Notas

[1] No ha podido ser establecida con seguridad la fecha de la muerte de Fanto el Mozo, y de su estancia en Provenza, en los últimos años de su vida, es poco lo que se sabe con certeza; parece ser que hacia 1504 vivía aún su caballo «Lionfante», que ya habría cumplido los treinta y tres años. Que Fanto había muerto antes de 1509 se prueba con lo que se dice en el resumen del tercer acto del drama bélico-amatorio representado en Florencia, en el que se le llama «el finado valeroso capitán, quien ojalá goce de eterna prisión en el Paraíso». Además, en el mes de febrero de 1509, el perro «Remo» solicita de la Cofradía de San Ramón Nonnato de Huérfanos Pobres, de la ciudad de Pisa, «un cajón con escudilla en el patio alto del Santo Hospicio, en lugar soleado», por carecer de domicilio fijo, y haber quedado sin empleo tras la muerte del «signore Fanto». En el invierno del mismo año, le es concedida a «Remo» una manta para que se proteja del frío, y el perro suplica que, si es posible, la manta sea negra, por el luto que guarda por Fanto el Mozo. <<

[2] Como se sabe, el argumento del Otelo de Shakespeare procede de los Hecatomithi del ferrarense Giraldi Cinthio, pero en la novela VII, década III, no viene el discurso del Moro ante el Senado véneto, aunque es seguro que Giraldi Cinthio conocía el discurso de Otelo, así como el del caballo «Lionfante», que corrían ambos por la Italia del Norte en pliegos góticos. Shakespeare, por lo tanto, no ha podido imitar un discurso que en el texto cinthiano no figura. Pero, ¿no habrá tenido el dramaturgo inglés noticia del discurso del caballo ventrílocuo y políglota ante el Senado de la Serenísima? Los marineros venecianos, con los que es seguro que Shakespeare conversó en las tabernas londinenses que frecuentaba —y de los que aprendió «dogo» y «góndola» por ejemplo—, pudieron haberle narrado el sorprendente suceso. Si se lee en Shakespeare el discurso del Moro, sorprenden ciertas pausas, que pueden corresponder a los relinchos con que subrayó algunas de sus afirmaciones en el suyo al caballo «Lionfante». Hágase la prueba por el curioso lector, desde «Most potent, grave and reverend signiors», hasta «I won his daugther», intercalando un relincho entre frase y frase, y transformando la frase final, «I won his daugther», en el relincho propio de caballo sículo en celo —especialmente al aproximársele yegua longobarda rubia—, cosa que el idioma inglés, por sus especiales características permite, sin necesidad de forzar la pronunciación, tanto la en boga en el Teatro del Globo en los días elizabethianos, como oxfordiana de hoy, o la de los americanos del Norte. Por otra parte, el final chipriota de la tragedia de Otelo, ¿no puede haber sido sugerido a Shakespeare por la supuesta muerte en Famagusta, peleando contra el turco circunciso, de Fanto Fantini della Gherardesca? <<