Escena V
DICHOS y GRÉKOVA
GRÉKOVA. -(Muy feliz y muy alegre.) ¡Ah! ¡Aquí está! (Tiende la mano a ANA.)
¿Cómo está usted, Serguei Pávlovich? Me parece que llego en mal momento, ¿no?
¡Perdóneme! Es..., ¿cómo diría?..., una visita de tártaro. ¡Oh, no estaré más de un minuto!
(Riendo.) Tengo que enseñarle algo, Ana Petrovna... ¡Perdóneme, Serguei Pávlovich!
Tengo que confiar un secreto a Ana Petrovna... (Lleva a esta aparte y le entrega una carta.) Léala... (Le entrega la carta.) La recibí ayer... ¡Léala!
ANA. -(Lee rápidamente la carta.) ¡Ah!...
GRÉKOVA. -Yo, ¿sabe?, le he denunciado... (Inclina su cabeza sobre el pecho de ANA.) Mande a buscarlo, Ana Petrovna. ¡Que venga!
ANA. -¿Para qué lo necesita?
GRÉKOVA. -Quiero ver qué cara tiene ahora... ¡Mande a buscarlo! ¡Se lo suplico!
Quiero decirle dos palabras... ¡Usted no sabe lo que he hecho! ¡Qué he hecho, Dios mío!
No escuche, Serguei Pávlovich. (A ANA.) He ido a quejarme al director de Enseñanza... A Mijaíl Vasílievich van a trasladarle a otro lugar, a petición mía... ¡Qué he hecho! (Llora) Mande a buscarlo... ¿Cómo iba a sospechar que me escribiría esta carta? ¡Si lo hubiese sabido!... ¡Ah! Lo que estoy sufriendo...
ANA. -Pase a la biblioteca, querida. Enseguida estoy con usted. Tengo que hablar dos palabras con Serguei.
GRÉKOVA. -¿A la biblioteca? ¡Bueno! ¿Le enviará usted a buscar? Quiero ver su mirada... ¿Dónde está la carta? ¡Ah, sí! (Se la guarda en el escote.) Querida, la espero.
ANA. -(Empujándola.) Enseguida voy.
GRÉKOVA. -(La besa.) Bien, bien. No esté disgustada conmigo. No puede usted imaginarse cuánto sufro. Me marcho, Serguei Pávlovich. Puede continuar su conversación.
(Mutis.)
ANA. -Ahora me enteraré de todo... Tú no te exaltes. A lo mejor se puede aún recomponer tu familia... ¡Horrible historia! ¡¿Quién podía esperarlo?! Iré a ver a Sofía... La interrogaré... Tú te equivocas y dices estupideces... Por lo demás, ¡no! (Se cubre el rostro con las manos.) No, no...
VOINITZEV. -¡No! ¡No me equivoco!
ANA. -No obstante, hablaré con ella... Le veré a él también...
VOINITZEV. -¡Habla con ellos! Será en vano. (Se sienta tras la mesa.) ¡Vámonos de aquí! ¡No hay esperanza! ¡No hay tabla de salvación!...
ANA. -Iré y me enteraré de todo... Tú siéntate aquí y llora... Desahógate... Acuéstate.
¿Dónde está Sofía?
VOINITZEV. -Seguramente, en su casa... (ANA hace mutis.)