CAPITULO XIX
FOTOGRAFÍA ESPIRITISTA

La primera noticia auténtica de la producción de lo que se llama fotografías espiritistas, data de 1861. Quien las obtuvo fué Guillermo H. Mumler, en Boston. En Inglaterra, dícese que Ricardo Boursnell llevó a cabo, en 1851, el mismo experimento, pero no se ha conservado ninguna de las fotografías que hizo. El primer caso comprobado en Inglaterra, data de 1872, y se refiere al fotógrafo Hudson.

Al igual que el desarrollo del espiritismo moderno, aquel nuevo progreso fué pronosticado desde el Más Allá. En 1856, Míster Tomás Slater, óptico, residente en Londres, celebró una sesión de espiritismo en unión de Lord Brougham y Mr. Roberto Owen, en la cual fué anunciado por medio de golpes que llegaría un tiempo en que Mr. Slater tomaría fotografías de espíritus. Mr. Owen prometió que si al llegar esa época él se encontraba en el mundo de los espíritus, aparecería en la placa.

Y, en efecto, estando Mr. Slater haciendo experimentos de fotografía espiritista, obtuvo en una placa el rostro de Mr. Roberto Owen juntamente con el de Lord Brougham («Milagros del espiritismo moderno», 1901, pág. 198). Alfredo Russell Wallace describe así aquella fotografía:

«La primera de las pruebas contenía dos cabezas al lado de un retrato de la hermana de Mr. Slater. Una de las cabezas era inconfundiblemente del fallecido Lord Brougham; la otra, mucho menos clara, fué reconocida por Mr. Slater como de Roberto Owen, con quien tuvo amistad íntima hasta el momento de su muerte.»

El Dr. Wallace, agrega:

«No es cosa esencial el que esas figuras sean exactamente identificadas o no lo sean. El hecho de que cualquiera de ellas, tan clara e inconfundiblemente humanas, salga en las placas tomadas en su propio laboratorio por un fotógrafo aficionado y experto óptico, que se fabrica el aparato por sí mismo, y sin otras personas presentes que los miembros de su familia, es una verdadera maravilla»... En otra ocasión, apareció junto al fotógrafo una segunda figura en la placa tomada por Mr. Slater estando absolutamente solo, merced a haber ocupado la silla destinada al modelo después de destapar el objetivo...

«El mismo Mr. Slater me mostró aquellas fotografías explicándome en qué condiciones habían sido hechas. Es indudable que no podía haber trampa, y como se trata de una confirmación de lo que ya antes se había obtenido por fotógrafos profesionales, su valor es inestimable.»

Desde Mumler en 1861 a Guillermo Hope en nuestro tiempo ha habido de veinte a treinta mediums con aptitud para la fotografía psíquica, y entre todos ellos produjeron millares de esos resultados sobrenaturales que se conocen bajo el nombre de «extras». Entre los más conocidos se encuentran Hudson, Parker, Wyllie, Buguet, Boursnell, Duguid, Hope y señora Deane.

Mumler, empleado como grabador en una importante joyería de Boston, no era ni espiritista ni fotógrafo profesional. En momentos de ocio, al sacar una fotografía de sí mismo en el laboratorio de un amigo, obtuvo en la placa el esbozo de otra figura. El método que empleó fué enfocar una silla desocupada, y después de destapar el objetivo, sentarse en la silla con la exposición requerida. Al dorso de la fotografía Mr. Mumler, escribió:

«Esta fotografía fué hecha por mí un domingo, cuando fuera de mí mismo no había alma viviente en la habitación. En la forma que se ve a mi izquierda reconozco a mi prima fallecida hace doce años. —N. H. Mumler.» La forma era la de un joven cuyo cuerpo y brazos se ven claramente, así como también la mesa sobre la cual se apoya uno de éstos. De la cintura para abajo —dice una descripción de nuestros días— la forma (que al parecer vestía un traje sin mangas y cuello escotado), parece esfumarse en una densa niebla flotante en la parte baja de la fotografía.

La noticia de novedad tan extraordinaria cundió rápidamente, y Mumler fué asediado por toda la ciudad para que hiciese más fotografías. Al principio rehusó, pero al fin se avino a ello, y con la obtención de nuevos «extras» se extendió más su fama, no tardando en abandonar su empleo para consagrarse de lleno al nuevo trabajo. Como su caso es el de todos los mediums fotógrafos que le sucedieron, echaremos una rápida ojeada a su actuación.

Aficionados de la mejor reputación obtuvieron fotografías absolutamente evidentes y reconocibles de amigos y parientes fallecidos, quedando plenamente satisfechos y convencidos de la legitimidad de los resultados. Luego acudieron los fotógrafos profesionales seguros de que había alguna trampa, proclamando que si se les daba ocasión de realizar pruebas en las condiciones que ellos fijaran, descubrirían el fraude. Llegaron uno tras otro aportando muchos sus propias placas, sus máquinas y sus ingredientes químicos, pero aun dirigiendo y vigilando ellos todas las operaciones, les fué imposible descubrir trampa alguna. El mismo Mumler fué a sus laboratorios y les ayudó en el revelado de las placas y en todos los demás trabajos siempre con el mismo éxito para él. Andrés Jackson Davis, a la sazón director del Heraldo del Progreso, de Nueva York, envió a un fotógrafo profesional, Mr. Guillermo Guay, para que hiciera una información completa de aquellos acontecimientos. Pero no obstante habérsele permitido verificar y vigilar por sí mismo todo el proceso fotográfico, apareció en la placa una figura espiritista. Volvió a experimentar con Mumler en varias otras ocasiones y acabó convenciéndose de que aquél era un poderoso medium y ciertos sus fenómenos.

Otro operador, Horacio Weston, fué también enviado cerca de Mumler para investigar, por Mr. de Black, famoso retratista. El nuevo enviado obtuvo sus correspondientes fotografías de espíritus, declarando seguidamente que no pudo descubrir cosa alguna en las operaciones que no fuera lo corriente y normal en las fotografías ordinarias. En vista de ello, el mismo Black trasladóse al estudio de Mumler, revelando él mismo las placas que se hicieron. Durante esta operación, al ver que aparecía en ellas una figura al lado de la suya y al darse cuenta de que se trataba de un hombre que apoyaba un brazo sobre sus espaldas, exclamó asombrado: «¡Pero Dios mío! ¿es esto posible?»

Mumler tenía más demandas de sesiones que las que podía dar, viéndose obligado a señalar a los solicitantes fechas con varias semanas de anticipación. Las peticiones procedían de todas las clases sociales: ministros, abogados, jueces, alcaldes, médicos, profesores, hombres de negocios. Las publicaciones de la época están llenas con los relatos de los resultados indudables obtenidos con unos y otros.

En 1863, Mumler, como muchos mediums fotográficos que le sucedieron, encontró en sus placas «extras» de personas vivientes. Sus más decididos defensores no pudieron aceptar aquel nuevo y asombroso fenómeno, y aunque continuaron creyendo en sus facultades, comenzaron a sospechar que apelaba a engaños. El Dr. Gardrer, en carta a la Bandera de la Luz (Boston, febrero, 20, 1863), refiriéndose al nuevo fenómeno, escribió: «Mientras por un lado tengo la creencia completa de haberse producido por su mediunidad retratos verdaderos, por otra, he tenido pruebas evidentes de fraude, por lo menos en dos casos... Mr. Mumler o algún cómplice suyo que ha asistido a las reuniones de la señora Stuart, se han hecho culpables de fraude al presentarnos como legítimos retratos de espíritus fotografías de una persona que vive actualmente en esta ciudad.»

Lo que según los acusadores hacía más patente el caso, es que algunos «extra» de personas vivientes aparecían en dos placas diferentes. Ese «descubrimiento» soliviantó contra Mumler a la opinión pública tanto, que en 1868 tuvo que irse a Nueva York, donde sus asuntos prosperaron durante algún tiempo, siendo al fin detenido por orden del alcalde de la ciudad, a petición del redactor de un periódico que había recibido un «extra» irreconocible. Después de un largo prooeso, fué absuelto sin la menor mancha en su reputación. La prueba de los fotógrafos profesionales no espiritistas, fué completamente favorable a Mumler.

Así, Mr. Jeremías Gurney declaró:

«He sido fotógrafo durante veintiocho años; he estudiado el proceso Mumler, y aunque estaba prevenido contra éste, no pude hallar engaño o trampa alguna... Lo único que se salía de lo rutinario, era que el operador conservase la mano en la cámara.»

Mumler falleció en la pobreza el año 1884, dejando un interesante y convincente relato de su labor en su libro «Experimentos personales de Guillermo H. Mumler en la fotografía espiritista» (Boston, 1875). Un ejemplar de esa obra puede verse en el Museo Británico.

Hudson, que fué en Inglaterra el primero en obtener la fotografía de un espíritu, de la que tengamos completa evidencia, frisaba cuando esto ocurrió en los sesenta años (marzo de 1872). El modelo fué Miss Georgiana Hougton, la cual refirió extensamente el caso. («Crónicas de la fotografía de los seres espirituales», etc., 1882, pág. 2).

De la actuación de Hudson hay abundantes testimonios. Mr. Tomás Slater, a quien antes nos hemos referido, empleó las cámaras y placas de aquél, y después de minuciosa observación, declaró que «debía descartarse toda sospecha de engaño en la obra de Hudson.» Entre otros, Mr. Guillermo Howitt, desconocido entonces para el medium, se presentó sin previo aviso en el estudio de éste, y en el «extra» que Hudson le hizo, reconoció a sus dos hijos fallecidos, declarando que las fotografías eran «perfectas e inconfundibles».

El Dr. Alfredo Russell Wallace obtuvo así mismo un buen retrato de su esposa. Describiendo su visita, dice:

«Posé tres veces, siempre escogiendo yo mismo la posición, y las tres veces apareció en la negativa una segunda figura junto a mí. La primera fué una figura masculina armada de una corta espada; la segunda, una señora situada a algunos pies de distancia detrás de mí, mirándome y teniendo en la mano un ramillete de flores. La tercera vez, después de colocarme yo mismo y de haber sido puesta la placa en la cámara, pedí que la figura apareciera más cerca de mí. En la placa apareció una figura de mujer que estaba tan junto a mí, que sus vestidos cubrían la parte baja de mi cuerpo. Asistí al revelado de todas las placas y, en cada uno de los casos, la figura adicional aparecía en el mismo momento de verter el revelador; en cambio, mi imagen no surgía hasta unos veinte segundos después, por lo menos. No reconocí a ninguna de aquellas figuras en las negativas, pero en cuanto tuve las pruebas, pude darme cuenta a la primera ojeada de que la tercera placa contenía el inconfundible retrato de mi esposa, con todos sus rasgos y expresión; no era el parecido de en vida, sino éste algo idealizado, pero de todos modos, me pareció inconfundible.»

El segundo retrato, aunque distinto, fué también reconocido por el Dr. Wallace como de su esposa. El primer «extra», de hombre, fué irreconocible.

Mr. J. Traill Taylor, que era entonces director de la Revista Británica de Fotografía (agosto de 1873), obtuvo con aquel medium resultados supernaturales con placas que él le llevó, estando Hudson, «durante la preparación, exposición o revelado, a diez pies de la cámara obscura». Esto último debe aceptarse como prueba definitiva.

De otro medium fotográfico, M. F. M. Parker, vecino de Londres, se cuenta que era un psíquico natural, con facultad de visionario desde su niñez. No supo nada de espiritismo hasta 1871. A principios del año siguiente practicó la fotografía con su amigo Mr. Reeves, propietario de un restaurante cercano a King's Cross. Tenía a la sazón treinta y nueve años. Al principio sólo aparecieron en sus placas espacios y señales irregulares de luz, pero al cabo de tres meses obtuvo un espíritu perfectamente reconocible. Las personas que le sirvieron de modelo fueron el Dr. Sexton y el Dr. Clarke, de Edimburgo. El Dr. Sexton invitó a Mr. Bowman, experto fotógrafo de Glasgow, a que hiciese un detenido examen de la máquina, la cámara obscura y todos los aparatos usados. Después de verificada así, Mr. Bowman declaró que toda trampa era imposible. Durante algunos años no cobró aquel medium la menor remuneración por sus servicios. Mr. Stainton Moses, hablando de Míster Parker, dice:

«Al hojear el álbum de Mr. Parker, lo que más me llama la atención, es la enorme variedad de los retratos y luego los rasgos diferentes de la casi totalidad de ellos, tan distintos de los fantasmas convencionales. De los ciento diez que he visto hechos desde abril de 1872 hasta ahora, no hay dos iguales, y apenas dos que presenten algún parecido. Cada uno es peculiar en sí mismo, mostrando en el rostro su autónoma individualidad.»

Asegura luego que muchos de los «extras» fueron reconocidos por las personas fotografiadas.

El fotógrafo de espíritus francés, M. Ed. Buguet, estuvo en Londres por junio de 1874, y en su estudio fotografió a muchas personas conocidas. El director de El Espiritista, Harrison, cuenta que Buguet daba a quien se lo pedía una prueba de la autenticidad del fenómeno, que consistía en cortar una esquina de la placa y añadirla a la negativa después del revelado. Mr. Stainton Moses pinta a Buguet como un hombre alto, delgado, de cara seria y facciones pronunciadas, con abundante y enmarañado cabello negro. Durante la exposición de la placa estaba sumido en trance parcial. Los resultados psíquicos que obtuvo fueron muy artísticos y bastantes más claros que los conseguidos por otros mediums. También era mayor en sus fotografías el tanto por ciento de espíritus conocidos. Detalle curioso de su labor es que obtuvo un número de retratos que eran el «doble» del modelo o de personas que vivían en su mismo estudio, pero que no estaban presentes en las sesiones. De Stainton Moses, en ocasión de estar en trance en Londres, se afirma que «apareció fotografiado por Buguet en una placa hecha en París, sirviendo de modelo Mr. Gledstanes». «Naturaleza Humana», vol. IX, pág. 97).

En abril de 1875, Buguet fué detenido y acusado en Francia de hacer fotografías fraudulentas de espíritus. Para defenderse declaró que todos los resultados los obtenía con trampa. Fué condenado a quinientos francos de multa y a un año de cárcel. Durante el juicio, personas respetables y muy conocidas expresaron su creencia en la verdad de los «extras» obtenidos por el acusado, a pesar de loa «fantasmas» fingidos que Buguet dijo haber usado. La verdad de la fotografía de espíritus no depende de lo que aquel medium hiciera o dejara de hacer. Quienes tengan interés en conocer los incidentes de su detención y proceso para sacar de ellos conclusiones claras, pueden leer El Espiritista (vols. V-VII, 1875) y Naturaleza Humana (vol. IX, pág. 334). Acerca de aquel asunto, dijo Míster Stainton Mosses: «No sólo creo sino que conozco, con la misma certeza que conozco otras realidades, que algunas de las fotografías de Buguet son auténticas».

En cambio, Coates dice que Buguet era un compañero indigno. No hay duda que es muy débil la situación de un hombre que para probar que no es un farsante confiesa que mintió. Sin él, la causa de la fotografía psíquica aún se mantendría más firme. El proceso se le siguió a instancias del arzobispo de Toulouse. Díjosele a Buguet que sólo podría salvarse si se confesaba culpable de fraude. Viéndose acosado, hizo lo que tantas víctimas de la Inquisición: confesó a la fuerza, a pesar de lo cual le condenaron a doce meses de cárcel.

Ricardo Boursnell (1832 − 1909) ocupó una situación prominente en la fotografía espiritista. Era socio de otro fotógrafo de Fleet Street, asegurándose que ya en 1851 dió señales de mediunidad, con aparición de manos y rostros en sus placas. Su socio le acusó de no limpiar bien las placas (eran los días del colodión) y tuvieron un altercado que acabó declarando Boursnell que no quería continuar más en el negocio. Tenía ya cerca de cuarenta años cuando volvieron a aparecer en sus placas las mismas señales acompañadas de formas «extra», con gran contrariedad suya, porque ello iba en perjuicio del negocio y le obligaba a destruir numerosas placas. Mr. W. T. Stead tuvo que vencer grandes dificultades para decidirle a operar juntos. Desde entonces obtuvo repetidamente lo que los antiguos fotógrafos llamaban «vistas de sombras». Al principio no podían reconocerse, pero más tarde obtuviéronse algunas cuya identificación fué completa. Mr. Stead ha referido las precauciones que ambos adoptaban para garantir la autenticidad de los resultados, señalando placas, etc., pero el hecho de aparecer en la placa, con parecido indudable, el pariente desconocido de un modelo igualmente desconocido, es una prueba superior a todas las precauciones, susceptibles de ser burladas por prestidigitadores expertos o fotógrafos escamoteadores».

Dice:

«Una y otra vez envié amigos a Mr. Boursnell sin informarle de quiénes eran, ni decirle nada que sirviese para identificar al amigo o pariente nuestro cuyo retrato deseaban obtener, a pesar de ello, una y otra vez al revelar la negativa aparecía el retrato deseado, ya a espaldas o ya enfrente del modelo. Esto ocurrió tan frecuentemente que estoy convencidísimo de la imposibilidad de todo fraude. Cierto día, un editor francés, viendo aparecer el retrato de su difunta mujer al revelarse la placa, se arrebató de entusiasmo, hasta el punto de besar al fotógrafo Mr. Boursnell con insistencia embarazosa para el buen viejo. En otra ocasión tomó éste varias placas de un ingeniero de Lancashire, fotógrafo a su vez, adoptando el modelo todas las precauciones posibles. Sin embargo, Mr. Boursnell obtuvo retratos de dos parientes difuntos del ingeniero y otro de un personaje inminente con quien en vida había estado en relación estrecha. Y se dió el caso de un vecino que, llegando al estudio con propósito totalmente ajeno, obtuvo el retrato de una hija que se le había muerto.»

En 1903, los espiritistas de Londres rindieron a aquel medium un homenaje, consistente en el regalo de una bolsa de oro y un pergamino; firmaron más de cien espiritistas de nota. Con tal motivo se expusieron en la Sociedad Psicológica, de George Street, trescientas fotografías espiritistas, seleccionadas entre otras muchas hechas por Boursnell. Respecto del «parecido», objetaron ciertos críticos que lo daban con su imaginación los modelos, ocurriendo alguna vez que dos de éstos reivindicasen el mismo «extra» como el de uno de sus parientes. Pero a esto podía contestarse que el Dr. Alfredo Russell Wallace, por ejemplo, era el mejor juez para decir si el retrato de su esposa, fallecida, era o no parecido. El Dr. Cushman (de quien más tarde hablaremos), mostró un «extra» de su hija Inés a buen número de parientes y amigos, todos los cuales estuvieron conformes en que se parecía absolutamente; pero aparte del mayor o menor parecido, lo cierto y evidente es que esos retratos supernormales existen, habiendo sido reconocidos en millares de casos.

Mr. Eduardo Wyllie (nacido en 1848 y fallecido en 1911), estuvo dotado de facultades medianímicas, según comprobó gran número de investigadores especializados. Nació en Calcuta, siendo su padre el coronel Roberto Wyllie, secretario militar del Gobierno de las Indias. Wyllie, que sirvió como capitán en la guerra maori, de Nueva Zelandia, ejerció allí la fotografía, pasando luego a California. Al cabo de algún tiempo sus fotografías comenzaron a revelar espacios de luz, y como esto iba en aumento, su negocio empezó a resentirse. Jamás había oído hablar de la fotografía de espíritus hasta que una señorita que posaba como modelo le sugirió tal hipótesis, como probable explicación del fenómeno. Experimentando con dicha señorita, comenzaron a aparecer rostros en la placa dentro de los espacios de luz. Desde entonces aquellos rostros se presentaron con tal frecuencia, operando con otros modelos, que no tuvo más remedio que abandonar su negocio, consagrándose por entero a la fotografía de espíritus solamente. Pronto se le acusó de trampas, lo cual le disgustó de tal modo que procuró ganarse la vida por otros medios, aunque en eso fracasó y tuvo que volver a su trabajo de foto-medium, según se le llamaba. En 27 de noviembre de 1900, el comité de la Sociedad de Investigación Psíquica de Los Angeles le utilizó para llevar a cabo una investigación del fenómeno. Las siguientes preguntas que se le hicieron y a las que Wyllie contestó, tienen verdadero interés histórico:

Pregunta: ¿Promete usted a sus clientes obtener rostros de espíritus pidiéndoles, en cambio, precios que no sean corrientes?

Respuesta: De ningún modo. Ni garantizo ni prometo nada. Y además yo no tengo dominio sobre el fenómeno. Cotizo únicamente lo que valen mi tiempo y el material. Un dólar por sesión; y, si la primera prueba no es satisfactoria, hago una segunda gratis.

P.: ¿Deja usted de obtener «extra» algunas veces?

R.: Sí, muchas. El sábado último estuve trabajando toda la tarde y no obtuve ninguna.

P.: ¿Cuál es la proporción de esos resultados nulos?

R.: En una jornada de trabajo corriente, los resultados nulos suelen ser tres o cuatro cada día, y a veces más y a veces menos.

P.: ¿Qué proporción de rostros «extra» calcula usted que son reconocidos por el modelo o sus amigos?

R.: Durante siete meses del año último, en los cuales me preocupé de registrar todos los casos, observé que un tercio o más de los rostros «extra» aparecidos eran reconocidos. A veces hay en la placa tan sólo un rostro «extra», y otras veces cinco o seis y aun ocho.

P.: En el momento en que ve usted al modelo, ¿conoce usted en su calidad de psíquico, si aparecerá o no en la placa su «extra»?

R.: A veces veo luces en torno del modelo y entonces siento con seguridad que algo va a ocurrir con la persona que posa, sin que yo pueda precisar qué. No me doy cuenta exacta del resultado hasta que veo la forma espiritual en la negativa, después del revelado.

P.: Si el modelo exige a todo trance que aparezca en la placa algún pariente, o algún amigo, ¿es probable conseguirlo?

R.: No. Un estado violento mental o sentimental más bien dificulta la producción de manifestaciones, y hace menos probable que aparezca en la placa un «extra». El estado tranquilo, pasivo, es el más favorable para el logro de buenos resultados.

P.: ¿Los espiritistas obtienen mejores resultados que los incrédulos?

R.: No. Algunos de los mejores resultados los he obtenido cuando se sentaban en la silla los escépticos más recalcitrantes.

Con aquel comité no se obtuvieron «extras». Otro compuesto de siete personas sometió al medium a pruebas muy duras, a pesar de lo cual en cuatro de las ocho placas empleadas «se hallaron resultados que el comité no pudo explicar». Después de una detallada descripción de las precauciones tomadas, el informe que se hizo terminó diciendo:

«En nuestra calidad de comité, no tenemos opinión en el asunto, aportando únicamente el testimonio de lo que conocemos. Individualmente disentimos unos de otros acerca de las causas probables de los fenómenos, pero coincidimos con unanimidad en los hechos palpables... Ofrecemos veinticinco dólares a cualquier fotógrafo de Los Angeles que, con su habilidad o mediante alguna trampa, logre resultados parecidos en las mismas condiciones.»

David Duguid (1832 − 1907), conocido medium especialista en la escritura y la pintura automáticas, mereció así mismo la atenta investigación de sus fotografías espiritistas por parte de Mr. J. Traill Taylor, director de la Revista Británica de Fotografía, el cual consignó el fruto de sus trabajos en comunicación dirigida a la Sociedad Fotográfica de Londres y Provincias, el 9 de marzo de 1893:

«Mis condiciones eran muy sencillas... En previsión de tener que habérmelas con un escamoteador y para defenderme contra todo engaño, exigí que usase mi propia máquina fotográfica y los paquetes intactos de placas secas que había comprado en un comercio de los más reputados, negándome en absoluto a perder de vista ni una sola placa antes de que fuera revelada por mí mismo; pero de la misma manera que yo le traté, así también me trató él a mí, al extremo de tener que ejecutar todas mis operaciones en presencia de un par de testigos.»

Detalla el procedimiento adoptado y habla de la aparición de figuras «extra» en las placas, diciendo:

«Unas estaban enfocadas, otras no; algunas aparecían iluminadas por la derecha, al paso que el modelo lo estaba por la izquierda... Algunos espíritus ocupaban la mayor parte de la placa, medio ocultando al modelo sentado; otros aparecían entre atroces viñetas o encerrados en un óvalo. Pero lo esencial es que ni una sola de esas figuras, que se destacaban con gran vigor en las negativas, era visible para mí en forma alguna durante el tiempo de exposición, y desde luego declaro de la manera más rotunda que nadie tuvo la menor ocasión de manipular ninguna de las placas antes de ser colocadas en los chasis ni de ser reveladas.»

Otras personas conocidas que sirvieron de modelo a Duguid afirmaron la misma notable evidencia de los resultados obtenidos por éste. (Jaime Coates, «Fotografía de lo Invisible» (1921) y Andrés Glendinning «El velo levantado» (1894).

Stainton Moses, en el último capítulo que en su obra notable dedica a la Fotografía espiritista (Naturaleza humana, volúmenes VIII y IX, 1874 − 5), expone la teoría según la cual las formas «extra» fotografiadas están modeladas sobre el ectoplasma (al que califica de «substancia fluídica») por operadores invisibles, haciendo razonadas comparaciones entre los resultados obtenidos por diferentes mediums fotográficos.

De «experimentos valiosos y concluyentes» califica el doctor Alfredo Russell Wallace, los de Mr. Beattie. Era este fotógrafo retirado de su profesión después de haberla ejercido veinte años.

Habiendo juzgado con mucho escepticismo sobre la autenticidad de muchas de las llamadas fotografías espiritistas, se decidió a investigar por sí mismo lo que en ello hubiese de verdad. No utilizó medium, sino a un íntimo amigo suyo que tenía cierta propensión a caer en trance, realizando con él y en unión del Dr. G. S. Tomson, de Edimburgo, una serie de experimentos durante el año de 1872, los cuales dieron por resultado la obtención en las placas de espacios de luz al principio y más tarde de figuras «extra» completas, notándose que estas últimas aparecían en el revelado mucho antes que el propio modelo.

Por iniciativa del Daily Mail, de Londres, se nombró en 1908 una comisión encargada de llevar a cabo «una investigación acerca de la autenticidad de las seudo-fotografías espiritistas», pero aquella comisión no llegó a ningún resultado. Componíanla tres señores no espiritistas y otros tres espiritistas. Estos últimos declaran en su informe que «sólo pueden reconocer que la comisión ha fracasado en su propósito de probar la certeza de la fotografía espiritista, no porque las pruebas falten, sino por la deplorable actitud adoptada por aquellos miembros de la comisión que están desprovistos de toda experiencia y preparación en el asunto».

En estos últimos años, todo lo concerniente a la fotografía espiritista ha girado en torno del que se llamó Círculo de Crewe, compuesto por Mr. Guillermo Hope y la señora Buxton. El Círculo data de 1905, pero no llamó la atención de nadie fuera de aquella localidad hasta que el archidiácono Colley dió a conocer sus hechos tres años más tarde. Las primeras manifestaciones del fenómeno ocurrieron un día en que Mr. Hopo tomó la fotografía de un compañero de trabajo teniendo por fondo una pared de ladrillo. Al ser revelada la placa, apareció además del retrato del amigo, la forma de una mujer, de pie, a su lado, viéndose a través de ella la pared de ladrillo. El amigo preguntó a Hopo cómo pudo colocar allí a aquella forma, en la cual reconoció a una hermana fallecida hacía algunos años. Míster Hopo, agrega:

«No sabía por entonces ni una sola palabra acerca del espiritismo. Llevé la fotografía al trabajo al día siguiente y un espiritista, al verla, díjome que se trataba de lo que se llama fotografía de espíritus. Me sugirió la idea de repetir la prueba el sábado siguiente en el mismo lugar y con el mismo aparato, y así lo hice, apareciendo en la placa no sólo la misma mujer, sino también un niño. Esto me pareció muy extraño, y, después de obtener nuevas placas en días sucesivos, acabé por abandonar mis experimentos.» Hopo comenzó a destruir todas las negativas en la, que había obtenido retratos de espíritus hasta que el archidiácono Colley le conoció y aconsejó que conservase aquellos retratos.

El archidiácono celebró con Hopo su primera sesión en Crewe, el 16 de marzo de 1908. Le proveyó de su propio aparato —un Lancaster de ¼ de placa que Mr. Hope usa todavía—, de sus propias placas y chasis y de sus propios ingredientes para el revelado. Realizó por sí mismo todas las operaciones, limitándose el trabajo de Mr. Hopo a apretar la pera de goma. En una de las placas aparecieron dos retratos de espíritus.

Desde aquel día, Mr. Hopo, unido a la señora Buxton, ha tomado millares de fotografías de espíritus, rodeados ambos de todas las garantías imaginables, sin pedir a nadie un céntimo por su trabajo profesional, limitándose a cobrar solamente los gastos del material fotográfico empleado.

Mr. M. J. Vearncombe, fotógrafo de profesión, en Bralgwater, llegó como Wyllie, Boursnell y cuantos empezaron por obtener manchas de luz en sus placas, a tomar luego fotografías de espíritus. En 1920, Mr. Fred Barlow, de Birmingham, conocidísimo investigador, obtuvo con este medium «extras» de rostros, y mensajes escritos, en condiciones probadas, sobre placas que no fueron expuestas en la cámara. Desde esa fecha Mr. Vearncombe ha conseguido otros muchos resultados evidentísimos en presencia de respetables testigos. (Luz, 1920, página 190).

La más reciente mediunidad de esta índole es la de la señora Deane, ya que su primera fotografía de espíritus data del mes de junio de 1920, habiendo obtenido desde entonces muchos «extras» bajo la más dura fiscalización, lo cual no fué obstáculo para que la calidad de su labor sea tan buena como la de sus predecesores. Recientemente ha conseguido dos resultados magníficos El Dr. Allerton Cushman, ilustre sabio americano, director de los Laboratorios Nacionales de Washington, visitó inopinadamente el Colegio Británico de Ciencia Psíquica, en Holland Park durante el mes de julio de 1921, obteniendo allí por mediación de la señora Deane un hermoso y claramente reconocible «extra» de su difunta hija. El 11 de noviembre de 1922, con ocasión del Gran Silencio, conmemorativo del armisticio, en Whitehall, tomó una fotografía de la enorme concurrencia congregada cerca del Cenotafio, revelándose en ella la presencia de varios rostros de espíritus, algunos de los cuales fueron reconocidos. El mismo fenómeno se repitió tres años consecutivos con la misma ocasión.

Los modernos investigadores han demostrado que esos resultados psíquicos no se obtienen, al menos en ciertos casos, a través del objetivo de los aparatos. En muchas ocasiones aquellos retratos supernaturales se obtuvieron en placas encerradas todavía en sus cajas, cajas que el modelo o modelos fotografiados tenían en sus manos. Por otra parte, cuando se ha hecho el experimento usando a la vez dos cámaras, si aparece un «extra» se le encuentra en una sola de las cámaras, no en las dos. La teoría es que la imagen se precipita en la placa fotográfica, o bien que se adapta a la placa una pantalla psíquica.

El autor tiene en estos asuntos alguna experiencia personal en relación con el Círculo Crewe y la señora Deane. Con esta última, le consta que siempre se consiguieron resultados, aunque no pudieron reconocerse los «extras».

El autor conoce perfectamente el poder psíquico de la señora Deane, puesto de relieve durante la larga serie de experimentos llevados a cabo por Mr. Warrick en las más duras condiciones fiscalizadoras, según se relata en Ciencia Psíquica (julio de 1925). Sin embargo, sus propias experiencias nunca fueron del todo evidentes, y si sólo se apoyara en ellas, no podría hablar de este tema con absoluta certeza. Tuvo la firme impresión de que las imágenes se precipitaban en las placas de la señora Deane durante los días de preparación del experimento, llevándolas ella consigo misma. Cree dicha señora que de esa forma se facilita la obtención de los resultados, pero es probable que esté equivocada. Ello es que en una ocasión se la hizo víctima de una trampa en el Colegio Psíquico, cambiándola su paquete de placas por otro, a pesar de lo cual no dejó de obtener «extras». De todos modos haría bien en abandonar los procedimientos con los que hoy logra resultados, ya que tan expuestos se hallan a escamoteos como el aludido9. Otra cosa ocurre con Mr. Hope. En las varias veces que el autor ha operado con él, siempre usó sus propias placas, marcándolas cuando ya estaban en la cámara obscura, manipulándolas y revelándolas por sí mismo. En casi todos los casos obtúvose un «extra», aunque nunca fué claramente reconocido. Mr. Hope ha sido blanco, por parte de la ignorancia o la maldad, de los ataques a que todos los mediums están expuestos, pero de ellos salió siempre con el honor limpio.

Merecen ser mencionados los resultados obtenidos por Míster Staveley Bulford, que se dedica con talento a los estudios psíquicos y que ha conseguido producir excelentes y auténticas fotografías psíquicas. Nadie observará el desarrollo gradual de sus pruebas, desde las meras ráfagas de luz hasta las caras perfectas, sin quedar convencido de la realidad de los fenómenos por él logrados.

Toda explicación que se dé sobre la fotografía de espíritus es aventurada. La experiencia personal del autor le inclina a creer que en cierto número de casos no hay reproducción alguna de índole externa, sino que el efecto se produce por una especie de rayo que lleva en sí mismo la imagen, el cual puede penetrar a través de los cuerpos sólidos como la pared del chasis y fijar sus efectos en la placa. El experimentó ya citado de los dos aparatos usados simultáneamente estando el medium colocado entre ambos, parece concluyente desde el momento en que en una de las placas se vieron los resultados y en la otra no. El autor ha logrado resultados en placas que jamás salieron del chasis, tan claros como los obtenidos en otras que estuvieron expuestas a la luz. Es probable que si Hope no hubiera destapado jamás el objetivo, sus resultados hubieran sido los mismos.

Cualquiera que sea la explicación que con el tiempo pueda darse, sólo hay una hipótesis que justifique los hechos, según la cual una sabia inteligencia invisible preside la operación y obra a su manera, provocando diferentes resultados en el caso de cada medium. El autor podría indicar a simple vista cuál es el fotógrafo que tomó las placas que se sometan a su examen. Si partimos de que actúa dicha inteligencia invisible, comprenderemos por qué son violadas todas las leyes fotográficas normales y por qué las sombras y las luces no se corresponden y por qué, en una palabra, hay en las placas ciertas lagunas que sirven para que se despache a su gusto cualquier crítico de los que hoy se usan. Comprenderemos así mismo, siendo el retrato obra de esa inteligencia invisible, por qué las placas son reproducciones de antiguos retratos y fotografías, y por qué es posible que el rostro de una persona que aun viva aparezca en la placa como si se tratase de un espíritu incorpóreo. El Dr. Henslow, cuenta que una rara inscripción griega del Museo Británico apareció en una de las placas de Mr. Hope, con una ligera alteración del griego, lo cual demuestra que no se trataba de una copia10. En tal caso puede creerse que la inteligencia invisible notó la inscripción y la proyectó en la placa, pero la memoria le flaqueó ligeramente en el traslado. Esta explicación tiene el corolario desconcertante de que el mero hecho de obtener la fotografía psíquica de un amigo fallecido, no es prueba de que el amigo esté realmente presente en el momento de obtenerla. Sólo habiéndose presentado con independencia de la fotografía en la sesión, antes o después de tomarse la placa, podríamos decir que teníamos algo de prueba.

Cree el autor que en sus experimentos con Hopo ha colegido el proceso mediante el cual se producen las fotografías de espíritus, habiendo verificado una serie de pruebas que muestran las varias fases de dicho proceso. Sirvió de modelo para hacerlas Mr. Guillermo Jeffrey, de Glasgow. La primera mostró en la placa una especie de capullo de seda de materia membranosa, que llamaremos ectoplasma, ya que los varios plasmas aún no han sido subdivididos. Era tan tenue como una pompa de jabón, constituyendo como la envoltura en cuyo interior iba a desarrollarse todo el proceso, de igual modo que en la cabina se desarrolla la fuerza de un medium. En la segunda placa se vió ya formado un rostro en el interior del capullo y que éste se abría por su parte central. En las siguientes placas va destacándose el rostro y el capullo se abre del todo formando arco sobre aquél y cayendo en forma de velo a derecha e izquierda. Tal velo es muy característico en los retratos hechos por Hope, tanto que sólo falta cuando no hay «extra». Y como igual velo colgante se observa en otras fotografías de anteriores y diversos mediums, es de sentido común reconocer que rige en estos fenómenos una ley uniforme.

Al aportar este testimonio sobre el capullo psíquico, el autor confía contribuir modestamente a la mejor comprensión del mecanismo de la fotografía de espíritus, rama indudable de la ciencia psíquica, como todo investigador serio puede apreciar. Sin embargo, no negamos que a veces se ha convertido en instrumento de desaprensivos, ni afirmamos que porque sean auténticos los resultados de un medium, haya que aceptar sin restricción ni discusión todo.