III
Emily se reía por lo bajo, sentada en aquel restaurante delante de su amiga Lisa. La veía mover la cabeza a izquierda y derecha y echar vistazos nada disimulados hacia la puerta.
—¿De qué te ríes? —preguntó Lisa, cuando al fin se dio cuenta de que su mejor amiga se estaba burlando de ella.
—¿Esperas a alguien? Te veo muy pendiente de la puerta.
—¿Qué? ¡Ah! ¿Hoy comemos solas?
—Sí. ¿Decepcionada? —Emily arqueó una ceja, burlona.
—¿Yo? No. ¿Por qué iba a estarlo?
—Vamos, Lisa… ¿Desde cuándo tenemos secretos?
—¿Secretos? ¿Qué secretos? —Lisa se dio cuenta demasiado tarde de que su actitud era demasiado defensiva y de que Emily siempre había podido leer en ella como en un libro abierto.
—Secretos como que ahora, de repente, eres lesbiana y yo no me había dado cuenta en los últimos veintidós años. Por poner un ejemplo tonto, vamos.
—¿Tú de dónde te has sacado…? —empezó a preguntar, pero se interrumpió con un suspiro resignado—. Preston.
—¿Cómo se te ocurre decirle que eres lesbiana, Lisa? ¡Por Dios!
—¡Yo no le dije eso! Le dije que no salía con hombres. Si él sacó esa conclusión, es problema suyo, no mío.
—Lo que quiero yo saber es cómo llegasteis a esa conversación. Y no empieces con excusas de mierda. No me obligues a sonsacárselo a Travis. A él puedo ofrecerle sexo, así que no me resultará difícil.
—Me propuso que nos acostáramos. El sábado, después de la cena en Harlem.
—¿En serio? ¡Dios! Había escuchado que Preston era insaciable, pero no pensé que tanto.
—¿Y qué coño se supone que significa eso? —le espetó Lisa, ofendida.
—¡Eeeeh, tranquila! Pero, ¿qué diablos te pasa? Vaya humor…
—¿Por qué no podría Preston querer acostarse conmigo?
—¿Perdona? ¿Y tú desde cuándo quieres que alguien se acueste contigo?
—No es eso lo que te he preguntado. —Lisa fue consciente de la propia inconsistencia de sus argumentos—. Da igual. El caso es que no me acosté con él, y ahora él piensa que soy lesbiana. Es perfecto. Ni planificado me habría salido mejor.
—Pero te gusta.
—No.
—Te gusta, Lisa. Lo sé. Preston te encanta.
—¿Y qué si me gusta? Ni yo quiero salir con él ni él quiere salir conmigo. Fin del tema.
—Pero, Lis…
—Fin-del-tema —remarcó Lisa.
No habían tomado ni la mitad del primer plato cuando Emily volvió a la carga.
—Entonces, Preston es solo un amigo, ¿me equivoco?
—¡Dios! ¡Qué pesadilla!
—¿Es tu amigo o no?
—Sí. Supongo que sí. Nos vemos bastante y siempre nos estamos enviando mensajes con tonterías. ¿Por?
—Porque se ha hartado de Brooklyn y está buscando piso cerca del campus…
—Ajá.
—…y tú sigues teniendo una habitación libre.
Lisa meditó unos instantes su respuesta. Realmente necesitaba una compañera de piso –o un compañero, al parecer– y, a pocos meses para las vacaciones de verano, nadie en todo el campus parecía estar buscando alojamiento. Por otra parte, Preston era un buen chico, se divertían juntos e intuía que respetaría su espacio vital. Solo había una premisa para que la propuesta que acababa de hacerle Emily tuviera éxito: no debía enamorarse de él. Dependía por completo de ella, y no parecía difícil de cumplir, teniendo en cuenta que su corazón llevaba más de cinco años cerrado a cal y canto.
—Está bien. Se lo comentaré.
—¿Qué dices? ¿En serio?
—Pero, vamos a ver… ¿No has sido tú la que lo ha propuesto?
—Sí —respondió Emily entre risas—. Pero pensé que no ibas a aceptar ni de coña.
—Me hace falta el dinero.
—Y estás un poco enamorada de él.
—No. No lo estoy. De verdad.
—¿Ni un poco?
—Yo no me puedo enamorar.
—Sí que puedes.
—No. No puedo. Y deja el tema.
—Si pudieras…
—¡Qué pesada eres! Si pudiera enamorarme, sí, quizá estaría un poco enamorada de él.
Pagaron la cuenta entre risas y se dispusieron a volver a sus clases. Lisa acompañó a Emily hasta la puerta de su aula, pese a las protestas de esta. Las cosas podían haber cambiado mucho en los últimos meses, pero Lisa siempre se sentiría la protectora de su mejor amiga.
—Me alegro mucho, Lis… —le dijo Emily, despidiéndose de ella con un beso.
Lisa se marchó a su campus negando con la cabeza, convencida de que su amiga estaba pensando en acontecimientos que jamás ocurrirían entre Preston y ella.