Capítulo 14

CUANDO CLAUDIA salió, ella se quedó pensando, que hacía un buen tiempo que no lo veía, claro que sabía que era por petición de ella. Se levantó para recibirlo y en cuanto lo hizo, se sintió mal. Un dolor agudo en su estómago hizo que casi se cayera, tuvo que sentarse nuevamente, estaba sudando frio. Un golpe en la puerta la hizo tratar de recomponerse.

—Adelante.

—Hola Bella —le dijo muy animado. Se veía muy bien, con esa camiseta negra que dejaba ver su musculoso torso y esos jeans que se aferraban a las mejores piernas que había visto en su vida.

—Hola. ¿Cómo estás? —le contestó tratando de aguantar el dolor.

—¿Estás bien?

—Sí, es solo que creo que me cayó mal algo que comí —dijo restándole importancia.

—¿Necesitas algo?

—No por favor, no te molestes. Mejor siéntate y dime que te trae por aquí.

—Solo quería verte, nena. No esperarás que me vaya así como así de tu vida. ¿Verdad?

—Vitto..., No sé qué decirte, no quiero sufrir y la verdad es que ahora no tengo cabeza para una relación, tengo muchas cosas en que pensar.

—Quería ver que estabas bien, me haces falta —mientras lo decía se acercaba a ella.

—Estoy bien, ya me viste.

—Sí ya te vi, es cierto —se rió y luego se agachó frente a ella —.No te ves bien. ¿Estás comiendo bien?

—He tratado de hacerlo.

—¿No has botado lo que comes?

—No —le dijo seca —.No me preguntes más sobre eso.

Vitto puso en un dedo en la barbilla de ella y levantó su rostro para que lo mirara.

—Me importas y aunque no estemos en los mejores términos, siempre voy preocuparme por ti, por tu salud.

—Estoy bien—. Quería que él se fuera, no podía del dolor y ya no sabía cómo disimularlo —.Mejor vete, ¿no tienes a tu novia esperándote?

El enseguida cambió su actitud.

—Tengo a mi novia aquí enfrente —se levantó de donde estaba— ¿No puedes perdonar? Eres tan perfecta que nunca te has equivocado.

—Yo no he hecho nada malo, eres tú quien se burló de mí, eres tú quien tenía dos mujeres al tiempo.

—Yo no me burlé de ti, Vivian no significa nada para mí. Pero ya que no lo puedes entender, es mejor que me vaya —se pasó la mano por el rostro con desespero. — ¿Hasta cuando Carly? ¿Hasta cuándo vamos a estar así?

—No lo sé, yo no le puse términos a esto, tú y yo no vamos a estar juntos nunca más. —sintió que algo se explotaba dentro de ella.

—Solo vete, por favor —trató de calmarse.

Carly escuchó la puerta cuando se cerró e inmediatamente se levanto y fue al baño. Tomó dos pastillas de las que le habían recetado para su gastritis y espero a que le hicieran efecto.

Más tarde cuando a era hora de irse, se sentía un poco mejor y se fue a su casa, parqueó el auto y vio la patrulla afuera, los saludó y siguió hacia su apartamento. Todavía se sentía mal, pero por lo menos había podido trabajar. Abrió la puerta de su apartamento y antes de encender la luz, sintió que alguien la halaba por detrás.

—Shhh, no digas nada o te mato. —colocó un cuchillo en su garganta. Solo asiente si me entiendes.

Ella asintió con fuerza.

—Así me gusta. Le dijo tocando su mejilla.

—¿Qué quiere? —apartó su cara de la mano del hombre.

—Solo que dejes de lado ese pleito legal. Sí lo haces no te pasará nada ni a ti, ni a tu querido spa. Pero si no lo haces le prenderé fuego a la maldita cosa contigo adentro. —le apretó el brazo — ¿Me entiendes?

—¿Quien lo envió?

—Esa es la respuesta equivocada, me imagino que quieres salir viva de esto, así que contesta bien —susurró en su oído.

—Es...está bien —le dijo temblando de miedo.

—Sí le entendí.

—No le dirás nada a nadie, ni a esos policías, ni a tus amiguitas o a ese noviecito que tienes — rió. —Sé que te busca todo el tiempo —se acerco y respiró en su oído —.Si le dices algo, él se muere.

Su aliento era fétido, sentía ganas de vomitar solo de tenerlo cerca y estaba todo sudado, no podía verle el rostro ya que tenía una capucha. La tenía contra la pared y sus brazos estaban inmovilizados, así que no podía hacer nada.

—Le dirás a tu abogado mañana que ya no quieres seguir con la demanda y te comportarás igual que siempre, para que nadie sospeche. Yo estaré vigilándote.

En un momento de descuido, Carly le pegó con su cabeza en la nariz y se zafó de él, luego corrió hacia la cocina por un cuchillo, pero antes de que pudiera agarrarlo, el hombre tomó su muñeca y la apretó hasta hacer que lo soltara.

—No hagas las cosas más difíciles — le dijo riéndose.

—¡Auxilio! ¡Ayúdenme! —gritó con todas sus fuerzas, pero nadie venía en su ayuda.

El tipo comenzó a golpearla en la cara y ella agarró un plato y lo golpeó en la cabeza. Eso le dio tiempo de soltarse nuevamente, pero el desgraciado la halo del cabello casi arrancándolo y ella se dio la vuelta y le enterró las uñas en la cara.

—¡Auxilio, por favor ayúdenme! —gritaba mientras se defendía.

Él le dio un puño en la boca que la hizo sangrar.

—Deberías haberme hecho caso, ahora tendré que hacerte daño.

Había un martillo cerca de la ventana porque había visto un tornillo flojo y se puso a asegurarlo hacía algunos días, cuando lo vio, pensó en ponérselo en la cabeza pero enseguida se dijo que si lo golpeaba a él, seguramente no lo haría con la suficiente fuerza para noquearlo, pero sí en cambio partía el vidrio con él, los policías se darían cuenta seguramente.

Enseguida lanzó un artefacto a la ventana y el vidrio se hizo pedazos con un gran estruendo. Cuando el hombre vio esto, sacó una pistola y se la puso en la cabeza.

—Estúpida, tenías que avisarle a los policías. Ahora te mueres.

En el momento en que casi pulsaba el gatillo, oyó un disparo y el tipo salió disparado hacia atrás. Carly estaba en shock, no sabía qué hacer, se quedó mirando el cuerpo inerte frente a ella. Sintió una mano en su hombro y vio a uno de los policías que le preguntaba que si estaba bien, mientras el otro verificaba al asaltante.

—Señorita Woods ¿Está bien?

—Sí, sí, no me alcanzó a hacer nada.

—Yo no diría eso —la miró dudoso.

El policía la vio magullada y con un golpe fuerte en la cara y en la frente, decidió llamar a los paramédicos por si de pronto ella tenía una contusión.

Ella no entendía porque llamaban a una ambulancia si se sentía bien, pero de igual manera los dejo hacer su trabajo. La ayudaron a levantarse y se sentó en la sala. Sentía las lágrimas salir de sus ojos sin control y comenzó a temblar incesantemente. Sintió ganas de ir al baño, pero al levantarse para hacerlo, sintió un dolor que la partía en dos, y la hizo doblarse. Escuchó que la llamaban desde lejos y perdió el conocimiento.

Carly llevaba tiempo en ese estado y él ya no sabía qué hacer. Cuando lo había llamado su hermano para decirle que la habían atacado en su propia casa, él casi muere de un infarto. Salió corriendo hacia la clínica a ver como se encontraba. Ahora llevaba desde la noche anterior esperando y nadie le había sabido decir que era lo que en realidad sucedía con ella.

—Buenos días.

—Buenos días. ¿Es usted el doctor Ackerman?

—Sí, soy yo, usted es Vitto ¿verdad? Carly me habló de usted.

—Doctor por favor dígame ¿cómo esta ella?

—Está bien ahora. Tuvimos que operarla, su gastritis se agravó, y sus signos vitales estaban mal, pero ya pudimos estabilizarla. Sus heridas en la cara son superficiales, pero tardarán un tiempo en sanar, tiene un ojo amoratado y los labios partidos. En este momento duerme y estará así por el resto del día.

Vitto quiso tener al maldito que le había hecho eso a Carly, enfrente para matarlo con sus propias manos.

—Por favor dígame todo lo que sabe. Yo estoy enterado de su enfermedad y trate de ayudarla, pero ella no se dejaba.

—Sí, eso suena como Carly. Es muy orgullosa, no le gusta que sientan pena por ella y no confía lo suficiente en nadie para permitirle ayudarle —le dijo mirándolo a los ojos muy serio — ¿Ustedes son pareja verdad?

—Sí, lo somos. Aunque ahora estamos pasando un mal momento.

—Voy a ser muy honesto con usted. Conozco a Carly desde que estaba recién nacida, fui muy amigo de su padre y desde que ella quedó huérfana, yo siempre he estado muy pendiente de ella. Es como una hija para mí.

—Tengo entendido que Carly la pasó muy mal durante un tiempo, cuando su madre no quiso verla más y la echó de su casa.

El doctor enseguida supo que Vitto le estaba reclamando muy diplomáticamente, porque no la había ayudado a salir de esa situación, cuando no tuvo a donde ir. Lejos de enojarse por eso, le agradó que Carly tuviera alguien que la defendiera de esa forma, eso demostraba que de verdad estaba interesado en ella.

—Yo traté de ayudarla pero ella me rechazó por orgullo y aún así, la ayudé sin que lo supiera. Fui yo quien habló con el decano de la universidad donde ella estudió, que es muy amigo mío, para que nunca le dijera que las supuestas becas, no existían. No fue difícil hacerle creer lo de las becas porque era muy buena estudiante, siempre le ha encantado lo que hace, pero ese orgullo la mata. Luego estuve pendiente de ella a través de Desiree y el apartamento donde ella se queda hoy día y en el que ha estado desde hace años es mío, pero está a nombre de mi sobrino, por lo que ella no sabe a quién pertenece en realidad.

—Así que usted es el dueño misterioso del apartamento de Carly. Ella siempre se ha preguntado ¿Quién es usted? y el porqué nunca le sube la renta —ambos sonrieron.

—Aprendí con el tiempo como ayudarla de manera que no lo supiera —le aseguró. Lo que he hecho todo este tiempo es tomar ese dinero de la renta y ponerlo en una cuenta a nombre de ella. Con el tiempo pensaba decírselo, ahora que te conozco, tal vez tú puedas ayudarme en eso.

—Seguro —le sonrió —.Ya veremos la forma de decírselo sin que se sienta herida en su orgullo.

—Y ¿Qué hay de ti? ¿Cómo se conocieron? Y lo más importante ¿Vas en serio con ella?—se lo dijo de una forma amable, pero se notaba que hablaba en serio.

—Es una historia muy larga ¿Tiene tiempo?

—Claro que si, tratándose de mi niña, siempre.

Estuvieron hablando largo tiempo, de todo. Vitto le contó de su experiencia con la enfermedad que Carly tenía y de sus comienzos con ella, de lo grandiosa que le parecía y de las miles de razones que tenía para estar enamorado de ella. El doctor lo escuchaba detenidamente y lo analizaba para ver si era cierto todo lo que decía. Al final de la conversación dos horas después se habían hecho grandes amigos y empezaron a armar un plan para ayudar a Carly a salir de su padecimiento.

—Entonces ¿Qué debemos hacer con ella?

—Lo primero es que te enteres más de esta enfermedad y que le des todo tu apoyo. Quiero que sepas que ella necesita a alguien comprometido con ella, de sentimientos fuertes, no un amor fugaz. ¿Eres tú, esa persona? —le preguntó muy seriamente.

—Lo soy —le contestó Vitto sin dudarlo.

—Entonces te llevaré a ver a una amiga mía, es la doctora con la que Carly se estuvo viendo por un tiempo, pero después dejó las sesiones. Ella te dirá lo que debes hacer con Carly, como tratarla.

—¿Cuando podemos ir?—preguntó ansioso.

—Si te parece bien, mañana mismo.

*****

A la mañana siguiente, Carly se despertó con dolor y tenia jaqueca, veía borroso. Trató de hablar pero no pudo, entonces alguien se le acercó y le dio un beso en la frente, luego le acercó una pajilla a sus labios. Dio las gracias mentalmente, porque estaba sedienta, aunque el paso del fresco líquido por sus labios, dolió al principio. Cuando hubo tomado suficiente, alejó la cara de la pajilla y trató de ver quién era, no podía ver bien todavía.

—Hola amor ¿Cómo te sientes?

Esa voz la hizo sentirse feliz a pesar de que todo le doliera. Trató de decirle algo, pero nada salía de su boca.

—Tranquila, no te esfuerces tanto, estoy aquí contigo y no me voy para ningún lado.

Solo pudo sonreír un poco. Sintió un beso contra sus labios.

—Descansa, estaré aquí.

Carly siguió el consejo y se volvió a dormir.

—¿Cómo está? —preguntó Desi.

—Bien, se despertó hace como dos horas, tomó un poco de agua y se volvió a quedar dormida enseguida.

—Es mejor así.

—Sí, eso creo. Hablé con el doctor y quedamos de hablar esta tarde con la sicóloga.

—Hazlo, es bueno que ella no esté tan sola en esto. Yo he tratado de ayudarla pero ella es muy terca. Tal vez contigo sea diferente.

Al poco rato Vitto se fue para hablar con la doctora y Desi se quedó reemplazándolo. Carly se despertó unas horas después.

—Hola— salió mas como un susurro.

—Hola, mi niña, ¿cómo estás?

—Mejor, pero casi no puedo tragar.

—Te dieron medicamentos para el dolor y creo que la molestia es porque te habían puesto un tubo, pero te lo sacaron hace poco.

—¿Vitto estuvo...?

—Sí, nena. El ha estado cuidándote todo el tiempo, salió hace poco porque estaba cansado y no había dormido bien, entonces le dije que se fuera y que yo lo reemplazaba.

Desi no quiso decirle que había salido para verse con la sicóloga de ella.

—¿Volverá? —su voz era muy baja.

—Claro, mi vida. No demora.

—Dormiré entonces —le dijo y al poco tiempo, cayó fundida.

A los dos días cuando se sentía un poco más fuerte, el detective Bernard llegó para saludarla y hacerle algunas preguntas.

—¿Cómo se siente señorita Woods?

—Mejor detective, gracias por estar pendiente de mí.

—No hay de que, es nuestra obligación ayudar a la comunidad.

—Lo sé pero siento que conmigo ha sido más que especial, por eso le doy las gracias.

El hombre sonrió apenado.

—Bien, eso es cierto, le tengo un especial afecto porque usted se parece mucho a mi hija.

—¿Su hija?

—Sí, está en Nueva York, es diseñadora de Modas.

—¿De verdad?

—Me gustaría conocerla.

—Claro que sí, en unos meses vendrá y entonces la invitaré a comer con nosotros.

—Muchas gracias — dijo con suavidad.

El se encogió de hombros, sin darle importancia al asunto.

—Ahora me gustaría hablarle del día del ataque si usted me lo permite.

—Sí, adelante. Por favor siéntese.

El detective tomó una silla que estaba en la esquina y la trajo cerca de la cama de ella.

—¿Usted sabe quien era la persona que la atacó?

—No, pero sé que era enviado por mi madre y por su amante.

—¿En que se basa para pensar eso?

—El hombre me amenazó, me dijo que si no renunciaba a esa demanda, los que pagarían serian mis amigos, el spa y yo. Además recordé que entre los muchos grafitis que dejaron en el spa, cuando entraron a destruirlo, había uno que decía algo así como “Pagarás por lo que nos hiciste”, pensé que si hubiera sido la ex novia de Vittorio, no hubiera tenido que hablar en plural.

—Bien —se quedó pensando un segundo—. El hombre que la atacó murió, pero no encontramos nada que implicara a su madre o alguien que usted conociera con él.

—Estoy segura de que fue mi madre, por favor averigüe, vaya a su casa e investigue. Estoy segura de que algo encontrará.

—Bien, eso haré — el hombre se despidió de Carly y se fue.

Vitto fue a ver a la doctora Smith y estuvieron largo rato hablando de la Bulimia y combatirla.

—¿Entonces usted cree que no debo alejarme de ella, aunque me lo pida?

—Eso es lo que creo, además ella debe restablecer su conexión familiar.

—No creo que eso se pueda, no sé si el doctor Ackerman, se lo dijo, pero en realidad la madre de Carly está acusada de pagarle a un asesino a sueldo para acabar con la vida de ella.

La doctora cambió su expresión a una de horror.

—Oh Dios mío, pobre muchacha.

—Por favor, si habla con ella, no le diga que sabe sobre eso.

—Claro que no. En mi profesión se aprende a ser prudente, son muchos los secretos que aquí se dicen.

—Muchas gracias. Y ahora continuando con lo de el tratamiento ¿Qué otra cosa debo saber?

—Bien, la verdad es que usted tiene que ayudarla a que ella entienda y asuma su problema para evitar discusiones violentas. Ayudarla a entender y aceptar su cuerpo.

—Eso será un problema. Ella no tiene muy buen concepto de sí misma, por culpa de su madre.

—Debes entonces darle mucho apoyo emocional, afectivo. Estar atento a los comentarios sobre dietas y delgadez que hacen a su alrededor y discutirlos con ella. Ella debe estar pendiente de sus citas con el médico general, nutricionista, psicólogo y siquiatra.

—Bien, ella no tiene familia, pero el doctor la quiere como a una hija y su amiga Desiree también. Entre todos podemos ayudar.

—Cuento con eso, Vitto —le sonrió—. La quieres mucho ¿Verdad?

—La amo y quiero casarme con ella. Por eso no voy a dejar que pase sola por esto.

Pasó una semana y Carly ya estaba más recuperada. Vitto la venía a ver a menudo y estaba muy pendiente de su salud. Las cosas se habían arreglado un poco entre ellos. Hasta que un día, oyó a una enfermera hablar con otra mientras creían que ella estaba dormida.

—Es tan lindo y la quiere tanto.

—A pesar de su enfermedad, siempre la apoya.

—Es que están difícil vivir con alguien con Bulimia, mi prima la padeció y casi se muere.

—Tengo entendido que hasta fue a hablar con la sicóloga de ella, para ver qué puede hacer para ayudarla.

—¿Será que no la deja por lástima o si estará realmente enamorado de ella?

—Yo creo que es más por lástima, al final todos se aburren de andar con una mujer con problemas alimenticios. Si es gorda porque come mucho y si está flaca porque les aburre estar con una mujer que no come bien o a la par de ellos.

—Tienes razón —dijo una de ellas resignada.

—Ay Dios que tarde es, me tengo que ir, mi turno termina en media hora y todavía tengo que cambiar la cama del paciente del 217.

—Vamos, yo también tengo más cosas que hacer.

Carly lloró desconsoladamente después de que se fueran las dos enfermeras. Pensó en lo culpable que debería sentirse Vitto para estar con una mujer como ella, cuidándola. No quería la compasión de nadie, mucho menos la del hombre que primero la había hecho sentir amada y luego la traicionó de una forma tan detestable. Cuando volviera le haría saber lo que pensaba de su ayuda y de su lástima.

Cuando Vitto regresó ella lo saludó extraña.

—¿Qué pasa nena?

—Porque hablaste con mi sicóloga? ¿Quién te ha dado el derecho a meteré en mi vida?

Vitto se sorprendió de que ella lo supiera y no pudo negarlo.

—Hable con ella porque necesito saber cómo ayudarte —se acercó a ella.

—No necesito tu ayuda

—Tal vez tu pienses que no la necesitas pero yo si quiero brindártela porque te amo y no quiero que sufras con esa enfermedad.

—Pues yo no quiero tu ayuda, ni tu compasión. Y lo de que me amas sabes que no te lo creo.

—¡Maldita sea, no es compasión! —le gritó exasperado.

—Solo vete, vete de mi vida, no te quiero ver, ni oír, ni nada.

Vitto se acercó a centímetros de su rostro.

—Pues te aguantas, porque no te voy a dejar. ¿Me entiendes?

—¡No me puedes imponer tu presencia! —gritó.

Carly por Dios, no te comportes como una niña malcriada, no puedes hacer nada porque estoy empeñado en ayudarte —le habló como si fuera una niña pequeña.

—Puedes hacer lo que quieras, pero no pretendas que te hable cuando estés aquí —se dio la vuelta en la camilla para quedar de espaldas a él.

Vitto no dijo nada más, solo salió del cuarto y se fue al restaurante, pensó que tal vez cuando volviera ella estaría más calmada.

*****

Llegó el día de su salida del hospital. Carly estaba feliz pero ansiosa a la vez, todo el tiempo estaba acompañada con Vitto, con Desi y algunas veces fue Thiago. Ella nunca le dijo la verdadera razón por la que estaba en la clínica, aún así, el siempre la llamaba y estaba muy pendiente de ella. Sabía que a Vitto no le gustaba mucho y por eso con más razón le decía que se sentía sola, que fuera a verla.

Vitto por su parte estaba todos los días con ella y turnaba su trabajo en el restaurante con las idas a la clínica. A veces estaba solo allí, a su lado y ella hacía como que no lo veía, hablaba por teléfono, veía los correos o leía libros en su Kindle, pero casi nunca lo miraba dos veces mientras estaba allí. De todas formas él siempre era muy solícito y la ayudaba a ponerse de pie para ir al baño, le acomodaba la almohada, le daba las medicinas y cuando creía que estaba dormida le daba pequeños y rápidos besos en la boca y le decía palabras de amor.

Carly sentía que se derretía por la forma en que la trataba, pero siempre se acordaba de la forma en que la había humillado y entonces su corazón se oprimía y volvía a sentir ese miedo tan grande de que si volvía con él, algún día le hiciera lo mismo. Por eso no quería encariñarse con él, no quería enamorarse, pero ya era muy tarde.

—¿Estas lista?

—Sí, cuanto antes mejor —le respondió secamente.

—Bien, entonces vámonos —llevó la silla de ruedas hasta el auto y la ayudó a subir.

En el camino a casa de Carly, ella no hablaba y él solo conducía pero al tiempo solo pensaba en la actitud de ella y en como haría para sacarla de ese estado.

Llegaron al edificio donde ella vivía y la tomó en brazos para bajarla, ella le dijo que no, pero Vitto no le hizo caso. Entraron. Todo estaba igual que como lo había dejado la última vez.

—¿Quieres que te deje en la habitación o te gustaría quedarte un rato en la sala mientras preparo la comida?

—No tienes que hacerlo.

—Ya hemos tenido esta conversación varias veces Carly, no me iré —le dijo tajantemente.

Ella no contestó nada, solo se marchó y entró en su habitación dando un portazo.

Vitto suspiró y trató de armarse de paciencia, cosa que no se le daba muy bien debido a su carácter fuerte. Abrió la nevera y notó que Desi había hecho mercado, había todo tipo de cosas dentro, escogió algunas y le preparó un buen caldo de pollo y verduras. Cuando terminó de cocinar, puso todo en la mesa y se fue a buscar a Carly. Tocó la puerta y no escuchó nada, pegó la oreja y tampoco, abrió la puerta entonces y la vio dormida en su cama, con el televisor prendido.

—Carly, amor, necesito que vengas conmigo.

—¿A dónde? —le preguntó un poco atontada por el sueño.

—Al comedor, te preparé un caldo de pollo —le acarició el rostro. Ella estaba medio dormida todavía y le dijo que no con la cabeza, pero él no se rindió. —Nena, solo un poco, se que te duele el estómago pero es peor sino comes.

—Solo un poco —le dijo seria.

—Es todo lo que pido —sonrió.

Fueron juntos al comedor y mientras el devoraba su comida, ella comía como un pajarito, en su rostro podía ver que estaba cansada y desmotivada. Le rompía el corazón verla así.

—Ven aquí —la cargó y la puso en su regazo. Ella trató de apartarse pero él no la dejó. Luego se hizo un ovillo en su regazo y puso su cara en el cuello de él, su respiración le hacía cosquillas. Se fue quedando dormida y entonces la llevó a su cama, la arropó y se quedó a su lado abrazándola, enterrando la nariz en su cabello.

—Te quiero Carly, te quiero mucho —le dijo sabiendo que ella no lo escuchaba ya.

Vitto pensaba en la forma tan rápida en la que se había enamorado de ella. Pensaba en que nunca había sentido tantas cosas por una mujer. Carly se había metido en sus venas, en su corazón, con esa manera de ser, a veces sentía cierto miedo de lo verídica que resultaba la leyenda de la familia con respecto a la persona indicada para cada uno. Se acercó y la abrazó mas, quería sentirla muy unida a él.

Así se quedaron un buen tiempo, hasta que el celular de Vitto vibró en el bolsillo de su pantalón, se apartó de la cama y salió al pasillo.

—¿Diga?

—Señor Di Salvo, soy el detective Bernard.

—¿Cómo está detective? ¿Puedo ayudarlo en algo?

—La verdad es que llamaba para decirle que estuvimos buscando por toda la ciudad y no encontramos a la madre de la señorita Woods, ni tampoco a su pareja. Creo que debemos dejarle la patrulla que le habíamos asignado las 24 horas, hasta que demos con el paradero de estas personas.

—Yo también lo creo así. Ellos no van a dejar de molestar hasta que no retire la demanda y no me parece justo que lo haga. Ella tiene derecho a esa casa, es su herencia y ellos ya disfrutaron mucho de ella a costa de Carly.

—Pienso igual que usted. Ahora tengo que atender otros asuntos pero estaré llamándolo para ponerlo al tanto.

—Gracias por llamarme a mí y no a ella. Carly todavía está un poco delicada y este tipo de noticias le afectarían mucho. Después de todo, hablamos de su madre.

—Yo pensé decirle, pero opino lo mismo. No es momento para escuchar malas noticias. Entonces cualquier cosa que suceda, se la estaré comunicando, que tenga un buen día.

Vitto cortó la llamada y se fue a recoger la mesa del comedor, mientras pensaba en qué lugar estaría la madre de Carly escondida.

Esa misma noche se quedó hablando con su hermano largo rato, dando indicaciones para el restaurante y dándole las gracias por apoyarlo en este momento difícil. Vitto sabía de los deseos de su hermano de crecer en el restaurante y también sabía que sin él no hubiera podido salir adelante en estos días que había estado cuidando de Carly, por eso le dijo que le daría una parte del porcentaje que le correspondía en el restaurante, para reconocerle el trabajo que había hecho mientras él no había estado al cien por ciento.

Más tarde se fue a mirar si Carly aún dormía y después se fue a descansar.

A la mañana siguiente se levantó y se fue a correr un rato, había dejado a Desi, con ella y cuando el volviera, tendría que batallar con Carly para que fuera a la cita con la nutricionista y luego con la sicóloga.

Llegó de correr, fue por sus llaves, para ir un momento a su apartamento a recoger algunas cosas de uso personal y ropa. Luego estuvo un rato en el restaurante y después se fue a casa de Carly. Cuando llegó la encontró bañada y vestida, estaba hablando por teléfono con alguien y reía. A los quince minutos terminó la llamada.

—Te ves mejor, seguro fue esa llamada.

—Sí, seguro —no quiso decirle nada más y él se moría de ganas de saber quien la había hecho reír tanto.

—Estabas hablando con Desi —afirmó.

—No.

Lo estaba matando y lo sabía. Pensó en preguntarle si era u hombre, pero se quedó callado. Con el genio que tenía Carly en estos días, podía ponerle el jarrón que estaba muy cerca de ella en la cabeza.

—Teresa y Margarita siempre te hacen reír, son buenas chicas —le dijo tratando de ver si caía en la trampa.

—Mira Vitto, si lo que quieres saber es con quien hablaba, solo pregunta y ya.

—Bien. ¿Con quién hablabas?

—Con Thiago —le dijo con toda la satisfacción del mundo, luego le regaló una sonrisa autosuficiente y se fue a su cuarto.

—¡Maldita imitación de amante latino! Porque no se largaba a su tierra y dejaba en paz a su mujer. ¿Que se creía? ¿Que podía enamorarla y que él se íba a quedar como un idiota sin hacer nada? —se rió interiormente —Ya le enseñaría.

Esa tarde llevó a Carly a sus dos citas y de vuelta le dijo que fueran a cine. Ella le dijo que tenía cosas que hacer en la casa, así que le dio gusto y regresaron al apartamento. Se encerró en su cuarto y no quiso salir para nada. El se puso a ver televisión y a la hora escuchó un ruido extraño, se acercó a la puerta de ella.

—Carly nena, ¿estás bien? —ella no dijo nada, después de un minuto le contestó.

—No puedo respirar —eso fue todo lo que tuvo que decir.

Vitto empujó la puerta y entró corriendo. Ella estaba en el suelo y jadeaba tratando de respirar.

—Mírame amor —...pero ella tenía los ojos muy abiertos y se veía pánico en ellos. —Mírame Carly —le sacudió.

Ella clavó la mirada en sus ojos.

—No puedo...respirar...

—Sí puedes nena, cálmate, respira conmigo. Mira cómo lo hago y me imitas. —tocó sus manos y notó que estaba helada.

Ella empezó a respirar difícilmente, pero trataba de imitarlo, se fue calmando hasta que sus pulmones se calmaron. En ese momento se puso a llorar y él la abrazó.

—Me palpita muy fuerte el corazón.

—¿Quieres que vayamos al hospital?

—Sí. Tengo miedo —su cara estaba muy pálida.

Fueron al hospital y el médico de turno le dijo que eso era normal en una paciente con su historia clínica, ya que la bulimia, bajaba la tensión arterial y hacía los latidos del corazón irregulares. Le dio oxigeno por dos horas y luego la dio de alta. Le dijo que tanto el dolor constante en la garganta como el dolor muscular, eran producto de la enfermedad también y le dijo que a medida que fuera saliendo de la enfermedad todo eso mejoraría.

—Quiero irme a casa.

—Claro que sí, amor.

Los dos salieron de allí y regresaron en silencio al apartamento, ella estaba dormida por el sedante que le habían inyectado. Esa noche el durmió con ella en la cama, se acercaba cada vez más a su cuerpo buscando calor y el no pudo dormir debido a la erección más grande que recordaba haber tenido por alguna mujer.