CAPÍTULO 61


—¡Madre mía, chicos! Es preciosa —dice Julliet sosteniendo a Lilly en brazos —¿A que sí, David?

—La verdad es que es bastante más bonita que el último bebé que vi…

—Todos los bebés son bonitos, David. Que tú les tengas manía, es otra cosa —le reprende ella. —Eso no te lo crees ni borracha. Hay bebés horrorosamente feos, y si hubieras visto al hijo de un compañero del bufete, lo habrías comprobado por ti misma —hace una mueca con la boca —Dios qué cosa más fea era.

—Pues nuestra Lilly es una preciosidad. ¿A que sí chiquitina mía? —Julliet empieza a hacerle pucheros y mimos pero la niña sigue durmiendo desde que me la pusieron encima por primera vez. —Es muy guapa —contesta David mirándola con cara de bobo casi como si se le cayera la baba. —Pues te queda bien —le digo yo.

—¿En serio? ¿Tú crees? Tú qué dices David, ¿me queda bien?

David la mira con cara de asustado y los ojos muy abiertos mientras levanta las manos en pose defensiva. Casi puedo oír su cerebro a toda velocidad buscando las palabras justas que no hieran los sentimientos de mis amiga, mientras veo como sus glándulas sudoríparas empiezan a funcionar y las primeras gotas de sudor aparecen en su frente.

—Tranquilo David, no entres en estado de pánico —le aclara finalmente Julliet quitándole un peso enorme de encima a tenor de la expresión de él —No pretendo engañarte con un hijo que es evidente que no te apetece tener.

—No digo que no quiera tener hijos… Sólo que no tengo ni idea de cómo se cuidan estas cosas… —dice mirando a Lilly, a la que Julliet ha dejado en la cunita —Además, bastante tengo en ocuparme de mí mismo, como para ser responsable de una personita tan pequeña. No soy una buena influencia…

Lilly hace muecas sin abrir los ojos. Mueve los labios y las manitas, como si estuviera soñando y David la observa durante un rato, hasta que sonríe abiertamente y pone su mano en la barriguita de la pequeña.

—Pero la verdad es que es una preciosidad… —y cuando lo dice se gira hacia Julliet —Y dan ganas de achucharla y hacerle pedorretas en la barriga y en los pies.

—Esa faceta tuya ya me gusta más… —dice ella acercándose a él y poniendo sus manos alrededor de la cintura.

—Esto… los niños se hacen en vuestra habitación, no en esta… —le advierto cuando empiezan a ponerse algo más que tiernos —Gracias…

Hablamos un rato sobre el parto y nos reímos al contarles la conversación que mantuvieron entre las enfermeras y la doctora en el quirófano, cuando la puerta de la habitación se abre y aparecen mis padres acompañados de Bradley, que ha ido a recogerles.

—¡Hola cariño! —dice mi madre llorando.

—Hola mamá —consigo decir engullida en su abrazo de mamá oso —¿Ya estás llorando? —Ui, lleva todo el camino, ¿no Bradley? —dice mi padre mientras Brad asiente divertido —Hola preciosa. ¿Dónde está mi nietecita?

Me sorprendo al ver a mi padre, siempre tan recto y formal él, poniendo morritos con los labios y haciendo carantoñas a la niña, que ya está en brazos de mi madre. Ambos la miran embobados y acarician su carita, sus manos y sus pequeños pies.

Bradley se sienta a mi lado en la cama mientras pone su brazo alrededor de mis hombros. Me besa en la frente y apoyo la cabeza en su hombro observando a mis padres encantados con su juguete nuevo. David y Julliet se acercan a Bradley para darle la enhorabuena y se ponen a charlar con él.

—Por cierto, tu hermana vendrá en unos días —me informa mi madre.

—Lo sé, he hablado con ella hace un rato.

—Es una preciosidad, cariño —dice mi madre acercándose a mí

—Lo sé. Creo que se parece mucho a Bradley, ¿verdad? Bueno, de hecho no ha abierto los ojos aún pero la forma de la carita, la nariz, los labios… ¿No te parece?

—Sí, la verdad es que sí. Y no tiene nada de pelo, así que no te extrañe que vaya a ser rubia como él — entonces mi madre si fija en lo que lleva puesto la niña y extrañada, añade —Cariño, ¿esto que lleva puesto qué es?

—¡Jajaja! Aix, es que con las prisas, no cogimos su bolsa… Es una camiseta de hockey de Matt que llevaba en el coche.

—¡Por dios Harper! Con la de ropa que hemos comprado y la niña acaba con una camiseta de hockey como primera puesta?

—Ya habrá tiempo de ponerle toda la ropa mamá… Pero la verdad es que vinimos tan rápido al hospital, que en lo último que pensamos fue en la bolsa. Además, creo que las enfermeras hicieron un gran trabajo de vestuario y para lo grande que era la camiseta, la han dejado muy apañada.

—Pues la verdad es que sí —añade mi padre —Le queda muy bien y está guapa igual. ¿Y cómo fue el parto?

—Bien papá. Largo, pero no fue tan duro como pensaba…

—Sí claro, díselo a mi mano —interviene Bradley —Y luego le preguntamos a Matt si te parece… —¿Dónde está, por cierto? —pregunta mi madre.

—Ha ido a buscar a Bree. Estarán a punto de llegar —responde Bradley.

—Ah, y que sepáis que ya sé que él ha ganado la apuesta… No hace falta que disimuléis, que me confesó su pronóstico mientras me hacía compañía.

Todos empiezan a reír e incluso David maldice por la suerte que ha tenido Matt de clavar la apuesta. —¡Qué cabrón! Clavado el tío… ¡Día y sexo!

—¿No te has enfadado por la apuesta verdad cielo? —me pregunta mi madre —Fue todo cosa de ellos… Yo no estaba nada de acuerdo, que lo sepas.

—Ya claro, por eso antes de dar tu resultado, miraste el calendario lunar para ver cuando cambiaba y según tú “asegurar el tiro” —dice mi padre mirándola con una ceja levantada —Nadie te obligaba a apostar, y ha sido divertido.

—¿Y el premio cuál es? —pregunta Bradley.

—Pues no nos pusimos de acuerdo en eso porque algunos decían que el que ganara se libraba de cambiar los pañales…

—No me lo digas. Eso es cosa de David —interrumpo yo.

—Acertaste… Otros dijeron que quien ganara se quedaban al bebé todos los fines de semana… —Mamá.

—Y cosas así… Vamos, que no está claro. —sigue Julliet —Que decida el ganador.

Dice justo en el momento en el que pican a la puerta.

—Adelante —digo mirando en esa dirección.

Bree asoma la cabeza y al verme viene a darme un abrazo enorme. Matt entra detrás de ella y saluda uno a uno a todos, hasta que llega a su hermano y se funde en un gran abrazo con él.

—Felicidades enano —le dice Bradley.

—Gracias —dice sonriendo y visiblemente emocionado —A ti también. ¿Fue todo bien? —Sí, según Harper, no fue para tanto, pero le he dicho que mejor te preguntábamos al llegar como tenías la mano, ¿no?

—Y los tímpanos… No me he comido broncas ni nada mientras veníamos para aquí… Y antes, cuando intentaba quitarle de la cabeza que fuera a buscarte… He estado al borde de la muerte, tío. —Exagerado —digo abrazándole, entre las risas de los demás, cuando se acerca a mí —Gracias por todo.

—De nada. Lo prometí, ¿no? —dice mirando a su hermano —¿Y dónde está mi niña favorita? —Aquí —le dice mi madre poniéndosela en brazos —Toma.

Matt la coge con cuidado, como si temiera romperla y tarda un rato en acomodársela bien. Después empieza a mirarla embelesado de arriba a abajo, pasando su dedo por las manitas y por sus pequeños pies cubiertos con unos diminutos calcetines. Esboza un gran sonrisa al final y levanta la cabeza para mirarnos al fin.

—Es perfecta. Y lleva mi camiseta.

Ríe mientras comprueba como se la han adaptado a su tamaño cuando de repente Lilly empieza a mover los brazos y agarra el dedo de Matt.

—¡Joder! Perdón —se disculpa al momento —Me ha cogido el dedo. Y agarra con fuerza. —Debe reconocer tu voz Matt —le digo yo —Ten en cuenta que llevas hablándole y cantándole desde que supe que estaba embarazada. Aparte de mi voz, la tuya debe ser la que más ha escuchado. —¿Le cantabas y todo? —dice David con cara de alucinado —¿Y yo me he perdido la imagen de Matt pegado a tu barriga cantando?

—Pues claro —responde orgulloso Matt —Todo es poco para mi chica. ¿A qué sí? ¿A que sí? ¿Quién te va a mimar a ti?

Matt empieza a moverse por la habitación, acercando su cara a la de la niña, hablándole muy bajito, casi susurrándole.

—Mi niña preciosa… ¿Te acuerdas lo que te prometí? Voy a cuidar de ti el resto de mi vida, ¿te acuerdas? ¡Eh! ¿Te gusta que bailemos verdad? Sí te gusta…

Sonrío mientras veo a Matt dando vueltas despacio por la habitación, mirando a Lilly como si estuvieran solos. Bradley les mira embelesado, orgulloso de su hermano y enamorado por completo de su pequeña.

—Esta niña va a estar en muy buenas manos —dice mi madre dándome un beso en la mejilla. —Lo sé —contesto sin dejar de mirarles.

Matt de repente se para en seco.

—¡Hola! —vemos que le dice mirándola a la cara mientras Lilly mueve los brazos y las piernas sin parar —Hola preciosa. ¡Vaya! ¡Qué ojazos! Si sigues mirándome así al final me vas a hacer babear. —¿Te está mirando? ¿Ha abierto los ojos? —pregunto intentando incorporarme algo más en la cama. —Sí y creo que me sonríe —responde él girándose para enseñárnosla.

Lilly mira a Matt con los ojos muy abiertos, como si entendiera o estuviera atenta a lo que le dice y abre la boquita en forma de O, gesto que Matt imita. Se ríe y le hace muecas, dándole besos en la manita que tiene cogido su dedo.

—¡Jajaja! Me encanta, que lo sepáis —suelta un suspiro mientras me la acerca para que la coja — Toma porque me pasaría la vida con ella en brazos.

Cojo a Lilly en brazos y me vuelvo a quedar hipnotizada. Si este poder que ejerce sobre todos va a durar toda la vida, estamos acabados porque va a hacer con nosotros lo que le va a dar la gana. Me mira con sus enormes ojos azules y la misma expresión en la cara que tenía con Matt, atenta, como si estuviera grabando nuestra imagen en su cabeza.

—Tiene los mismos ojos que vosotros —digo mirándolos a los dos.

—Lo que está claro es que va a ser una belleza —dice Bree —Es una muñeca preciosa. —Mmmm… ¿Debería empezar a preocuparme ya? —pregunta Bradley con una ceja levantada. —Tú tranquilo que ya me encargaré yo de que no se le acerque ningún capullo aprovechado —añade Matt.

—Espera… ¿Capullo aprovechado como lo eras tú?

—Estoy totalmente reformado y soy formal. ¿O no Bree? —dice mirándola mientras ella asiente — Además, yo no tenía que arrastrarme demasiado para ligarme a una chica. Pero sé cómo actúan los buitres, así que se los espantaré. A mi chica no la toca ni dios.

—No, si al final parecerá que lleva guardaespaldas —dice Julliet.

—Chica afortunada —le digo a Lilly tocando su nariz con mi dedo —Oye Matt, hemos estado hablando que no habíais decidido premio para el ganador así que ¿qué premio eliges por haber acertado la porra? —¿Puedo elegir? —y cuando todos asentimos pone cara de pensárselo un rato.

—No vale pedir putadas para el resto —se apremia a decir David —Que nos conocemos… —Quiero ser yo quien enseñe a Lilly a patinar. Incluyendo su primer contacto con el hielo en mis brazos. Como tú hiciste conmigo —dice mirando a su hermano.

—A mí me parece bien —dice Bradley —¿Y a ti?

—Vale. Me parece justo —digo sonriendo ante su cara de emoción —Por cierto, Matt, Bree, ya os podéis casar porque dentro de poco me volverán a caber vestidos de una talla decente, ¿vale? —Pero a mí me vendría bien que fuera en primavera o verano… —añade Julliet que ante mi mirada interrogante añade —No me digas que los vestidos de verano no son infinitamente más bonitos que los de invierno.

—Ahí te tengo que dar la razón —digo yo.

—Sí, sí —añade mi madre —Y los vestidos de novia también son más bonitos. ¿Ya has mirado algo? —No… Si por Matt fuera, iríamos vestidos con vaqueros y una camiseta y nos casaríamos mañana mismo… —dice suspirando —Así que me parece que me voy a tener que encargar hasta de mirar un traje para él.

—Bree, te lo repito —dice él cogiéndola por la cintura —No me hace falta ir vestido de pingüino para casarme contigo, pero si es lo que a ti te hace ilusión, adelante, hagámoslo.

—No te preocupes Bree, que a este me lo llevo yo de compras y le pongo guapo —le prometo yo —Y cuando quieras, empezamos a mirar todo. Yo monto a Lilly en el carrito, y nos vamos por ahí. —Avisadme que yo una tarde de compras no me la pierdo. En Nueva York hay tiendas de novia que mientras la futura novia se prueba vestidos, a las acompañantes les dan champan y canapés… ¡No digo más!

—Uff, conversación coñazo de tías. ¿Nos vamos a tomar una cerveza? —dice David mirando al resto de hombres de la sala mientras todos asienten —Matt, tú una sin alcohol.

—Lo sé, lo sé —responde él —¿Vienes Brad?

—No, mientras las mujeres hablan de estas cosas, yo voy a aprovechar para darme una vuelta con mi pequeñaja. Tengo que recuperar algo de tiempo perdido…

—Tan pequeña y ya te tiene dominado… —le dice mi padre poniéndole una mano en el hombro —Estás acabado. Te lo digo yo que he convivido con tres mujeres en casa.

—Lo admito, me he vuelto a enamorar —dice Bradley —¿Te parece bien si me la llevo, Harper? —Claro que sí —digo mientras me la coge de los brazos —Tápala bien con la mantita esta.

La arropa con cuidado y tras darme un beso cariñoso, centra toda su atención en ella, que poco a poco parece volverse a dormir. Mientras abre la puerta de la habitación le oímos hablarle tan dulce que creo que voy a morir de amor en menos de dos segundos.

—Vamos a dar un paseo, ¿vale? —le oigo decir —Ya verás qué cosas más chulas te enseña papá.

Cuando la puerta se cierra a su espalda, mi madre y Julliet empiezan a cotorrear de nuevo acerca del color de su vestido o de si es mejor un vestido con tirantes o “palabra de honor” para la novia. Yo sigo con la vista fija en esa puerta, sin poder dejar de pensar en lo afortunada que soy por tener a la familia y amigos que tengo, pero sobretodo más convencida que nunca en que las segundas oportunidades existen.