Prólogo
Hospital de campo de la Fuerza Especial Bulldog
Lootera, Huntress
Región Estelar Kerensky, Espacio de los Clanes
8 de abril de 3060
Archer Christifori estaba incómodo, pero moverse sólo hacía que las cosas empeorasen. Con tres costillas rotas y numerosas torceduras, cualquier posición resultaba dolorosa. Le habían dado calmantes, pero las drogas le dejaban atrapado en algún lugar entre la agonía y la inconsciencia.
Miraba hacia el ventilador de techo que giraba sobre su cabeza, preguntándose cuanto tiempo llevaría postrado en este hospital de campo. Esperaba que no fuese más de unos pocos días. Tiró de las sábanas con su brazo derecho—el ileso—por el que parecía el centésimo maldito intento frustrante, buscando encontrar una posición que fuera soportable.
Había sido una semana horrorosa. Meses de tedioso viaje espacial, desde la Esfera Interior hasta el Espacio de los Clanes, se habían convertido en un terror rápido y repentino. La Fuerza Especial Bulldog había llegado al sistema de Huntress solo días antes, y no demasiado pronto. La Operación Serpiente, el otro ejército de la campaña para acabar con la invasión de los Clanes, había sido reducida a solo un puñado de unidades operativas. Tan lejos de casa, los serpientes no tenían el material y los hombres necesarios para completar la destrucción de los Jaguares de Humo.
La unidad de Archer, el Décimo de Guardias Liranos, formaba parte de Bulldog cuando llegaron a Huntress. Recordaba la aproximación de su Nave de Descenso a través de los tormentosos cielos del planeta. El y el resto de su unidad estaban montados en las cabinas de sus ´Mechs, esperando la señal de apertura de las puertas de descenso. Sus órdenes aran cubrir la retirada de los Montañeses de Northwind, que habían estado luchando contra los Jaguares en el espeso y maloliente lodo del Pantano de Dhuan.
Mientras salía y entraba en el estado de inconsciencia, oyó pasos en el pasillo. No se trataba del suave sonido a paja de los zapatos de las enfermeras, sino del tintineo familiar de las espuelas, la inconfundible marca de los oficiales de las Fuerzas Armadas de la Mancomunidad Federada (FAMF).
Volvió la cabeza para ver quien estaba aproximándose, y varias figuras borrosas ocuparon su campo de visión.
—Mayor Christifori —escuchó que decía una de ellas. Archer parpadeó para enfocar sus ojos.
—Señor —consiguió responder, elevando su brazo derecho sano para un saludo, a pesar de que estaba estirado a su espalda. De forma inmediata reconoció al Príncipe Victor Davion, su jefe y el jefe global de la Fuerza Especial Bulldog, pero no a los otros oficiales que le acompañaban.
—He leído los informes de después de la acción realizados por el Coronel MacLeod sobre su misión de apoyo y rescate, Mayor —dijo el Príncipe con una débil sonrisa—. Diablos, valiente fregado montó usted.
Archer agitó ligeramente la cabeza:
—En realidad no, señor. Sólo cumplía órdenes.
El Príncipe ladeó la cabeza ligeramente:
—No recuerdo haber dado la orden de descender justo en mitad del avance de los Jaguares de Humo, Mayor.
Archer cerró los ojos un poco. Los recuerdos volvieron inmediatamente a través de la confusión de su drogado cerebro.
La Nave de Descenso se estremeció:
—Capitán Strong, colóquenos justo entre los Montañeses de Northwind y los Jaguares—ordenó Archer.
—Roger, Mayor —llegó la réplica de Strong a los cascos de Archer. —Un minuto para descender y contando. La ZA (Zona de Aterrizaje) está caliente.
Cambió a la frecuencia de la compañía de mando:
—No hay mucho tiempo, así que escúchenme. Nuestra misión es relevar a los Montañeses. Esta gente ha pagado esta operación con su sangre, y nosotros estamos aquí para asegurarnos de que vivan para celebrar la victoria. Quiero un amplio despliegue directamente entre los Jaguares y los Montañeses. Formen una línea de batalla con la Lanza de Mando en el flanco izquierdo, la de Ataque en el centro, la de Caza en la derecha.
>>Las órdenes son simples. Ningún Jaguar va a pasara a través nuestra hasta los Montañeses.
—Señor —dijo el Teniente Moss—ellos nos superan en número y armamento. La Segunda Compañía llegará en veinte minutos. ¿No podríamos esperar?
—Esos tipos ya han pasado por el infierno. Nosotros vamos a acabar lo que ellos empezaron. Recuerden, ningún Jaguar debe pasar.
Los ojos de Archer se abrieron completamente con lentitud:
—Vuestras órdenes eran relevar a Los Montañeses de Northwind, señor. Si hubiese esperado, buenos guerreros habrían muerto. Demasiados lo habían hecho ya.
—No estoy criticando lo que hizo, Mayor. Estoy elogiándolo. No sólo asumió usted un buen trozo de tierra, sino que tomó la iniciativa sin dudarlo. De acuerdo con los informes archivados por sus jefes, usted personalmente se enfrentó a un total de seis ´Mechs de los Jaguares de Humo de una vez. Menuda hazaña.
Archer dio un profundo y largo suspiro, parte de él aun perdido en los recuerdos.
—Tengo múltiples blancos, de todos los pesos, acercándose rápido —dijo el Teniente Friscoe en la línea de comunicaciones. Su voz estaba teñida de miedo.
Los sensores de corto alcance del Penetrator de Archer tampoco mostraban un cuadro feliz.
Había demasiados ´Mechs de los Jaguares y estaban persiguiendo a los Montañeses como una jauría de perros.
—De acuerdo, gente, este es el momento en que devolvemos el daño en nombre de los serpientes Los Claneros han tirado a la basura sus propias reglas de enfrentamiento, así que mantened las cabezas en orden. Las ordenes son disparar contra objetivos múltiples: dispárenle a todos. Disparar a cualquiera que intente pasar a través de la línea..
El primer ´Mech en llegar fue un Vulture de los Jaguares con el camuflaje pintado de gris ya quemado y destrozado en varias partes. Subió a la cima de la colina a su izquierda, moviéndose a lo largo del flanco de la línea. Ni siquiera intentó dispararle. Estaba persiguiendo a los Montañeses, que se retiraban a través del pantano circundante, y sus andares de pájaro hacían parecer que el ¨mech bailaba a través de su campo de visión.
Archer giró el torso de su Penetrator y dio un tirón brusco al mando de control hacia delante de modo el retículo de puntería flotase sobre el Vulture en carrera. Ubicó un trío de sus láseres de pulso medios en el mismo circuito de puntería y mantuvo a su ´Mech moviéndose hacia delante para mantener la distancia fija. Disparó los láseres, y el aire se llenó de brillantes estallidos esmeraldas mientras los haces de luz cosían el lateral y la espalda del OmniMech de los Jaguares. Los haces de luz llegaron a su objetivo, golpeando al ´Mech y salpicando trozos de blindaje. El paso veloz del Omni se redujo lentamente hasta casi detenerse mientras el Clanero se giraba para afrontar el ataque de Archer.
Archer se adelantó hacia la ladera de la colina mientras un Dasher también intentaba dispararle al pasar. Ignorando un Vulture que también se acercaba hacia él, apuntó al Dasher marrón claro y lo recibió con sus láseres de alcance extendido. La temperatura de su carlinga se elevó, aunque sólo por un momento.
—Nave de Descenso Hill , aquí Acorazado. ¿Cuál es su Tiempo Estimado de Aterrizaje (TEA)? —dijo mientras el sudor caía hacia sus ojos dentro del neurocasco.
—Acorazado, aquí la A.P. Hill . Estaremos sobre ustedes en doce minutos.
—Que sean cinco.
—El informe sobrevalora el enfrentamiento, señor —dijo Archer—. La Nave de Descenso de la Segunda Compañía estaba sólo a pocos minutos. Mi flanco derecho se quebró, pero el centro y la izquierda resistieron. Solo quería disparar a tantos Jaguares como fuese posible, para hacer que se liasen conmigo en lugar de con los Montañeses.
—El resto de su compañía se vio, finalmente, obligada a retirarse, pero usted mantuvo el terreno.
Archer se sonrojó ante la nota de respeto en la voz del Príncipe:
—Señor, usted ha estado al mando del Décimo de Guardias durante mucho tiempo. Usted sabe que las situaciones de combate tienden a ser inestables.
—Pero no como esta, Mayor. Cuando usted fue recuperado, ya había perdido la fuerza. Su ´Mech había sufrido casi un ochenta y nueve por ciento de pérdida de blindaje. A su alrededor había seis OmniMechs y tres Elementales, y, según los registros de batalla de su Penetrator, usted los liquidó a todos.
El Warhawk dio un traspiés cuando el único láser grande que le quedaba a Archer rebanó su rodilla, haciendo estallar el actuador en una sorda explosión de humo blanco y gris. Se enterró en el lodo y el césped de la ladera con tal fuerza que su propio ´Mech mutilado tembló bajo el impacto.
Archer cojeó al pasar junto al Dasher caído que el había derribado unos pocos minutos antes y barrió el campo, tanto visualmente como con sus sensores de corto alcance.
Un Galahad a rayas grises y negras estaba ascendiendo la cima a lo largo del flanco derecho de su posición. Había sido dañado mucho antes de la llegada de la unidad de Archer. Era un superviviente de la larga lucha por Huntress y estaba luchando por la supervivencia de su Clan, de su forma de vida.
El Galahad levantó sus rifles gauss con un largo cañón casi fatigado. Archer comprendió el sentimiento.
Los últimos diez minutos de lucha habían hecho que se unidad se retirase y su ´Mech era más chatarra metálica que máquina.
Apuntó los cuatro láseres de pulso medios que le quedaban y el único láser de AE funcional sobre el Galahad . De algún modo, consiguió disparar primero, descargando una ola de estallidos esmeraldas y de brillantes haces de luz escarlatas sobre su enemigo. Dos láseres de pulso fallaron, chisporroteando en el barro y el césped cerca de los pies del ´Mech. El láser mayor de AE cortó la cabeza del Galahad , justo en la cabina del piloto.
El enemigo replicó disparando un par de balas de rifle gauss, plateadas bolas de metal aceleradas mediante impulsos magnéticos hasta velocidades supersónicas. Una falló completamente, pero la otra se clavó en el blindaje fino como el papel del torso derecho del Penetrator . El ´Mech se combó hacia atrás mientras se encendían las luces de alarma, y una onda de calor se extendió sobre Archer como un manto cálido y húmedo. Las luces de aviso parpadearon en su monitor de daños. Su ´Mech moría a su alrededor.
Apenas pudo mantener el ´Mech de pie mientras situaba el mando de puntería. Apuntó sus láseres de pulso medios sobre el Galahad en el preciso instante en que su ´Mech pisaba sobre uno de los Elementales que había liquidado hacia solo unos pocos minutos durante la pelea. Archer disparó y lo mismo hizo el MechWarrior de los Jaguares. El no esperó el impacto. Cubrió con sus manos el control de eyección y tiró de la anilla tan fuerte como pudo. Hubo una ráfaga de aire frío, el rechinar del metal y un estallido de luz que fue todo lo que recordaba después de eso.
—Sí, señor —dijo simplemente Archer—. Supongo que los liquidé a todos.
El Príncipe le dio una palmada con gentileza sobre el hombro y sonrió:
—Hemos acabado la limpieza aquí, Mayor. Mañana nos dirigimos hacia Strana Mechty, donde voy a acabar con esta invasión de una vez por todas. Pero, por ahora, Mayor Christifori, es para mí un placer inmenso recompensarle con la Medalla de Honor de la Liga Estelar por el coraje total en la tradición de la primera Fuerza de Defensa de la Liga Estelar. —Mostró la medalla, que relució a la luz brillante de las bombillas del techo.
Archer hizo un breve movimiento con su mano sana:
—Señor, con el debido respeto, esto pertenece a la Fuerza Especial Serpiente. Se enfrentaron a los Jaguares durante meses. Yo sólo luché unos pocos minutos. Uno de ellos seguro que merece la medalla más que yo.
—No se inquiete, Mayor. He entregado tantas de éstas a los miembros de la Serpiente hoy que casi estoy cansado de la tarea. Sólo dos miembros de Bulldog fueron nominados para tal honor, y las recomendaciones vinieron directamente de los jefes de Serpiente. En su caso, el Coronel McLeod de los Montañeses de Northwind propuso su nombre. El observó sus acciones desde una posición más profunda del pantano.
Archer estaba aturdido. Miró la medalla en la palma abierta de su mano.
—Fue forjada con blindaje fundido y caído de los ‘Mechs de los Jaguares —dijo el Príncipe Victor, cerrando los dedos de Archer alrededor de la medalla.
—Mi hermana —balbuceó Archer—. Voy a dársela a ella. —La medalla estaba fría contra su piel, y parecía como si perteneciese a su mano. —Ella ha estado dirigiendo los negocios familiares, allá en Thorin, durante todo el tiempo que he estado lejos. Ha tenido que ocuparse de todo sola. Ni siquiera pude estar allí cuando murieron nuestros padres. Somos la única familia que tenemos ambos, y prometí que esta sería mi última campaña.
El Príncipe Victor asintió:
—La familia es importante. Las FAMF no quieren perderle, pero hay más de un tipo de obligación en esta vida. Yo también tengo una hermana que significa mucho para mí —dijo, refiriéndose obviamente a Yvonne, la más joven de los hermanos Davion. Su hermana Katherine parecía más interesada en competir por el poder de su hermano que en cualquier lazo de sangre entre ellos. —Su hermana estará muy orgullosa de usted. Usted es un héroe. La Medalla del Honor no ha sido otorgada en más de tres siglos. Es un gran tributo, y me hace incluso más orgulloso que usted sea un miembro de mi propia unidad: el Décimo de Guardias Liranos.
—Ella se merece esto más que yo —murmuró Archer amodorrado, pensando aún en Andrea.
El Príncipe asintió:
—Mi padre una vez me dijo que las medallas y condecoraciones no eran tanto para aquellos que las llevaban como para el resto de la sociedad. Eso les da algo que admirar, algo a lo que aspirar. —Archer pensó que veía una mirada anhelante en los azules ojos del Príncipe, como si desease que su padre estuviese aun vivo para ver todo lo que su hijo había hecho.
—Hanse Davion fue un gran hombre —dijo Archer—. Si el lo dijo, debe ser así. —Su pronunciación era incorrecta, luchando aun contra el efecto de las drogas. —Señor —llegó a indicar al final—, gracias.
—No, Mayor —dijo Victor Davion, estrechando la mano sana de Archer, que aún mantenía la medalla—, gracias a usted.