CAPITULO XI
LAS INVESTIGACIONES DE SIR WILLIAM CROOKES
La investigación de los fenómenos espiritistas, llevada a cabo por Sir William Crookes en los años 1870 a 1874, es uno de los principales hechos en la historia del movimiento, tanto más si se tiene en cuenta el alto nivel científico del investigador, el serio y justo espíritu que le animó, los resultados extraordinarios conseguidos y su declaración de fe como consecuencia final de ellos. Empeño favorito de todos los enemigos del movimiento es atribuir una debilidad física o senil a cada nuevo testigo de la verdad psíquica, pero nadie puede negar que en este caso las investigaciones fueron realizadas por un hombre que estaba en el cénit de su desarrollo mental, y que los famosos trabajos científicos que más tarde emprendiera, constituyeron prueba más que suficiente así de su vigor como de su integridad intelectuales. El célebre sabio investigó con la medium Florencia Cook, y antes con Home y Catalina Fox, sometiendo a todos a las más duras pruebas.
Sir William Crookes nació en 1832 y falleció en 1919, siendo una de las figuras más eminentes del mundo científico inglés. Elegido miembro de la Real Sociedad en 1863, recibió de dicha corporación en 1875 la Medalla Real de Oro, en 1888 la Medalla Davy, y en 1904 la Medalla de Sir José Copley, como justo premio a sus descubrimientos en química y física. Fué nombrado Caballero por la reina Victoria en 1897, y condecorado con la Orden del Mérito en 1910. Ocupó varias veces el cargo de presidente de la Real Sociedad, de la Sociedad de Química, del Instituto de Ingenieros Electricistas, de la Sociedad Británica, y de la Sociedad de Investigación Psíquica. Su descubrimiento de la nueva substancia química, a la que dió el nombre de talium: sus inventos del radiómetro, del espintariscopio y del «tubo de Crookes», no son más que pequeña parte de la obra de este hombre extraordinario. Fundó en 1859 el Chemical News, que él mismo dirigió, y en 1864 fué nombrado director del Quarterly Journal of Science. En 1880, la Academia Francesa de Ciencias le concedió la Medalla de Oro y un premio en metálico como recompensa a sus importantes trabajos.
Crookes declara que comenzó sus investigaciones de los fenómenos psíquicos, creyendo que era necesario demostrar el engaño que en ellos se encerraba. Sus colegas científicos sostenían la misma teoría, de manera que experimentaron gran satisfacción al conocer el propósito del maestro. Era tanto mayor esta satisfacción cuanto que el asunto iba a ser investigado por hombre de tantísima autoridad. No había duda que las que se consideraban como vergonzosas pretensiones del espiritismo iban a ser, merced al trabajo de Crookes, denunciadas y desvanecidas para siempre. «Si hombres como Crookes se ocupan del asunto... pronto —decían— sabremos a qué atenernos en lo que a esa farsa se refiere». El Dr. Balfour Stewart puso muy de relieve en una comunicación al periódico Naturaleza, el tesón y la honradez que guiaban a Crookes en su determinación. Crookes mismo declaró que lo inspiraba su deber como hombre de ciencia al acometer aquel estudio. «Se ha echado en cara a los hombres de ciencia —dijo— haberse negado durante mucho tiempo a llevar a cabo una investigación científica sobre la existencia y naturaleza de hechos afirmados por tantos testigos competentes y dignos de crédito, los cuales han venido inútilmente reclamando un libre examen donde y cuando se quisiera, de esos hechos. Por lo que a mí se refiere, concedo demasiado valor a la investigación de la verdad y al descubrimiento de cualquier hecho nuevo de la Naturaleza, para negarme a esa investigación, bajo pretexto de que choca contra el parecer general». Tal fué la intención que le animaba al empezar sus investigaciones.
Hay que hacer constar, sin embargo, que aun cuando el profesor Crookes desplegaba una rigurosa crítica respecto a los fenómenos de mediunidad física, parece que aceptaba algunos de índole intelectual y es posible que esa simpatía espiritual le facilitara la obtención de los notables resultados a que llegó, pues no nos cansaremos de repetir —ya que a menudo se echa en olvido— que el éxito de la investigación psíquica depende de las condiciones de quien la plantea. No es el hombre testarudo y soberbio que juzga en materias espirituales con una lamentable falta de condiciones para ello, quien puede conseguir buenos resultados. En cambio, no tardan en establecerse la armonía y simpatía necesarias entre el investigador y su objeto cuando aquél demuestra corrección y seriedad en su trabajo, convencido de que la razón y la observación estrictas no están reñidas con la modestia...
Las primeras investigaciones de Crookes comenzaron en 1869, durante el cual tuvo sesiones con la conocida medium señora Marshall, y con otro famoso medium, J. J. Morse. En julio de aquel año, D. D. Home, regresó de San Petersburgo a Londres y se presentó a Crookes con una carta del profesor Butlerof.
Hay un hecho muy interesante consignado en el diario privado que llevaba Crookes durante el viaje que realizó a España en diciembre de 1870, con la expedición encargada de observar el eclipse de dicho año. Con fecha 31de diciembre escribe:
«No puedo menos que recordar esta misma fecha del año pasado. Nelly (su esposa) y yo estábamos en comunicación con queridos amigos muertos, y al tiempo de dar las doce, nos desearon un feliz año nuevo. Siento que también ahora están mirando, y como el espacio no es un obstáculo para ellos, creo que dirigen sus miradas sobre mí y sobre mi querida Nelly al mismo tiempo. Creo que por encima de nosotros hay un ser ante el cual todos —espíritus y mortales— nos inclinamos reverenciándole como a Padre y Señor, y mi más humilde ruego es que siga dispensándonos su protección a Nelly, a mí y a nuestros hijos... Quiera también permitirnos que podamos continuar recibiendo las comunicaciones espirituales de mi hermano, que desapareció de este mundo en el naufragio de un barco hace más de tres años.»
Expone luego sus deseos de felicidad para su esposa y sus hijos en el nuevo año, y concluye:
«Y que al finalizar nuestros años sobre la tierra, podamos gozar de otros más felices en la región de los espíritus, cuyos resplandores percibo a veces.»
Miss Florencia Cook, con la cual Crookes emprendió una serie de experimentos, era una joven de quince años, dotada de grandes facultades psíquicas bajo la rara forma de materializaciones completas. Toda la familia de aquella medium tenía dotes parecidas y también su hermana, Catalina Cook, fué muy famosa. Parece que en cierta ocasión se comentó mucho una supuesta farsa atribuída por un señor Volckman a Miss Cook, y ésta, en su deseo de sincerarse, se puso bajo la protección de la señora Crookes, rogándole que su esposo la sometiera a toda clase de experimentos en comprobación de sus facultades y en las condiciones que él mismo dictara, y sin otra recompensa que la declaración de su cualidad de medium comprobado cuando diera a conocer al mundo los resultados de su estudio. Afortunadamente, había dado con un hombre de acrisolada honradez intelectual. En estos últimos tiempos hubo también mediums que se entregaron sin reservas a la investigación científica y fueron defraudados por los investigadores, a quienes faltó el valor moral de admitir los resultados y pregonarlos públicamente.
El profesor Crookes refirió en el Quarterly Journal of Science, cuyo director era a la sazón, sus experimentos con Florencia Cook. Realizáronse en su propia casa. Un pequeño estudio de ella daba a un laboratorio de química, separando ambas habitaciones una puerta y una cortina. Miss Cook descansaba, sumida en trance, en un diván colocado en la habitación interior. En la exterior, en una semiobscuridad, hallábase sentado Crookes en unión de otros observadores, a quienes había invitado. Al cabo de un rato, que oscilaba entre veinte minutos y una hora, apareció una figura materializada por el ectoplasma de la medium. La existencia de tal substancia y el procedimiento de su producción eran desconocidos en aquellos días, pero las investigaciones sucesivas han arrojado mucha luz sobre el particular, según veremos en el capítulo que más adelante le dedicamos. El efecto entonces fué que, al descorrerse la cortina, apareció en el laboratorio una mujer completamente distinta de la medium. Aquella aparición, que podía andar, hablar y accionar en todos los sentidos, como un ser independiente, es conocida en la historia del Espiritismo con el nombre de «Catalina King», que ella misma se atribuyó.
La explicación natural de los escépticos es que las dos mujeres eran realmente una sola, y que Catalina no era más que una hábil representación de Florencia. Tal explicación podía ser reforzada con la observación hecha por Crookes, por Miss Marryat y otros de los reunidos acerca de que Catalina resultaba a veces muy parecida a Florencia.
Aquí surge uno de los misterios de la materialización, que exige un atentísimo estudio en vez del desdén con que muchos lo consideran. El autor, en una sesión con la famosa medium americana Miss Besinnet, ha observado el mismo fenómeno, es decir, que al surgir el espíritu, comenzaba a parecerse el rostro de éste al de la medium, y al final eran completamente distintos. Algunos investigadores han imaginado que la forma etérica del medium, su cuerpo espectral es liberado durante el trance, en cuyo momento otros entes forjan su propio simulacro. Como quiera que sea, es preciso aceptar el hecho. Un caso paralelo es el del fenómeno de la voz directa, en que la Voz del espíritu parécese, muchas veces, a la del medium al principio para diferenciarse de ella completamente al final, o bien se divide en dos voces que hablan al mismo tiempo.
No obstante, Crookes estaba en su derecho al sostener que Florencia Cook y Catalina King eran el mismo individuo, hasta que pruebas más convincentes vinieron a demostrarle que ello era imposible. Tales pruebas las consigna el propio Crookes de un modo muy concienzudo. Describe así las diferencias que observó entre Miss Cook y Catalina: «La estatura de Catalina varía; una vez tenía seis pulgadas más que Miss Cook. La última noche, descalza y sin ponerse de puntillas, era cuatro pulgadas y media más alta que Miss Cook. La última noche también, Catalina aparecía con el cuello desnudo, su piel era perfectamente lisa al tacto y a la vista, mientras que en el cuello de Miss Cook hay una verruga muy visible, siendo la piel áspera al tacto. Las orejas de Catalina no están perforadas, al paso que Miss Cook usa pendientes. La tez de Catalina es muy blanca, mientras que la de Miss Cook es muy morena. Los dedos de Catalina son bastante más largos que los de Miss Cook, y su rostro también es más ancho. En sus actitudes y maneras de expresión hay también entre ambas varias diferencias radicales.»
En un nuevo estudio añade:
«Habiendo últimamente observado mucho mejor a Catalina a la luz de una lámpara eléctrica, puedo fijar con mayor precisión las diferencias entre ella y la medium. Tengo la más absoluta certeza de que Miss Cook y Catalina son dos entes distintos, por lo que a sus cuerpos se refiere. Algunas pequeñas señales en el rostro de Miss Cook faltan en el de Catalina. El cabello de Miss Cook es tan obscuro, que casi parece negro; una guedeja de Catalina que tengo ante mi vista y que ella misma me permitió cortar de su abundante cabellera (después que hube comprobado que ésta era natural y bien suya), es de un espléndido color de oro.
»Una noche tomé el pulso a Catalina. Latía normalmente a 75, mientras que el pulso de Miss Cook, tomado poco después, latía en la proporción de 90. Aplicando el oído al pecho de Catalina, sentía los latidos rítmicos de su corazón, mucho más fuertes que los del corazón de Miss Cook, cuando ésta me permitió realizar el mismo experimento después de la sesión. En otra prueba semejante, comprobé que los pulmones de Catalina eran más robustos que los de la medium: esta última, por aquellos días estaba sometida a tratamiento médico a consecuencia de un fuerte resfriado.»
Crookes sacó cuarenta y cuatro fotografías de Catalina King, valiéndose de la luz eléctrica. En El Espiritista (pág. 270, año 1874), describe así los métodos que adoptó:
«Durante la semana anterior a la partida de Catalina, apareció en mi casa casi todas las noches para que yo pudiera fotografiarla con ayuda de la luz artificial. Para ello empleé cinco aparatos fotográficos distintos: una cámara de placa entera, una de media placa, una de un cuarto de placa y dos cámaras binoculares estereoscópicas. Se usaron cinco baños reveladores y fijadores, y los juegos de placas se prepararon de antemano para que no mediara espacio alguno de tiempo entre las distintas operaciones fotográficas, realizadas todas ellas por mí mismo, secundado por mi ayudante.
»Mi biblioteca fué utilizada como cámara obscura, adaptándosele puertas de muelle que se abrían en dirección del laboratorio; una de las puertas fué sacada de sus goznes, y en su lugar se adoptó una cortina para que Catalina pudiera pasar fácilmente de un punto a otro. Los amigos que asistían a la sesión, estaban sentados en el laboratorio, de cara a la cortina, y los aparatos se dispusieron algo detrás de ellos, preparados para fotografiar a Catalina cuando ésta saliera, así como cuanto ocurriese en el gabinete una vez corrida la cortina. Cada noche había tres o cuatro exposiciones de placas en las cinco cámaras, obteniendo, por lo menos, quince pruebas distintas de cada sesión; algunas de ellas se echaron a perder en el revelado, y otras al regular la intensidad de la luz. De todos modos, tengo cuarenta y cuatro negativas, algunas malas, otras medianas y varias excelentes.»
Algunas de aquellas sensacionales fotografías están en mi poder y declaro que no existe, seguramente, fotografía que cause mayor impresión que la que da en ellas Crookes, por entonces en el apogeo de su fama y aquel ángel —porque tal era, realmente— apoyado en su brazo. Y si la palabra «ángel» pareciera una exageración, considérese que cuando un espíritu del otro mundo se somete a las molestias de la existencia temporal para demostrar la inmortalidad a una generación materialista, no puede usarse otra palabra más adecuada.
Mucho se discutió sobre si Crookes pudo ver a la medium y a Catalina al mismo tiempo. Crookes dice en el curso de su informe que siguió muy a menudo a Catalina hasta el gabinete, «y pudo ver varias veces juntas a ella y a la medium tumbada en el suelo, sumida en el trance, desapareciendo Catalina instantáneamente con sus vestiduras blancas».
En carta al Banner of Light (de Estados Unidos), reproducida en El Espiritista (de Londres), de 17 de julio de 1874, dice Crookes lo siguiente:
«Contestando a su pregunta, tengo el honor de manifestarle que, en efecto, vi a Miss Cook y a Catalina juntas en el mismo momento, a la luz de una lámpara fosfórica, muy suficiente para observar distintamente todo cuanto he descrito. El ojo humano puede normalmente abarcar un gran espacio bajo su amplio ángulo visual, por lo que ambas figuras caían dentro del campo de mi visión al mismo tiempo, pero como la luz era difusa y los dos rostros estaban a varios pies de distancia uno de otro, no tenía más remedio que dirigir alternativamente la lámpara y mi vista de una a otra, cada vez que quería que el rostro de Catalina o el de Miss Cook entraran en la parte de mi campo visual donde la visión era más perceptible. Además, en la fecha en que tuvo lugar el fenómeno que describo, Miss Cook y Catalina fueron vistas juntas por mí y por otras ocho personas de mi propia casa, iluminadas por el resplandor intenso de la luz eléctrica. En tal momento el rostro de Miss Cook no era visible, porque su cabeza aparecía cubierta con un espeso chal, pero pude convencerme por mí mismo de que continuaba en su sitio. Un intento de lanzar hacia su rostro descubierto la luz directa estando en pleno trance, tuvo muy serias consecuencias para su salud.»
Respecto a la manera cómo la cámara fotográfica determinaba las diferencias existentes entre la medium y el fantasma de Catalina, Crookes dice:
«Una de las fotografías más interesantes es la en que aparezco yo al lado de Catalina que está con los pies descalzos descansando en determinado punto del suelo. Vestí a Miss Cook de la misma manera que Catalina, nos colocamos ella y yo en la misma posición y fuimos fotografiados con las mismas cámaras, situadas exactamente como en el retrato que me hice con Catalina, e iluminadas por la misma luz. Cuando se colocan esas dos pruebas, una encima de otra, mis fotografías se corresponden exactamente en lo que se refiere a la mirada, estatura, etcétera, pero Catalina es media cabeza más alta que Miss Cook, y tiene la apariencia de mujer mucho más desarrollada. En cuanto a la expresión del rostro y a otros muchos detalles, las fotografías al ser comparadas revelan notables diferencias.»
Admitiendo que se hubiera obtenido una forma a base del ectoplasma de Florencia Cook, y que tal forma hubiese sido ocupada y empleada por un ente que se llamaba a sí mismo «Catalina King», cabe preguntar: «¿Quién era Catalina King?» A esto no podemos más que contestar lo mismo que ella contestó, haciendo constar que de ello no tenemos ninguna prueba. Afirmó que era hija de Juan King, conocido desde hacía tiempo por los espiritistas como el espíritu que —presidía muchas sesiones en las que se obtenían diversos fenómenos materiales y al que volveremos a referirnos en el capítulo que más adelante consagramos a los hermanos Eddy y a la señora Holmes. Su nombre terrenal había sido el de Morgan; King era más bien el título genérico de cierta clase de espíritus, que no un nombre corriente. Su vida se había extinguido hacía doscientos años, en la isla de Jamaica, durante el reinado de Carlos II.
Una de las hijas del profesor Crookes escribió al autor aludiendo a los cuentos españoles que el amable espíritu de Catalina King, solía narrar a los pequeñuelos de la casa. A dicho espíritu se refiere también el siguiente episodio:
«En una sesión celebrada en nuestra casa con Miss Cook, el espíritu materializado de Catalina King, demostró el interés que sentía por uno de los niños, que a la sazón no tendría más de tres semanas. Como nos rogara que le dejáramos ver a la criatura, ésta fué llevada al salón y se la puso en los brazos de Catalina, la cual después de haberla sostenido de la manera más natural, nos la devolvió sonriendo.»
El profesor Crookes nos habla así mismo de la belleza y del encanto de aquel espíritu, único entre todos los de la larga serie de sus experimentaciones.
El lector objetará tal vez que la luz mitigada que empleó Crookes en sus sesiones, vició los resultados impidiendo una visión exacta. En efecto, dice Crookes que a medida que las sesiones iban sucediéndose, la luz proyectada sobre la forma espiritual fué aumentando, pero sin pasar nunca de cierto límite.
Una vez se quiso probar a plena luz, en un atrevido experimento descrito por Miss Florencia Marryat (señora Ross Church) en ausencia de Crookes. Afirma Miss Marryat que estuvo presente en aquella prueba Mr. Carter Hall, y que Catalina consintió con la mayor benevolencia que se comprobara el efecto de la luz fuerte lanzada directamente hacia su figura:
«Se situó de pie contra la pared del salón, con los brazos extendidos, como si estuviera crucificada. En esta posición, dirigióse hacia ella la luz de tres mecheros de gas en una habitación que no tendría más que diez y seis pies cuadrados. El efecto que ello produjo en Catalina King fué maravilloso; durante un segundo a lo sumo, conservó su forma, pero en seguida comenzó a desvanecerse gradualmente. Yo comparo la desmaterialización de su forma a algo parecido al derretimiento de una muñeca de cera. Las alteraciones sucedíanse de una manera indistinta, pareciendo perseguirse una a otra. Los ojos se hundieron en sus órbitas, la nariz desapareció y la frente huyó hacia atrás. Luego las extremidades parecieron como absorbidas por el cuerpo y éste fué descendiendo hacia la alfombra cual un edificio que se hunde. Por fin, quedó sólo la cabeza emergiendo del suelo sobre un montón de lienzo blanco, que desapareció también de un golpe, como si una mano hubiera tirado de él. Y allí quedamos todos ensimismados, contemplando a la luz de los tres mecheros de gas, el lugar donde momentos antes se hallaba Catalina King.»
Los resultados obtenidos por Crookes en su propia casa, fueron honradamente y sin el menor temor relatados por él en su Diario, causando la más profunda conmoción en el mundo científico. Sólo muy pocos, pero elevados espíritus, como Russell Wallace, Lord Rayleigh, el joven y notable físico Guillermo Barrett, Cromwell, Varlery y alguno más, veían en aquel relato la confirmación de ideas propias o motivo suficientemente serio para continuar por el camino de investigaciones semejantes a las de Crookes. Hubo, en cambio, un grupo furibundamente intolerante capitaneado por el fisiólogo Carpenter, que ridiculizó aquellos hechos y acusó a sus ilustres colegas de todo, desde la locura al fraude. Como tantas veces, la ciencia organizada se desentendió de la cuestión. Crookes publicó las cartas en las cuales había rogado a Stokes, secretario de la Real Sociedad, que fuera a presenciar los hechos por sus propios ojos. Stokes se negó colocándose en la misma situación de aquellos cardenales que se negaban a contemplar los satélites de Júpiter a través del telescopio de Galileo. La ciencia moderna ante un nuevo problema, no titubeó para mostrarse tan reaccionaria como la teología medioeval.
La misma naturaleza sensacional que tuvieron los experimentos con Miss Cook, daba a éstos la apariencia de más vulnerables ante el ataque, y contribuyó a obscurecer los positivos resultados que el mismo Crookes consiguió con Home y con Miss Fox, resultados a los que dieron mucho realce las extraordinarias facultades de estos dos mediums. Por lo demás, Crookes encontró en sus experimentos las dificultades corrientes para todos los investigadores, pero tenía el buen sentido de comprender que en materia tan nueva y desconocida era preciso adaptarse a las circunstancias, y no abandonar los estudios por el hecho de que tales circunstancias no respondiesen a sus deseos. Así, hablando de Home, dice:
«Los experimentos que he hecho con Home han sido muy, numerosos, pero debido a nuestro imperfecto conocimiento de las condiciones que favorecen o entorpecen las manifestaciones de su fuerza, debido también a la al parecer caprichosa manera en que ésta es ejercida, y al hecho de que el mismo Mr. Home está sujeto a los flujos y reflujos de ella, rara vez se ha dado el caso de que el efecto obtenido en una ocasión se haya confirmado en otra sucesiva y contrastado con los aparatos que especialmente disponía para tal objeto.»
El más notable de los resultados que obtuvo. fué la alteración en el peso de los objetos, más tarde confirmada completamente por el Dr. Crawford en sus trabajos del círculo Coligher, así como en las investigaciones con la medium «Margery» en Boston. Los objetos pesados se vuelven ligeros y los ligeros pesados por la acción de una fuerza invisible que parece estar bajo la influencia de una inteligencia independiente. Los medios por los cuales se hacía imposible cualquier fraude, fueron descritos en la reseña de aquellos experimentos de forma que deben convencer a todo lector libre de prejuicios. El doctor Huggins, verdadera autoridad en espectroscopia, el eminente abogado Serjeant Cox, y otras personas respetables asistieron como testigos a las comprobaciones. Lo que no pudo encontrar Crookes fué un miembro de la ciencia oficial que quisiera dedicar una hora a convencerse de aquella verdad.
Otro de los fenómenos perfectamente comprobado por Crookes y sus distinguidos colaboradores, fué el de los instrumentos musicales, especialmente el acordeón, tocando por sí mismos en condiciones en que érale imposible al medium establecer contacto material con ellos. El autor, no obstante, no puede admitir que el fenómeno sea la prueba absoluta de que actúa para producirle una inteligencia independiente. Probada como está la existencia de un cuerpo etéreo con miembros correspondientes a los nuestros, no hay razón que se oponga a una proyección parcial por la cual los dedos etéreos del medium vayan a posarse en las clavijas de los instrumentos, mientras sus dedos materiales descansan sobre las rodillas. Así se explica el fenómeno: el cerebro del medium manda a sus dedos fluídicos los cuales tienen bastante fuerza para accionarlas clavijas del instrumento. Otros fenómenos psíquicos: la lectura con los ojos vendados, el tacto de objetos a distancia, etc., pueden en opinión del autor, ser obra del cuerpo etéreo y entrar mejor en el terreno de un sutil materialismo que en el del espiritismo. De orden completamente diferente son los fenómenos mentales, que forman la verdadera entraña del movimiento espiritista. Hablando de Miss Catalina Fox, el profesor Crookes dice: «He notado diversos hechos que parecen demostrar que la voluntad y la inteligencia de la medium tienen mucho que ver con los fenómenos. En cambio, otros hechos permiten asegurar la acción de una inteligencia exterior ajena a la medium y a todos los presentes» («Investigación de los Fenómenos del Espiritismo», pág. 95). Tal es el punto importantísimo que el autor deseaba poner de relieve por medio de una autoridad mayor que la suya.
Entre otros fenómenos que fueron comprobados en la investigación realizada por Crookes sobre Catalina Fox, figuraron principalmente el movimiento de objetos a distancia y la producción de percusiones o golpes. Todos los que hemos visto cómo se producen esos ruidos, nos hemos preguntado hasta qué punto están bajo el dominio del medium. El autor ha llegado a la conclusión, ya indicada más atrás, de que quedan, hasta cierto punto, bajo la dominación del medium, pero que, traspasado aquel límite, el dominio desaparece. No puedo olvidar la angustia y el malestar demostrados por un gran medium de un país septentrional, cuando en presencia mía comenzaron a oirse sobre su cabeza, estando en el café de un hotel de Doncaster, sordos ruidos parecidos a los que se produjeran con los dedos. En cuanto a la objetividad de esos ruidos, Crookes dice de Miss Catalina Fox:
«Basta con que ponga la mano sobre un objeto cualquiera para que se oigan en él sordos ruidos, como una triple pulsación, pero a veces tan fuertes, que se perciben desde dos o tres habitaciones más allá. Así, yo he oído los ruidos en un árbol, en un espejo, en un alambre tendido sobre mi cabeza, en un tambor, en el techo de un gabinete y en el suelo de un teatro. Y no siempre es indispensable el contacto efectivo. He oído los mismos ruidos procedentes del suelo, de las paredes, etc., teniendo la medium sus extremidades fuertemente atadas, estando suspendida en un columpio amarrado al techo, o encerrada en una jaula de alambre o tendida sin sentido en un sofá. He oído los golpes en una caja armónica y los he sentido bajo mis propias manos y en mis propios hombros. Los he oído en una hoja de papel sujeta entre los dedos por medio de un hilo atravesado en uno de los extremos. Conociendo las numerosas teorías que se han dado, sobre todo en América, para explicar aquellos ruidos, los he comprobado por todos los medios posibles e imaginables, hasta que me he convencido de que se trata de verdaderos hechos objetivos ajenos a todo truco o medio mecanico.»
Esto desvanece la leyenda del crujido de la articulación del dedo grueso de los pies y de las demás absurdas versiones que se han ideado para explicar los fenómenos de esta clase.
Se ha supuesto por algunos que Crookes modificó las opiniones que acerca de las cuestiones psíquicas expuso en 1874. Lo cierto es que la violencia de sus adversarios y la timidez y aun la pasividad de aquellos que estaban en el deber de sostenerle llegaron a alarmarle, y Crookes advirtió que su reputación científica peligraba. Y entonces, sin recurrir a bajos subterfugios, procuró ponerse en guardia y tomó precauciones. Prohibió que sus artículos fueran reproducidos, y retiró de la circulación las extraordinarias fotografías en que se le veía del brazo de Catalina King materializada. También se mostró excesivamente parco en definir su posición en el asunto. En carta citada por el profesor Angelo Brofferio, escribe («Fur den Spiritismus», Leipzig, 1894, pág. 319):
«Todo lo que yo puedo decir es que hay seres invisibles e inteligentes que afirman ser los espíritus de personas que murieron. Pero yo jamás he recibido la prueba de que sean realmente lo que pretenden ser, prueba que yo necesito para decidir, aunque admito que muchos de mis amigos confiesan poseer tales pruebas, y yo mismo estuve muchas veces a punto de llegar a los umbrales del convencimiento.»
A medida que pasaban los años, esa convicción fué haciéndose más sólida, o tal vez Crookes tuvo más clara conciencia de las responsabilidades morales que sobre él pesaban por consecuencia de sus excepcionales experimentos.
En su discurso presidencial ante la Sociedad Británica, en Bristol, en 1898, aludió brevemente a sus primeras investigaciones de carácter psíquico y se expresó en esos términos:
«No he tocado otro punto de mayor interés y, para mí, el de más peso y de mayor alcance. En toda mi carrera científica no hay episodio más generalmente conocido que la parte que tomé, hace ya muchos años, en ciertas investigaciones psíquicas. Han transcurrido treinta años desde que publiqué el relato de aquellos experimentos encaminados a demostrar que fuera de nuestros conocimientos científicos existe una Fuerza ejercitada por una inteligencia distinta de la inteligencia común de los mortales... No tengo que retractarme de nada de lo que entonces dijo. Sigo fiel a los hechos que publiqué. Y aún podría añadir en corroboración de ellos mucho más.»
Bastantes años después, su creencia seguía tan firme como antes. En el curso de una entrevista, declaró:
«Jamás he tenido motivo para cambiar de opinión acerca del particular. Me siento satisfecho de lo que afirmé en los primeros días de mis investigaciones. Es perfectamente cierto que hay una conexión entre este mundo y el Más Allá.»
Contestando a la pregunta de si el Espiritismo ha matado al viejo materialismo de los hombres de ciencia, añadió:
«Así lo creo. O, por lo menos, ha convencido a la gran mayoría de la gente de alta cultura, de la existencia de Otro Mundo.»
Ultimamente el autor, gracias a la cortesía de Tomás Blyton, ha tenido la oportunidad de ver la carta de pésame escrita por Crookes con ocasión del fallecimiento de la señora Corner. Está fechada en 24 de abril de 1904, y dice así: «Sírvase expresar la más viva simpatía de la señora Crookes y mía a la familia por la irreparable pérdida sufrida. Espero que la creencia de que nuestros más queridos seres continúan velando por nosotros después de muertos —creencia a la cual tanto debe la mediunidad de la señora Corner (o Florencia Cook, como perdurará siempre en nuestra memoria)— confortará y consolará a quienes ha dejado tras de sí». Su hija, al anunciar el fallecimiento del sabio venerable, dijo: «Murió en profunda paz y felicidad».