Capítulo 12

ESA mañana Carly llegó a su casa cansada de llorar y con dolor en el alma. Había salido del apartamento de Vitto, como alma que lleva al diablo, casi terminando de vestirse en el hall. Corrió hasta que vio un taxi y lo detuvo, cuando llegó a su apartamento sintió alivio, pues mal que bien era su sitio, el lugar que conocía, donde podía desahogarse.

Dejó el bolso en la sala y llamó inmediatamente a Desi.

—¿Hola?

—¿Desi?

—Hola Carly, ya voy llegando al spa.

—Yo todavía me demoro un poco pero estoy apresurándome.

—¿Qué pasa? ¿Estabas llorando? Tú voz suena diferente.

—Tengo que hablar contigo, me siento como una tonta.

—No me digas que tiene que ver con Vitto.

—Tiene todo que ver con él —le dijo sintiendo que comenzaría a llorar nuevamente.

—Estoy dando la vuelta, estaré allá en diez minutos.

—No, Desi. El spa necesita a alguna de las dos. No te preocupes de todas formas no voy a quedarme aquí pensando en el, tengo que ir a trabajar y de paso me distraigo.

—¿Prometes que no te quedarás allá encerrada y que vendrás para que hablemos?

—Lo prometo. Tengo que hacerlo, el mundo no se acaba porque Vitto y yo terminamos.

—¿Qué? ¡Pero eso no puede ser!

—Claro que puede ser, ya te contare. Nos vemos en un rato.

—Está bien cariño, nos vemos ahora.

Carly colgó la llamada y se fue a bañar, luego rápidamente se puso un vestido de tirantas. Hacía un calor infernal ese día.

Su teléfono sonó. Cuando lo fue a contestar se dio cuenta de que era Vitto, así que lo dejó sonar. No tenía nada que hablar con él. Se comió un paquete de donas que tenía en la nevera y una coca cola, ese fue su desayuno, aunque ya cuando comía su último pedazo, empezaba a arrepentirse. Corrió al baño y se introdujo dos dedos en la boca para botarlo todo.

Vitto esperó a que ella contestara el teléfono, pero nunca lo hizo. Estaba desesperado, la iría a buscar a su casa. No podía dejar las cosas de esa manera, si lo hacía, no la volvería a ver. Maldijo por milésima vez su estupidez. Salió en su auto y se dirigió al apartamento tan rápido que en menos de diez minutos estaba allí. Cuando llegó vio su auto, todavía estaba allí. ¡Qué suerte!

Subió de la manera en que solía hacerlo, porque si le hablaba a través del portero automático, ella no lo dejaría entrar.

Cuando estuvo frente a la puerta fue a timbrar pero en ese preciso momento Carly, salía de su apartamento. Se quedaron sorprendidos mirándose.

—Hola nena —le dijo con las manos en los bolsillos y sin saber mucho que hacer.

—¿Qué quieres? —ella ni siquiera lo saludo, le habló de forma despectiva y se apartó.

—Quiero hablar contigo. Por favor, solo será un minuto.

—Tengo cosas que hacer —le dijo sin mirarlo —.Creo que ya nos hemos dicho todo. Por favor no vuelvas a buscarme —sus ojos, a pesar del maquillaje revelaban que había llorado y el sintió como un miserable.

—No te voy a dejar Carly, te lo dije una vez. Sé que estás molesta y lo entiendo pero no vas a sacarme de tu vida —habló con determinación.

—Tú no eres quien, para decirme lo que hago o no —se cruzó de brazos —.Fuiste tú, quien me sacó de tú vida ¡Solo lárgate de aquí! —gritó.

El supo que ella no estaba lista para hablar y pensó que lo mejor era darle tiempo para que se calmara.

—Lo siento mucho, nena. Soy un estúpido Me voy, si eso es lo que quieres, pero volveré a buscarte, yo no puedo vivir sin ti, nada de lo que dije era cierto, tú vales mucho y yo me siento feliz de que quieras esperar a casarte, para entregarte al hombre que amas.

—Si tan feliz te sientes ¿Por qué me heriste de esa manera?

—No sé porque dije tantas idioteces, me dejé llevar porque me desespera no poder tenerte y me enfadé porque sentí que me ponías al mismo nivel de otros hombres, que solo quieren sexo y nada más. Por favor perdóname.

Carly miró el reloj. Se le hacía tarde para ir al trabajo y allí solo perdería su tiempo. Ya no confiaba en el, un momento decía una cosa y al otro decía otra.

—Tengo que irme. Lo miró de reojo —.No creo que exista algo bueno para decir entre nosotros. Yo pensé que tú eras diferente, que sentías algo bonito por mí —volvió a mirar el reloj —.En fin, ya no importa. Adiós.

—Cariño, por favor. —No dijo nada más. Se quedó allí, viendo como se íba, lo mejor que le había sucedido en la vida.

Carly se subió a su auto, triste, con lágrimas en los ojos. No se explicaba, por qué le dolía tanto lo que él le había hecho. Desde pequeña siempre lucho con el rechazo de los demás y con la opinión que tenía la gente de ella. Pero en el fondo sabía que era diferente porque esta vez, se había enamorado.

Llegó al spa a las diez de la mañana y se disculpó con Desi y con las auxiliares que la estaban esperando para una pequeña inducción de nuevas técnicas en masaje corporal. Comenzó inmediatamente la charla con ellas y cuando termino, se fue a hablar con su amiga, que estaba en la esquina del cuarto, arreglando las máquinas con las que habían hecho las demostraciones de la inducción.

—De verdad que lo siento mucho. No pretendía llegar tan tarde.

—No te preocupes. Sé que estas pasando un momento difícil, pero todo se va a arreglar —le dijo su amiga, abrazándola.

—Sí seguramente —no sonó muy convencida.

Teresa y Margarita se le acercaron.

—¿Te pasa algo Carly? ¿Te podemos ayudar en algo?

—No chicas, gracias por su interés, pero no hay mucho que puedan hacer.

—Fue tu novio ¿Verdad? —le dijo Teresa con una mirada asesina —.Los hombres siempre están haciéndonos sufrir, el mundo estaría mejor sin ellos.

Desiree y Carly se miraron un momento. Teresa siempre tenía esa forma de hablar de los hombres, había un toque de rencor, cuando hablaba. Carly se preguntó ¿Que le habría pasado a esta chica antes?

—Teresa, no estás ayudando mucho —dijo Margarita —.Carly, siempre van a haber discusiones, pero ten por seguro de que ese hombre te ama, lo sé. Cuando te mira, lo hace con amor y ternura.

—No Teresa, esta vez te equivocas. Desde que estas aquí, siempre le he creído a tus intuiciones, pero ahora de verdad que te equivocas —.Diciéndole eso se fue cabizbaja hacia su oficina.

Margarita se acercó a Desi.

—Señora Desiree, veo muy mal a Carly. Está muy decaída —le comentó con preocupación.

—Es cierto, ella está muy enamorada de Vitto. Todavía no sé qué fue lo que los llevo a esto. Y además te he dicho mil veces que no me digas señora Desiree, dime Desi. —le dijo rodando los ojos.

Margarita se rió, avergonzada.

—Disculpa Desi, es que todavía estoy acostumbrándome. En los otros sitios donde he trabajado, la jefa siempre hace énfasis en que debemos mantener las distancias.

—Pues yo no soy como las otras jefas, queridas—les dijo a las dos, mirándolas con burla—.Ahora voy a subir a la oficina de Carly, no quiero dejarla sola.

Desiree hizo algunos arreglos en la planta baja y a los quince minutos subió. Al entrar en la oficina, se encontró con que estaba vacía. Entonces escuchó un ruido que venía del baño. Se escuchaba como si Carly estuviera vomitando. Se acercó.

—Oh cariño, no lo hagas —le dijo al otro lado de la puerta del baño.

—¿Qué no haga qué?

—Carly, sé lo que te pasa, no soy tonta. Hazme el favor de salir inmediatamente de ese baño.

Se escuchó el sonido de la palanca del retrete. Y ella salió con la cara pálida y temblando.

—Amiga... ¿Qué te estás haciendo? —la voz de Desi era triste.

—No lo sé. ¿Por qué no puedo ser feliz? ¿Qué tengo de malo, que ningún hombre se puede enamorar realmente de mí? —Carly tenía los ojos rojos y eran una fuente continua de lágrimas.

—No sé porque sucedieron las cosas así con Vitto, pero el hombre que no valore un ser tan noble como tú, es un ciego.

Carly temblaba y se abrazaba a su amiga, recostó la cabeza en el hombro de Desi.

—Ven, vamos a sentarnos y te mandare a traer un té de manzanilla, tienes que tranquilizarte.

Desiree pidió el té y nuevamente se puso a hablar con su amiga.

—Carly no puedes seguir botando lo que comes, estás enferma y lo sabes. Tienes que cuidarte. Tal vez ir al médico o a un sicólogo.

—No quiero ir a ningún lado.

—Solo quiero ayudarte. No deseo que te mueras y aunque suene muy duro es exactamente lo que va a suceder si no dejas de vomitar.

Ella la miró y vio su preocupación, se sintió mal por causar ese efecto en su amiga.

—Te prometo que trataré de ver a un médico. Es que los problemas me ponen ansiosa y tengo que comer, luego me acuerdo que estoy muy gorda y tengo que botarlo todo.

—Un médico te puede ayudar a sobrellevar tus tensiones y a salir de ese problema. Pero ahora, yo seré tu sicóloga —le dijo tocando su mejilla.

—Ahora cuéntame como sucedió todo.

—Solo estábamos hablando después de...pasar un momento íntimo. —le dijo Carly con la cara como un tomate.

Desi, quiso reír, pero consideró que no sería una buena idea en ese momento.

—Bueno y ¿Qué más pasó?

—El cambió de repente porque yo le dije que no quería tener relaciones todavía y se puso furioso. Después me hizo sentir mal porque yo pensaba de esa forma y cuando le reclamé y le dije que a él le gustaban las mujeres de moral dudosa, que se entregaban a cualquiera, me dijo que yo era una ridícula y me trató de anticuada. Pero lo que más me dolió es que me dijo que esas mujeres estaban seguras de su cuerpo y yo no.

—¿Tu qué crees? ¿Qué eso es cierto?

—Bueno, sí. Creo que es cierto, pero me dolió escucharlo de él. Además el nunca le apostó mucho a nuestra relación, eso me lo dijo en mi cara. Así que me pensó que lo mejor era terminar ya que esto no tenía futuro.

—Carly. ¿Estás segura de que eso fue lo que pasó?

—Desiree, yo no soy ninguna mentirosa —le dijo a la defensiva.

—Lo sé, mi vida. Es solo que cuando uno está enfadado y dolido, ve todo al revés.

—Yo sé lo que escuché. Y no lo pienso perdonar —le dijo indignada.

—Está bien. Creo que lo mejor es que se den un tiempo. Ya después podrán arreglar las cosas. Carly repitió que no pesaba hacerlo, pero Desi, no le prestó atención.

En la tarde tenía cita con varias clientas, pensó en que sería bueno para su estado de ánimo, el oír a sus clientas y aunque sonara cruel, darse cuenta de que no era la única que vivía situaciones difíciles. La primera clienta fue la señora Gómez, que siempre venía con su hija. Las dos se hacían un masaje relajante y luego se dirigían a la peluquería para arreglarse el cabello y las uñas. Luego llegó el señor Carter con sus dos metros de altura y su afán por terminar en 25 minutos, un masaje de una hora, por sus múltiples ocupaciones. Después llegó la hermana de Vitto, Sofía. Lo que menos necesitaba era verla, pero ella no sabía nada de la discusión que había tenido, por eso, la sesión no fue nada problemática. Hablaron de Vitto, obviamente, de la familia y de todas las cosas que hacían, de lo unidos que eran y de lo enamorado que su hermano estaba de ella. Carly no veía la hora para que se terminara esa sesión de masaje y cuando lo hizo, fue feliz. Se despidieron y se quedó esperando a que llegara Vivian, pero nada, ella no llegó a la cita y tampoco llamó a cancelarla. Cuando estaba de salida, ya solo quedaba el auto de ella y el de Desi que estaba en su oficina hablando con Salvo, su novio. Caminó hasta el auto y sintió que alguien estaba detrás de ella. Volteó y se encontró cara a cara con Vivian.

—Hola querida, pensé que no ibas a salir nunca.

Carly se la quedó mirando. Se veía extraña, como si estuviera borracha.

—Hola Vivian, me quedé esperándote. ¿Qué te sucedió?

—Nada. Es solo que no quise venir, tenía otras cosas que hacer.

—Ya veo —.Pero podías llamarme y decirme que posponías la cita. Yo habría entendido.

—No amor, tú no entiendes nada. Tú solo eres una pobre estúpida que se acuesta con mi novio y que cree que me lo va a quitar con su cara dulce de niña que no parte un plato. Bueno, pues tengo noticias para ti —.Su cara estaba a pocos metros centímetros de la de ella y Carly pudo sentir el olor a alcohol. Tenía los ojos llorosos y las manos apretadas en un puño.

Carly estaba confundida. ¿Cuál novio? No entiendo lo que me dices.

—Lo entiendes muy bien perra. Yo te vi ese día en el restaurante de Vitto, cenando con él. Parecía como si quisieras llevártelo a la cama allí mismo.

Carly la miraba, pensando que estaba mal de la cabeza, pero cuando dijo el nombre de Vitto, empezó a comprender.

—¿Era Vitto el hombre del cual me hablabas todo el tiempo? ¿El novio al cual quería reconquistar?

—Sí, mosca muerta. Es el —.le dijo con odio puro en su mirada —.No te vas a quedar con ese hombre. Te aconsejo que te retires, que te alejes de él, ahora. No eres rival para mí. Solo hay que verte para saber que él nunca se fijaría en serio en una mujer como tú, no tienes cintura, no tienes figura alguna, pareces una nevera. No se siquiera como se te ocurrió tener un spa, pero aún así yo vine aquí y te dí un voto de confianza, para luego darme cuenta de que eras tú, la mujer por la que Vitto me había dejado. El piensa que tiene algo contigo, pero solo está encaprichado contigo y te dejará pronto, cuando empiece a sentir que le falta una mujer de verdad.

—No sé qué es lo que piensas, pero yo no te he quitado a nadie. Conocí a Vitto aquí en el spa y me invitó a salir —le decía con los ojos abiertos por la sorpresa.

—Aspiras muy alto, querida. Eso es lo único que te puedo decir.

Carly estaba ya cansándose de sus acusaciones.

—De todas formas ya no tienes nada de qué preocuparte porque Vitto y yo terminamos.

Se oyó una risa demoniaca, totalmente desquiciada.

—Entonces, yo tenía razón. No duraron mucho, lo sabía —le dijo con una sonrisa triunfal en su rostro.

En eso, se oyeron pasos acercándose a toda prisa. Era Desiree y Salvo que escucharon la algarabía y habían salido a ver qué pasaba.

—Carly, ¿Estás bien? —preguntó Desi

—Sí, tranquilos. No pasa nada. Vivian ya se íba —respondió mirándola con recelo.

—Sí, sí, estábamos hablando del amor—. Echó la cabeza hacia atrás y rió.

—Te conozco —eres la ex novia de Vitto — ¿Qué haces aquí hablando con Carly? —preguntó Salvo, con cara de pocos amigos.

—En todo caso, nada que te importe, guapo —le dijo acercándose mucho hasta casi besarlo en la boca.

El se alejó e hizo cara de asco —.Solo lárgate de aquí Vivian.

—Oh por Dios, siempre han sido unos energúmenos todos ustedes, el único que siempre ha sacado la cara por esa horrible familia ha sido Vitto —lo miró con desprecio —.Bueno, tengo que irme, hasta otra ocasión Carly.

—No deberías irte así, estas un poco tomada.

Vivian solo se burlo.

—Guárdate tu preocupación para otro que lo necesite. Espero que sea la última vez que nos vemos —se dirigió hacia el fondo del parqueadero.

Cuando Salvo la estaba acompañando a subirse al suyo, escucharon el ruido de llantas patinando. Vivian salió corriendo de allí y Carly le dio gracias a Dios de que el parqueadero estuviera solo a esa hora, de lo contrario hubiera podido atropellar a alguien.

—Vamos amiga, te acompañaremos a tu casa —le dijo Desi

—No hay necesidad.

—Carly tú no me conoces muy bien, pero yo no acostumbro a dejar a una mujer en apuros sola y mucho menos a la novia de mi primo. —le dijo Salvo con un tono que no admitía excusas.

—Está bien, no quiero discutir, solo quiero irme a mi casa y olvidarme de todo esto.

Estaba cansada y solo quería su cama, para poder llorar.

Llegaron a casa de Carly y subieron con ella hasta su piso. Luego se despidieron y se fueron.

Ya en su apartamento, ella se dio un baño y se fue a comer. Tenía mucha hambre, no había probado nada desde el desayuno, si es que a eso se le podía llamar desayuno. Abrió la nevera, sacó jamón, queso, lechuga y tomate, se hizo un sándwich y lo acompañó con papas fritas, después se tomo una coca cola y se comió medio litro de helado. Se fue a la cama, repleta, vio un rato la televisión para quedarse dormida. El teléfono sonó y cuando contestó se dio cuenta de que Vitto la había llamado muchas veces. Seguro, mientras se daba un baño. No quiso devolverle la llamada. Para ella ese era un caso perdido, pero su llamada le produjo ansiedad y quiso comer más, se acercó a la nevera y comió otro sándwich hasta que no pudo más y corrió al baño a vomitar, se tiró en el suelo al pie del inodoro y al tiempo que lo hacía, lloraba. Lo hacía por Vitto, porque se sentía débil y enferma, lloraba de desesperación porque no podía salir a la calle y escuchar pasos cerca de ella sin pensar que era alguien que venía a matarla, ya no tenía control sobre su vida, todo lo que había hecho en su vida era ayudar a otras personas y vivir su vida lo mejor que podía sin meterse con nadie, sin insultar, ni hacer sentir mal a nadie, pero ella parecía ser el saco de boxeo de más de una persona que conocía.

Se levantó temblorosa y se dirigió hacia el dormitorio, se tiró en la cama, o quería saber de nadie. Luego de dormir un rato, se sintió mejor, pero tenía el estómago en llamas y se tomó un antiácido.

Miró el reloj. Eran las tres de la mañana y su cabeza palpitaba, sentía como un tambor dentro de ella. No podía dejar de pensar en Vivian y en su relación con Vitto, en sus reclamos y en todo las palabras hirientes que le había dicho. No podía volver a ver a Vitto, ahora más que nunca sabía que ese hombre, no era para ella. Se fue a la cama y se recostó un rato con un libro. Se sentía triste, desanimada, si pudiera irse a alguna parte por un tiempo lo haría, solo para olvidarse de todo esto. Se quedó dormida con él libro entre las manos.

Llegó el día de la celebración de su cumpleaños y Carly no sabía cómo decirle que no, a las chicas. Se habían esforzado tanto en la preparación de esa fiesta, que Carly no pudo negarse. Al menos había logrado que no fuera una fiesta grande, ya que las muchachas vieron su semblante y sabían de todos los problemas que tenía encima, así que solo le organizaron una pequeña reunión en el club de moda en salón VIP. Resultó que Teresa tenía un buen amigo que era la mano derecha del dueño de ese club, y le consiguió el salón VIP, para que las treinta personas que celebraban estuvieran cómodas allí.

Todo lo que se oía en el spa era la revolución de esa noche en el club. Oía en los pasillos a las auxiliares, masajistas y demás empleados hablando de la ropa que se pondrían, del ponqué que habían encargado, de la hora exacta en la que debían llegar, y muchas cosas más.

Carly solo quería encerrarse en su oficina y no salir de allí, pero se obligó a hacer buena cara, las chicas no se merecían menos, eran muy especiales con ella.

—Hola —la saludo Desi, abriendo la puerta de su oficina.

Carly con su estado de ánimo medio bajo le respondió.

—Hola.

—Parece que se hubiera muerto alguien —le dijo burlándose.

—Ni me digas, que no sé qué hacer con esa bendita celebración. A ti si te lo puedo contar.

—Debes animarte amiga, olvidar un poco. Yo sé que es duro lo que has pasado en estos días. También sé que si no haces algo por animarte, le vas a aguar la celebración a las chicas y ellas han puesto mucho en esto.

—¿Y es que tú crees que yo sufro por gusto? —le dijo ella con rabia.

Desi se acercó y tocó su mano.

—Cálmate corazón, no es eso lo que quise decir, tienes razón. Sí yo tuviera problemas como los que has tenido tú en estos días, también estaría de mal humor y deprimida.

El teléfono interno sonó en ese momento.

—Carly, aquí abajo está el señor Di Salvo.

—Dile que no estoy, Claudia.

—No puedo hacer eso.

—¿Porqué? —exclamó Carly sorprendida.

—Porque...

En ese momento la puerta se abrió y era Vitto.

—Buenas tardes señoritas —les dijo con semblante serio, en su cara se veía que estaba conteniéndose para no explotar.

—Buenas tardes —respondió Desiree.

Carly lo miró con cara de pocos amigos.

—¿Qué haces aquí?

Vitto la miró alzando una ceja.

—Yo también me alegro de verte, nena.

—Bueno, yo los dejo. Tengo muchas cosas que hacer abajo y todavía faltan algunos detalles por terminar de la celebración —les dijo Desiree.

—Carly le abrió los ojos y le hacía señas de que no se fuera.

Vitto lo notó y se dio la vuelta para mirar a Desi

—Tranquila, si tienes cosas que hacer, no te preocupes. Ella queda en buenas manos.

—Desi, en realidad no tienes porque irte, no creo que lo que el señor Di Salvo tenga que decir, sea privado.

—Lo es y sé que Desi lo entiende —dijo él mientras veía a Desi salir.

Cuando se quedaron solos, Vitto se fu acercando a ella. Al mismo tiempo Carly se alejaba un poco. El sintió como si le dieran un puñetazo, cuando la vio retroceder.

—¿Por qué no has contestado mis llamadas? —le dijo tratando de no sonar tan molesto como se sentía...

—No quiero hacerlo, te dije que no había nada de qué hablar. ¿Cuántas veces tengo que repetirlo?

—Te quiero, Carly. Necesitamos aclarar esto.

Carly se dio la vuelta y empezó a caminar por la oficina. Parecía una leona enjaulada.

—¿Que se supone que tengo que hablar contigo? o ¿Qué es lo que quieres aclarar? — ¿Que no terminaste conmigo en un ataque de rabia, solo por mi manera de pensar en cuanto a las relaciones sexuales? O mejor hablemos sobre tu novia Vivian, a la que he estado atendiendo últimamente en el spa, sin siquiera darme cuenta de que tú eras el hombre al cual ella quería reconquistar y resulta que anoche me hizo una visita donde me lo contó todo y de paso me dejó muy claro que quiere que me aleje de ti, cosa que ya hice, pero que tu pareces no entender.

Vitto inmediatamente se tensó. Su actitud lo delataba y Carly pensó que era mejor que se hubiera dado cuenta ahora de que él todavía tenía sentimientos por Vivian. Ella estaba segura de que Vitto pensó ocultar que tenía una relación por despecho con ella, pero no contaba con que Vivian la buscara y le dijera la verdad.

—No sé como averiguó donde trabajas y porque te vino a decir que te alejes, porque ella y yo terminamos hace mucho.

—¿Cuando? ¿Hace un mes? —soltó una risa amarga —.Por favor no me creas tan estúpida. Sabes muy bien que me conociste hace más de un mes y por ese entonces todavía no habías terminado con ella. Ustedes dos discutieron y para darle celos me utilizaste a mí—. ¡A mí, Vitto! que nada te había hecho —sus ojos brillaban con lágrimas y rabia.

—Las cosas no son como tú piensas, yo no había terminado con ella porque no me parecía correcto hacerlo, a larga distancia y ella tenía meses que no venía al país. De hecho sin conocerte yo había pensado terminar con ella, porque veía que nuestra relación íba de mal en peor y ella pasaba dos meses aquí y el resto viajando por todo el mundo.

—Pues eso no fue lo que ella me dijo.

—¡Por favor Carly! No seas ingenua, ella no te va a decir la verdad.

—Tú tampoco lo hiciste.

—¡Por qué no pude! —le dijo gritando, ya había perdido la paciencia, tenía miedo de perderla.

No entendía como las cosas habían terminado de esa manera, cuando él había venido a arreglar las cosas con ella y de repente se encontraba con que Vivian había cumplido su amenaza.

—Solo vete —le dijo con los ojos brillantes por las lágrimas a punto de caer —.Este no es el lugar para hablar de esas cosas y mucho menos para que te pongas a gritar —Hazme el favor de salir de mi oficina —se levantó y fue a abrirle la puerta.

Vitto se acercó, pero no la tocó. No le gustaba verla así, además en su semblante se notaba que estaba débil y estaba seguro de que no estaba comiendo bien, este problema entre los dos aumentaría su nerviosismo y por consiguiente agravaría su enfermedad.

—Solo contéstame algo, ¿Estás cuidando tu salud?

Ella lo miró indignada.

—Eso es algo que no te incumbe, tú ya no tienes por qué preocuparte por esas cosas.

—Me incumbe y mucho. Me equivoqué, si, pero sigo interesado en todo lo que te pasa, me preocupas mucho.

Suspiró como dándose por vencido y salió con los hombros hundidos.

—Esta conversación queda pendiente y te voy a encontrar así te niegues o te escondas —le dijo muy sereno — luego salió.

Carly se quedó sola en su oficina llorando, enseguida corrió a su escritorio y abrió la gaveta donde tenía todo un surtido de chocolates, abrió varios paquetes y enseguida los engulló. No tardó más de diez minutos en comerlos e ir al baño.

*****

Vitto salió como un huracán de allí, pateaba todo lo que veía en su camino y hasta le dio un puntapié a la llanta de su auto. Maldita sea, ¿Qué le estaba pasando? Esa mujer lo volvía loco.

Se comportó como un idiota con ella y aunque no le gustaba la forma en la que lo trataba ahora, sabía que se lo merecía.

Se subió a su auto y se dirigió al restaurante, tenía mucho que adelantar si quería pasar por el club donde sería la celebración del cumpleaños de Carly.

Cuando llegó al parqueadero se quedó un rato pensando, mirando su restaurante. Era un buen sitio y sabía que muy pronto podría hacer otro, en sociedad con Giuseppe aunque sería solo Giuseppe quien se encargaría de este. Además la comida sería solo caribeña, como quería su hermano, ya que el sería el Chef.

Trató de calmarse, pensando en cosas agradables y practicó algunos ejercicios de respiración dentro del carro, luego salió y se encaminó hacia el restaurante. Estaban en la cocina todos los auxiliares y podía oír la potente voz de su hermano en el fondo.

—Buenas tardes.

—Buenas tardes. ¿Chef vamos a hacer las lasañas para el cumpleaños?

—Sí, Benito, quiero seis refractarias de lasaña para doce personas cada una —puede que Carly no quisiera verlo, pero el si quería regalarle esta comida a ella y a sus invitados

El mismo cortó los ingredientes y preparó las salsas, todo quedaría perfecto. Mientras los olores de la comida preferida de su abuela salían a la superficie, él pensaba en la forma en la que se ganaría nuevamente el amor de Carly.

—Oye Vitto —.Oyó que su hermano que le hablaba.

—¿Qué pasa ahora? —No quería escuchar problemas, se dijo con un suspiro cansado.

—Nada malo, solo quiero preguntarte ¿Que te sucede? —su hermano se sentó junto a él.

—No es nada. Es solo que estoy un poco cansado.

—Es Carly —le dijo Giuseppe muy seguro.

—Es que esto de amar a alguien es confuso, no sé qué hacer. Primero hago todo lo posible por ganarme su confianza y después simplemente actúo como un idiota echando todo lo que había adelantado con ella por la borda.

—Si puedo preguntar, ¿Qué fue lo que hiciste?

—La menosprecié, la hice sentir como un estúpida por hacerse respetar, por sus creencias en cuanto a las relaciones antes del matrimonio.

Giuseppe se quedó un largo tiempo en silencio. Estaba realmente sorprendido de que una mujer en esta época y con la belleza de Carly, no quisiera tener sexo antes de casarse.

—Hermano, perdóname pero en realidad, te comportaste como el idiota que dices que eres —le dijo mirándolo a los ojos —.Una mujer así es muy difícil de conseguir.

—Lo sé, lo sé. ¿Por qué crees que estoy volviéndome loco, pensando cómo voy a lograr que me perdone? Y si a eso le sumas que Vivian se presentó en su trabajo, tenemos una situación desastrosa. La esperó en el parqueadero y además de darle un susto de muerte, la amenazó y le dijo que ella solo era un juego para mí, que mis verdaderos sentimientos eran por ella y no por Carly.

—Siempre pensé que debiste contarle a Carly lo de tu relación con Vivian desde hace mucho.

—Bueno, ahora no hay mucho que hacer ¿Verdad? —dijo con ironía.

No te des por vencido con ella. Sí esa es la mujer indicada, debes luchar por ella y metértele por los ojos hasta que la aburras —habló con cierta emoción en la voz, que Vitto no había oído antes —.Créeme yo sé de esto.

Él lo miró extrañado.

—La verdad es que siempre nos hemos contado las cosas, pero en temas amorosos, tú siempre has sido muy reservado.

—No tengo la costumbre de hablar de mis cosas, pero haré una excepción contigo —le dijo sonriéndole por primera vez desde hace mucho. Su hermano había pasado un tiempo, con un humor de perros y casi sin hablarle a nadie, pero ahora que lo miraba bien, parecía feliz. Algo inusual en el más amargado de los hermanos Di Salvo.

Más tarde, Vitto llegó a la cocina y dio su visto bueno a la comida que le habían preparado a Carly para la celebración de su cumpleaños. Quería sorprenderla. Estaba seguro de que ella no tenía ni idea de que él se íba a aparecer en el club donde ella estaría con sus amigas.

El móvil sonó, era su amigo Jack, el dueño del gimnasio donde solía ir a ejercitarse. Jack y él eran amigos de toda la vida, se conocían desde pequeños, cuando vivían en el mismo barrio y luego estudiaron juntos en la universidad, Educación Física. Los dos eran amantes del deporte, hasta que Vitto resultó decidiéndose por estudiar cocina en Italia y luego en Francia.

—Hola amigo, Soy Jack.

—Hola, Di Salvo. ¿Listo para esta noche?

—Claro hombre. Sabes que siempre estoy listo para la fiesta.

—Sí, ya lo sé.

—Bien, dime ¿Cuál es el plan a seguir?

—Entonces nos vemos en la entrada del Club a las doce de la noche, no creo que pueda antes. Tengo que cerrar el restaurante y luego subir a la oficina a bañarme y cambiarme.

—Bien. Me parece una buena hora. Nos vemos allá.

—Está bien, adiós.

Vitto se apresuró con todo lo que tenía que hacer, había bastante actividad esta noche. Después de ayudar con la última orden, se apresuró a vestirse, miró el reloj y eran las doce menos veinte. Estaba justo a tiempo para salir y llegar a encontrarse con su amigo. Que sorpresa la que se llevaría Carly, cuando lo viera. Sentía mucho si no le gustaba su presencia allí, pero en la guerra y en el amor todo se valía, el no estaba dispuesto a perder a esa mujer.