Muy ajenos a la realidad, Aliah y Chris se despertaron felices por lo que pasó la noche anterior. Ninguno dijo una palabra, solo se dieron una ducha, unos besos y desayunaron entre risas infantiles.

-Ninguno dirá nada sobre lo de anoche. –dijo Aliah.

-Pues ya somos grandecitos y lo que pasó era algo obvio. Nos gustamos mucho, disfrutamos uno del otro y ya estamos juntos.

-¿Juntos? Hmm, ¿Ya no hacen la pregunta tradicional?

-¿Quieres ser mi novia? –de repente Chris se hincó después de regalarle una flor que tomó del jarrón y Aliah se echó a reír.

-Tengo mis dudas. Vamos a vivir en estados distintos ¿cómo sería?

-No, tu vivirás en Miami. –aseguró.

-¿Y eso por qué? Tú deberías irte a Orlando.

-Me iría pero debo hacerme cargo de decenas de empleados y mercancías.

Aliah no contestó, se quedó callada.

-Bueno, bueno. Ya veremos cómo van las cosas y luego decidimos.

Aliah se puso de pie y siguió a Chris hacia afuera. Estaba demasiado frio. Por eso se abrigaron hasta las narices.

-Me gustaría ir a Punta Cana en este momento.

-Hasta yo. –secundó Chris.

Iban directo al Madison Care Hospital donde nació la criatura. Aliah respiraba con ansiedad porque no sabía qué esperar a esas alturas del juego.