Los simples descansan de su entorno.

Proverbio.

¡Carta blanca al bufón!

Lo mejor que puedes hacer con las rarezas de los demás es reírte. Tampoco es que se pueda hacer mucho más.

Soy consciente de que a la mayoría de nosotros nos gustaría cambiar a los pelmazos para que fueran un poco más soportables. Hay gente que ha pasado años intentando reeducar a sus padres, a su pareja o al jefe. Puede que incluso alguien haya tenido éxito puntualmente. Pero los defectos de los demás son asombrosamente obstinados. Más o menos tan obstinados como nuestros propios defectos, de los que, a menudo, aunque queramos no conseguimos desprendernos en la vida.

Me gustaría ahorrarte esfuerzos inútiles y por eso te aconsejo lo siguiente:

  • Deja de querer mejorar a los demás.
  • Invierte tu energía en tu buen humor. Ocúpate de pasártelo mejor con los defectos de los demás.
  • La risa te mantendrá joven. Facilita la digestión, es buena para el corazón y la circulación de la sangre, activa la energía y embellece el rostro. Si te diviertes, tu atractivo aumenta considerablemente. La piel se vuelve tersa y limpia, el pelo brillante y suave hasta las puntas. (Pido disculpas por exagerar un poco.)
  • Reír es lo contrario de segregar cortisol, es decir, lo contrario del estrés que causa enfermedades. La alegría tiene efectos relajantes, para ti y para la gente que te rodea. Usa la fuerza de tu buen humor. La manera más fácil de conseguirlo es dando rienda suelta al bufón que todos llevamos dentro. Ese bufón es la parte de ti capaz de encontrarle la gracia a cualquier drama. Sólo necesitarás una idea que te ayudará a sacar a la luz a ese bufón. Y esa idea es la siguiente: esto no va en serio.

Tomarse en serio un ataque verbal es el principio de un problema. Es el principio de sentimientos de humillación, de darle vueltas y más vueltas al asunto, de enfadarse y de afligirse. No te inmiscuyas. Porque no va en serio.

En este capítulo te presentaré estrategias con las que podrás dejar atrás tu seriedad. Se trata de reaccionar de manera muy poco habitual ante las malas maneras de algunas personas.

Como tantas otras cosas en este libro, estas estrategias se basan en los principios de las artes marciales originarias de Asia. Y también se inspiran ligeramente en el dadaísmo, el gran arte del absurdo. Intuyo que hay una relación entre la maravillosa irracionalidad del dadaísmo y la sabia elegancia de las artes marciales asiáticas. Tienen un punto de conexión, aunque a lo mejor sólo en mi cabeza.

Estaría bien que leyeras las páginas siguientes adoptando una postura meditativa y luciendo una nariz de payaso. Tampoco irían mal unos pantalones anchos a cuadros, unos zapatos enormes y una suave música de flauta de fondo. Al principio abordo el tema con mucha sensatez. Pero la sensatez se transforma enseguida en absurdo.