CAPÍTULO 48
Abro los ojos levemente y miro alrededor. Está muy oscuro aún, así que no debe haber amanecido.
Busco a tientas algo que pueda decirme la hora que es cuando noto un papel entre mis manos. Es la foto de mi bebé, la foto que su padre arrugó y tiró al suelo sin ningún miramiento. La aprieto contra mi corazón mientras con la otra mano me acaricio la barriga.
—Te quiero peque y tu papi también, aunque a veces le cueste darse cuenta de las cosas —empiezo a decirle a mi barriga.
Entonces miro al frente y me doy cuenta que Matt se ha dormido en la silla. Está en una postura que le debe estar haciendo polvo la espalda y que además no debe ser nada beneficiosa para la fisura en las costillas. La cabeza la tiene echada hacia atrás, los brazos le caen a ambos lados y las piernas las tiene extendidas hacia delante.
—Y ese de ahí es tu tío Matt que con tal de no separarse de ti es capaz de quedarse inválido para toda la vida —digo con una sonrisa en la cara.
Me incorporo intentando no hacer ruido y enciendo la luz de la mesita de noche. Me acerco a él y tan suave como puedo, pongo mi mano encima de su brazo para intentar despertarle.
—Matt… —empiezo a llamarle en un tono muy bajo mientras le zarandeo un poco sin éxito, así que subo el volúmen —Matt…
Da un salto de la silla poniéndose de pie tan deprisa que se encoge agarrándose las costillas con la cara contraída por el dolor.
—Matt —digo abalanzándome sobre él —¿Te duele mucho?
—Vamos a tener que practicar tus maneras de despertarme —me dice cerrando un ojo por el dolor y el resplandor de la luz al levantar la cara para mirarme.
—Y también vamos a tener que solucionar el tema de la cama. No puede ser que duermas en una silla Matt, y tampoco permitiré que duermas en el sofá —y le doy la mano para ayudarle a incorporarse — Vente conmigo, es una cama grande.
Intenta quitarse la camiseta pero contrae la cara por el dolor así que le ayudo a hacerlo. Está aún más delgado que cuando le fui a ver a la cárcel, aunque mucho más fibrado, con el pack completo de abdominales y unos pectorales de infarto. Madre mía Bree lo que te estás perdiendo… Le voy a tener que hacer una foto para ayudarla a convencerse. Sin pensárselo dos veces y con los ojos casi cerrados por el sueño, se quita los vaqueros quedándose solo vestido con unos boxers negros.
—Eh, vale —digo intentando disimular mi asombro y ayudándole a estirarse en su sitio -Aquí. Espera que te tapo un poco.
Dos segundos más tarde ya está totalmente dormido e incluso roncando, así que me estiro volviendo a coger la foto y acercándola a mí.
Cuando vuelvo a abrir los ojos ya entra mucha claridad por la ventana. Tengo el brazo de Matt alrededor de mi cintura y su mano abierta encima de vientre. Noto su pecho subir y bajar al compás de la respiración. Evito moverme para no despertarle bruscamente y que vuelva a pegar un bote que se cuelgue del techo, así que coloco mi mano encima de la suya y paseo mis dedos por su brazo. Se remueve en la cama y se pone boca arriba con los brazos extendidos. El edredón le cubre solo hasta la cintura y tiene el pelo todo revuelto. Está adorable, o como diría Julliet si estuviera aquí, jodidamente sexy. Juro que un día de estos le hago una foto y se la envío a Bree, pienso mientras le observo dormir recostada de lado apoyando mi cabeza en una mano. Veo que aún tiene algunas sombras oscuras en los costados aunque el resto de hematomas han desaparecido por completo. Se rasca los ojos por la claridad que entra por la ventana y coge su almohada y se tapa la cabeza con ella, emitiendo un quejido.
Sin poder evitarlo río al ver su reacción y entonces levanta la almohada y me mira protegiéndose de la luz.
—¿Qué te hace tanta gracia si se puede saber? —pregunta.
—Buenos días para ti también.
—¿No es muy pronto? ¿Qué hora es?
—Ni idea. Pero esta mañana tendríamos que ir al médico a que te mirara la fisura. Anoche hiciste un movimiento muy brusco y puede que se te haya resentido toda la zona.
—¿Tú crees? —dice de manera irónica —No sé quién me provocó ese movimiento brusco… —Lo reconozco, fui yo. Pero por tu bien. Estabas tirado ahí en esa silla como un trapo, haciéndote polvo la espalda y solo te zarandeé un poco el brazo… —acerco mi cara a la suya y añado —Debe ser que me sigues temiendo…
—No sabes cuanto…
—Oye… ¿en serio que no te importa que me quede aquí en tu casa? Puedo quedarme en el motel como hacía antes…
—Ni hablar. Te quedas conmigo. Creo que anoche nos dimos cuenta que nos necesitamos el uno al otro. —Sí, estamos los dos jodidos, ¿eh? —afirmo —Pues entonces deberíamos hablar sobre ciertas… normas o maneras de hacer de cara a nuestra convivencia. Por ejemplo, no voy a permitir que duermas en una silla o en el sofá.
—Si quieres dormir conmigo, solo tienes que pedírmelo —me dice sonriendo —No hace falta que seas tímida.
—Muy gracioso —le contesto aunque no puedo evitar sonreír al ver que el Matt que yo conocí está volviendo a aparecer poco a poco —Hablo en serio… O me bajo yo al sofá.
—Ni hablar. La cama es grande y si me abrazas tampoco me voy a quejar.
—Lo mismo digo. Cuando he abierto los ojos nos estabas abrazando —digo dando pequeños golpecitos en mi vientre pensando que la idea de que alguien nos mime, aunque no sea Bradley, me apetece mucho —y me ha encantado, la verdad.
Me mira sonriendo y baja la vista llevando la mano poco a poco hacia mi barriga.
—¿Puedo? —pregunta antes de tocarme.
—Claro. Pero te repito lo que te dije ayer, no notarás nada aún.
—Me da igual, pero quiero que sepa que estoy aquí.
—Por dios, no me digas esas cosas tan bonitas que me vas a hacer llorar…
—No es mi intención…
—Tranquilo. Estoy muy sensible y tengo las hormonas revolucionadas… —digo secándome algunas lágrimas —Más cosas… ¿Cómo te despierto para no provocarte un ataque al corazón cada mañana? —Vestida.
—Maaaaaatt…
—¡Jajaja! Vale, vale. La verdad es que no lo sé. Hoy he dormido genial y supongo que saber que estás ahí a mi lado me hará descansar tranquilo, pero no sé como hacer para no asustarme cuando oigo un ruido o algo así…
—¿Qué pasó allí dentro Matt?
Me mira y agacha la vista pensativo, intentando ser sincero conmigo, pero buscando las palabras adecuadas.
—Supongo que si quieres que alguien haga algo por ti en la cárcel, la manera más rápida y efectiva que lo haga es metiéndole miedo en el cuerpo.
—Pero una vez que aceptaste pelear para ellos, ¿no te dejaron en paz?
—Ni un solo día. Se encargaban de recordarme constantemente quién mandaba ahí y qué podría pasarme si me iba de la lengua.
—Bueno, pues habrá que ir probando diferentes métodos, aunque el tiempo lo curará. —Espero… —me sonríe —Luego deberías ir a casa de Bradley a por algo de ropa, ¿no? ¿O quieres que vaya yo?
—No, somos adultos… y aún tengo la llave de su casa. Así que ya que recojo mis cosas, se la devuelvo. —Seguro que recapacitará Harper. Está aterrado con la idea de poder perderte. Cuando vea que todo va bien, volverá a ser el mismo de siempre…
—Ya Matt, y entonces, cada vez que tenga miedo, ¿dejo que se aleje de mí y que vuelva cuando se sienta mejor? Eso no es justo… ¡Yo también tengo miedo! Es la primera vez que paso por ésto… —¿Miedo tú? ¡Ni hablar! Venga, que te voy a hacer un café. ¿Eso puedes tomarlo?
—Uno al día, supongo que sí… Tendré que preguntárselo al médico, cuando sepa a cual ir… ¿Sabes a qué ginecólogo va Bree?
—Claro… Es algo que pregunto siempre en la primera cita —contesta Matt irónico mientras esquiva la almohada que le tiro.
—Luego la iré a ver y ya de paso le explico todo… ¿Vendrás conmigo?
—Aunque me muero por verla, no soy tan adulto como tú. Ya tengo suficiente con ver su imagen cada vez que cierro los ojos y no veas como duele saber que no puedo tocarla… Y no digamos si el baboso ese está cerca —le miro comprensiva asintiendo cuando añade —Venga, vamos a por ese café.
Se levanta de la cama vestido tan solo con los calzoncillos, se dirige al baño y, sin molestarse en cerrar la puerta, se acerca al váter subiendo la tapa del mismo.
—Esto… ¿hola?
—Hola —contesta asomando la cabeza por la puerta.
—Matt por dios, que estoy aquí…
—¿Y qué? Solo voy a mear y no me ves nada, ¿no? ¿O es que te quejas precisamente porque no ves nada? —contesta divertido aunque al verme la cara estira la mano y cierra la puerta —Vale, vale… —Y ya de paso, si te pones algo más de ropa, sería fantástico —le digo mientras nos cruzamos cuando él sale del baño y yo voy a entrar.
—Buenoooooooo… Nos hemos puesto quisquillosa, ¿eh? Las hormonas estas me quieren poner las cosas difíciles…
Abre el cajón de la cómoda y coge una camiseta de tirantes y un pantalón gris. Cuando acaba de ponérselo todo, se gira hacia mí y me mira abriendo ambos brazos.
—¿Contenta?
—Mucho.
Salimos del hospital de Fulton casi a la hora de comer, con el diagnóstico que pensábamos, 3 costillas fisuradas. El médico le ha mandado anti-inflamatorios y pastillas para el dolor y sobretodo, reposo durante unos días ya que el dolor tardará en irse.
—Señor Logan, una fisura puede llegar a ser muy dolorosa. Ya no digamos tres —le dice el médico. —Bueno… No es para tanto.
—¿No? ¿En serio? —dice acercándose a él —Coja aire y no pare hasta que yo se lo indique.
Matt traga saliva y empieza a inspirar mientras el médico mantiene la mano levantada. Llega un punto en que cierra los ojos con fuerza y aprieta los dientes, así que el médico le dice que pare.
—No puedes inspirar profundamente Matt. Te duele horrores —le digo yo.
—Ahora respire como hace habitualmente para que no le duela.
Matt empieza a realizar unas inspiraciones muy cortas y el médico le mira alzando una ceja.
—Señor Logan, sí es para tanto si se tiene que ver obligado a respirar así. En serio, hágame caso. Tómeselo con calma, tome las medicinas que le he prescrito y tenga paciencia, no se haga el héroe.
Así que aquí estamos, paseando por Fulton, buscando un sitio para comer, tomándonos las cosas con calma por prescripción médica, cuando el teléfono de Matt suena. Lo mira y levanta una ceja, enseñándome la pantalla. Es Bradley.
—Hola Bradley.
—¡¿Dónde cojones estás?! —oigo que grita mientras Matt retira el móvil de su oreja poniendo los ojos en blanco.
—Saliendo del hospital.
—¡¿Qué ha pasado?! ¡Matt, dime que está bien!
—Bradley… Eh… Bradley —empieza a decir intentando que le escuche hasta que al final se ve obligado a gritar —¡Brad! Hemos venido por lo de mis costillas. Harper está bien. Tranquilo.
Siguen hablando un rato mientras caminamos. Matt pone su brazo alrededor de mi cuello y yo le agarro de la cintura con cuidado.
—Vale, pero eso también lo podrías hacer tú… De acuerdo. Hasta luego.
—¿Qué? —pregunto al colgar.
—Nada. Una vez se le pasó la paranoia pensando que te había pasado algo y me ha dejado explicarle, me ha dicho que me tome unos días de descanso del taller. Me ha pedido que te cuide mucho y le he dicho que eso lo puede hacer él si quiere —me dice con una mirada cómplice —Me muero de hambre. ¿Qué te apetece?
—Hamburguesa y patatas fritas —digo casi salivando.
—¡Esa es mi chica!
Tras comerme la hamburguesa y las patatas, robarle a Matt algunas de las suyas y beberme un batido de chocolate tamaño industrial, paramos delante del motel.
—¿Seguro que no quieres venir conmigo? —insisto intentando convencerle.
—Seguro. Aprovecharé para hacer unas cosas.
—¿Me vendrás a recoger luego? —yo a estos dos les hago encontrarse sí o sí —Por favor… Estoy algo cansada y luego aún tengo que pasar por casa de tu hermano a recoger mis cosas…
—Vaaaaaaale. Soy un santo. Eres consciente ¿verdad?
—Lo soy —digo dándole un beso —Por cierto, ni se te ocurra cortarte el pelo. A Bree le encantas así. —Vale. Gracias por la información —dice sonriendo mientras agacha la cabeza —Y… ¿me afeito o no? —Ahora averiguo y te envío un mensaje —contesto guiñándole un ojo.
Entro en la cafetería y me siento en mi taburete.
—¡Harper! Estaba a punto de llamarte. ¿Cómo fue anoche? ¿Se lo dijiste a Bradley? —me dice Bree con una gran sonrisa en la cara.
—¿Decirle qué? —dice Jud que aparece por la puerta.
—Pues —digo sonriéndole —Estoy embarazada Jud.
—¡¿Qué?! ¡Cariño qué buena noticia! ¡Me alegro mucho por los dos! —dice ella dando saltitos de alegría.
—Y ayer se lo decía a Bradley, mamá. Cuando acompañé a Harper a Nueva York no fue para una entrevista, fue para ir al médico.
—¿Y le visteis? —nos pregunta Jud ilusionada señalando mi vientre.
—Sí. Y es más bonito… —contesta su hija.
—Le escuchamos el corazón. Fue muy emocionante —digo poniéndome a llorar contagiándolas a las dos. —Bueno, ¿y entonces qué dijo Bradley? —dice Bree al cabo de un rato, secándose las lágrimas —Se habrá puesto como loco.
—Sí, pero no de contento —respondo sin poder parar de llorar.
Ambas se quedan paradas, con la boca abierta, sin poderse creer lo que acabo de decir. Pasados unos segundos, al ver que mis lágrimas ya no son de alegría, sino de tristeza, ambas me abrazan y me intentan tranquilizar. Cuando consigo hacerlo, les explico lo que se perdieron.
—Este chico me da mucha pena. Lo pasó demasiado mal —dice Jud —Y eso le afectará el resto de su vida. No puedes culparle Harper. No es que no quiera a vuestro hijo, es que prefiere renunciar al bebé que a ti. Tiene pánico a perderte como perdió a su madre hace años.
—Pero Harper también tiene miedo mamá. Y no es justo que la deje sola en estos momentos… No me lo puedo creer. Sabes que puedes contar con nosotras para lo que sea ¿verdad? —dice Bree cogiéndome de la mano.
—Lo sé. Espero que Bradley recapacite porque pienso tener a este bebé y me gustaría que fuera con él a mi lado. Pero si no es así, sé que no estaré sola. Os tengo a vosotras y tengo a Matt.
En cuanto le nombro, un destello pasa por los ojos de Bree. Jud la mira de reojo sonriendo, consciente que por mucho que lo intente, su hija es incapaz de olvidarse de él.
—Ese chico es increíble —dice Jud guiñándome un ojo disimuladamente.
—Lo sé. No me dejó sola en ningún momento y está como loco con el bebé —Bree desvía la mirada — Casi tanto como lo está por ti.
—Sé lo que intentáis hacer —nos dice señalándonos a las dos —Pero no va a funcionar. —¡Venga ya! —digo sonriendo —Por dios Bree, ese tal Garrett puede ser buen chico y guapo, pero no es lo que quieres realmente. Vi como mirabas anoche a Matt… Ese nuevo look con el que ha vuelto te ha matado.
—Es que está guapísimo —interviene Jud —Le da una imagen más madura… y muy sexy. —¡Mamá!
—¿Qué? ¡Soy mayor, pero no ciega!
—¿Afeitado o sin afeitar? —le pregunto.
—¿Qué? —contesta algo abrumada por el acoso y derribo al que la estamos sometiendo. —¿Que si te gusta más con barba o sin ella? —lo admito, me lo estoy pasando en grande. —Eh.. —empieza a moverse nerviosa detrás del mostrador, limpiando la barra para mantenerse ocupada. —Creo que le da igual —dice Jud —No puede decidirse.
—Vale, espera —digo sacando el móvil mientras empiezo a enviarle un mensaje a Matt. —¿Qué haces? —me pregunta Bree con los ojos muy abiertos.
—Me ha preguntado si se afeitaba o no y le he
dicho que te iba a preguntar a ver qué te parecía a ti. —¡Harper!
—dice intentando quitarme el teléfono —Te ha preguntado a ti, no a
mí. No la líes. —Créeme, la única opinión que le importa es la
tuya.
“Matt, el consejo de
brujas ha tomado una decisión. Estás tremendo de las dos maneras.
¿Me recoges en media hora?”
—Bueno, ahora en serio. Mi ginecóloga está en Nueva York y necesito encontrar una más cerca. ¿Dónde vais vosotras?
—Al hospital de Fulton. Allí está la consulta de la Dra. Weaver. Es un encanto. Ha ayudado a nacer a muchos chicos de por aquí, Matt y Bree incluidos.
—¿Asistió el parto de la madre de Matt y Bradley? —digo perpleja.
—Bueno, cuando él nació, era ayudante del ginecólogo. Cuando nació Bree, ese médico ya se había jubilado y ya fue ella. Pero seguro que se acuerda del parto de Matt… Lilly era muy conocida porque era maestra en el colegio y fue un palo muy gordo.
Hasta ese momento no me había dado cuenta que nunca supe mucho de la madre de Bradley. No tenía ni idea que era maestra y ni siquiera sabía que se llamaba Lilly.
—Además, cuando vea a Matt se acordará al momento porque es la viva imagen de su madre —añade Jud.
—Vale… Pues llamaré para pedir cita.
Hablamos durante un rato más, hasta que la puerta de la cafetería se abre y entra Matt. Sonrío al girarme y verle.
—Hola —saluda quedándose en la puerta.
—Hola Matty. Ven, que tengo algo para ti —dice Jud que se lo lleva a la cocina.
Bree le mira de reojo mientras se pierde por la puerta que da a la cocina y cuando se gira de nuevo me encuentra mirándola con las cejas levantadas.
—No te gusta nada, vamos… Habla con él Bree por favor. Dio un paso adelante ayer y le dejaste ahí tirado sin decirle nada.
—No puedo hablarle Harper… —me responde en voz baja para que no la oiga nadie excepto yo. —¿Por qué? Es el amor de tu vida Bree… —digo mientras ella niega con la cabeza —¿Por qué te niegas siquiera a hablarle?
—Porque le miro y lo único que quiero es que me arranque la ropa y me bese… Que me diga que está enamorado de mí, que lo de esa noche no volverá a pasar y que quiere pasar el resto de su vida conmigo. Y ese no es Matthew Logan… Pensaba que podría cambiarle, pero me he equivocado.
De repente me doy cuenta que no soy la única que estaba escuchando. Detrás de ella están Matt y Jud. Ésta se aparta un poco para darles espacio mientras él se queda donde está, con el ceño fruncido, totalmente abrumado al escuchar esas palabras. Bree sabe que está detrás, pero no tiene el coraje de girarse a mirarle.
—Bree —consigue decir él con una voz más ronca de lo habitual —Estoy enamorado de ti. No puedo creer que aún no me creas…
Ella se dirige rápidamente a la puerta, intentando huir de esa situación, pero entonces él reacciona y corre para frenarla agarrándola de los brazos.
—Bree por favor… Mírame —dice cogiendo la cara entre las manos —Siento lo que pasó. Sé que no es ninguna excusa, pero no era consciente de lo que hacía. Necesito que sepas que yo nunca quise hacerte daño.
—Pero me lo hiciste —responde ella llorando —Confié en ti y me rompiste el corazón. —Perdóname por favor. Te lo pido. No puedo vivir sin ti. Cuando te vi besarte con ese tío, creí morir por dentro. Bree, no soporto la idea de que otro te roce siquiera —él pone los brazos alrededor de su cintura, buscando su mirada y esperando una reacción por su parte.
Apoya la frente en el pecho de Matt y luego poco a poco sus manos. Él se las coge y las aprieta contra su cuerpo.
—Bree, quiero pasar el resto de mi vida contigo. Te amo con todas mis fuerzas. He cambiado por ti, pero sé que aún puedo hacerlo más. Ayúdame por favor.
Ella levanta la vista poco a poco hasta
encontrarse con los ojos de Matt, que le seca las lágrimas con los
pulgares. Lentamente acerca su boca a la de ella, hasta que sus
labios se encuentran, sellando por fin el inicio de esa segunda
oportunidad para los dos.