EPÍLOGO
HABÍAN pasado seis meses. El valle Tidur volvía a estar repleto de plantas que al atardecer florecerían y abrirían sus pétalos liláceos. Hewan y Rura contemplaban la extensa llanura que era aquel lugar, rodeado por vertientes montañosas a lo largo de quilómetros y quilómetros. Estaban cogidos de la mano, y ella descansaba la otra sobre su vientre.
Todo había ido bien. La princesa tenía razón cuando afirmó que Kayen, el gobernador, era un hombre de palabra, pero también era astuto e inteligente. El fuerte seguía allí, protegiendo el paso y el valle, aunque esta vez no era para controlar a los bakú, sino para vigilar que los campesinos que aún quedaban allí, fueran abandonando el lugar en los próximos días. Vendrían otros, pero estos ocuparían una ínfima parte del valle, la más alejada del paso y de los dominios bakú, nuevas gentes que no tendrían rencores acumulados y a los que no molestarían.
Los bakú también habían cedido al imperio la explotación de la mina que se había encontrado en sus tierras. El oro no significaba nada para ellos excepto para usarlo para comerciar con otros pueblos, y al imperio parecía gustarle mucho ese metal dorado. Hewan sonrió, taimado. Si supieran que había muchas más vetas, y que ellos sabían dónde estaban, las cosas podrían complicarse, pero ¿cómo iban a saberlo?
Miró a su esposa y esta le devolvió la sonrisa.
—Tenías razón. Desde aquí arriba el valle se ve muy hermoso.
Habían subido a lo más alto de un acantilado por encima del valle. Hewan la había llevado en brazos porque era un lugar que solo se podía alcanzar estando transformado, y ella había reído feliz con cada salto que él daba, agarrada a su cuello y disfrutando de cada momento.
—Te dije que te enseñaría los lugares más mágicos.
—Y siempre haces honor a tu palabra.
Hewan volvió la mirada hacia el valle e inspiró profundamente, haciendo que su torso se ensanchara. Le pasó la mano por encima del hombro a Rura y la atrajo hacia su cuerpo, pegándola a él.
—Nuestra palabra es lo único que realmente tenemos, princesa. —Sonrió con travesura—. Y ahora, ¿me dirás qué es lo que tú y mi hermana habéis estado cuchicheando antes de salir de casa?
—No sé a qué te refieres —dijo con un mohín, haciéndose la interesante. Hewan se puso serio de repente y se giró para ponerse frente a ella. Le cogió el mentón con delicadeza y la obligó a levantar la cabeza para mirarlo a los ojos.
—Sé que fuisteis a ver a Jadugara. ¿Estás enferma?
En sus ojos vio la preocupación que sentía y notó cómo se le oprimía el corazón por él. Sonrió y negó con la cabeza, coqueta.
—Solo estaba pensando si sería posible conseguir un lugar más amplio que nuestro actual hogar —susurró mientras le acariciaba el pecho despreocupada.
—¿Más grande? —preguntó, sorprendido—. ¿Por qué?
Ella se encogió de hombros y se acarició la barriga. Hewan frunció el ceño ante este gesto que le había visto hacer varias veces durante aquel día. Y de repente, comprendió. —¿Quieres decir que..?
Ella estalló en un compás de risa musical que inundó el aire de alegría, mientras sacudía la cabeza afirmativamente.
—¡Estoy embarazada!
Hewan, incrédulo, no reaccionó de manera alguna durante un instante, pero cuando lo hizo, la agarró por la cintura, la alzó en el aire, y empezó a rodar con ella mientras se unía a su risa llena de felicidad.
BIOGRAFÍA
D.W. Nichols y Alaine Scott son los seudónimos con los que publica Marta Bolet.
Nacida a orillas del Mediterráneo, cuna de una gran variedad de mitologías, no es extraño que ya desde muy pequeña imaginara historias llenas de fantasía, héroes implacables y heroínas valientes. Ávida lectora, no tardó mucho en empezar a ponerlas en papel y a soñar que quizá, algún día, conseguiría escribir algo que valiera la pena.
Navegó por muchos géneros hasta encontrar aquel que más la define: la romántica erótica.
BIBLIOGRAFÍA
• Trilogía Desde el amanecer, libros uno y dos.
• La noche de la luna azul, (Manada de Midtown #1).
• La esclava Kisha, (Cuentos eróticos de Kargul #1).
• La hechicera rebelde, (Cuentos eróticos de Kargul #2).
• El diablo baila a la sombra de la luna escarlata.
• Henri, (Historias de vampiros #1)
• Antología Cómo matar a...
• Antología Te cuento hasta veinte.
• Antología Historias perversas de demonios.