CAPITULO XXII
ALGUNOS GRANDES MEDIUMS MODERNOS

Es monótono escribir acerca de los signos físicos con que se revela la inteligencia externa, porque todos obedecen a fórmulas estereotipadas, limitadas en su naturaleza.

Llenan su objeto, que no es otro que el demostrar la presencia de fuerzas invisibles, desconocidas por la ciencia, pero su método de producción y sus resultados son siempre iguales. Claro es que esto mismo, o sea la repetición constante de idénticas manifestaciones en todos los países del mundo, debería hacer ver a quienes piensen seriamente acerca de ellas que obedecen a leyes fijas, y no se trata de una sucesión esporádica de milagros, sino de una ciencia real en pleno desenvolvimiento. Sus detractores han pecado por ignorancia y desprecio: «No comprenden que en esto hay leyes», escribió Madame Bisson después del fatuo intento de los doctores de la Sorbona para producir ectoplasma en condiciones que invalidaban su propio experimento. Todo gran medium físico puede producir la voz directa independientemente de sus propios órganos vocales, la telequinesis o movimiento de objetos a distancia, los ruidos o percusiones, las levitaciones, los aportes o traída de objetos a distancia, las materializaciones de rostros, extremidades o figuras completas, las conversaciones o escritos en estado de trance, la escritura entre pizarras en contacto y los fenómenos luminosos de distintas formas. De todas esas clases de manifestaciones ha sido testigo muchas veces el autor, y como ya ha narrado las que en cada época se produjeron con los mediums a ella pertenecientes, hablará sólo ahora de los mediums modernos, exponiendo datos y observaciones propios.

Hay quienes cultivan sólo un aspecto de la mediunidad en tanto que otros exhiben todas las formas de este poder. Necesariamente los primeros serán más eficientes, como todo el que especializa sus facultades y las concentra en un fin determinado en vez de dispersarlas entre varios.

A veces, aparece un hombre tan maravilloso como D. D. Home, dotado de todos los poderes de la mediunidad, pero esto es muy raro.

El más grande de los mediums conocido por el autor, es la señora Osborne Leonard. La característica de su mérito es que los dones que posee, por lo general son continuos. No se interrumpen con largos eclipses, sino que fluyen inagotablemente. La señora Leonard es de mediana edad, amable, agradable, de aire señoril. Al caer en trance, su voz cambia por completo, interpretando lo que su pequeño guía, el espíritu de la niña Feda, dice en voz alta y con palabras entrecortadas, todo ello mezclado con intimidades y bromitas en las que se ponen de relieve la inteligencia y el simpático carácter de la niña.

En cierta ocasión el autor recibió una larga serie de mensajes sobre el destino futuro del mundo, a través de la voz y de la mano de su esposa, en su propio hogar doméstico. Cuando fué a visitar a la señora Leonard, no le dijo nada de lo ocurrido, ni tampoco habló de ello a nadie. Pero apenas se sentó y preparó el cuaderno para tomar notas de lo que ocurriese, cuando su hijo muerto anunció su presencia y le habló sin interrupción por espacio de una hora. Fué un largo monólogo con pleno conocimiento íntimo de cuanto había ocurrido en la casa de sus padres, y todo él lleno de pequeños detalles de la vida nuestra, completamente desconocidos para la medium.

En toda la sesión no se equivocó en punto a ningún hecho cierto y habló de muchas cosas. Citaremos aquí, a modo de ejemplo, una parte de las menos personales:

«Hay mucha falsedad en el progreso material y mecánico. Eso no es progreso. Si se construye este año un coche que haga tantos kilómetros, se puede al año que viene construir otro que haga el doble. No por eso es mejor. Es menester el progreso verdadero para llegar a comprender el poder de la mente y el espíritu y convencer a todos de la existencia del mundo nuestro.

»Mucho podemos ayudar nosotros desde aquí con tal de que intenten algo los que están en la tierra; pero no podemos esforzarnos con quienes no están preparados a tal ayuda.

»Ese es vuestro trabajo: prepararnos la gente. Muchos yacen en una ignorancia sin esperanza alguna; pero sembrad, que la semilla fructificará, aunque no lo veáis.

»Los curas están sujetos a un sistema de ideas limitadas y herméticas. Sistema semejante a un alimento rancio de una semana en comparación con otro reciente. Hace falta alimento espiritual fresco y no enranciado. Sabemos cuán prodigioso es Cristo. Contemplamos su amor y su poder. El puede ayudarnos a nosotros y a vosotros. Pero encendiendo fuego nuevo y no removiendo las antiguas cenizas.

»Eso es lo que necesitamos —el fuego del entusiasmo en los dos altares de la imaginación y del conocimiento—. Algunos le temen a la imaginación, pero muy frecuentemente ella es la puerta del conocimiento. Las iglesias han sabido cuál era la verdadera doctrina, pero no la han sabido poner en práctica.

»Es preciso ser capaz de demostrar el conocimiento espiritual en una forma práctica. El plano en que vivís es práctico sólo en cuanto consideráis el conocimiento como un impulso para la acción. En nuestro plano, conocimiento y fe son acción —y al pensar una cosa la realizamos en el acto de pensarla; mientras que en la tierra son muchos los que dicen que una cosa está bien y no la hacen—. La iglesia enseña, pero no demuestra su enseñanza. A veces el maestro usa el encerado. Pues eso es lo que necesitáis. Hay que enseñar demostrando en el encerado. Los fenómenos físicos son realmente los más importantes. Algunos hay en el movimiento espiritista contemporáneo; pero nos es difícil manifestarnos físicamente, porque la mayoría del pensamiento colectivo está contra nosotros y a no nuestro favor. Cuando el gran día llegue, la gente se estremecerá en su actitud cerrada e ignorante en contra nuestra y sólo así quedará expedito el camino para una demostración más completa de la que hasta entonces hayamos logrado dar.

»Ahora es como si estuviéramos dando golpes contra una pared, y perdemos el noventa por ciento de nuestro poder golpeando e intentando hallar un agujero en ese valladar de ignorancia que nos impide penetrar hasta los hombres. Muchos de vosotros estáis empujando y ayudando a nuestro intento. No sois vosotros los que habéis levantado el valladar y nos animáis a franquearlo. Pronto, mientras seguís en vuestra debilidad luchando, se derrumbará y en lugar de introducirnos por una rendija, surgiremos triunfantes en glorioso haz. Ese será el summum —el encuentro del espíritu y la materia.»

Si la verdad del espiritismo dependiera únicamente de las facultades de la señora Leonard, estaría evidenciada en absoluto a los ojos de todos, pues entre tantos centenares de personas como la han puesto a prueba, rara vez dejó de dar completa satisfacción a alguna. Hay muchos clarividentes cuyas facultades no son muy inferiores a las de la señora Leonard; pero ninguno llega a igualarlas, porque ninguno hace de ellas el uso moderado que esta señora. No la tienta la ambición y sólo recibe a dos o tres clientes por día, debiéndose sin duda a ello la excelencia de sus resultados.

Entre los clarividentes de Londres de que se ha servido el autor, ocupa preferente lugar Mr. Vout Peters. Otra excelente medium de estos tiempos es la señora Annie Brittain. Durante la guerra, el autor envió a dicha medium muchos desgraciados que habían sufrido alguna pérdida en sus familias y coleccionó las cartas en las cuales le dieron cuenta de las sesiones, todos con resultados muy notables. De los cien primeros casos ochenta obtuvieron un éxito completo, estableciéndose comunicación con las personas fallecidas. En algunas ocasiones el resultado fué de una extraordinaria evidencia, e inapreciable el consuelo recibido por los interesados. No hay sensación de alivio comparable a la del afligido que se da cuenta súbitamente de que el muerto no ha enmudecido para siempre, y de que su voz, tranquila y apagada, puede aún llegarle desde el Más Allá. Una señora me escribió que su vida había llegado a extremo tan insoportable que estaba resuelta a suicidarse; pero gracias a la intervención de la señora Brittain, renació la esperanza en su corazón. Cuando se piensa que esta insigne medium fué llevada ante un tribunal policíaco, maltratada por polizontes ignaros y condenada por un magistrado aún más ignorante, es difícil convencerse de que no vive uno en las más obscuras edades de la historia del mundo.

Como la señora Leonard, la señora Brittain tenía por guía el espíritu de una niña encantadora, llamada Belle. En sus ya largas investigaciones, el autor ha conocido a varios espíritus de niños en diferentes partes del mundo, teniendo todos ellos el mismo carácter, la misma voz, las mismas maneras. Tal similitud parece demostrar la existencia de alguna ley general. A Feda, Belle, Iris, Armonía y tantas otras que gorjean en las sesiones con sus voces de falsete, el mundo les debe reconocimiento por su angélica presencia y su alto sacerdocio.

Miss McCreadie es otra notable clarividente de Londres, pertenociente a la antigua escuela, o sea que vive rodeada de una atmósfera de religión no muy común.

Los fenómenos de la voz directa se diferencian de la mera clarividencia y del discurso durante el trance, en que los sonidos no proceden del medium, sino que se manifiestan con frecuencia a varios metros de distancia, persisten cuando la boca del medium se ha llenado a propósito de agua y se desdoblan en dos o tres voces simultáneamente. En casos tales suele emplearse un portavoz de aluminio para aumentar la potencia de los sonidos y también para formar una pequeña cámara obscura, en la cual se materializan las cuerdas vocales del espíritu. Es un hecho muy interesante y que ha inducido a error a las personas de experiencia limitada, que los primeros sonidos se parezcan a la voz de los mediums. Pero esto dura poco y la voz va haciéndose característica, sin reminiscencias o a lo sumo recuerda la de alguna persona fallecida. Es posible que la razón de tal fenómeno se halle en que el ectoplasma, en el cual tiene su origen, procede del medium con todas las peculiaridades de éste, hasta que la fuerza independiente llega a imponer su dominio. En esas ocasiones, el escéptico debe tener paciencia y saber esperar los acontecimientos; el autor ha conocido a un investigador ignorante y tan pagado de sí mismo que de la similitud de las voces dedujo la existencia de una trampa y deshizo la reunión para jugar a los «caballitos», minutos después habría pensado de otra suerte.

Experimentando con la señora Wriedt, oí yo la voz directa acompañada del sonido de una trompeta, todo ello a plena luz y hallándose la medium sentada a unos metros de distancia, lo cual alejaba toda sospecha de que la medium pudiera cambiar de sitio. No es raro oír dos o tres voces que hablan o cantan al mismo tiempo, lo cual se opone a toda idea de ventriloquía. El portavoz, que muchas veces está decorado en su parte exterior con pintura luminosa, no es raro verle flotar a bastante distancia del medium, fuera del alcance de sus manos. En cierta ocasión, estando en casa de Mr. Dennis Bradley, el autor vió el portavoz iluminado voltear en el aire y tropezar con el techo como hubiera podido hacerlo una mariposa. El medium (Valiantine) fué después invitado a sentarse en la silla y se comprobó que con el portavoz en la mano órale imposible llegar hasta el techo. Ocho personas respetables fueron testigos de esta prueba.

La señora Wriedt nació en Detroit hace unos cincuenta años, siendo tal vez más conocida en Inglaterra que ninguna otra medium americana. De sus facultades, puede juzgarse por esta breve relación. Estando de visita en la casa de campo del autor operó con él, con su esposa y con su secretario en una habitación perfectamente iluminada. Se cantó un himno, y antes de que terminara la primera estrofa se oyó una quinta voz de excelente calidad, la cual se unió al canto y permaneció unida hasta el final del himno. Los tres observadores estuvimos unánimes en declarar que la señora Wriedt no dejó de cantar al mismo tiempo que nosotros. Por la noche tuvimos una sesión, a la que asistieron varios amigos. Uno de ellos vió el espíritu de su padre, recientemente fallecido, con el acceso de tos seca que caracterizara sus últimos momentos. Otro espíritu amigo del autor, el de un anglo-indio de carácter irritable, se manifestó reproduciendo exactamente hasta los límites de que la voz es capaz su manera de hablar, dando su nombre y aludiendo a hechos diversos de su vida. Otro de los circunstantes recibió la visita de un espíritu que pretendía ser tío segundo suyo. El parentesco fué negado, pero al hacer averiguaciones luego, en el seno de la familia, se halló que, efectivamente, existió un tío del mismo nombre, fallecido en la infancia. Mucho tendrá que esforzarse la telepatía para explicar esos casos.

En total el autor ha experimentado, por lo menos, con veinte mediums de voz directa, siendo a veces sorprendido por la gran diferencia de volumen del sonido comparado con la voz natural del medium. En cierta ocasión su asombro fué grandísimo cuando en la habitación de un hotel de Chicago abarrotado de gente se destacó una voz comparable tan sólo al rugido de un león. El medium era un jovencito americano, tan enclenque que resultaba materialmente imposible que produjera tal vozarrón con sus órganos vocales.

Jorge Valiantine ocupa relevante lugar entre los grandes mediums especialistas en voz directa, que el autor conoce. Valiantine estuvo sometido al examen de una comisión del Scientific Americano, siendo descalificado a pretexto de que, gracias a un aparato eléctrico, pudo descubrirse que abandonaba el asiento cada vez que se oía la voz. Pero la prueba hecha por el autor, en la que un portavoz circuló por el aire fuera del alcance del medium, aleja la sospecha de que los resultados dependieran de que éste dejara o no su asiento, aparte de que lo importante no es la forma cómo se produce la voz, sino lo que ésta dice. Quienes lean la obra de Dennis Bradley «Hacia las Estrellas», en la cual narra la larga serie de sesiones celebradas en Kingston Vale, se dará cuenta cabal de la especialísima mediunidad de Valiantine, cuyo poder psíquico es tan grande, que a semejanza de la señora Wriedt, no tiene necesidad de caer en trance para ejercerlo. Esto no obstante, sus condiciones no pueden llamarse normales. Hay un estado de semitrance, no bien estudiado todavía, y que sin duda será uno de los objetos de investigación más importantes en lo futuro.

Mr. Valiantine es un fabricante establecido en una pequeña ciudad de Pensilvania. Hombre tranquilo, agradable, afable, que está en la flor de la edad, y del que aún pueden esperarse grandes cosas.

Jonson, de Toledo (E. U.), es un medium materializador, verdaderamente único en su género, según he tenido yo ocasión de comprobar. Tal vez deba citarse junto al suyo el nombre de su esposa, ya que operan siempre unidos. La particularidad del trabajo de Jonson es que se desarrolla a la vista de todos los circunstantes, sentándose el medium fuera de la cabina, mientras su esposa, junto a él, dirige todo el trabajo. Quien desee amplios detalles sobre las sesiones de Jonson, los hallará en la obra del autor, «Nuestra segunda aventura americana». En cuanto a su mediunidad, ha sido objeto de un completo estudio por parte del almirante Usborne Moore («Ojeadas al próximo Estado», págs. 195 − 322). El almirante, que figura con justicia entre los más grandes investigadores psíquicos, operó varias veces con Jonson, ayudándole en sus trabajos un ex jefe de la policía secreta de los Estados Unidos, que estableció cerca del medium una hábil vigilancia, sin descubrir nada contra éste. Teniendo en cuenta que Toledo era entonces una ciudad de mediana importancia y que en alguna sesión llegaron a manifestarse hasta veinte diferentes espíritus, se tendrá idea de las dificultades insuperables que para el fraude existían. En la reunión a la que asistió el autor, apareció una larga sucesión de formas salidas una a una de una pequeña cabina. Eran hombres de todas las edades, mujeres y niños. La luz de una lámpara roja permitía ver claramente los rostros, aunque no distinguir los rasgos. Algunas de las figuras permanecieron fuera de la cabina hasta veinte minutos, conversaron con los reunidos y contestaron a las preguntas que éstos les dirigían. Ningún hombre puede dar a otro un certificado en blanco de honradez, pero el autor declara que no tuvo duda alguna sobre la autenticidad del fenómeno.

Hay ciertos mediums que, sin especializarse en un sentido determinado, pueden producir manifestaciones supernormales en grande escala. Entre todos los que el autor ha tratado, sobresalen por su variedad y fuerza Miss Ada Besinnet, de Toledo, en América, y Evan Powell, de Merthyr Tydvil, en Gales. Son dos mediums admirables y personalmente dignos de los dones que poseen. Entre las manifestaciones de Miss Besinnet, figura la voz directa, con la particularidad de que frecuentemente se oyen dos o más a la vez. Su espíritu guía es masculino, llámase Dan, posee una notable voz de barítono, y quien la ha oído una vez, tiene que convencerse de que es imposible salga del organismo de aquella señorita. En ocasiones se mezcla a la voz de Dan la de una mujer, estableciéndose un dúo simultáneo. A veces percíbese un silbido muy notable por lo ininterrumpido, sin pausas para tomar aliento. Otra particularidad de esta medium es la producción de luces brillantes, que consisten en pequeños objetos sólidos, luminosos, uno de los cuales se posó cierta vez en el propio bigote del autor, a la manera de una luciérnaga. Pero el poder más notable de Miss Besinnet es la aparición de caras de fantasmas en un espacio que se ilumina enfrente del espectador. Algunas veces los rostros son sombríos, con cierto parecido al de la medium si ésta se halla indispuesta o si el poder psíquico de la reunión es deficiente. En cambio, cuando las condiciones son buenas, los rostros son completamente distintos al de la medium. El autor vió en dos ocasiones rostros que puede jurar absolutamente eran: uno el de su madre y otro el de su sobrino Oscar Hornung, joven oficial muerto en la guerra. Eran tan claros y tan visibles como en vida. Otras noches hubo en que no pudo reconocerse a ninguna de las apariciones, entre las cuales había rostros de angélica belleza (Véase sobre el particular, «Nuestra segunda aventura americana», págs. 124 − 132, y «Ojeadas al Próximo Estado», págs. 226 − 312).

Al mismo nivel que Miss Besinnet está Mr. Evan Powell, con idéntica variedad, aunque no siempre con el mismo tipo de poder. Los fenómenos luminosos de Evan Powell son tan buenos como los de Miss Besinnet. Su producción de voces es superior. El autor ha oído esas voces espirituales dotadas de la misma intensidad de sonido que las voces humanas corrientes, y recuerda una sesión en que tres de ellas hablaban simultáneamente, una a Lady Cowan, otra a Sir Jaime Marchant y otra a Sir Roberto McAlpine. Con Powell eran cosa corriente los movimientos de objetos, y en una ocasión, una cómoda que pesaba sesenta libras fué suspendida durante cierto tiempo sobre la cabeza del autor. El mismo Powell pedía que le atara durante las sesiones, lo que, según él, convenía para su propia protección, ya que no podía responder de sus movimientos cuando estaba en trance. En tales condiciones era posible, no sólo ponerse inconscientemente bajo la sugestión de los presentes, sino que las fuerzas maléficas, siempre opuestas al buen trabajo de los espiritistas, influyeran sobre el medium para que ejecutara hechos en su propio descrédito. El profesor Haraldur Nielsson, de Islán, cita lo ocurrido en una sesión, en que uno de los presentes cometió un fraude insensato, a instigación de un espíritu, según este último declaró más tarde. Puede afirmarse sin vacilación que Evan Powell es actualmente el medium más ricamente dotado. Predica las doctrinas del espiritismo tanto personalmente como bajo el dominio de su espíritu guía. Posee todas las clases de mediunidad y es lástima que las ocupaciones inherentes a su negocio de carbones en Devonshire, le impidan estar constantemente en Londres ejerciendo sus extraordinarias facultades.

Otra notable manifestación de mediunismo es la escritura sobre pizarra. Dicha facultad la posee en alto grado la señora Pruden, de Cincinnati, que recientemente visitó Inglaterra, exhibiendo sus admirables dotes ante cierto número de personas. El autor concurrió varias veces a sus sesiones, habiendo explicado detalladamente sus métodos en otra obra, de la que reproduce aquí las siguientes líneas para conocimiento de los que no la hayan leído:

«Gran suerte para nosotros fué encontrarnos una vez más con la medium realmente extraordinaria, señora Pruden, de Cincinnati, la cual fué a Chicago para asistir a mis conferencias. Tuvimos una sesión en el hotel Blackstone, gracias a la cortesía de su dueño, Mr. Holmyard, siendo los resultadas espléndidos. Su don principal es la escritura sobre pizarra, ejecutada con una perfección como jamás había yo visto hasta entonces.»Como se ha hablado tanto de pizarras con trucos, ella misma me manifestó el deseo de usar la mía invitándome a examinar atentamente la suya. La señora Pruden opera formando una especie de cámara obscura con un paño que cubre la mesa, debajo de la cual sujeta la pizarra con una mano.

»El espectador sostiene la pizarra por el otro extremo. La otra mano de la medium queda libre y visible. La pizarra es doble, con un trocito de tiza entre las dos partes de que consta.

»A la media hora de espera comenzó la escritura, siendo muy singular la sensación que experimenté en la mano con que sostenía yo la pizarra y percibiendo claramente el rasgueo y la vibración de la tiza al escribir. Cada uno de los presentes habíamos escrito una pregunta en un papel que ocultábamos cuidadosamente doblado debajo del tapete, para que las fuerzas psíquicas pudieran realizar en buenas condiciones su trabajo, al que suele afectar la luz.

»Todos obtuvimos en la pizarra respuesta a nuestra pregunta, y al recoger el papel doblado vimos que no había sido abierto. Hay que hacer constar que la habitación estaba iluminada por la luz del día y que la medium no podía por menos que ser vista constantemente por nosotros.

»Esta mañana, en unión del Dr. Gelbert, inventor francés, llevé a cabo un trabajo en parte espiritual y en parte material. Consulté a determinado espíritu si el trabajo era bueno, a lo que se me contestó en la pizarra: — «Confía en el Dr. Gelbert». En mi pregunta no estaba el nombre del Dr. Gelbert, ni la señora Pruden conocía nada del asunto.

»Mi esposa recibió por medio de la señora Pruden un largo mensaje de una querida amiga suya, firmado con el nombre de ésta y la firma era auténtica. Fué una demostración en absoluto convincente. Durante la conversación se oyeron continuamente ruidos claros y bruscos en la mesa.» («Nuestra segunda aventura americana», págs. 144 − 145).

Una notable forma de mediunidad es la aparición de imágenes en el cristal a través de una especie de neblina. El autor ha asistido una sola vez a esta clase de fenómenos, provocados por la mediunidad de una señora de Nueva York. Las vistas eran claras y bien definidas, sucediéndose unas a otras con intervalos de neblina. Consistían sencillamente en rostros algo obscuros y otras formas análogas.

Tales son algunas de las varias muestras del poder espiritual cuya evidencia acabó con mi materialismo. Claro es que las formas más elevadas de aquel poder no son las de carácter físico. Esas hay que buscarlas en los escritos inspirados por hombres como Davis, Stainton Moses o Vale Owen. Nunca insistiremos bastante en que el mero hecho de que nos llegue un mensaje del Más Allá, no es garantía de su excelencia. En el lado invisible de la vida hay de todo, y pueden muy bien recibirse comunicaciones indignas a través de malos agentes. Hay mucho de recusable e inútil en los mensajes. Lo aprovechable, en cambio, es digno de que le dediquemos la más grande y respetuosa atención.

Los mediums a quienes hemos citado están tomados como tipo de las diversas actividades psíquicas, pero hay otros muchos que merecerían una mención detallada si dispusiéramos de espacio para ello. El autor ha operado distintas veces con Sloan y con Phoenig, de Glasgow, poseedores de facultades que abarcan casi toda la gama de los dones psíquicos, y ambos son o eran muy poco mundanales, con desdén religioso por las cosas de esta vida. La señora Falconer, de Edimburgo, también es una buena medium dotada de poder considerable.

El autor conoció también prácticamente la mediunidad de Husk y de Craddock, los cuales tenían alternadamente momentos de potencia y debilidad. Merecen también ser citadas las señoras Susana Harris y Wagner, mediums físicas y, entre los aficionados, Juan Ticknor, de Nueva York, y Mr. Nugent, de Belfast.

Otra medium excelente, aunque desigual en sus resultados, es la señora Robert Johnson, que especialmente se distingue en los fenómenos de la voz directa. En las sesiones de esta medium se halla ausente todo elemento religioso, y los alegres muchachos del País del Norte que aparecieron a través de ella, regocijaron y divirtieron a no pocos espectadores con gran disgusto de cuantos cultivan el espiritismo con la solemnidad debida.

Uno de los espíritus guías de la señora Johnson es el también famoso medium en vida, David Duguid, cuya voz varonil, de acento escocés, no puede, en modo alguno, ser imitada por la garganta de una mujer. Además, sus mensajes están, por excepción, impregnados de gran dignidad y buen sentido. El reverendo Dr. Lemond me ha asegurado que Duguid, en una de las sesiones que celebró con la señora Johnson, le recordó un incidente ocurrido entre ellos, probando así la realidad de su persona.

No hay fase más curiosa ni dramática en los fenómenos psíquicos, que la del aporte. Es tan sorprendente, que difícilmente se convencerá a un escéptico de su posibilidad. Ni siquiera el espiritista le dará crédito, sino después de toda una serie de casos indudables. La iniciación del autor en la esfera de los conocimientos ocultos, se debió en gran parte al ya fallecido general Drayson, que en aquella época —hará unos cuarenta años— venía recibiendo a través de un medium aficionado una constante serie de aportes de la más abigarrada variedad: amuletos, lámparas, indios, frutas, etc., etc. Era tan extraordinario el fenómeno, y tan fácil de simular, que a un principiante como yo, tenía que producirle el efecto más contrario, y más bien retrasó que facilitó su iniciación. No obstante, el autor, unido después al director de un conocido periódico que encontró al citado medium, ya muerto el general Drayson; operó con él continuando la misma serie de aportaciones, a pesar de las duras condiciones de investigación a que le sometió y en que se realizaron las sesiones. Esto le hizo al autor reflexionar y le forzó a creer que se había equivocado en sus primeros juicios sobre la honradez del medium y la inteligencia del general.

Uno de los mediums que más se destacan en aportaciones es Mr. Bailey, de Melburne, y, aunque en Grenoble fué denunciado por fraude, el autor no cree en la acusación de que se le hizo víctima dada la larga serie de sus éxitos. Lo ocurrido es que apareció un pájaro vivo en la sala en donde tenía lugar la sesión y los investigadores psíquicos dijeron que el pájaro lo había escondido en su vientre el medium, al que se había desnudado, supino ejemplo de los absurdos a que puede dar pábulo la incredulidad. El autor realizó con Bailey el experimento de una aportación que seguramente no puede invalidarse por más explicaciones que al caso se quieran dar. He aquí su descripción tomada de mi libro «Viajes de un espiritista», págs. 103 − 105:

«Colocamos a Mr. Bailey en un rincón de la sala, bajamos las luces, sin apagarlas, y esperamos. Casi inmediatamente comenzó a respirar con fuerza, como si se hallara en trance, y se oyeron unas palabras en una lengua extranjera desconocida para mí. Uno de los presentes, Mr. Cochrane, reconoció en él que hablaba a un indio y en seguida le contestó, cambiándose entre ellos algunas frases. La voz del espíritu dijo entonces en inglés que era un guía indio consagrado a realizar aportaciones al medium, y que deseaba también realizarlos para nosotros. «Aquí está», dijo poco después, y la mano del medium se alargó exhibiendo algo que había en ella. Se dió toda la luz y vimos que era un nido de pájaro, perfectamente construído con pajas y musgo. Tendría dos pulgadas de altura, y desde luego, no podía creerse que fuera resultado de truco alguno. En el nido había un huevo, que el medium, o mejor dicho, el espíritu guía del indio, obrando invisiblemente, colocó en la mano de Bailey. Rompimos la cáscara y salió la albúmina, pero sin rastro alguno de yema.

—No nos es permitido entrometernos en la vida —se oyó decir—. Si hubiera sido fecundado, no habríamos podido cogerlo. Tales palabras fueron dichas antes de que el huevo fuera roto, lo que prueba con toda evidencia que el espíritu sabía que estaba huero.

—¿De dónde procede? —pregunté.

—De la India.

—¿Qué pájaro es?

—Le llaman gorrión de la India.

Yo me quedé con el nido y pasé toda la mañana en el museo comprobando si se trataba realmente de un nido de aquel pájaro. Parecía demasiado pequeño para ser de un gorrión de la India, pero no pude encontrar entre los nidos que allí había, todos de tipo australiano, ninguno parecido a aquél. En otras ocasiones los nidos y huevos aportados por Mr. Bailey, pudieron ser identificados. Se objetará que tales nidos podían haber sido importados de la India y comprados en Melburne, pero es ofender al sentido común suponer que puedan ser comprados en el mercado nidos con huevos como aquel. Más cuerdo es pensar apoyados en la experiencia y las pruebas del Dr. McCarthy y otros investigadores, que Carlos Bailey es un verdadero medium con notables dotes aportadoras.

Hay que hacer constar que al regresar a Londres me traje para el British Museum una tableta asiria aportada por Bailey, la cual fué declarada ilegítima. Después de varias comprobaciones, resultó que esas tabletas son falsificaciones que hacen judíos de los suburbios de Bagdad y sólo allí se encuentran. En todo caso el poder de transporte es por lo menos tan posible como el de falsificación, del que no se ve exento el magnetismo humano.» Los críticos que sacan siempre a colación las mixtificaciones de Bailey, olvidan, por ejemplo, que poco antes de la denuncia de Grenoble, fué sometido a gran número de pruebas en Milán, durante las cuales los investigadores tomaron la sabia precaución de vigilarle, sin que él se diera cuenta, hasta en su propio dormitorio. El Comité, compuesto de nueve personas, no pudo descubrir la menor trampa en las diez y siete sesiones que con él celebró entre febrero y abril de 1904.

El fenómeno de las aportaciones es tan incomprensible para nuestras inteligencias, que el autor, en cierta ocasión, preguntó a un espíritu guía si podía decirle algo que aclarara su misterio. La contestación fué: «Es un problema cuyos factores están más allá de la ciencia humana y que no podríais comprender con claridad. Poco más o menos debéis comparar el caso al fenómeno del agua que se convierte en vapor, vapor que es invisible y que para convertirse de nuevo en agua visible ha de trasladarse a otras esferas». Haré constar que tanto Mr. Stanford, de Melburne, como el Dr. McCarthy, uno de los principales médicos de Sidney, llevaron a cabo una larga serie de experimentos con Bailey, quedando ambos convencidos de la autenticidad de sus facultades.

Los mediums citados no son todos los que el autor ha tenido ocasión de conocer. Entre ellos figuran también Eva, cuyo ectoplasma ha tenido entre sus propios dedos, y la señora Silbert, cuyas brillantes luminosidades ha visto surgir de su cabeza en forma de corona deslumbrante. Considera el autor que la sucesión de grandes mediums no se ha extinguido para quien investiga seriamente, y se cree en el deber de asegurar al lector que estas páginas están escritas por una persona que no ha reparado en medios ni en sacrificios para obtener un conocimiento práctico de lo que estudia. En cuanto a la acusación de credulidad lanzada invariablemente por los incapaces de recepción contra él y contra todos los que han podido formarse una opinión firme acerca del particular, el autor asegura solemnemente que en el curso de sus largos trabajos de investigación, no ha habido un solo caso en que resultara probado que se equivocó sobre nada fundamental, o que diera por honrada una prueba que luego resultó falsa. Un hombre de fácil credulidad no pasa, como yo, veinte años de su vida leyendo y experimentando antes de llegar a conclusiones definitivas.

Ningún relato sobre casos de mediunidad física sería completo sin aludir siquiera a los notables resultados obtenidos por «Margery», nombre adoptado públicamente por la señora Crandon, bella e inteligente esposa de uno de los primeros cirujanos de Boston. Dicha señora dió muestras de su mediunidad hace algunos años, y el propio autor fué el encargado de llamar la atención del Comité del Scientific American acerca de su caso, exponiéndola con la mejor intención del mundo a muchas molestias, que tanto ella como su marido soportaron con extraordinaria paciencia. Difícil es decir qué fué lo más molesto para ella: si la intervención de Houdini, el escamoteador, con sus ignorantes suposiciones de fraude, o la de investigadores «científicos», como el profesor McDougall, de Harvard, que después de cincuenta sesiones y de firmar varios papeles al final de cada una de ellas registrando los hechos ocurridos, todavía no pudo pronunciar un juicio definitivo sobre ellos, contentándose con vagas deducciones. Se dió también el caso estupendo de que intervino en las investigaciones Mr.

D. J. Dingwall, de la Sociedad de Investigaciones Psíquicas, de Londres, para proclamar en entusiastas cartas particulares la realidad de la medianidad de Margery y luego en las reuniones públicas negó sus propias convicciones. En cambio, más de doscientos testigos de sentido común tuvieron la rectitud y la entereza necesarias para declarar la verdad de lo que habían visto sus ojos. El autor declara que habiendo asistido a una sesión de las celebradas por la señora Crandon, quedó plenamente satisfecho de la autenticidad y alcance de sus fuerzas.

De cuantas formas tiene la mediunidad, la superior y más preciada es la llamada escritura automática, por ser el modo directo para obtener las enseñanzas del Más Allá. Desgraciadamente es una forma expuesta a decepciones, ya que está sometida al influjo de la inteligencia subconsciente del hombre, y ésta tiene ciertas fuerzas que no conocemos aún bien. Es imposible aceptar como absolutamente verídicos todos los escritos automáticos procedentes del Más Allá. Así como el cristal opaco envuelve en sombras la luz que lo atraviesa, así nuestro organismo humano jamás será un cristal perfectamente claro. La verdad de las comunicaciones escritas depende de los distintos detalles que concurren para corroborar las afirmaciones recibidas, así como de la disparidad entre la mente del que escribe y la del supuesto inspirador. Así, por ejemplo, cuando en el caso del escritor Oscar Wilde se obtienen comunicaciones que no sólo son características de su estilo, sino que contienen alusiones constantes a obscuros episodios de su vida y que, finalmente, aparecen escritas con su propia letra, debe admitirse tal manifestación como una prueba considerablemente sólida. En todos los países de lengua inglesa existe hoy una cantidad grande de esos escritos, buenos, malos e indiferentes, pero los buenos reúnen todos los caracteres de inspiración y garantía necesarios. Los cristianos o los judíos podían preguntar por qué se admiten tantas partes del Antiguo Testamento escritas de aquella forma y se rechazan despectivamente las escrituras modernas: «Y le vino una escritura de Elías el profeta, diciendo...», etc. (2 Crónicas, XXI, 12), es una de las varias alusiones que demuestran el antiguo empleo de esa forma especialísima de la comunicación espiritual.

De todos los ejemplos de los últimos años, ninguno puede compararse por lo completo y digno a los escritos del Rey. Jorge Vale Owen. El titulado «La vida más allá del velo», puede tener una influencia tan grande como la de Swedenborg. Hay un punto interesante observado por el Dr. A. J. Wood, y es que hasta en los más sutiles y complejos detalles existe una íntima semejanza entre el trabajo de aquellos dos videntes y, sin embargo, no hay duda de que Vale Owen apenas conoce los escritos del gran pensador sueco. Jorge Vale Owen es una figura tan sobresaliente en la historia del espiritismo moderno, que bien merece una mención en estas páginas. Nació en Birmingham en 1869 y fué educado en el Instituto de Middland y en el Queen's College, de Birmingham. Después de desempeñar los curatos de Seaforth, Fairfield y de uno de los barrios de Liverpool, donde cultivó mucho el trato con los menesterosos, fué nombrado vicario de Orforrd, cerca de Warrington, en donde a su actividad debióse la construcción de una nueva iglesia. Allí permaneció por espacio de veinte años, trabajando en su parroquia en medio del aprecio profundo de sus feligreses. Por entonces tuvieron lugar sus primeras manifestaciones psíquicas, viéndose impelido a ejercer sus dotes para la escritura automática. La primera inspiración que recibió para sus escritos provenía de su propia madre, y sucesivamente le llegaron luego otras de espíritus superiores o de ángeles que le servían de cortejo.

Todo ello constituye un relato de la vida en el Más Allá, y un cuerpo de filosofías y enseñanzas que al autor parécele reúnen las señales íntimas de un elevado origen. El relato es digno y ameno, escrito en un inglés ligeramente arcaico, lo cual le da un curioso sabor muy original.

En varios periódicos aparecieron extractos de aquellos escritos que llamaron tanto más la atención cuanto que procedían de la pluma de un vicario de la Iglesia. El manuscrito fué íntegramente dado a la publicidad por Lord Northcliffe, a quien le llamó mucho la atención, como también se la llamara que el autor rehusase a toda remuneración por su trabajo. Este aparecía semanalmente en el periódico dominical Weekly Dispatch, pudiendo afirmarse que jamás llegaron tan directamente a las masas las elevadas enseñanzas del espiritismo. Con ello se demostró a la vez que la política observada por la prensa en otros días, no sólo fué ignorante e injusta, sino equivocada desde el punto de vista de sus propios intereses económicos, ya que la circulación del Dispatch tuvo un aumento enorme durante el año en que se publicó el manuscrito. Como es consiguiente, ello resultó altamente ofensivo para el obispo, y Mr. Vale Owen, como todos los reformadores religiosos, sufrió la embozada persecución de sus superiores, en tales términos, que tomando una actitud resuelta, renunció a su cargo, saliendo a dar una corta serie de conferencias en América y en Inglaterra. Míster Vale Owen preside actualmente toda la comunidad espiritista de Londres, donde su sugestiva presencia atrae considerable público.

En un excelente retrato a pluma, Mr. David Iow ha dicho de Vale Owen: «Su figura, alta y delgada, la palidez ascética de su rostro, iluminado por unos ojos grandes, su palabra tranquila, cargada de simpatía magnética, revelan por entero a hombre tal. Descubren un alma devota, cuya salud y mansedumbre se mantienen incólumes gracias a cierto sentido humorístico y a cierta visión práctica del mundo. Parece más penetrado del espíritu de Erasmo o de Melanchton que del áspero Lutero. Acaso la Iglesia no necesite Luteros hoy en día.»

El autor se ha visto honrado con la estrecha amistad de Míster Vale Owen durante varios años, por lo que pudo estudiar y garantiza la realidad de sus facultades psíquicas.

El autor debe añadir que en una sesión a la que sólo asistieron él y su esposa, obtuvo la voz directa con Vale Owen. Era una voz profunda, masculina, que se oía a dos pies sobre nuestras cabezas, saludándonos con palabras breves, pero perfectamente claras. Durante varios años el autor ha obtenido en su propio hogar doméstico inspirados mensajes a través de la mano y de la voz de su esposa, mensajes de carácter absolutamente evidentes, pero de índole tan personal e íntima, que no son para consignados en estas páginas.