CAPÍTULO 22
—No, me quedaré con ella todo el tiempo que haga falta así que tendrás que ocuparte de todo en el
taller, ¿vale? De acuerdo. Gracias Matt. Se lo diré cuando se despierte. Yo también… Te llamo. Adiós.
Oigo la voz de Bradley y poco a poco empiezo a abrir los ojos. La luz de exterior me ciega por un momento, obligándome a cerrarlos de nuevo. Me muevo un poco en la cama y suelto un quejido al notar que tengo todo el cuerpo dolorido. Intento abrir los ojos de nuevo, pero la luz es demasiado intensa, así que intento mover el brazo para taparme los ojos con la mano.
—Espera. No te muevas. Voy a cerrar un poco las cortinas.
En cuanto noto algo menos de claridad, compruebo que ya puedo abrir los ojos sin dificultad. Poco a poco se acostumbra mi vista y doy un repaso alrededor aunque no hay mucho que ver. Estoy en la típica habitación de hospital, totalmente pintada de blanco, fría y neutra. Miro a mi izquierda y le veo allí de pie mirándome, pegado a mi cama pero sin rozarme siquiera. Le miro a los ojos y al instante me siento mejor. No veo lástima, ni rencor, ni pena, sólo veo amor.
—Hola… —le digo con un hilo de voz acercando mi mano a la suya.
—Hola —me contesta acercando una silla a la cama y sentándose quedando su cara a la altura de la mía —¿Cómo estás?
—Bien. Pero no me sueltes, ¿vale? —algunas lágrimas se agolpan en mis ojos —No te separes de mí por favor.
—Nunca más. Te lo prometo —me agarra la mano mientras que con la otra, con mucho cuidado, como si fuera a romperme, me retira unos mechones de pelo de los ojos —Tienes que descansar, me lo han dicho los médicos. No me pienso mover de tu lado, ¿vale? Tranquila.
Noto como los párpados me pesan mientras su mano acaricia mi cara con delicadeza, repasando mis cejas y el pómulo con el pulgar. Con los ojos ya cerrados, le oigo susurrar en mi oído.
—Te quiero… con toda mi alma. No permitiré que nunca más te pase nada. Te lo juro. Te amo, Harper.
Cuando vuelvo a estar despierta, no sé cuanto tiempo después, oigo a Bradley hablando con alguien, una mujer. Escucho atentamente, antes de abrir los ojos de nuevo.
—De acuerdo. Entonces dice que se personó en casa de la señorita Simmons sobre las ocho de la tarde —dice la voz de la desconocida.
—Sí, supongo que llegué sobre esa hora… Llamé al timbre pero no me respondió, así que me quedé por allí para esperarla.
—¿Cómo sabía dónde vivía?
—Pues no lo sabía… La verdad es que no caí hasta que llegué a la ciudad. Se lo pregunté a la novia de mi hermano, son amigas y supuse que ella la sabría, y me la dio.
—De acuerdo —y pasado un rato vuelvo a oírle —Prosigamos. ¿Qué pasó entonces? —Varias horas más tarde él la dejó en casa. Se bajaron del coche, la abrazó y estuvieron hablando unos minutos y después caminaron hacia su edificio cogidos de la mano, hasta que Harper me vio. Discutimos un rato y me largué de allí, dejándoles en la calle.
—¿Cuándo y cómo supo que pasaba algo?
—Bueno… como una media hora después recibí una llamada de Harper… Vi que era ella y colgué la llamada haciendo saltar el contestador… Y repetí ese gesto como unas dos o tres veces más. Un rato después, no sé, no recuerdo cuánto tiempo pasó, al ver que las llamadas habían cesado, decidí escuchar los mensajes que me había dejado. En los primeros me… echaba la bronca, me cantaba la caña por ser un capullo, la verdad. Sonaba que estaba algo borracha y de fondo se oía la voz de… de él. Luego fue cuando escuche el último mensaje que me dejó grabado. Se la oía gritar, pidiéndole que parara, que dejara de forzarla. Al principio no sabía bien qué pasaba, pero entonces oí la voz de él diciéndole algo… —la voz de Bradley se entrecorta y lanza un suspiro.
—Tranquilo, tómese su tiempo —dice la mujer, que deduzco debe ser policía, en un tono muy comprensivo y amable.
—Es que no recuerdo exactamente las palabras… Le dijo algo como “es lo que quieres puta” o algo así y entonces entendí lo que pasaba y fui corriendo hacia su apartamento. De camino fue cuando les llamé a ustedes también. El resto, ya lo saben.
—De acuerdo. Quiero que sepa que ha actuado muy bien y agradecerle que haya optado por denunciarlo. Esperemos que la señorita Simmons haga lo mismo y se decida a denunciarle también. —Es lo menos que puedo hacer… No me perdonaré nunca lo que le ha pasado a Harper. Fue mi culpa. Si no hubiera sido un imbécil y hubiera confiado en ella, ésto no habría pasado… Si me hubiera quedado con ella…
—Señor Logan, la culpa es sólo del señor Martin. No se torture.
No puedo creer lo que oigo. No puedo permitir que se culpe de lo ocurrido. Abro los ojos poco a poco, miro hacia donde provenían las voces y le veo sentado en el sofá, con los codos apoyados en las rodillas y la cabeza entre las manos, mirando al suelo. Me remuevo un poco en la cama. Bradley se da cuenta de que estoy despierta, salta como un resorte y se pone a mi lado, sentado en la silla que sigue en la misma posición que la última vez que estuve consciente. Como la otra vez, me mira sin atreverse siquiera a tocarme, hasta que no soy yo quien busca su contacto, como si esperara mi permiso.
—Hola —me dice acogiendo mi mano entre las suyas —¿Cómo te encuentras?
—Mejor…
—Señorita Simmons, siento interrumpir, soy la agente Jones —me dice la agente —Estoy tomando declaración al señor Logan acerca de lo que pasó. Supongo que está de acuerdo en denunciar lo ocurrido, ¿verdad?
—Sí… claro que sí —contesto tragando saliva.
—Quiero que entienda que cuanto antes le tomemos declaración a usted también, antes podremos acusar al Sr. Martin. De momento está en libertad con cargos, a la espera de la formalización de la denuncia. —¿En libertad? —dice Bradley —No lo puedo creer…
—No quiere decir que quede libre. No podemos retenerle sin denuncia —y mirándome añade —Si le parece bien, vengo mañana y hablamos, ¿de acuerdo?
—De acuerdo
—Hoy descanse —y dirigiéndose a Bradley dándole la mano añade —Gracias por todo, señor Logan. —A usted.
Cuando nos quedamos solos, Bradley suelta un largo suspiro y se vuelve a sentar en la silla, a mi lado. Coge mi mano entre las suyas y apoya su frente en ellas, descansando. Acerco mi otra mano a su cabeza y empiezo a acariciarle el pelo, metiendo los dedos entre los mechones mientras él respira profundamente, relajado gracias a mis caricias, claramente necesitado de algo de descanso.
—Pérdoname Harper… perdóname por favor. Siento haber sido tan capullo. Tendría que haber confiado en ti.
—Bradley, te escuché antes decirle a la agente que lo sucedido era culpa tuya y eso no es verdad. En realidad fue al contrario, tú fuiste mi salvación, y no sólo lo fuiste el otro día, lo llevas siendo desde que te conocí —le miro a los ojos cristalinos y acaricio sus ojeras y paseo mi mano por su barba de varios días —Lo que te dije en el contestador es cierto. Te quiero Bradley, más de lo que he querido nunca a nadie.
—¿A pesar de lo imbécil que fui contigo al principio? ¿A pesar de ser un capullo aún ahora? —me dice haciendo una mueca y agachando la cabeza.
—Sí, a pesar de todo eso. ¿Sabes qué? —levanta la vista intrigado —Quiero irme a casa, contigo. ¿Me llevarás?
—A casa… —y se señala a sí mismo con un dedo mientras yo asiento —Pues claro que te llevaré. En cuanto te den el alta, nos vamos ¿vale? Matt, Bree y los demás están deseando verte.
—Y yo a ellos… Casi les he echado tanto de menos como a ti.
—Veremos a ver qué dicen los médicos —me dice con una sonrisa en los labios —Por cierto, ayer vino Julliet, hoy volverá a pasarse. Y… esto… ¿quieres que avise a alguien de tu familia? Deberías decirles algo, ¿no?
—Debería… —y después de pensarlo detenidamente añado —Llamaré yo misma a mi hermana. Es mejor que me oiga explicárselo a mí a que lo oiga de otra persona…
Bradley me acerca mi teléfono, y se queda a mi lado mientras se lo explico todo a mi hermana. Me agarra de la mano con fuerza cuando las lágrimas se me contagian. Le veo nervioso, apretando la mandíbula y respirando con rapidez y profundamente, mientras escucha por enésima vez el relato de la pesadilla. Cuando cuelgo me enjuago las lágrimas y le miro mientras intento esbozar una sonrisa.
—Intento ser fuerte… —le digo.
—Nadie te obliga a no llorar Harper. Pero recuerda que él no merece que derrames ni una lágrima a su costa.
—Lo sé… Mi hermana y mis padres vienen en un rato.
—¿Quieres que me vaya? —me pregunta poniéndose en pie visiblemente nervioso.
—Al contrario, quiero que te conozcan… si tú quieres, claro…
Al rato llega Julliet. Nada más verme se le humedecen los ojos y me da un gran abrazo, aunque al instante, se recompone y me regala la mejor de sus sonrisas y enseguida me distrae cuando saca del bolso una de las revistas del corazón que solíamos mirar meses atrás y con las que solíamos reírnos a carcajadas.
—Mira lo que te he traído…
—¡Jajaja! ¡Déjame ver la portada!
—Os dejo solas —dice Bradley poniendo los ojos en blanco —Voy a comer algo. Esto… llevo la misma ropa desde la otra noche, no traje nada, vine con lo puesto. Voy a comprarme algo de ropa también… —Vale —le digo dándole la mano que él acaricia con ternura.
—Hasta ahora —dice sin dejar de mirarme a los ojos —Adiós Julliet.
Esperamos a que salga por la puerta y enseguida se gira hacia mí para cotillear.
—Por dios. Es muy sexy. Y muy tierno. No me puedo creer que fuera un borde amargado cuando os conocisteis…
—Créeme, lo era… Me sacaba de quicio… Le odiaba con todas mis fuerzas… y ahora le quiero con locura.
—Está loco por ti. Ayer estuve hablando un rato con él cuando vine a verte. Es un encanto. —Sí… He llamado a mis padres y mi hermana. Vendrán en un rato y le he pedido que se quede, que quiero que le conozcan y se ha puesto nervioso como si fuéramos adolescentes —y midiendo mis palabras añado —¿Si te digo una cosa me dices si te parece raro?
—Claro. Suéltalo.
—Sólo me toca cuando yo lo hago, como si pidiera permiso previo y no ha pasado de un roce en la mano o en la mejilla, y eso me reconforta… No me fuerza a nada… Aunque sé que un beso no es para tanto, necesito tiempo… Aunque no quiero que se pueda cansar de esperarme…
—Háblalo con él si lo prefieres… Explícale que necesitas ir poco a poco, tal y como está haciendo ahora mismo —dijo lanzando un suspiro —Aunque no tiene pinta de que vaya a cansarse de ti tan fácilmente… Por dios Harper, se pegó cuatro horas en coche y se vino con lo puesto sólo porque le escribiste un mensaje diciéndole que le echabas de menos…
Seguimos charlando, bueno, cotilleando más bien hasta que la puerta se abre y veo entrar a mi hermana y mis padres. Los tres tienen cara de asustados y corren a abrazarme en cuanto me ven. Cuando me sueltan y tras intercambiar algunas frases con Julliet, ésta se marcha. No me piden que les cuente lo sucedido, Suze ya se lo había explicado, así que me ahorraron el mal trago de volver a recitarlo todo como si de un disco rayado se tratara. Lo que sí me pidieron, más bien exigieron, que no dejara que Eddie se saliera impune de lo que hizo. Sí decidí explicarles mis motivos para dejar a Eddie.
—Cariño, te apoyaremos en lo que haga falta, así que por favor, denúnciale. No tengas miedo. No estarás sola.
—Tranquilos. No le tengo miedo y sé que no estoy sola —les digo con una sonrisa en los labios justo en el momento en que se abre la puerta.
Bradley entra y realmente su aspecto ha mejorado bastante. El rato que ha estado fuera le ha cundido. No sólo se ha ido a comprar algo de ropa, sino que además se fue a cortar el pelo y se afeitó. No puedo creer lo que ha llegado a hacer por agradar a mis padres, como si buscara su aprobación para llevarme al baile de graduación. Se queda al lado de la puerta sin saber bien qué hacer.
—Hola —le digo —Bradley, te presento a mis padres y mi hermana Suze.
—Hola. Encantados —dice él tendiéndoles la mano uno a uno.
—Gracias por todo Bradley —le dice Suze —Harper nos ha contado lo que hiciste por ella… y no sólo me refiero al otro día.
Bradley asiente esbozando una leve sonrisa en los labios. Yo extiendo mi mano hacia él intentando mantener el poco contacto que por el momento soy capaz de tener.
—Gracias por salvarle la vida a mi hija, Bradley —le dice mi padre con los ojos bañados en lágrimas.
—Créame señor Simmons —dice mientras me mira
—Ella salvó mi vida primero.