Escena IV
TRILETZKI, PETRIN y SCHERBUK
PETRIN.-(Sale de la casa de bracete con SCHERBUK.) Pon delante de mí cincuenta mil rublos y los robaré... Palabra de honor, los robaré... Con tal que no me suceda nada... Los robaré... Ponlos delante de ti, y también los robarás.
SHERBUK. -¡No los robaría, Guerasia! ¡No!
PETRIN. -Coloca un rublo, y el rublo robaré. ¡Honradez! ¡Quita allá! ¿Quién necesita tu honradez? Ser honrado significa ser tonto...
SHERBUK.-Si soy tonto..., seré tonto...
TRILETZKI. -¡Tomad, viejos, un rublo! (Da un rublo a cada uno.) PETRIN. (Coge el dinero.) Venga...
SHERBUK. -(Se ríe a carcajadas y toma el dinero.) ¡Gracias, señor doctor!
TRILETZKI. -¿Han estado ustedes bebiendo, honorables señores?
PETRIN. -Un poco...
TRILETZKI. -¡Tomad otro rublo, por el eterno descanso de vuestras almas! ¿Sois, en efecto, pecadores? ¡Tomad! No había que daros nada, pero en aras de la fiesta... me sentiré generoso, ¡diablos!
ANA.-(En la ventana.) ¡Triletzki, déme también a mí un rublo! (Se oculta.) TRILETZKI.-¡A usted no le doy un rublo, sino cinco, generala mayor! ¡Ahora mismo!
(Hace mutis por la casa)
PETRIN.-(Mira por la ventana.) ¿Se ha ocultado el hada?
SHERBUK. -(Se asoma a la ventana.) Se ha escondido.
PETRIN.-¡No la soporto! Es una mujer mala. Tiene mucho orgullo... La mujer debe ser tranquila, respetuosa... (Mueve la cabeza.) ¿Has visto a Glagóliev? ¡También es otro espantapájaros! ¡Está sentado, como un hongo, en un sitio, callado y pestañeando! ¿Acaso se corteja así a las damas?
SHERBUK. -¡Se casa!
PETRIN.-¿Cuándo se casa? ¿Dentro de cien años? ¡Se lo agradezco a usted de la manera más humilde! Dentro de cien años no lo necesito.
SHERBUK. -Guerasia, el viejo no necesita casarse. De casarse, sería necesario hacerlo con alguna pazguata... Él no vale para ella... Ella es joven, fogosa, una dama europea, culta...
PETRIN. -¡Si se casara! Es decir, lo deseo tanto que no puedo expresarlo verbalmente.
Pues no tienen absolutamente nada desde la muerte del general, ¡que Dios le tenga en su gloria! Ella posee unas minas, a las que aspira Venguérovich... ¿Cómo voy a rivalizar yo con Venguérovich? ¿Qué puedo yo recibir ahora de ellos por las letras? Si las protesto,
¿qué recibiré?
SHERBUK.-Nada.
PETRIN. -Pero si se casa con Glagóliev, entonces recuperaré mi dinero... Ahora protesto las letras, las hipoteco... Seguramente no dejará sucumbir a su hijastro, pagará. ¡Ah-ah-ah!
¡Cúmplete, sueño mío! ¡Me debe dieciséis mil rublos, Pavlusha!
SHERBUK.-Y a mí, tres mil... Mi mujer me mete prisa para que los recupere. Pero ¿cómo recuperarlos? No sé... Después de todo, ellos no son campesinos... Son amigos... Si mi esposa quiere el dinero, que venga y se lo pida ella. ¡Vamos, Guerasia, al pabellón!
PETRIN. -¿Para qué?
SHERBUK. -A cuchichear baladas a la dama polonesa.
PETRIN.-¿Está Duniasha en el pabellón?
SHERBUK. -Sí. (Van.) Allí se pasa bien... (Canta.) «¡Ah, qué desgraciado sería si dejara de vivir en él!»
PETRIN. -Tic-toc, tic-toc... (Grita.) ¡Sí! (Canta.) «Celebramos alegremente el Año Nuevo en compañía de amigos sinceros...»(Hacen mutis.)