Capítulo 44

Domingo, 5 de septiembre de 1999, 10:18 PM

Interior del estado de Nueva York

Me pregunto adónde llevan ahora a Anatole. O, más bien, adónde está dejando Anatole que le lleven. Tendría que habérmelo esperado. Al menos me he reservado mi opinión porque presumía que Anatole debe saber lo que se hace. Tras aquel momento que compartieron Anatole y Benison, han desaparecido mis dudas. La muerte de Benison fue una pena, y sé que Anatole lo lamenta, pero su camino siempre ha estado cuajado de peligro, decepciones y desengaños.

¿Quién pretende engañar a quién?

Supongo que ya veremos.

Quienquiera que sea este intruso en nuestro seno, no obstante, está claro que posee buenos contactos. Contactos que Anatole ha sabido utilizar para procurarse ropa, billetes de avión y más. Supongo que se rascan la espalda mutuamente aunque, dado que Anatole es el convidado a mimar, me imagino que será él quien imponga sus condiciones.

También presiento que mi amigo se siente nervioso, algo que no estoy acostumbrado a asociar con él. Por una vez no está seguro del curso de acción a seguir aunque, en el pasado, esta inseguridad se ha basado siempre en la presunción del fracaso. Presiento que sospecha que cabe la posibilidad de tener éxito, y eso es lo que le pone nervioso... ¡el eterno pesimista al borde de la victoria!

Albergo mis reservas respecto a estas esperanzas, claro está, pero él se limita a responder que no viajamos a ningún lugar de la Tierra. Nos dirigimos al infierno y, si tenemos suerte, estaremos todos condenados.

No negaré que esto me pone algo nervioso a mí también.

Me parece que las Noches Finales se aproximan.