Epílogo
Con Thorin y Muphrid en las manos firmes de las fuerzas del Príncipe Victor, parece que la guerra se mueve hacia una nueva fase. Ya no se trata de una cuestión de operaciones de guerrilla, sino más bien de una verdadera campaña militar. Una cosa es segura : la Mancomunidad Federada y la Alianza Lirana nunca más serán lo mismo.
Informe realizado por Rumores desde el subterráneo, emisión pirata, Thorin, 7 de febrero de 3063.
Ciudad Ecol, Thorin
Provincia de Skye
Alianza Lirana
9 de febrero de 3063
Las fuerzas de Archer estaban de pie en posición de atentos en el patio principal del fuerte. A un lado de él había una fila de BattleMechs, muchos de ellos capturados a los Guardias Arcturianos. En el otro lado había una fila de tanques junto con la infantería del Sargento Mayor Hopkins, algunos de ellos aún llevaban los vendajes sobre sus heridas. Todos los vehículos mostraban señales de acción reciente, pero habían sido reparados y vueltos a pintar. Todos los ’Mechs llevaban el símbolo "A2" (Del nombre de la unidad “Archerś Avengers” (A2)) sobre los hombros y los torsos centrales: la insignia informal de los Vengadores de Archer.
La línea era tan recta como el disparo de un láser. El uniforme de gala de Archer, pulcramente planchado, había sido difícil de conseguir en el caos de los últimos días. Pero esto era lo bastante importante para él como para hacer el esfuerzo. A su lado estaba la Capitán Katya Chaffee. Cuando la vio, al ser liberada, él dejó escapar un gemido de alivio. Para asombro de ambos, él la levantó en sus brazos y le dio un largo y fuerte abrazo.
Las puertas de la prisión del complejo se abrieron, y Archer ordenó atentos. Esto era importante para todos, no solo para sus tropas y las de Blucher, sino también para los medios de comunicación que observaba los diversos aspectos de la ceremonia. El Coronel Blucher y lo que quedaba de su batallón eran trasladados a cuarteles más formales para prisioneros de guerra. Archer quería hacer lo correcto: sin malicia contra nadie.
—¡Fir . . . mes! —ladró. Docenas de tacones golpearon sobre el suelo y la línea recta de sus tropas se puso recta también en el sentido vertical.
Los guardias, con una marcha de revista, condujeron a sus prisioneros de los Guardias Arcturianos a su transporte, bajando a lo largo de toda la línea de los Vengadores. Archer pudo ver en la cara de Blucher que éste estaba afectado por el gesto de respeto. El coronel se paró cuando llegó a la altura de Archer, lo que con brusquedad hizo detenerse a la línea de gente que iba con él, guardias y todo.
Con precisión militar perfecta él pivotó para encararle y saludó. Archer devolvió el saludo.
—Usted nos honra, Coronel —dijo Blucher, lo bastante alto para que todos los presentes pudiesen oírle.
Archer sonrió levemente:
—No somos enemigos profundos. Sólo creemos en diferentes líderes.
—Quizás usted tenga razón. Pero parafraseando a otro militar, “El tiempo pone todas las cosas en su sitio. El error dura solo un día. La verdad es eterna”.
Archer recordó la mención de sus días en la academia:
—General Longstreet.
Blucher asintió:
—Pero recuerde esto. Incluso después de siglos de que luchase, sus acciones aún son objeto de controversias. Ojalá sus verdades sean más constantes.
Luego la línea continuó caminando hacia los TPBs que esperaban y que transportarían a los prisioneros a instalaciones más espaciosas. Mientras los soldados heridos pasaban, Archer localizó una camilla en la línea. Salió caminando desde su puesto y se acercó hacia ella. Los dos camilleros de los Vengadores se pararon mientras su oficial al mando bajaba la vista hacia el hombre que transportaban.
Por el modo en que la sabana colgaba sobre él, Archer reconoció que había perdido un brazo hasta el hombro. Tenía un parche en el ojo izquierdo y la mayor parte de su cabeza estaba vendada. Su cabello negro estaba chamuscado a causa del fuego.
Archer se encorvó sobre la camilla:
—Teniente Fisk, por extraño que pueda parecer, me alegro de que no muriese.
Fisk lanzó una fría mirada con el único ojo sano:
—Yo podía estarlo también. Perdí un ojo, un brazo. Mi rodilla está gravemente dañada. Nunca más podré pilotar un BattleMech de nuevo. —Su voz estaba llena de amargura.
—Eso está bien —dijo Archer—, y yo nunca más seré capaz de hablar con mi hermana. Ella también era mi brazo derecho. Al menos usted está vivo. —Archer se volvió y empezó a alejarse, pero la voz de Fisk le siguió.
—¿Por qué no me dejó morir, en lugar de dejarme lisiado?
Archer volvió a girarse, de nuevo:
—Me he convertido en un Vengador. Considere que ya está hecho.
Ese día, más tarde, Archer estaba sentado en su oficina, la misma que anteriormente había usado el Coronel Blucher en el fuerte. Miraba fijamente los papeles y discos amontonados delante de él. Esta era la parte del trabajo que nunca aprendería a querer. Estaba a punto de coger el paquete de datos de la parte de arriba para revisar algunas requisas cuando una llamada llegó a la puerta.
—Adelante —dijo, y Katya Chaffee entró. Le lanzó una sonrisa de reconocimiento—. Gracias a Dios que eres tú —dijo con voz cansada, recostándose sobre su silla.
—Señor —dijo ella con un alto grado de formalidad—, una Nave de Descenso aterrizó hace una hora desde un punto pirata del sistema. Tenemos un visitante.
Archer enarcó una ceja y se puso de pie, descansando las manos sobre la mesa del despacho:
—No estoy seguro de que esto me guste.
—Dice que fue enviado por un amigo, y he comprobado sus credenciales —dijo Katya.
Archer asintió, y Katya regresó al pasillo para hacer entrar al visitante. Era un hombre pequeño con una calvicie incipiente y que vestía el uniforme blanco de ComStar. También llevaba una Medalla del Honor de la Liga Estelar como la que Archer había recibido. Se habían encontrado, brevemente, una vez antes, y Archer le reconoció de forma inmediata.
—Le traigo saludos del Príncipe Victor Steiner-Davion —dijo Alain Beresick.
—Gracias, Comodoro Beresick, y bienvenido a Thorin. —este hombre era una leyenda en la Esfera Interior tanto como Archer en Thorin. Había dirigido la Nave de Guerra Verdad Invisible en el ataque contra Huntress. Ningún hombre vivo podía igualar su experiencia en el combate con Naves de Guerra.
—Es bueno comprobar que usted está bien —dijo Beresick—. Aunque ahora tengo otro título, el de Capiscol.
—Es un honor que me haya visitado —dijo Archer, señalando una silla.
Con un movimiento de su mano Beresick indicó que prefería seguir de pie. Katya estaba de pie en algún lugar detrás de él, mirando respetuosa. La apariencia del hombre era totalmente modesta, aunque tenía sobre él una presencia que exigía respeto.
—Estaba “en el vecindario” en otro asunto y, por ello, no me quedaré mucho tiempo. Su Alteza, el Capiscol Marcial, ha recibido noticias de su éxito aquí y en Muphrid. Me pidió que le entregase una transmisión de GHP a usted en persona, si el tiempo lo permitía. El extiende su más profunda gratitud a usted y a su unidad.
—Eso no es necesario —dijo Archer, con la cara brillando como la de un colegial.
—Pero lo es. —Beresick sacó una hoja de papel, doblada, de su bolsillo y la mantuvo en alto para leerla.— Por orden del Príncipe Victor Steiner-Davion, a Archer Christifori se le otorga, desde ahora, el ascenso de campo de Teniente General. —Luego metió la mano de nuevo en su bolsillo y sacó la insignia de rango y le entregó las dos cosas a él.
Archer miró fijamente a los dos, y a la insignia de media barra en su mano, durante un largo momento:
—¿Teniente General? —repitió él totalmente incrédulo.
—Sus servicios han supuesto una inspiración para otros. Y, aunque esta lucha todavía es reciente, el Príncipe necesita hombres y mujeres como usted a su lado.
Archer se levantó tan alto como era y saludó. Beresick devolvió el saludo, y lo mismo hizo Katya.
—¿Está seguro de que debe dejarnos tan pronto, Capiscol? —preguntó Archer.
—Sí, General. Tengo otras misiones que completar.
—Entonces, ¿puede llevarle un mensaje al Príncipe?
—Desde luego.
—Dígale que es bueno estar en casa.
El Capiscol Alain Beresick golpeó su cabeza con una formalidad imponente:
—Así haré, General Christifori. Así haré.