado tan hambriento de todo lo que una mujer podía ofrecerle… Si no se hubiera dejado llevar por la suavidad de su cuerpo, por la delicadeza de sus caricias, por la dulzura de sus besos. A lo mejor entonces no habría cometido aquel terrible error.

«No creo que se le pueda hacer ningún daño a nadie ofreciéndole amor», había dicho Callie. Y, seguramente, así lo creía. Pero no era verdad. Se podía destruir a alguien con amor. Él lo sabía porque lo había hecho, y se había destrozado a sí mismo en el proceso.

***

 

Cuando sonó el teléfono, Callie vaciló un instante antes de contestar. Habían intentado llamarla varios de sus amigos. Se sentía fatal por no mostrarse más receptiva, pero cada vez le resultaba más difícil fingir que no pasaba nada. Y antes de confesar la verdad a sus amigos, tenía que contársela a sus padres.

¿Pero cómo iba a decírselo? La visita de aquel día había sido tan…conmovedora. Su madre en la silla de ruedas, con un aspecto cada vez más frágil, su padre abrazándola con aquel amor desbordante. No era capaz de pensar en todo ello sin encogerse por dentro.

Pero no era solamente el secreto sobre su salud el que la hacía reacia a contestar el teléfono. No quería enfrentarse a ninguna acusación relativa a su relación con Kyle. Después de la actitud de Kyle de aquella mañana, era inevitable que Cheyenne, Eve y todos los demás sospecharan algo, puesto que previamente ya había habido evidencias que habían provocado preguntas.

A lo mejor, lo único que tenía que hacer era decir la verdad sobre Kyle y disculparse. Quizá de esa forma se deshiciera de la culpa y la vergüenza. Sería una manera de descargar parte de la carga que llevaba a hombros.

¿Pero de verdad quería que los demás lo supieran?

Definitivamente, no. Sobre todo si le quedaba poco tiempo de vida. Odiaba pensar que aquella noticia podría llegar a ser el último recuerdo que tendrían de ella.

Además, ¿acaso aquel secreto le incumbía a alguien más que a ellos dos? No, en muchos sentidos y, como el mismo Kyle había dicho, a lo mejor aquellos eran los sentidos que verdaderamente importaban. Kyle y ella eran adultos. Ambos se habían acostado juntos de manera voluntaria y habían decidido no decir nada al respecto.

Revisó las llamadas perdidas. Tenía llamadas de Eve. Y la lista era larga. Kyle había intentado llamarla tres veces. Cheyenne, Sophia y Baxter una vez cada uno. Hasta Noah y Ted querían saber si estaba bien. Evidentemente, todos tenían la sensación de que le pasaba algo.

Si les contaba lo de Kyle, jamás imaginarían que estaba librando una batalla mucho más seria. De esa forma podría ganar algo de tiempo, el suficiente como para que el médico apareciera con el hígado que necesitaba, o, en el caso de que eso no ocurriera, para que encontrara la manera de decírselo a sus padres.

El médico continuaba insistiendo en que la acompañara algún miembro de su familia a las visitas. Quería estar seguro de que contaba con el apoyo que necesitaba. Afortunadamente, ella había insistido tanto en asegurarle que tenía los mejores padres y los mejores amigos del mundo que, al final, el médico había dejado de lado aquella recomendación.

–¿Qué puedo hacer? –le preguntó a Rifle, que caminaba junto a ella a lo largo de la cama.

Con las orejas erguidas, Rifle ladró en respuesta mientras le lamía la mano, haciéndola sonreír.

–Te quiero –le dijo–. Aunque estés dispuesto a dejarme por Levi.

Rifle inclinó la cabeza como si no entendiera por qué lo acusaba de traición. Callie se echó a reír. Aquel perro tenía la capacidad de hacerla sentirse mejor. Pero justo en ese momento, sonó el teléfono. Como lo tenía en la mano, vio rápidamente que era Kyle.

Era la última persona con la que le apetecía hablar. Pero hablar con él era más seguro que hacerlo con Eve, porque ya conocía uno de sus secretos.

–He sido yo misma la que se ha puesto en esa situación –le confió a Rifle.

Después, tomó aire y contestó. Tenía que hablar con todos sus amigos aquella noche. Podía empezar a hacerlo ya.

–¡Estás ahí! Estaba tan preocupado que estaba a punto de ir a tu casa.

Era una suerte que hubiera contestado.

–Estoy bien. No paro de decírselo a todo el mundo. ¡Estoy bien! ¡Estoy bien! ¿Qué más hace falta para que dejen de preguntarme?

Como Kyle no respondió, comprendió que había sido demasiado enfática. Tenía que encontrar la manera de tranquilizarse. No tenía ningún derecho a compadecerse hasta ese punto de sí misma. Hasta el Día de San Valentín, había disfrutado de una vida perfecta. Había tenido una infancia feliz, tenía unos padres maravillosos y unos amigos que la querían. A lo mejor no había tenido una vida particularmente brillante en el capítulo del sexo ni se había enamorado locamente como tantas veces había soñado siendo niña cuando veía La Bella Durmiente o Cenicienta. ¿Pero qué era eso comparado con todo lo demás?

Había gente que nunca disfrutaba de la paz y la tranquilidad que ella siempre había tenido garantizadas.

Kyle se aclaró la garganta, seguramente, intentando averiguar qué decir.

Callie le interrumpió antes de que pudiera ofrecerle una disculpa.

–Creo que deberíamos decirlo.

–¿Qué?

–Ya me has oído. Deberíamos decírselo a los demás. Deberíamos contar lo nuestro.

–¡No! ¿Qué vamos a conseguir con eso?

Callie giró enfrente de la cómoda y estuvo a punto de pisar a Rifle, que parecía negarse a tumbarse para dormir hasta que no lo hiciera ella.

–Odio sentirme como si… como si, de alguna manera, les hubiéramos fallado.

–¿Pero por qué vamos a haberles fallado?

–Porque lo que hemos hecho ha puesto en peligro la cohesión del grupo, ha cambiado la química, y tú lo sabes –le explicó Callie.

Rifle ladró como si estuviera de acuerdo con ella.

–Lo que hemos hecho no ha supuesto una amenaza para nadie –insistió Kyle–. No vamos a dejar que lo que ha pasado se interponga entre nosotros. Eso ya lo hemos hablado.

–Es más fácil decirlo que hacerlo, Kyle.

–¿No puedes olvidarlo? ¿O es que estás enfadada conmigo por lo que hicimos?

Callie alisó con el pie una arruga de la alfombra que cubría el suelo de madera.

–No te echo la culpa de lo que ocurrió, si es eso lo que estás preguntando. Estoy enfadada conmigo misma por haber dejado que la situación se me fuera de las manos.

–Los dos nos vimos envueltos en la situación en ese momento. Supongo que los dos nos preguntábamos si aquello podía llegar a alguna parte. Por lo menos, ese era mi caso. Y si te sirve de ayuda, asumo la responsabilidad de haberte arrastrado. Pero, por favor, ¡no me digas que eso es lo único que te está devorando por dentro!

Callie se apretó la frente. No quería hacer pasar a Kyle por aquel trago. No estaba segura de lo que estaba haciendo, de por qué estaba dando tanta importancia a un puñado de encuentros sexuales con los que los dos habían disfrutado. A lo mejor era por las pocas relaciones sexuales que había tenido en su vida.

–¿Tienes miedo de que vuelva a pasar? –le preguntó Kyle.

Aquel había sido el problema durante las semanas anteriores. Una vez traspasada la línea, era muy fácil volver a cruzarla. Eran personas jóvenes con las hormonas a pleno rendimiento y sabían que se sentían cómodos estando juntos.

Pero no había vuelto a tener ganas de acostarse con Kyle desde que Levi había aparecido. Ni siquiera había pensado en ello, salvo para arrepentirse de lo que había hecho.

Kyle imaginó la respuesta antes de que hubiera podido contestar.

–Ya no, ¿verdad?

–Kyle, te quiero, pero estoy pasando por un momento difícil.

–¿Te sientes atraída por Levi?

A Callie le bastaba pensar en los labios de Levi en su cuello para derretirse, y eso que apenas la había rozado. Una caricia como aquella no debería tener un efecto tan profundo en ella. Pero lo tenía.

–Sí.

Kyle musitó una maldición.

–Escucha, estar con ese vagabundo no tiene por qué ser mejor que estar conmigo. Y no lo digo porque quiera volver a acostarme contigo. He disfrutado mucho a tu lado, no me malinterpretes, pero…

–No tienes por qué ser tan diplomático, Kyle.

–Es verdad Callie, si no, no habría vuelto a acostarme contigo. Pero tenías razón, sigo enamorado de Olivia y no sé si alguna vez voy a poder superarlo.

Callie estaba empezando a compadecerle otra vez.

–No digas eso.

–De acuerdo. A lo mejor no es cierto y dentro de unos meses ni siquiera me acuerdo de cómo se llama, aunque tenga que verla en todos los acontecimientos familiares. En cualquier caso, Levi me preocupa. Para empezar, es bastante más joven que tú.

–¿Cinco años de diferencia te parecen muchos?

Quizá lo fueran para alguna gente, pero siempre y cuando fuera un hombre adulto, ¿qué podía importar la edad en su situación? Al fin y al cabo, no estaba en condiciones de empezar una relación estable.

–No es solo la edad. No tiene trabajo. Y es evidente que tiene problemas mentales.

–¿Qué quieres decir?

–La gente normal no se dedica a vagar en moto por el mundo.

Callie se pasó la mano por el pelo.

–¿Te das cuenta de lo que está pasando, Kyle? Esto es lo que hemos conseguido al acostarnos. Jamás habías intentado decirme con quién podía acostarme y con quién no.

–¡No lo hago porque sienta que me perteneces! Es solo porque… tengo la sensación de que te he dejado en una situación de vulnerabilidad. No quiero sentirme responsable.

–No me has dejado en una situación de vulnerabilidad.

–¿Entonces qué te pasa?

Callie jugueteó con el joyero que tenía encima de la cómoda.

–No puedo explicarlo. Levi tiene un efecto extraño en mí. Me siento atraída hacia él.

–¿Sexualmente?

–¡Sí! Eso también –especialmente eso–. Pero en el fondo, me gusta tenerle aquí.

Se produjo un silencio que anunciaba un cambio de tono en la conversación.

–¿Tus padres saben que hay un desconocido viviendo contigo en la granja?

–Hoy mismo hemos hablado sobre ello.

–¿Y no les importa?

No les había hecho mucha gracia, pero se habían mostrado dispuestos a confiar en su criterio.

–No.

–A lo mejor a mí tampoco debería preocuparme, pero… No puedo evitar pensar que está esperando a que llegue la ocasión y que cuando consiga lo que busca, se marchará.

Levi no estaba buscando sexo. Eso Callie ya lo sabía.

–Déjalo. Levi no ha intentado ni siquiera desnudarme. Si estuviera esperando acostarse conmigo, a estas alturas ya lo sabría.

Un pitido señaló que tenía otra llamada. Era Godfrey. Callie le dijo a Kyle que tenía que colgar.

–Conseguiremos superarlo –le aseguró Kyle antes de colgar.

–Eso espero.

–Te lo prometo.

–Intenta olvidarlo, ¿de acuerdo?

Callie se mostró de acuerdo, colgó el teléfono y conectó con la llamada entrante.

–Hola, Godfrey, ¿cómo estás?

–Bien, ¿y tú?

–Bien –se obligó a sonreír para que la sonrisa se reflejara en su voz–. ¿Qué ha pasado?

–Solo te llamaba para ponerte al día del asunto de los pit bulls.

–Gracias, ¿cuáles son las últimas noticias?

–Una vez ha quedado demostrado que los perros tienen las vacunas al día, el condado decidió dejarlos con vida y multar a Denny.

Callie se paró en seco.

–¿Y eso es todo? ¿Le van a devolver los perros?

–Ese era el plan original. Denny no vive aquí. Pensamos que agarraría a los perros y se marcharía. A nadie de aquí le gusta matar animales.

Y tampoco a ella, pero los puntos que tenía Levi conjuraban una imagen terrible de lo ocurrido.

–Has dicho que ese era el plan original.

–Y lo era, hasta que uno de los perros ha intentado arrancarle la mano al voluntario que le estaba dando de comer.

A Callie no le hizo ninguna gracia aquella noticia, pero no la sorprendió. Y confirmaba sus sospechas de que, en el caso de que soltaran a los perros, volvería a atacar.

–¿Y ahora les van a matar?

–De momento a Sauron. Denny conservará a Spike. Es posible que él también atacara a Levi siguiendo a Sauron, que es más agresivo. Al parecer, desde que los han separado, la conducta de Spike ha sido correcta.

–Así que se buscó problemas por respetar la jerarquía de la jauría.

–Eso es lo que creo yo. Pero una vez un perro como ese ha probado la sangre, es posible que vuelva a causar problemas. Liberarlo es un riesgo, como ya te he dicho, pero nadie, y menos yo, quiere asumir la responsabilidad de matar a un animal que podría vivir si tuviera un dueño más responsable.

–¿Cómo se ha tomado Denny la noticia?

–Está furioso. Dice que esos perros ni siquiera estarían en el refugio si Levi no hubiera entrado en su propiedad.

Demasiado agotada como para continuar moviéndose, Callie se sentó en el borde de la cama.

–¿Y cómo explica la última agresión?

–Dice que Sauron se puso nervioso porque está en un territorio desconocido, que estaba asustado –suspiró–. Créeme, ha puesto todo tipo de excusas. Pero ya no puede hacer nada. En el momento en el que volvió a atacar, el destino de Sauron estaba sellado.

–Aunque Denny me importa muy poco, me siento mal. Sé que, a su manera, él quiere a sus perros. A mí me mataría perder a Rifle.

En ese momento estaba frente a ella y movía la cola cada vez que le miraba.

–Si paga la multa y Spike no hace nada hasta entonces, podrá llevárselo.

Conservar un perro siempre era mejor que perder a los dos.

–¿Qué tal está Levi? –preguntó Godfrey.

Callie reunió fuerzas para levantarse y asomarse a la ventana para ver el establo. La luz asomaba por los bordes de sus enormes y pesadas puertas. Levi todavía estaba despierto.

–Parece que está mejor. Pero trabaja mucho a pesar de los puntos.

–Él puede permitírselo. Es joven y fuerte. Si piensa quedarse unos cuantos días más por aquí, avísame. Me gustaría pasarme por allí para quitarle los puntos. No son de esos que desaparecen fácilmente. Tuve que apañármelas con lo poco que tenía.

–Y te estamos muy agradecidos. Gracias por todo –di-jo.

Sacudió la cabeza. «¿Te estamos agradecidos?», lo había dicho como si fueran una pareja.

 

 

Rifle saltó a la cama de Callie y aulló mirando hacia el cielo, despertando a Callie de un sueño profundo.

–¿Qué te pasa, Rifle? –exclamó Callie mientras intentaba recuperar la conciencia.

El perro no esperó a que terminara de despertarse. Ladró, aulló, y volvió a ladrar y saltó de la cama, intentando sacar a Callie del dormitorio.

–¡Rifle! ¿Qué te pasa? ¡Ven aquí!

Consiguió silbar a pesar de lo dormida que estaba, pero el perro no obedeció. Salió frenético hacia el cuarto de estar, corriendo, ladrando y lanzándose contra la puerta.

El corazón de Callie latía a toda velocidad. ¿Tendrían una nueva visita?

Eso fue lo primero que imaginó. Pero Rifle no se comportaba como lo había hecho cuando Levi había aparecido, ni siquiera como cuando Denny y Powell les habían hecho una visita. El pastor alemán no estaba intentando asustar a un intruso o alertarla de que tenían visita. Estaba realmente afectado por algo.

Estaba frenético, de hecho. ¿Pero por qué?

Un ruido, un estrépito de cristales rotos le heló la sangre.

¿Habría entrado alguien en casa? En el caso de que así fuera, había conseguido silenciar a Rifle. Ya no seguía ladrando.

–¡Oh, Dios mío!

Mientras salía de la cama, consideró la posibilidad de ponerse una bata, pero no quería perder ni un segundo. Iba vestida con un pijama de seda, un conjunto de pantalones cortos y camiseta de tirantes y decidió que con eso bastaba. Tenía miedo de que hubieran matado al perro. ¡Y de que ella pudiera ser la siguiente!

–¿Rifle? –llamó mientras iba a buscar la escopeta.

Si Rifle estaba muerto, iba a necesitar alguna forma de defenderse. Era posible que Levi no supiera que tenían problemas. Y él no disponía de un móvil con el que llamar a la policía.

Encontró la escopeta apoyada en la pared del armario, donde la había dejado la vez anterior. Pero antes de que pudiera alcanzarla, olió a humo y se detuvo. ¿Se estaba quemando algo? ¿La casa?

Se suponía que el fuego sonaba, pero no oía el chisporroteo ni el bramar de las llamas.

¡A lo mejor alguien había lanzado una bengala por la ventana y se estaba quemando la alfombra!

–¡Rifle!

A esas alturas, estaba completamente histérica, pero se obligó a actuar con precaución. No quería cometer una estupidez, no quería buscarse más problemas.

Con la escopeta en alto, salió del dormitorio y escrutó el cuarto de estar buscando a su perro, buscando alguna señal de fuego o a algún intruso. Pero aparte de la ventana rota, no distinguía nada.

Rifle, sencillamente, había desaparecido.

Pero de pronto oyó ladrar a Rifle y se dio cuenta de que estaba fuera.

¿Qué demonios…? Aliviada, pero también desconcertada, continuó apuntando con la escopeta mientras se acercaba a la ventana para asomarse al exterior.

Se quedó boquiabierta y la escopeta estuvo a punto de caérsele de las manos al ver las llamas rojas y doradas que salían del establo y se proyectaban hacia el cielo lanzando una espiral de humo negro.

Y también comprendió algo más. No había cristales en el suelo del cuarto de estar. Nadie había roto la ventana intentando entrar. La había destrozado Rifle, desesperado por salir.

Rifle había ido a salvar a Levi. Le oyó aullar al llegar al establo. Pero la estructura parecía haber sido consumida por las llamas y Callie temió que fuera demasiado tarde.

Cuando llegue el verano
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