Capítulo 15
Miércoles, 28 de julio de 1999, 11:59 AM
Catedral de san Juan el Divino
Ciudad de Nueva York
El escultor se encorva ante su obra. Trabaja sin descanso en las profundidades de la montaña mientras le observo. Se creía a solas con sus materiales, pero también éstos le observaban.
Su obra es un pequeño universo. O puede que un portal a uno mayor.
Sangre de lobo, ojo de mangosta, alma de bruja, todo ello moldeado por las manos de un hechicero dirigido por una paloma y un dragón. También ellos lo han ocultado, pues su verdadero señor sigue buscándolo.
¿Se habrá escondido en la creación?
El amo que no tiene nada que ver con ella, que no se la merece, lo encontrará pronto. ¿Debería importarme?
Creo que sí. Esta creación ha de ser hallada y, aunque puedo verla y sentirla, no sé cómo.
Se ha convertido en su obra. Un artista se crea a sí mismo una y otra vez a través de su obra, adonde va a para una parte de él. Esta roca... forma parte de una legión. Profeta ahora para los brujos inmortales. Altar y osario para los lobos. Ambos, todos, profundos hasta que lo que ven se torna conocido.
Luego cesan. Yo nunca he disfrutado de ese privilegio, nunca he sido capaz de detenerme mientras siguiera sintiéndome cómodo. Siempre desentraño más de lo que debería ver, o de lo que se supone que debería haber visto, para después verme obligado a trazar esos diseños en un cerebro inmortal, mas aún de carne.
Familiaridad. Conexiones. La sangre fluye de la montaña en una arteria tan vasta como el túnel que la surca y se estira hasta lo infinito. La mangosta rodea el mundo. El pez dragón la sigue de cerca.
¿Ésta es la respuesta?
La música de las esferas suena para todos nosotros.
¿Se disiparán estas conexiones? ¿Cabrán aún más? ¿Serán demasiado estridentes las súplicas de los lobos y ahogarán los mensajes? ¿Se los puede domar?
¿Será una seductora la bruja? Continuó su vida por medio de encantos carnales. Como éste. ¿Hará lo mismo para reclamar lo que era?
La paloma vuela.
La perra blanca corre.
El áspid negro se retuerce.
El hijo de la mangosta baila.
Recorren tantas sendas diferentes, cruzan tantos lugares y tiempos distintos. ¿Cuál es mi ruta?
Si la solución a un enigma tan simple es así de vaga, ¿qué oportunidad tendré de conocer al dragón?