Capítulo 8
LA mañana comenzaba bien para Carly, le informaron que tenía dos clientas nuevas. Las hizo seguir a su oficina. Resultó que eran dos amigas que hace mucho no se veían y saliendo a hacer compras, vieron el spa y se animaron a entrar. Eran dos chicas jóvenes como de 25 años, una de ellas tenía el cabello negro azabache, su cara era fina, jovial, los ojos grises pero inexpresivos, lo que le hizo pensar que su jovialidad era fingida. Sus mejillas eran redondas, nariz recta y su boca pequeña con labios sensuales, sus piernas eran delgadas, se notaba que hacía ejercicio y el tono de su piel era bronceado. Carly supo que era modelo sin necesidad de que se lo dijeran.
La otra era de expresión alegre, cabello ensortijado, pelirroja, ojos verdes de enormes pestañas, nariz fileña, sus mejillas estaban llenas de pecas, que no se le veían mal. Sus labios eran gruesos y era un poco pasadita de peso.
—Hola, ¿Eres Carly?
—Sí lo soy. ¿Cómo están?
—Muy bien. Mi nombre es Hydi y el de mi amiga es Vivian. Venimos porque queremos hacernos un tratamiento para bajar de peso y dependiendo de los resultados, nos haremos otras cosas. —dijo la pelirroja.
—Está bien. Entonces déjenme mostrarles todo el spa y darles a conocer nuestros servicios, luego le haré una valoración a cada una y hablaremos de precios. ¿Les parece?
—Me parece perfecto. —dijo Vivian.
Les hizo un recorrido y les mostró las diferentes áreas del spa, como hacía con todos los futuro clientes, para motivarlos un poco más. Después las llevó nuevamente a su oficina y para cuando salieron de allí, ya estaban las dos, listas para comenzar sus tratamientos.
—Carly muchas gracias, me has caído muy bien. — le dijo Vivian. —Estoy un poco ansiosa por ver los resultados, quiero que mi novio me vea, estamos un poco mal y quiero que vea de lo que se está perdiendo. — se levantó de la silla y se dirigió con su amiga hasta la puerta.
—Me puedo hacer una idea, muchas de mis clientas pasan por eso y siempre obtienen buenos resultados.
—Que bueno, me subes los ánimos, gracias.
—Yo también lo necesito, en mi caso porque con este cuerpo, puede que a mi esposo se le vayan los ojos mirando a otras — se lamentó Hydi.
—No lo creo —dijo Carly —.Si él te ama, tiene que saber que tener un bebé no es algo fácil y que el cuerpo de una mujer no queda igual después del embarazo.
—Es cierto, Hydi — confirmó Vivian.
—Bueno en todo caso, aquí nos verás muy seguido.
—Bienvenidas, espero que todos los servicios del spa les gusten.
—Gracias, nos vemos mañana —se despidieron ambas.
La semana pasó volando y llegó el día del bautizo del sobrino de Vitto. El la había estado llamando todo el tiempo, preguntando por su salud, pendiente de que comiera. No la presionaba, pero sí le enviaba el almuerzo y la cena, al spa o a su casa. Hablaba con Desi para asegurarse de que desayunaba y en ese plan habían terminado siendo muy buenos amigos en apenas una semana.
Ella no le decía nada, pero cada vez que llegaba a la casa, no podía evitarlo y vomitaba todo lo que había comido durante el día, ellos veían con preocupación que Carly no mejoraba y ella no podía decirles nada de su desorden alimenticio.
Estaba en su apartamento mirando que íba a ponerse cuando sonó el timbre. Carly salió corriendo para ver quién era.
—¿Hola?
—Carly soy yo Desi.
—Sube amiga, llegaste temprano. Todavía me estoy arreglando.
A los cinco minutos sonó el timbre de la puerta. Ella le abrió y la hizo seguir.
—Carly, ¿porqué estas tan atrasada? Estamos sobre la hora, en cualquier momento llega Vitto por nosotras.
—Lo sé, es que no conseguía nada en mi guardarropa que me quedara bien.
—¿Qué decidiste ponerte?
—Ven conmigo y me dices que te parece.
Las dos entraron en la habitación de Carly. En su cama tenía dos vestidos uno era amarillo claro, manga tres cuartos, de tirantas. El otro era fondo color crema, estampado de flores de color rojo, manga corta, escote en v, ajustado al cuerpo en la parte de arriba y un poco más holgado en la parte de abajo. Llegaba hasta la rodilla y tenía para acompañarlo, unas sandalias de tirantas en color rojo con tacón medio.
A Desi, le gustó mucho más ese vestido que el amarillo.
—Este me parece que se te vería mejor. —le dijo señalando el de flores rojas.
—Me lo probaré entonces, confío en tu gusto. — ¿Te acuerdas que este es uno de los que compramos en nuestra última salida?
—¿Y apenas te lo estrenas hoy? ¡Amiga necesitas salir más!
—Bueno, ese es lo que estoy haciendo ¿o no? —le contesto Carly y entró en el vestier a cambiarse de ropa.
—Por lo menos ya estas maquillada. Eso es un avance.
El timbre del portero automático sonó y Desi se levantó como un resorte a contestarlo.
—¡Si es Vitto dile que no me demoro y hazlo subir por favor! —Carly gritó desde el vestier.
—¿Hola?
—Hola, ¿Desi?
—Si, Vitto. Sube por favor. Carly no tarda.
Vitto subió al apartamento y encontró a Desi en la puerta. La saludo y se sentó en la sala a esperar.
—¿Cómo has estado?
—Bien, un poco nervioso. Es la primera vez que soy padrino de un bebé.
—No te preocupes, es muy sencillo y la ceremonia termina muy rápido.
—Además de eso, he estado ocupado con la comida de la fiesta, son casi setenta personas.
—Oh, por Dios. ¿Por qué tanta gente?
—Deja que conozcas a toda mi familia y ya verás. Solo entre primos y tíos son unos cuarenta. Más mis hermanos, sus novias, los amigos de los padres del niño, en fin.
—Que bueno, que tengas una familia grande, eso siempre da seguridad y hace que diviertas mucho. Apuesto a que fuiste un chico con una infancia feliz.
—Sí, de hecho lo fui—Vitto rió. Hacía todo tipo de travesuras con mis hermanos.
—Que bien, ¿Son muy unidos?
—Mucho. Nos queremos y estamos siempre allí para apoyarnos.
Vitto no quería ser grosero pero necesitaba hablar de la salud de Carly y sabía que el momento era este. En la fiesta sería más difícil.
—Cuéntame de Carly. ¿Está mejor? Te lo pregunto porque sé que a mí no me dice la verdad del todo.
—Bueno, yo la he visto un poco mejor de ánimo pero de salud la veo igual. No sé qué es lo que pasa y eso me preocupa.
—Tal vez, sería bueno hablar con el doctor que la atendió. Si, es cierto tal vez sea mejor.
En eso oyeron unos pasos que se acercaban y dejaron de hablar.
—Hola Vitto, ya estoy lista.
Vitto se quedó sorprendido. Pocas veces la veía con otra cosa que no fuera su uniforme y aunque se veía muy bien con él, hoy tenía un aspecto fabuloso. Con su cabello recogido en un moño que dejaba caer alguno de sus mechones rubios, un vestido de flores que llegaba hasta la rodilla y que mostraba esas fabulosas piernas que lo excitaban. El vestido dejaba ver perfectamente la figura que ella tanto trataba de ocultar y que él no entendía por qué. Se veía radiante a pesar de esas pequeñas ojeras debajo de sus ojos.
Lo miraba expectante. El sabía que ella estaba esperando que él le dijera algo y no la íba a defraudar porque a pesar de tratar de ocultarlo, Vitto podía ver algo de inseguridad también en sus ojos.
—Estás hermosa. —la miró de arriba abajo. Me encanta ese vestido.
—Es un vestido normal. —Carly sonrió apenada.
—Puede ser normal pero tú lo haces ver precioso. Voy a ser la envidia de todos los que van a estar allí. —Había deseo en los ojos de Vitto cuando se lo dijo.
Carly lo notó y se sonrojó. Pero no había contado con que Desi también lo notara. Sintió que ella se aclaró la garganta...
—Bueno chicos creo que pueden dejar las miradas de amor para más tarde. Tenemos un bautizo al que debemos ir.
Los dos asintieron mirándose todavía. Desi haló a Carly.
—¡Vámonos!
—Ah, está bien —.Carly se volteó y se dirigió a la silla que había enfrente donde tenía su bolso.
—Señoritas su carruaje espera —.Vitto abrió la puerta para ellas y salieron todos juntos del apartamento.
Llegaron a la iglesia faltando cinco minutos para que empezara la ceremonia. Tony tenía el niño en brazos y todos miraban hacia la perta cuando ellos entraron. Se acercaron a ellos a saludar.
—Hola a todos —dijo Vitto, mientras Carly se acercaba a Alejandra, le daba un beso y le presentaba a Desi.
—Por Dios, Vitto ¿Dónde te habías metido? —Tony dijo molesto.
—Estaba buscando a las chicas pero luego tomé la ruta equivocada y tuve que dar la vuelta.
Tony le dio una mirada de resignación.
—Bien, lo importante es que ya están aquí. Tomemos nuestros puestos—. Fueron hacia adelante, cerca de la pila bautismal.
—Toni hermano deja esa cara. ¿Ya llegamos, no?
—Sí, pero casi no lo hacen —dijo con el ceño fruncido.
—Los casi no valen. Vamos, deja esa cara. Es el bautizo de tu hijo, disfruta.
—¿Quienes van a ser los padrinos del niño? —preguntó el sacerdote.
Natalia la hermana de Alejandra, y Vitto se colocaron en frente y tomaron el bebé.
La ceremonia fue más bien rápida pero muy bonita. Luego vino el turno de las fotos y todos querían al pequeño en sus brazos. Alejandra le pidió a Carly que le dejara tomarles una foto con Vitto y con Natalia, los padrinos del bebé y luego que se tomara una con el bebé y el orgulloso padrino. Mientras lo hacía, los miraba de forma extraña.
—Oye Carly. Te sienta bien el niño en brazos —.Alejandra se echó a reír. —Parecen los padres del bebé.
Vitto la acercó más a él y le dio un beso en la mejilla.
—Estoy seguro de que esta no es la primera foto en familia que nos tomaremos juntos—.Sus ojos expresaban ternura y una intensidad que provocó que el corazón de Carly palpitara muy fuerte y se permitió pensar por un pequeño momento como sería tener un bebé con él y pertenecer a esa familia.
Ella bajó la vista, no quería que el notara lo que sus palabras habían hecho en su corazón.
—Nosotros nos vamos adelantando al parque. Todavía hay algunas cosas que tengo que supervisar, para que la comida quede bien.
Habían dispuesto todo para que la fiesta se hiciera en el parque Flamingo Road, que era bastante grande y podía alojar un gran número de personas.
—Por mí, está bien. Nosotros todavía nos tardamos un poco en salir —le dijo Alejandra.
—Nosotras podemos ayudar, si quieres —comentó Desi.
—Ustedes son invitadas y lo único que tienen que hacer es seguir luciendo como reinas, durante todo el día.
—Querido, Eres excelente para mi ego. ¿Tienes algún primo como tú que me puedas presentar?
—Vitto echó su cabeza hacia atrás y rió fuerte.
—Shhh, todavía estamos en la iglesia, guarden silencio —los reprendió Carly.
—Más bien, vámonos. Que los invitados deben estar llegando al parque —.Vitto las apuró.
*****
En el parque la gente ya estaba llegando como lo había predicho Vitto. Carly se sorprendió al ver la cantidad de sillas, carpas y juegos que habían colocado para la fiesta. Los hermosas mesas para picnic con adornos del bautizo, había también una carpa gigante que tenía una mesa en el centro con recordatorios, eran unos pequeños angelitos que sostenían un pergamino con una oración en una manita y en la otra un saquito con almendras dentro. A los lados habían fuentes de chocolate y fresas, dulces de todo tipo y en la parte de atrás estaba un bufete con todo tipo de manjares preparados por Vitto y Giuseppe. De hecho tenía platos caribeños y platos italianos, así los que querían probar de ambas podían hacerlo o podían escoger la que más les gustara.
Salieron de allí y fueron a la carpa detrás de esta donde había una cocina improvisada con todos los implementos que se podían necesitar para cocinar en un restaurante. Allí era donde todo lo que había en la carpa de adelante se preparaba. Ocho personas además estaban ayudando a cocinar los platillos. Allí fue donde Vitto se quedó. Ellas siguieron el recorrido por su cuenta, querían ver todo lo que tenían preparado para la fiesta.
Alrededor de todo el ajetreo estaban los meseros y meseras que calculó eran como unos quince. Estaban muy bien vestidos y listos para servir las bebidas y pasabocas.
Giraron a la izquierda donde habían unos bancos de piedra, caminos pavimentados que daban a un lago, habían varias bicicletas pequeñas amontonadas, que se imaginó también eran parte de la diversión preparada a los niños. Siguiendo por el camino había carritos de perro, carritos de helado y una malla de beisbol, que pensaba era para los chicos más grandes de la familia de Vitto.
Había mesa de dulces y mesa de mini pasabocas, donde todo era tamaño miniatura, desde perros calientes, hamburguesas hasta pequeños pastelitos de carne y pollo.
Cuando giraron a la izquierda vieron otra carpa con luces decorativas en la parte de arriba y un aviso luminoso de cerveza. Entraron y había una rockola, una mesa de billar y un bar con toda la cantidad de cerveza que habían podido conseguir.
Esta gente había votado la casa por la ventana pensó Carly, pero en realidad era comprensible porque el bebé era el primer nieto y sobrino en la familia de Vitto. Todos estaban encantados con él y ella no era a excepción.
—Quiero ir al baño—dijo Desi.
—Vi unos por allá, en el otro lado.
Cuando llegaron a los baños vieron que tenían pequeñas mesitas para poder cambiar el pañal de los bebés y había una chica dentro del baño que se encargaba de colaborarles a las señoras en todo lo que necesitaban, incluso ayudarlas con el bebé.
—Wau, esta gente pensó en todo.
—Ya lo creo.
—Regresemos, tal vez ya llegó el homenajeado —dijo Desi riendo.
Llegaron al sitio donde habían comenzado el recorrido y vieron a Alejandra llegando con muchos carros detrás. La gente se fue acomodando y todo el mundo comenzó a trabajar.
Los payasos empezaron la función, los recreacionistas se llevaban a los niños más grandes a jugar y así las madres podían hablar y tomarse una copa de vino con más tranquilidad.
El ruido y las risas estaban por doquier. El olor de las palomitas de maíz y el algodón de azúcar impregnaban el aire a tal punto, que se te hacía agua la boca.
Un mesero pasó y les ofreció unas tartaletas de pollo y ricotta, que eran una delicia. Estuvieron un rato viendo las actividades, hasta que vieron a Stella acercarse.
—Hola Carly, ¿cómo has estado?
—Muy bien Stella y ¿tú cómo has estado?
—Bien, disfrutando de todo esto —hizo un gesto que abarcaba todo a su alrededor.
—Que bien, esa es la idea —.Te quiero presentar a mi amiga Desi, ella es mi socia en el spa.
—Oh, que delicia. Mucho gusto Desi, me imagino que debes pasar haciéndote todo tipo de tratamientos de belleza.
—Eso quisiera, querida, pero no —respondió Desi — ¿Porqué no vas un día de estos y te haces un masaje? La casa invita.
—¡Que delicia! Te tomaré la palabra, la verdad es que lo necesito.
—Entonces solo llama y Claudia la recepcionista, te dará una cita para el día que más te convenga.
—Está bien, lo haré. Muchas gracias—.Pero vengan, vamos a tomarnos algo.
Las dos la siguieron y llegaron a una de las mesas de picnic, donde estaban los padres de Vitto. Carly hizo las debidas presentaciones y se sentaron con ellos un rato.
—Carly hija, que gusto que hayas venido —le dijo la madre de Vitto.
—Señora, que bueno verla de nuevo.
—No me digas señora, sabes que quiero que me llames por mi nombre, somos amigas.
—Muchas gracias.
—Y cuéntame. ¿Cómo te va con mi Vitto?
Carly se sonrojó un poco y Stella que la vio, le hizo una mueca a su madre.
—Mamma por Dios, no le esté averiguando la vida a todo el mundo. Déjalos tranquilos.
—No estoy haciendo nada —dijo haciendo cara de inocente —.Es solo que quiero saber si me preparo o no, para la boda. ¿Sabes querida? En la familia existe una creencia muy antigua que dice que los hombres de la familia, saben cuando han encontrado a la mujer indicada. La que va a ser la madre de sus hijos.
—¿De veras?
—Sí, hija. ¿Por qué no le preguntas a Vitto sobre esa historia? —le dijo de manera misteriosa.
—Lo haré. —le sonrió, preguntándose ¿Que estaría tramando?
Pasaron un rato muy agradable con todos. Vitto se encargó de presentarle a cada uno de los tíos y primos que tenía. Muy pronto todos la conocían y había una larga lista de mujeres de la familia, queriendo ir al spa.
Comieron de todo y cuando llegó la hora del bufet, todo se veía delicioso había, Sopa Minestrones, Crema Fungi, Ensalada Capresse, Ensalada Mixta, Fusili al Pesto, Fetuccini Alfredo, Espagueti a la Boloñesa, Medallones a la Italiana, Lasaña y Pan, de postre el famoso Tiramisú. En el bufet de Giuseppe había Sopa de caracol, Empanada de langosta, Ensalada Caribeña, Arroz con mariscos, Sancocho, Chuletas de Cerdo a la Piña, Bollos de yuca, Pescado guisado con salsa de coco y Flan de queso.
La gente estaba feliz y la comida voló. Tuvo que felicitar a los dos porque no sabía que comida era más deliciosa. Aunque no comió todo si probó un poco de todo, gracias a Vitto. Con él, no sentía necesidad de comer hasta atiborrarse y luego ir al baño a devolverla, porque él la hacía sentir especial, apreciada.
Luego de comer Desi se fue con un primo de Vitto a conocer el parque y ellos se quedaron un rato charlando con los hermanos de él. Alejandra llegó con el bebé en brazos.
—¡Hola padrino! —dijo ella, acercándole el bebé a Vitto.
—¡Hola ahijado! —respondió riendo y tomando al niño en brazos.
—Vitto, tengo que atender algunos invitados, no he podido hablar mucho con nadie. Este muchacho no ha querido desprenderse de mí hoy.
—No te preocupes, yo lo cargo —le dijo él, con total confianza.
—¿Podrías intentar dormirlo, por favor? —le suplicó.
—Seguro, nena. Dalo por hecho.
El niño lo vio y empezó a mecer sus piernitas, quería estar con él, de eso no cabía duda. Le empezó a cantar una nana y el niño reía haciendo pequeños ruiditos de satisfacción. Luego el bebé poco a poco se fue durmiendo hasta quedar totalmente fundido contra el pecho de su tío.
A Carly le emocionó ver a Vitto cantarle una nana a su sobrino, ver lo tierno que era con el bebé y lo cómodo que se sentía con él, en sus brazos. No pudo evitar pensar en lo afortunada que sería si se llegara a casar con él, si tuvieran un hijo.
Más tarde fueron a caminar un rato y vieron que había un grupo de niños jugando con un helicóptero a control remoto, se acercaron. Notaron que los chicos tenían problemas porque el aparato se les había caído y no quería volar otra vez. Entonces Vitto se agachó y poniéndose a la altura de los niños, empezó a arreglar el helicóptero, lo desarmó prácticamente y los niños lo veían con una mezcla de asombro y miedo a que el aparato no funcionara nuevamente.
—¿Realmente sabes lo que estás haciendo? —le preguntó al oído.
—Sí, cariño. Solo espera y verás.
Los niños esperaban con cara de entusiasmo. Hasta que pasada una media hora, él armó el aparato y lo puso a volar. Carly se rió mucho con ellos. Vitto estaba encantado y jugaba como un niño. Se comportaba como uno más de ellos, girando por todos lados, persiguiendo el pequeño artefacto. Estuvieron jugando y riendo más o menos una hora y luego ya cansados se sentaron un rato bajo un árbol.
Vitto colocó la cabeza en el regazo de Carly y ella aprovechó para satisfacer su curiosidad en cuanto a la creencia de la familia con respecto a las mujeres destinadas para ellos.
Ella le acariciaba la cara y metía los dedos entre el cabello de él, Vitto tenía los ojos cerrados, disfrutando de la sensación.
—Dime algo. ¿Qué es eso de que los hombres de tu familia saben inmediatamente cuando han encontrado a su alma gemela?
Vitto abrió los ojos de repente.
—¿Quien te dijo eso?
—Me lo dijo tu madre.
—Mi madre siempre tan comunicativa —le dijo cerrando los ojos nuevamente.
—Bueno, no te enojes y mejor explícame esa creencia.
—La verdad es que no hay mucho que decir, todos los hombres de la familia sienten como si les golpearan la cabeza cuando ven el amor de su vida por primera vez — le dijo mientras casi ronroneaba con la caricia de ella, en su cabello.
—¿Lo...has sentido alguna vez? —preguntó con vergüenza.
—Vitto sonrió y le dio una mirada lobuna.
—Bueno, sí. Lo sentí hace poco con alguien que me trae de cabeza —tomó su mano y la llevó a sus labios.
—¿Con quién? —ella sabía que el diría su nombre, pero quería oírlo.
—Contigo amor, solo contigo. —colocó su mano detrás de la nuca de ella y haló hacia él hasta que sus labios se encontraron y él le dio un beso dulce y tierno. Después se incorporó y comenzó a mordisquear su barbilla, luego a bajar lentamente por su cuello.
De repente oyeron unas risitas detrás de ellos. Cuando miraron, se dieron cuenta de que eran los niños del helicóptero, que estaban mirando cómo se besaban y eso les causaba gracia.
—Mejor vámonos a un lugar más reservado — le dijo Vitto riendo, levantándose de la hierba y ayudándola a ella a ponerse también de pié.
—Tengo una idea mejor. ¿Por qué no vamos a la carpa bar y hablamos allí un rato?
—Sus deseos son órdenes mi señora —entrelazó sus manos con las de ella y se alejaron de allí.
En el bar estaban poniendo salsa y hacían un concurso. La canción que sonaba en ese momento era “Vivir lo Nuestro” de Mark Anthony, mientras la música sonaba Carly se movía un poco. Vitto la vio y le sonrió.
—¿Sabes bailar salsa?
—Bueno, un poco.
—¿Entonces que estamos esperando? —le haló del brazo.
—No, no Vitto. ¡Vamos a hacer el ridículo! —dijo ella tratando de detenerlo.
—Yo creo que no. Y de un momento a otro, un Vitto, que ella no conocía la tomó de la cintura y con movimientos fluidos la guiaba por la pista de baile improvisada. Tomaba su brazo y la hacía dar vueltas. Ella feliz se dejaba conducir y sentía la música en sus venas, comenzó a mover las caderas y a rozarse sinuosamente contra él. Sus brazos y todo su cuerpo se volvieron totalmente moldeables a las manos de Vitto y sus cuerpos encajaban a la perfección mientras bailaban. El tocaba sus caderas y llevaba el paso con mucho ritmo, se miraban con deseo y sonreían el uno al otro, pegaban sus cuerpos y cuando eso pasaba Vitto ponía su cara en el cuello de Carly, aspirando su aroma, llenándose de ella. No se dieron cuenta hasta que todo quedó en silencio y sintieron los aplausos de la gente. La música había dejado de sonar.
—Bueno, damas y caballeros creo que por unanimidad, la pareja ganadora es esta —dijo el animador del concurso señalándolos a ellos.
Carly miró a Vitto y ambos se echaron a reír. Fueron por su premio que resultó ser una ancheta para una pareja, llena de productos tipo spa. Vitto le dijo que si quería la dividían o si no podían esperar para usarla los dos más adelante, cosa que ruborizó completamente a Carly, pero terminó accediendo. Estuvieron tomándose una cerveza, riendo, contándose anécdotas de la infancia de cada uno y bailando. Vieron que eran las diez de la noche y ya todo el mundo empezaba a irse.
—Creo que ya debemos irnos —dijo Carly.
—Sí, también lo creo —se levantaron de su mesa y salieron.
El parque se veía muy bonito en la noche, el cielo estaba estrellado. Todos estaban recogiendo sus cosas en las demás carpas, los meseros recogían los vasos y copas, había gente recogiendo la basura, en fin, estaban poniendo todo en orden.
—No sabía que bailaras tan bien —le dijo Vitto.
—Es porque tenía un buen compañero de baile. Pero tú me sorprendiste, no sabía que te gustara bailar salsa.
—Siempre me ha gustado mucho. Además a los dieciséis años le dije a mi mamá que me ayudara a pagar unas clases de baile porque quería invitar a una chica que me tenía loco.
Carly sintió celos de esa chica que tenía tal efecto en él, que había sido capaz de aprender a bailar para quedar bien con ella. Pero ese sentimiento pasó rápido, al pensar que era una ilusión temporal que él había tenido hace mucho tiempo.
—Aunque no sirvió de mucho, ya que la chica en cuestión me dejo plantado.
—Oh, Vitto. Lo siento mucho. ¿Qué mujer te dejaría plantado? Era una ciega.
—Gracias, nena. Eso me da ánimos. Quiere decir que tú nunca me dejarías plantado—se rió.
—No te burles, Vitto.
—No me burlo cariño—tomó su mano—. Ven, quiero llevarte a un sitio que me gusta mucho de este parque. Él la detuvo donde unos árboles hacían una especie de cueva.
Poco a poco se fue acercando más a ella. Tocó su rostro y lo acarició con pequeños besos.
—Me tienes loco Carly, quería esperar, pero sé que no puedo —tomó su boca, asaltándola, quemándola con sus labios.
—Creo que no deberíamos quedarnos aquí, nos van a ver —dijo ella, débilmente.
—Te deseo nena, te deseo demasiado. Nadie nos va a ver —la empujó hacia un árbol escondido.
Carly no pudo seguir resistiéndose, aunque tampoco lo deseaba.
—Yo también te deseo —no pudo mentirle.
Esa afirmación pareció excitarlo más de lo que ya estaba. Apretó su cintura y se pegó a ella, rozando su vientre con el suyo y allí fue donde Carly sintió la prueba de su deseo por ella.
Sus besos eran adictivos, le daba pequeños mordiscos y luego pasaba su lengua, después se introducía nuevamente en su boca e imitaba el acto sexual, cuando lo hacía. Carly podía sentir que todo su interior se humedecía y lo único que deseaba era sentirlo dentro de ella. Vitto bajó sus manos y apretó sus nalgas, luego masajeando suavemente fue bajando hasta llegar al ruedo de su vestido y lentamente lo subió hasta que rozó sus bragas, se puso de rodillas frente a ella, con cuidado las hizo a un lado y con una mano tocó su carne desnuda, palpando sus pliegues con la punta de sus dedos. Ella se apoyó más en el árbol porque sus piernas temblaban con todas las sensaciones del momento. El la instó a separar más las piernas y que pusiera una de ellas, en su hombro para quedar más expuesta a sus caricias. Ella lo hizo sin dudar.
El toque de él, en su cuerpo la quemaba, sus caricias la atontaban y excitaban al mismo tiempo, solo deseaba dejarse llevar por una vez, sin importarle lo que pasara. En ese momento el peligro de que alguien pudiera verlos, la excitaba todavía más.
El aprovechó el momento y viendo sus piernas abiertas y su interior expuesto, abierto como una flor, acercó su boca y succionó con avidez. Escuchó el jadeo de sorpresa de Carly y luego la forma en que gimió con deseo.
Ella era hermosa, el color rosado de sus pliegues totalmente húmedos por el deseo, su clítoris estaba erguido como muestra de su excitación, el siguió chupando con fuerza y al tiempo con su otra mano usaba sus dedos para profundizar en su interior. Carly metió sus dedos en su cabello y halaba a medida que su orgasmo se construía. Todavía dándole placer, se tomó un momento para mirarla y quedó enamorado de esa visión. Ella estaba con la cabeza hacia atrás, su boca abierta en un gesto de éxtasis puro, completamente abandonada a las caricias que él le daba. Sus pechos estaban duros en la punta, sus pezones empujaban la tela del vestido como queriendo salir de su encierro. Eso lo incentivó más y hundió más su boca y su lengua en lo profundo de ella.
Carly gritó.
—No puedo más...
—Puedes hacerlo nena. Quiero saborearte completamente, probar todo tu sabor en mi boca.
—Ah...Vitto...
—Sé que estás a punto, bebé.
Ella haló más fuerte su cabello, jadeando muy rápido, y puso una mano en su boca para tapar su grito.
El estuvo a punto de levantarse y meterse de lleno en ella, pero se contuvo. No quería que la primera vez de ellos dos fuera en un parque contra un árbol. Sintió su orgasmo bajar a su boca, su sabor era perfecto como ella, dulce y cremosa. Limpió hasta la última gota de sus jugos, mientras sentía sus estremecimientos y solo en ese momento se levantó.
Carly tenía los ojos cerrados, su respiración era agitada, se veía preciosa con su cara sonrojada y luego cuando sus ojos se abrieron esa mirada de satisfacción casi lo hace olvidarse de que estaban en un parque. Quería hacerle el amor allí mismo. Trató de controlarse abrazándola y besándola para distraerse, pero fue peor. Su miembro se levantó como signo de protesta, en busca de atención.
Carly lo notó y le preguntó insegura.
—¿Debo hacer algo?
—No, mi amor. Si lo haces, no responderé por mis actos y entonces estaremos en una celda arrestados por exhibicionismo —se echó a reír y luego la beso tiernamente.
—Nunca había hecho algo así —lo miró tímidamente.
—Lo sé. No tienes que decírmelo. Pero me encantó que decidieras hacerlo conmigo por primera vez —le dijo dándole pequeños besos por su cuello y hombros —.Carly, ¿Por qué no confías en mí? Yo solo quiero estar contigo y hacerte feliz.
—No lo sé, es que me han pasado muchas cosas y la gente no me dado si no decepciones. Pero yo quiero que nos demos una oportunidad. Sé que te dije que quería que fuéramos despacio, pero tal vez podríamos ir un poco más rápido. Solo que no “tan” rápido—ella movió su cabeza en un gesto de confusión —.No sé si me explico.
Vitto levanto su barbilla y la besó nuevamente.
—Me haces un hombre muy feliz. Te explicas perfectamente bien —le dijo abrazándola.
Carly no quería salir de ese abrazo, pero sabía que ya todo el mundo se estaba marchando, así que se alejó un poco.
—Creo que deberíamos irnos. Nos deben estar buscando —se comenzó a arreglar un poco el cabello y el vestido.
—Es verdad —.Vitto tomó su mano y salieron de donde estaban escondidos.