Capítulo 11

—No estamos realizando arrestos masivos como algunos de los medios de comunicación han sugerido. Esto no es más que una investigación rutinaria.

—¿Es cierto que sus investigaciones le han conducido hacia miembros de la Milicia de Thorin?

—Sin comentarios.

Holoclip de una entrevista con el enlace con los medios de comunicación Teniente Luther Fisk, La Semana de Thorin a revisión, Compañía Emisora de Donegal, 6 de diciembre de 3062.

Ciudad de Ecol, Thorin

Provincia de Skye

Alianza Lirana

6 de diciembre de 3062

La oficina del Teniente Coronel Archer Christifori en los CG de la Milicia de Thorin difería en muchos aspectos de su más elegante oficina en Christifori Express. La única similitud era el modo en que el papeleo estaba amontonado sobre su mesa de despacho. Por otra parte, no existía ninguna duda de que se trataba de una sala de naturaleza militar. Las paredes estaban pintadas en un brillante gris que estaba desgastado y desconchado en varios sitios. Las ventanas eran de un cristal deslustrado que cubría un cristal blindado grueso y ligeramente descolorido. El suelo pintado (de cemento gris sin vida) parecía incluso más estropeado que las paredes. La mesa de despachado, acorazada, era metálica, pesada y tan anticuada que su estilo estaba comenzando a convertirla en un articulo de coleccionismo. Y había cierto olor, una mezcla que equivalía a tres siglos de cigarros, sudor, polvo y moho que era extrañamente familiar.

Archer estaba sentado realizando anotaciones en su agenda electrónica con el mismo sentido de urgencia que les había mantenido a Katya, Hopkins y él tan ocupados últimamente.

Toda la logística de las operaciones previstas se tambaleaba. No sólo necesitaba él un plan para sacar a su personal y materiales fuera de la Ciudad de Ecol, hacia una de las tres bases que estaban organizando en el campo, sino que también necesitaba uno para evacuar y ocultar a las familias. Demasiadas veces en la historia de la Esfera Interior inocentes miembros de las familias habían sido hechos prisioneros para obligar a los líderes militares a rendirse. Aunque Archer no creía que Blucher fuese de este tipo de hombres, alguien como Fisk era, evidentemente, capaz de tales actos, y peores.

Al menos una fase de la planificación ya había sido puesta en marcha. El Capitán Fullerton había llegado en la Nave de Descenso de Express el día antes y descargado los contenedores con el cargamento destinado a los Guardias Arcturianos: toneladas de minas y munición para misiles de largo y corto alcance. Lo que nadie sabía es que la otra Nave de Descenso de Archer, llevando a un experto en municiones, había estado atracada con el transporte durante días, realizando algunos traslados y modificaciones en el cargamento. Los Guardias liranos habían estado tan centrados en la llegada de la Nave de Descenso que no habían prestado atención al hecho de que la nave se hubiese alejado y, volando por debajo del radar, hubiese desaparecido, sin ningún plan de vuelo registrado.

Se produjo un golpe seco en la puerta, una llamada de urgencia. Encriptó el archivo que estaba leyendo y se acercó a la puerta. Era Katya Chaffee, con una extraña mirada en la cara.

Más allá de ella vio por qué. Ella estaba rodeada por una escuadra de Guardias Arcturianos y dos oficiales. A uno de ellos lo reconoció de forma inmediata: era Luther Fisk, que vestía de nuevo la insignia de Teniente y una expresión engreída.

Cerca de él, con su gran abrigo negro formal, estaba el Coronel Blucher. Se erguía inclinándose ligeramente ya que apoyaba su peso sobre un bastón. No mostró ninguna emoción cuando Archer le dio un rápido saludo, que devolvió. Luego, cojeó a través de la puerta de la oficina, rozando al pasar a Katya como si ella no estuviese allí. La escuadra de seguridad se mantuvo en posición de alerta, con los rifles preparados, como si esperasen una simple palabra, para apuntarles y disparar. Blucher señaló con su mano libre hacia la oficina de Archer, y dos de los soldados le siguieron.

—Es bueno verle en activo, señor —dijo Archer.

—Sí —dijo Blucher de forma seca, tomando asiento—. Siéntese, Archer.

Archer no discutió:

—¿Problemas?

Blucher asintió:

—Debo decir que me sorprendió ver su nombre añadido al editorial de su hermana. El lenguaje no apoyaba a la Arcontesa y sus políticas.

—Dado que Andrea murió a manos del ejército de la Alianza en este mundo, pensé conveniente que se conociesen sus pensamientos finales.

—Desde luego —dijo Blucher, como si ambos estuviesen combatiendo con espadas en lugar de con palabras—. Pero hace mucho más difícil lo que tengo que decirle, aunque confío en que lo recibirá con una mente abierta. Existe fuerte evidencia de que los partidarios de Davion estuvieron implicados en el último ataque. Como usted sabe, he intentado usar mi unidad como una fuerza positiva para la gente de Thorin. Si reaccionase con exceso ante este último atentado terrorista, podría ocurrir que las cosas se saliesen de madre.

—Eso es verdad —dijo Archer. Apoyó los codos sobre la mesa de despacho y se tocó las sienes con los dedos.

—Estoy seguro de que usted también coincidiría conmigo en que tal ataque sobre una instalación militar es intolerable. Usted sabe lo que algo como esto puede hacer en la moral de los hombres bajo su mando.

Archer asintió; no había nada que rebatir.

—Por ello pongo en marcha dos cursos de acción. Primero, movilizo, formalmente, a la Milicia de Thorin, colocándole a usted y a su unidad directamente bajo mi mando. En los días inmediatos, integraremos completamente las dos unidades dentro de la infraestructura de los Guardias.

—Comprendido, Coronel —dijo Archer.

—Bien. También he ordenado que los sospechosos de este ataque sean traídos para un interrogatorio formal.

—Señor, esto volverá a la población en su contra. ¿Está seguro de querer dar este paso?

Los ojos de Blucher se estrecharon poco a poco:

—Las órdenes llegaron desde el Alto Mando. Puede que esto no me guste, pero no tengo elección. Sea como sea, aún no estoy poniendo en marcha un castigo tan severo como el que indican mis órdenes. —Ajustó un poco su pierna herida. — No es mi intención empeorar las cosas aquí en Thorin, sólo mantener el orden.

—Comprendo, señor —dijo Archer, y esta era la parte dura, que el comprendía. Pero ser un buen soldado no era bastante por más tiempo, desde que Andrea murió. Había llegado el tiempo de ser un buen líder. Todo estaba cambiando.

—Su nombre está en la lista, Archer, pero pienso que sería poco apropiado, en este momento, cuestionar a un hombre de su talla en la comunidad. Se ha debido a ese editorial el que su nombre haya pasado al primer lugar de la lista, y de acuerdo con su propia manifestación, son las palabras de su hermana, no las de usted.

Archer asintió, sabiendo que Blucher estaba comprobando el sentido de su lealtad.

—En la lista también está su oficial de inteligencia, la Hauptmann Chaffee. Ha sido vista en compañía de varios leales a Davion en Thorin. Podríamos conocer algo preguntándole a ella.

—Conozco a Katya Chaffee desde hace varios años, Coronel. Tiene mi palabra de que no es una terrorista. —No aún, en todo caso.

Blucher se puso de pie, apoyándose pesadamente en el bastón:

—Sea como sea, la escoltaremos al fuerte. Es sólo una formalidad. Mientras tanto, pondré en marcha los planes para integrar la Milicia en los Guardias Arcturianos: sólo mientras duren estas desavenencias.

Blucher caminó trabajosamente hacia la puerta y la abrió. Fuera, el destacamento de seguridad estaba poniéndole las esposas a Katya. Los ojos de Katya y Archer se encontraron durante un segundo, y percibió que estaba asustada. Katya había sido en una ocasión una MechWarrior, pero había sido herida tan gravemente en la batalla, que había dejado de estar cualificada para luchar. Había sido herida protegiendo a esta gente, Archer pensó cabreado, la misma gente que ahora la esposaba.

Darius Hopkins había llegado para ver lo que pasaba, pero Archer agitó su cabeza muy levemente cuando parecía como si fuese a decir o hacer algo. Otros miembros de la Milicia de Thorin también empezaban a reunirse alrededor. Allí estaba la tentación. Con Blucher superado en número y rodeado, Archer podía, simplemente, dar una orden y cambiar la situación de forma instantánea.

No lo hizo porque aún no era el momento correcto. Para que funcionasen sus planes, necesitaban tener al pueblo a su favor. Los castigos de Blucher, finalmente, haría que la rebelión tuviese más apoyo popular, pero dudaba que eso sólo fuese suficiente.

Blucher dio a Archer un saludo rápido y junto a Fisk y los soldados condujo a Katya a través del hangar de ‘Mechs al exterior. Archer indicó a Hopkins que se uniera a él mientras volvía su oficina.

Hopkins le alcanzó en dos rápidas zancadas:

—Señor, simplemente dé la orden y golpearemos a estos bastardos con todo lo que tenemos.

Archer puso una mano sobre el hombro de su viejo amigo:

—Ella no es la única persona que están arrestando. Todo esto está sacado del manual de la Alianza Lirana sobre control civil. Blucher ha ordenado un barrido para detener a cualquiera que se encuentre, incluso vagamente, asociado con alguien que sepa algo sobre la explosión. Me dijo que incluso mi nombre está en la lista.

—Usted no cree que el sospeche, ¿verdad, señor?

Archer agitó la cabeza:.

—No. Está de pesca, esperando provocar una reacción exagerada y hacer que su enemigo caiga en la trampa. Conozco el juego. Diablos, me entrenaron del mismo modo.

—¿Qué pasa con la Hauptmann?

—Estará bien. Katya nunca hablará, y pienso que él es demasiado honorable para usar drogas con ella. Por el momento, tenemos otros problemas. Blucher moviliza a la unidad, lo que significa que tenemos que llamar a todo el mundo al servicio activo. Pretende integrar las unidades.

Hopkins arrugó las pobladas cejas ante tales palabras:

—Si combinan las estructuras de mando, nunca seremos capaces de ejecutar nuestros planes.

—Lo sé —dijo Archer—. Pero todavía no es el momento adecuado, Darius. Eso no significa que me voy a quedar sentado sin hacer nada. Empezaremos a llevar a las familias de nuestra gente a lugares seguros, del modo en que planeamos. Diles que pronto haremos nuestro movimiento y que tienen que estar listos a corto plazo.

    >>También empezaremos a mover parte del equipo electrónico al Campo Base Uno.

Usa tu camión particular para eso. Estarán esperando que movamos el equipo con los Prime Movers de la milicia, así que tenemos que engañarles. También quiero que traigas los archivos de la operación de Katya y los informes de inteligencia sobre los MechWarriors con los que hemos luchado de los Guardias. Haz que la información circule. Depura la agenda electrónica de ella y destruye las fichas de almacenamiento: solo por si acaso Fisk y sus amigos deciden hacer algo más que unas simples preguntas.

    >>Y los tres partidarios liranos en nuestras filas pronto recibirán órdenes de llevar a cabo una investigación de inteligencia en el continente sur. —Estos eran los miembros de la Milicia de Thorin que Katya y Hopkins habían señalado como riesgos potenciales a causa de su fuerte apoyo a la Arcontesa, a pesar de su reciente despotismo. Una asignación temporal a medio mundo de distancia impediría que interfiriesen en los planes de Archer.

—Eso debe mantenerlos fuera de nuestra pista —dijo Hopkins—. Señor, ¿por qué no nos hemos largado ahora? Las tropas están listas. Maldición, pensé que iban a saltar sobre los tipos de seguridad cuando estos se descubrieron y cogieron a Katya. Peor aún, Fisk estaba allí, y usted sabe lo que la unidad siente respecto de él después de todo lo que ha pasado.

—No nos movemos hasta que yo esté seguro que tenemos el apoyo de la población local. De otro modo, Blucher y sus compinches nos catalogarán simplemente como terroristas.

Archer sabía que Hopkins quería preguntarle cuando actuarían, pero no lo hizo. Aunque lo hubiese hecho, Archer no lo sabía aún. De la única cosa que estaba seguro era que el destino se le presentaría con una oportunidad y que el tenía que estar preparado para agarrar la ocasión.

—Comprendido, señor —dijo Hopkins—. Está el asunto del Teniente Sherwood, señor.

La estrategia requería, a menudo, la habilidad de ver más allá de la siguiente salida del sol. El Teniente Primero Thomas Sherwood era eso precisamente. Su hermana era miembro de la tripulación de una de las Naves de Descenso de Archer, y su familia era amiga de la familia Christifori desde hacía mucho tiempo. Archer había apoyado personalmente a Thomas para que fuese admitido en el Colegio de Ciencia Militar del ICNA, donde había obtenido su graduación.

El se había retirado del ejército después de vencer a los Jaguares de Humo y, como Archer, había ocupado un lugar en la Milicia de Thorin.

Cuando Archer había propuesto su plan a Katya y Hopkins, ellos habían propuesto a Sherwood como el candidato más factible. Archer estuvo de acuerdo, y le dieron el nombre código de Príncipe Juan. Los riesgos eran considerables, pero Archer creía que Sherwood estaba capacitado para ello. Si funcionaba bien su gente podía ser capaz de atacar al Decimoquinto de Guardias Arcturianos y tener una oportunidad de sobrevivir.

— El Coronel Blucher necesitará un enlace para ayudar a mezclar la Milicia con los Guardias. Démosle al Teniente Sherwood. Eso le ofrecerá a él ciertos contactos con los oficiales liranos y la posibilidad de hablar cara a cara con el Coronel Blucher.

— Sí, señor —dijo Hopkins.

—Y Sargento Mayor —añadió Archer.

—¿Señor?

—Mantenga los oídos abiertos y la cabeza tranquila. —Era exactamente la misma lección que Darius Hopkins había enseñado a Archer años atrás, cuando le preparaba para una vida de servicio en la Mancomunidad Federada. Aquellos días parecían ahora como pertenecientes a otra línea temporal distinta, pero Hopkins le devolvió un guiño de reconocimiento y se alejó por el hangar de ‘Mechs con sus órdenes.

El plan había sido puesto en acción . . .