Capítulo 11

Jon estuvo de regreso esa misma tarde y lo primero que dispuso fue el interrogatorio de Rick Evans. Erin sabía que aquel momento llegaría tarde o temprano y le molestaba no poder hacer nada al respecto. Había una cosa que le quedaba por hacer y por eso se disponía a hablar con Jon.

Entró a la oficina, lo encontró solo. Era el momento oportuno. Se acercó a él con una sonrisa, pero se le borró de la cara rápidamente cuando él le mostró el sobre con la evidencia que había dejado olvidada en una de las gavetas.

—Jon…

—¿Qué significa esto, Erin? El sobre lleva tu nombre, lo vas a enviar a Quantico para un análisis forense. —Se llevó una mano a la cintura—. ¿Por qué no sé nada de esto? No aparece en los informes que acabo de leer. ¿Tiene que ver con el caso?

—¿Has visto su contenido?

—No, esperaba que tú misma me dijeras qué es.

Erin sintió demasiado calor de repente, por lo que se quitó la chaqueta; se sentó y tras suspirar hondo dijo:

—Planeaba mandarlo a Quantico en secreto —confesó—. Es una amenaza anónima.

Jon rodeó el escritorio y se sentó en la silla a su lado.

—¿Hacia ti? ¿Por qué alguien tendría que amenazarte justamente a ti?

—Lo que dice en el anónimo es que debo alejarme de Rick Evans porque nadie va a impedir que pague por sus crímenes…

—¡Espera, espera! —Jon alzó la mano y la obligó a detenerse—. ¿Alejarte de Rick Evans? ¿Qué diablos significa eso?

Erin tragó saliva, aún no le había contado el resto, y Jon ya estaba molesto.

—Jon, sé que no actué acorde a las reglas, pero no me arrepiento de nada…

—Erin, ¿qué hiciste?

—Me acerqué a Rick para conocerlo; su hermano me pidió que lo hiciera; creyó que si veía cómo era él me convencería de que era inocente.

—¡Cielos, Erin, no lo puedo creer! ¡Me marcho por unos pocos días y haces esto! ¿Dónde queda Jesse en todo este asunto?

—Jesse no sabe nada, no te enfades con él. Iba a la casa de Rick por las tardes cuando me marchaba de aquí; pasé algunas horas con él y te puedo asegurar que ese muchacho no es capaz de matar a nadie.

—Deja que sea la justicia la que decida eso. —Se puso de pie, dio un par de vueltas por la oficina y la miró una vez más—. Vamos a interrogarlo; sabes que debemos hacerlo.

—Sí, y por eso quiero pedirte un favor.

—No estás en condiciones de pedir nada, es más, debería sancionarte por lo que has hecho, pero si yo mismo he pasado por alto algunas reglas, no puedo juzgarte; sólo dime una cosa, ¿por qué lo hiciste?

—Tyler me lo pidió; sabes mejor que nadie que lo único que desea es demostrar la inocencia de su hermano.

—¿Tyler? —Jon alzó una de sus cejas—. ¿Ya no es el comisario Evans para ti?

Erin no pudo evitar sonrojarse.

—Trabajamos juntos, no veo qué hay de malo en llamarlo por su nombre —dijo para justificarse.

—No, si lo que me asombra no es que lo llames por su nombre, sino el brillo en tus ojos cuando hablas de él.

—Jon, por favor. —Agachó la mirada; Jon estaba tratando de ahondar en sus sentimientos, y aquello la incomodaba.

—No tengo tiempo ahora para entrar en el terreno personal, ya hablaremos más tarde. —Se cruzó de brazos y forzó una sonrisa cuando ella alzó la vista—. ¿Qué es lo que me quieres pedir?

—Deja que esté presente cuando interrogues a Rick; él me conoce y me tiene confianza.

—No lo sé, Erin, creo que estás demasiado involucrada en el asunto —espetó desaprobando su conducta una vez más.

—Rick es especial; no creo que deba ser sometido a semejante presión por gente desconocida. Si me dejas estar presente, prometo guardar silencio, lo único que quiero es estar cerca.

Jon finalmente accedió a su petición con la condición de que él fuera quien hiciera las preguntas.

Unos minutos después, Jesse entró a la oficina con buenas noticias. Habían logrado identificar a la víctima. Se trataba de Ruthie Quarrymen, de diecisiete años de edad. Hija única e integrante del coro de la iglesia; además, asistía a la misma escuela que Priscilla y Katie.

Todos concordaron que allí se encontraba la conexión entre las tres víctimas. Se hizo una lista de las clases que compartían las tres y los amigos que tenían en común.

A partir de ese momento, y a la falta de un sospechoso tras las rejas, la investigación se centraría en la secundaria católica Bishop Carrol. Tras descartar a Nick Harper, sólo quedaba un camino por recorrer: saber si las habladurías de la gente de Wichita eran infundadas o no.

Rick Evans era, en ese momento, el sospechoso de mayor peso; si bien era cierto que no había indicios claros en su contra, una condena por agresión y haber regresado a la ciudad justo antes de que se cometiera el primer crimen eran motivos suficientes para, al menos, hacerle algunas preguntas.

* * *

Cuando Jon Kellerman llegó a la casa de los Evans, acompañado por el agente Widmore, Tyler supo que ya nada podría detener lo inevitable.

Fue todo muy rápido; le dijeron que debían interrogar a Rick por los tres asesinatos y, a pesar del llanto de Mimie, su hermano fue llevado a la estación para prestar declaración.

No se le permitió a Tyler acompañarlo, por lo que se fue en su camioneta tras calmar a Mimie y decirle que todo iba a estar bien. Le prometió traer a Rick de regreso, pero dudó de poder cumplir su promesa.

Siguió el auto de Jon Kellerman muy de cerca. Podía ver la cabeza de Rick, ubicado en la parte trasera junto al agente Widmore.

Erin no había ido; Tyler sabía que Rick estaría más tranquilo con Erin a su lado.

Mientras conducía pensaba en la escena de esa mañana; el cuerpo brutalmente golpeado de Ruthie Quarrymen no se apartaba de su mente, tampoco la salida de Rick durante la madrugada y los zapatos sucios con lodo.

Ni siquiera podía pensarlo; era demasiado doloroso como para hacerlo.

Rick era inocente.

Repitió la frase muchas veces, como un modo de creer que así sería más sencillo convencerse.

Pero la imagen de los cadáveres golpeados se mezclaron con la de Brittany Hall; ella también había sido golpeada salvajemente, y había sido su hermano. Él mismo lo había encontrado con las manos y la ropa manchadas de sangre al lado del cuerpo inconsciente de la muchacha. Y Rick le había dicho que no sabía por qué la había atacado; el momento en que la furia se desató, se había borrado de su mente para siempre. Pero había habido pruebas contundentes en su contra y cuando Brittany se recuperó de la golpiza declaró que Rick la había atacado porque ella se había rehusado a ser besada por él.

El juicio no duró mucho y el veredicto fue categórico.

Culpable.

Y así Rick pasó cuatro años confinado en una clínica para enfermos mentales, donde cada semana Mimie y él iban a visitarlo.

No estaba preparado para pasar por todo aquello nuevamente; sabía que Mimie no lo soportaría, se moriría de tristeza si perdía a Rick una vez más.

Apretó el volante y soltó una bocanada de aire.

Rick era inocente… Tenía que ser inocente.

* * *

Los periodistas apostados fuera de la estación se abalanzaron sobre Rick como la bestia más salvaje se lanza sobre su presa. Jon apenas pudo hacer algo por protegerlo del asedio, si no hubiera sido por Tyler que los alcanzó enseguida y logró atravesar la corta distancia hasta la puerta cubriendo el cuerpo de su hermano con el suyo, la prensa se habría salido con la suya.

En ese momento, sacarle una palabra a Rick Evans valía oro para ellos.

Jon entró a la estación detrás de ambos hermanos y, tras cerrar la puerta, lanzó un hondo suspiro.

—No sabía que esto se pondría así en mi ausencia.

Tyler se dio vuelta y le lanzó una mirada furibunda.

—Todo es por culpa de los chismes de gente perniciosa —dijo, y dio a entender que no se refería solamente al acoso periodístico.

Jon no dijo nada, se acercó y tocó a Rick en el brazo.

—Acompáñame, muchacho.

Rick no se movió del lado de su hermano.

—Rick, puedes confiar en el agente Kellerman. —La voz serena de Erin hizo que Rick alzara la cabeza.

Tanto Tyler como Jon sintieron el cambio de actitud en él. Ver y escuchar a Erin había hecho que Rick aflojara la tensión de todo su cuerpo.

Erin se acercó, miró a Tyler y le partió el alma ver cuán preocupado estaba por su hermano.

—Todo estará bien —le dijo. Tomó la mano de Rick—. ¿Vienes conmigo?

Rick asintió y mansamente se dejó llevar por Erin.

Jon no lo podía creer, sacudió la cabeza y los siguió a ambos hasta la oficina que esa mañana se convertiría en la sala de interrogatorios.

Tyler atinó a acompañarlos, pero fue de inmediato detenido.

—Espere aquí.

Tyler se quedó viendo cómo los tres entraban a la oficina y cerraban la puerta. Lo estaban alejando de su hermano, de la posibilidad de protegerlo como no lo había hecho en el pasado.

Charity se levantó de su escritorio.

—¿Le apetece un café, comisario?

Pero Tyler ni siquiera la escuchó, se dejó caer en una de las sillas y clavó los ojos en la puerta de madera que se había cerrado para él apenas un par de segundos antes.

Erin hizo que Rick se sentara, él no quería soltar su mano y miró a Jon esperando su permiso para quedarse a su lado.

Jon no pudo negarse, parecía que Erin se había convertido para él en más que una simple terapeuta.

—Bien, comencemos. —Se sentó en la silla ubicada al frente y apoyó los codos arriba de la mesa—. Rick, voy a ser franco contigo, soy de las personas que no se deja llevar por las habladurías de la gente, pero si estás hoy aquí es porque existen ciertas pruebas circunstanciales que podrían relacionarte directamente con los tres homicidios.

Rick apretó la mano de Erin con fuerza. Ella puso su otra mano encima y le sonrió. Articuló una palabra con sus labios, que Jon alcanzó a entender como «tranquilo», y Rick asintió con un leve movimiento de cabeza.

—Dime, ¿conoces a Priscilla Caller? —preguntó sacando de la carpeta del caso una foto de la joven.

Rick miró la imagen y negó con la cabeza.

Jon le mostró entonces la foto de Katie Lorenz. Rick se detuvo más mirando la foto de Katie.

—¿La conoces?

Rick asintió.

—Era compañera de Brittany Hall en el coro de la iglesia.

Jon y Erin se miraron, aquella información no la tenían.

—¿Cuándo fue la última vez que la viste?

—No lo recuerdo, pero no creo haberla visto después de mi regreso a la ciudad —respondió un tanto inseguro Rick.

—Bien, ¿y qué me dices de ella? —Sacó la foto de la tercera víctima, Ruthie Quarrymen.

La respuesta de Rick en esta ocasión fue rápida.

—No, jamás la he visto.

Sin embargo, Jon notó su nerviosismo y eso le dio pie para seguir preguntando.

—¿Podrías decirme qué sucedió exactamente hace cinco años cuando atacaste a Brittany Hall? ¿Por qué lo hiciste?

Rick se movió inquieto en su silla. Erin entonces habló.

—Rick, tranquilo. El agente Kellerman sólo quiere ayudarte; mientras más sepa de tu pasado más fácil será descartarte como sospechoso. —Lo obligó a que la mirase—. Responde, nada va a pasarte, te lo prometo.

Erin temía alguna reacción violenta de su parte, ya había pasado por algo similar cuando había intentado hacerle la misma pregunta.

—Fue… fue… después de una fiesta. —La voz de Rick era temblorosa—. Brittany y sus amigos se habían burlado de mí esa noche. Ella sabía de mis sentimientos; sabía que me gustaba y no le importó contárselo a todo el mundo para que se rieran de mí.

—Continúa —pidió Jon cuando él se detuvo.

—Me fui y me quedé vagando cerca… Entonces la vi. Brittany salía de la fiesta sola; cruzó el camino que conducía al parque, y la seguí. No me gustó que se fuera hasta su casa sola en medio de la noche.

—¿Seguiste a Brittany para protegerla?

—Sí, pero todo se complicó…

—Continúa.

Rick guardó silencio unos segundos.

—Me acerqué a ella y me pidió que me alejara, que no tenía ganas de verme.

—¿Qué hiciste entonces?

—No lo recuerdo muy bien… Esa noche se ha vuelto una nebulosa en mi mente; lo único que recuerdo son sus gritos y un constante golpeteo que resuena aquí. —Se tocó las orejas.

El ruido de sus manos que castigaba el cuerpo de Brittany.

Erin podía comprender por qué aquella terrible escena se había borrado de su mente; ella había hecho lo mismo.

—Bien, cálmate, Rick. Ya sabemos lo que sucedió esa noche, el hecho de que no lo recuerdes bien se debe solamente a un proceso de autodefensa —dijo Erin atrapando sus manos una vez más.

Pero Rick movió la cabeza enérgicamente.

—¡No… no es eso!

—Rick —intervino Jon al comprobar que el muchacho se estaba poniendo demasiado nervioso—, ¿por qué no recuerdas con exactitud esa noche, según tú?

—Son las lagunas mentales que sufro. Ellas hacen que me olvide de todo; me hacen hacer cosas que luego no recuerdo.

Erin deseó que aquellas palabras no hubieran salido jamás de la boca de Rick. Vio el brillo en los ojos de Jon y supo que Rick estaba perdido.

—¿Desde cuándo sufres esas lagunas mentales?

—Han estado conmigo desde siempre, sólo que en los últimos tiempos se han intensificado; el doctor me ha dicho que es un efecto colateral de los medicamentos que tomo.

Jon miró a Erin, y ella asintió. Ya no había dudas de que alguna de las drogas que Rick ingería le provocaba aquellas lagunas mentales.

—Rick, voy a hacerte una pregunta muy simple. ¿Dónde estabas anoche?

Rick se negó a contestar, miró a Erin.

—Contesta, Rick, sólo di la verdad —le pidió ella notando su angustia.

—Me acosté después de cenar; recuerdo que había dejado de llover…

—Así es.

—Unas horas después, mi hermano Ty me despertó en medio de la noche. Cuando abrí los ojos, descubrí que estaba vestido y tenía los zapatos llenos de lodo.

Se hizo un silencio sepulcral en la oficina. Erin sólo pudo apretar las manos de Rick para que dejaran de temblar.

—¿Qué hiciste con los zapatos y la ropa que llevabas?

—No lo recuerdo, supongo que me deshice de ellas, esta mañana ya no estaban —respondió con la cabeza gacha.

—Muy bien, Rick, creo que ya hemos terminado —dijo Jon de repente.

Erin lo miró y supo que lo que había temido iba a suceder.

Jon se puso de pie, Erin lo imitó y se fue a un rincón a hablar con él.

—Jon…

—Voy a enviar a los forenses a la casa de los Evans; hay que hallar los zapatos y la ropa que llevaba Rick anoche.

Erin echó un vistazo a Rick que permanecía sentado con la cabeza escondida entre las manos.

—¿Qué sucederá con él?

—Tendrá que quedarse aquí; por ahora es nuestro único sospechoso y debemos tratarlo como tal.

Erin tocó el brazo de su jefe y amigo.

—Jon, por favor, ten en cuenta su condición.

—La tendré, Erin, pero entiende que debo actuar según las reglas y estas me dicen que podemos detenerlo mientras recolectamos las pruebas en su contra.

—¡Rick no lo hizo!

Rick la miró cuando ella alzó la voz.

—Si es así, lo dejaremos ir, pero la ley nos concede el derecho de retenerlo al menos por veinticuatro horas y es lo que haremos.

Erin no iba a seguir discutiendo, porque sabía que no tenía caso. Jon tenía razón, estaban siguiendo el procedimiento normal, pero que Rick Evans fuese el sospechoso le provocaba un nudo en el estómago.

Y aún debían decírselo a Tyler.

—Deja que sea yo quien se lo comunique a su hermano.

—Está bien, como quieras.

Erin echó un último vistazo a Rick, él le dedicó una tibia sonrisa y ella se sintió peor. Lo estaba abandonando, eso era exactamente lo que sentía, pero no tenía otra opción.

* * *

Cuando escuchó el chirrido de la puerta, Tyler se levantó de la silla como un resorte.

Miró el rostro cansado de Erin y supo que no le traía buenas noticias.

Ella se acercó y lo miró a los ojos.

¿Cómo se le decía a alguien que su hermano sería detenido como sospechoso de tres homicidios? No era la primera vez que le tocaba pasar por aquel difícil trance, sin embargo, nunca antes en su vida le había costado tanto encontrar las palabras correctas, las que dolieran menos.

—¿Qué sucedió allá dentro? —preguntó Tyler al ver que Erin no decía nada.

Ella tragó saliva.

—Rick nos contó lo de anoche…

Para Tyler, oír aquello fue como si alguien le hubiese arrojado un balde de agua helada en pleno rostro. No podía ser verdad… Rick no pudo haberlo hecho. Se llevó nerviosamente una mano a la cabeza.

—Nos dijo que tú lo habías despertado en medio de la noche y que llevaba la ropa puesta y los zapatos llenos de lodo.

¡Dios! ¡Rick acababa de cavar su propia tumba! Los federales no tendrían piedad con él.

—Rick… no es consciente de lo que hace, tú lo sabes, Erin. —Sus ojos grises suplicaban no sólo comprensión, sino también apoyo—. ¡Son esas malditas lagunas mentales!

—Lo sé y estoy segura de que Rick es inocente, pero no podemos hacer nada por ahora. Jon está esperando la orden del juez para poder allanar vuestra casa, quiere encontrar los zapatos y la ropa de Rick. —Hizo una pausa y bajó considerablemente el tono de su voz—. Tyler… con respecto a eso, ¿fuiste tú quien se deshizo de las pruebas? Jon supone que Rick lo hizo, pero no lo creo.

Tyler percibió que no había reproches en sus palabras, por eso se atrevió a decirle la verdad a ella.

—Sí, fui yo; arrojé los zapatos sucios al contenedor de basura. No me detuve a pensarlo, lo único que quería era salvar a mi hermano —le confesó demostrándole que confiaba ciegamente en ella, a pesar de ser del FBI.

—No está bien lo que hiciste, sobre todo si los expertos encuentran los zapatos y tienen tus huellas.

—Los limpié muy bien antes de arrojarlos.

Erin asintió.

—¿Qué pasará con Rick ahora?

—Será trasladado a la dependencia policial de Minneha; el comisario Friedman se encargará de su arresto. Jon no cree prudente que permanezca detenido aquí bajo tu jurisdicción.

—¿Arrestarlo?

—Es un procedimiento habitual, lo sabes, tenemos que hacerlo. La declaración de Rick comprometió su situación seriamente; lo importante ahora es probar su inocencia.

Jesse Widmore entró a la estación en ese momento, saludó a Erin con una sonrisa, y al notar la tensión que se respiraba en la pequeña recepción, preguntó qué sucedía.

—Han arrestado a mi hermano por los crímenes —respondió Tyler con ironía—. ¡Finalmente la gente de esta maldita ciudad se ha salido con la suya!

Erin le puso una mano en el hombro, y él la miró.

—¿Quieres ver a Rick antes de que lo trasladen?

—Sí, necesito decirle que toda va a estar bien.

Erin dejó a Jesse y acompañó a Tyler hasta la oficina. Jon dejó a los dos hermanos solos para que pudieran hablar.

Rick se puso de pie cuando vio a Tyler.

—Les dije, Ty… les dije lo de anoche.

Tyler fue hasta él y lo abrazó.

—Sí, Rick, lo sé, tranquilízate.

En los brazos de su hermano mayor, Rick dejó brotar el llanto que había contenido durante todo ese tiempo.

Tyler lo apartó y lo obligó a mirarlo.

—No quiero que llores, porque no deben verte débil, ¿me has oído? Voy a demostrarle a todo el mundo que eres inocente; te lo prometo.

—Ty… ¿y si no lo soy? No sabemos lo que sucedió anoche… dónde estuve.

—Yo sé que eres inocente y, si dudé en algún momento, te pido perdón —le dijo avergonzado—. Muestra que eres un Evans, hermano. No permitas que este mal momento te destruya. Voy a sacarte de ese lugar mañana mismo si es posible.

—Mimie va a sufrir mucho…

Tyler volvió a abrazar a su hermano. Estaba siendo detenido, acusado de un triple homicidio y él pensaba en el sufrimiento de su querida Mimie.

—Le daré un beso y un abrazo de tu parte —le prometió.

—Dile a Erin que sé que ella no tuvo la culpa de esto.

Tyler también le prometió aquello. La puerta se abrió de repente y Jesse Widmore entró a la oficina.

—Debo trasladar al detenido a Minneha —anunció.

—Se llama Rick —espetó Tyler. Aquel agente petulante cada vez le agradaba menos.

—El comisario Friedman nos espera. —Hizo caso omiso a su comentario y regresó del escritorio con unas esposas—. Vamos, seré yo quien te lleve hasta allí.

Tyler lo detuvo.

—No son necesarias las esposas.

—Es el procedimiento —respondió Jesse colocando las esposas en las muñecas de Rick.

—Toda estará bien, Rick.

—¡Dile a Mimie que la quiero! —le gritó el menor de los Evans antes de abandonar esposado la oficina.

Tyler se apoyó en el escritorio porque de repente las piernas comenzaron a flaquearle.

Escuchó los murmullos de los periodistas mientras Rick era sacado de allí como si fuera un criminal.

Dio un suspiro lastimero.

Le había fallado cuando se había jurado que ya no lo haría.

¿Qué le diría ahora a Mimie? Pensó en la mujer que los había cuidado los últimos treinta años y la angustia en su pecho sólo se agigantó.

Erin y Jon entraron a la oficina y trató de incorporarse.

Erin notó su estado y reprimió las ganas de acercarse y abrazarlo.

—Enviaré ahora mismo a los forenses a su casa, comisario Evans —anunció Jon levantando el teléfono—. El juez ordenó el allanamiento; mientras menos tiempo perdamos, mejor.

—Voy yo también, no quiero que los oficiales asusten a Mimie.

Jon le lanzó una mirada interrogante a Erin.

—Mimie es la mujer que vive con ellos, es como su madre —le explicó Erin volviendo a posar sus ojos en el rostro consternado de Tyler.

—Bien. ¿Vienes con nosotros?

—No, Jon, prefiero quedarme aquí para trabajar en mi perfil —le informó. La verdad era que no tenía valor para enfrentar a Mimie cuando le dijeran que su Rick había sido arrestado.

Una vez que Jon envió a los forenses a la casa de los Evans, Tyler y él abandonaron la estación de policía, y dejaron a Erin inmersa en su trabajo.

* * *

Eran más de las de las dos de la tarde cuando Charity entró a la oficina con una segunda taza de café.

—Parece que están tardando demasiado —comentó la secretaria al ver las sillas vacías.

—Sí, es normal —respondió Erin, y levantó un segundo la vista de los papeles que llevaba horas estudiando.

—¿Desea algo más? Si quiere puedo ir hasta la cafetería de aquí al lado y buscarle un bocadillo.

Erin le sonrió.

—Gracias, Charity, pero no tengo apetito, creo que todo lo sucedido esta mañana ha cerrado mi estómago.

—Lamento lo del hermano del comisario, aunque sé que todos en la ciudad están encantados con su arresto —comentó Charity dejando la taza de café en medio de la decena de carpetas que Erin tenía abiertas y desparramadas sobre el escritorio.

—Todas esas personas están siendo injustas con él; lo acusan sin tener prueba alguna.

El teléfono sonó, y Charity volvió a dejarla sola. Erin levantó el tubo y, cuando nadie respondió, supo que algo andaba mal.

—¿Quién es?

Ella podía escuchar el sonido pesado de la respiración del otro lado de la línea.

—¡Hable!

La persona que estaba del otro lado de la línea se quedó en completo silencio, ya ni siquiera alcanzaba a oír su respiración.

Unos segundos después, le cortó.

Erin colocó el teléfono en su sitio. No podía estar segura al ciento por ciento de que quien había llamado era la misma persona que la había amenazado arrojando la piedra contra su ventana, pero le costó mucho concentrarse después de aquel extraño incidente.

Un par de horas más tarde, Jesse regresó de su viaje a Minneha. Tuvo que responder las preguntas de Erin sobre cómo había dejado a Rick.

—Te preocupas mucho por él —comentó sorprendido—. Podría ser un asesino…

—¡No lo es! —saltó Erin levantándose de la silla. Fue hasta la ventana; algunas camionetas de la prensa seguían apostadas en el lugar, muchas menos de las que había antes; seguramente las demás estarían montando guardia fuera de la estación de policía de Minneha donde habían encerrado al pobre de Rick.

Jesse no dijo nada, tomó los papeles que estaba leyendo Erin y le preguntó:

—¿Has avanzado con tu perfil?

Erin negó con la cabeza.

—¿Por qué no?

Apartó la vista de la ventana y regresó a su silla.

—No lo sé; hay algo que no logro comprender. He hecho perfiles psicológicos de asesinos por años, pero nunca antes tuve tantos inconvenientes.

—¿A qué te refieres?

Le mostró un papel en donde había apuntado todo lo que sabía de los tres homicidios: causa de muerte, modus operandi del asesino; los reportes de la policía y el informe de las autopsias. También estaba anotada toda la información que Erin tenía de las víctimas.

—Mi fuerte son los crímenes violentos, no la mente criminal —le dijo devolviéndole el papel.

Erin resopló y leyó el papel una vez más.

—Hay algo que no me cierra con respecto a estos crímenes —dijo—. Una gran incongruencia es el hecho de que el asesino haya actuado con tanta violencia; me atrevería a decir que lo hizo impulsivamente, esto nos habla de un asesino desorganizado; atacó en un momento de furia, lo que explica la saña con la que agredió a las tres jovencitas. Pero, al mismo tiempo, no deja rastros y busca un lugar en donde se siente seguro para deshacerse de los cuerpos; eso lo hace un asesino organizado, no uno que actúa por impulso. ¿Entiendes lo que digo?

—Pues sí, parecería que estuvieras hablando de dos asesinos en vez de uno.

Erin asintió.

—Exacto. Además me parece extraño que no haya abusado de ninguna de las tres; eran jóvenes, hermosas, según el reporte de las autopsias eran también vírgenes; es el deseo de todo depredador sexual; sin embargo, no han sido violadas.

—Bueno, puede que el SuDes sea impotente o encuentre gratificación sexual mediante el poder o la tortura.

—Sí, es lo más probable.

—¿Tienes un perfil ya elaborado? ¿Algo que podamos usar?

—Sólo un tibio esbozo; los crímenes me tienen bastante confundida. —No le mencionó que temía haber perdido sus facultades en el transcurso de los cuatro años que había estado alejada.

—¿Qué es lo que tienes hasta ahora?

—Bien. —Miró la pantalla del ordenador y le leyó los puntos que planteaba en su perfil inacabado—. Es un hombre de entre unos 20 y 35 años; creo que vive solo o que, al menos, pasa la mayor parte del tiempo solo. Necesita de un lugar en donde esconder a sus víctimas hasta el momento de asesinarlas; por eso la soledad es fundamental para él. —Miró a Jesse que la escuchaba con atención—. Por las características de la agresión debió de haber mucha sangre en las escenas de los crímenes y, aunque las víctimas no se defendieron, seguramente porque estaban atadas, debió de hacer también mucho ruido. Una cosa importante que no debemos olvidar; la conexión que existe entre Priscilla Caller, Katie Lorenz y Ruthie Quarrymen. Las tres estudiaban en la misma secundaria y dos de ellas, Katie y Ruthie, formaban parte del coro de la iglesia.

—Tiene sentido lo que dices, pero olvidas algo: Rick Evans.

—Rick no es el asesino; no encaja con el perfil…

—Tú misma has dicho que no estás muy convencida con él —le recordó.

—Sí, pero es imposible que Rick lo hubiera hecho; vive con su hermano y una mujer que está pendiente de él todo el tiempo; no tiene la capacidad de planificar algo así; cuando atacó a Brittany Hall hace cinco años lo hizo en medio de un arranque de ira; no actuó con premeditación.

—Quizá hay alguien que lo ayuda y cubre sus crímenes; esa puede ser la explicación que cierre tu teoría.

Erin negó con la cabeza. Era imposible pensar en semejante posibilidad. A pesar de que el mismo Tyler le había confesado que había limpiado los zapatos cubiertos de lodo de su hermano, sabía que él no sería capaz de cubrir a Rick si él hubiera cometido los asesinatos.

La hipótesis de Jesse carecía de todo sentido.

—Acepto que, hasta el día de hoy, las pruebas que teníamos en contra de Rick Evans eran sólo circunstanciales, pero, si logramos probar que el lodo de sus zapatos es el mismo hallado a la orilla del río Arkansas tras el asesinato de Ruthie Quarrymen, estará en serios problemas —puntualizó Jesse seriamente.

Y Erin lo sabía, por eso esperaba nerviosa el regreso de Jon.