INTRODUCCIÓN

El presupuesto de esta antología es que la ciencia ficción —esa rama literaria medio bárbara y medio civilizada— se asienta sobre unos once temas clásicos que, barajados de distintas formas, constituyen los cimientos de la mayor parte de las obras del género. Al igual que las diez o veinte aperturas y defensas básicas del ajedrez, estos temas a que nos referimos pueden dar lugar a combinaciones afortunadas de gran belleza, o bien, en manos de escritores mediocres, a lamentables y tediosos tópicos.

Estos temas básicos se los encomendamos, por encargo directo, a los más famosos escritores de ciencia ficción. Dichos autores fueron seleccionados atendiendo no sólo al reconocido valor de su obra publicada y a su talento, sino pensando en la adecuación de cada uno de ellos para la empresa de escribir una narración «definitiva» sobre el tema asignado. Así, Isaac Asimov, el creador de las «tres leyes de la robótica», contribuye con la narración maestra sobre robots y androides. Y Poul Anderson —de cuyas obras nació la expresión hard science fiction (es decir, rigurosa desde el punto de vista tecnológico)—, escribe sobre la exploración del espacio.

A cada colaborador se le pidió también que escribiese un apéndice a su narración comentando el tema que se le había asignado, junto con una lista de novelas y relatos que incluyera: a) obras que él considerase como clásicos en el tema, b) obras que hubieran podido influir en su relato concreto para esta antología, y c) por lo menos una de sus propias obras[1].

Esperamos haber conseguido así una verdadera antología de piezas definitivas: relatos que llevan estos temas básicos hasta sus últimas consecuencias, dentro del estado actual del género. Relatos que son al mismo tiempo como un punto final y un punto de partida.

Punto final porque la ciencia ficción ha crecido tanto que en muchos aspectos ha trascendido sus propios orígenes y, así, parece que es un buen momento para confirmarlos.

Punto de partida porque estos relatos, lejos de rematar ninguno de los temas que abordan, vienen por el contrario a ilustrar su infinita y diversa complejidad, su amplio abanico de posibilidades.

Esto es lo que hace de la ciencia ficción de nuestros días quizá el último reducto en el que, por muy lleno que esté, aún tiene cabida la ficción misma.

BARRY N. MALZBERG

EDWARD L. FERMAN