23
La muerte de Pototsky saltó a las portadas de los periódicos. Fue inevitable, pero un mal necesario. Por poco, la agente Dana no llegó a contarlo con sus palabras.
El revuelo provocó que la Policía investigara a fondo el origen de lo sucedido, creyendo que se trataba de una conspiración relacionada con Vólkov y las organizaciones criminales rusas que operaban en el la Costa del Sol. Por desgracia para muchos, el ucraniano se llevaba consigo un puñado de secretos de Estado que jamás verían la luz, pero eso no pareció afectar a Escudero, la cual parecía contenta de haberse quitado de encima a aquel cretino. Y no solo eso. Le había ganado el pulso a Navarro.
En cuanto a Ponce, la agente estaba en deuda con él.
Tras abandonar el edificio, escaqueándose de la confusión que rondaba los alrededores de la entrada, no volvieron a hablar sobre el asunto entre ellos, ni tampoco con sus superiores. La versión oficial, tal y como había declarado el agente, era que Pototsky había caído al vacío por accidente, al intentar huir de la agente Laine. Dana confirmó el testimonio, apoyándose en la versión de su compañero. En ningún momento llegó a preguntarle por qué lo había decidido así, aunque entendió que tuviera sus razones.
Los buenos agentes de campo eran quienes nunca manchaban su historial.
Respecto a ella, y para fortuna propia, los inspectores Olmos y Llanos no volvieron a molestarla. El Comisario no tardó en remitir el informe sobre Pototsky, ayudando a atar los cabos de la investigación, a la vez que desvelaba la identidad de la recién incorporada agente.
La noticia llegó como un bálsamo.
El desafortunado golpe que Pototsky le había propinado, solo le dejó una leve contusión en las costillas. Había estado cerca de romperle una vértebra, pero todo quedó en un susto.
Dos días después de la pérdida del ucraniano, Dana regresó a las oficinas del CNI para reunirse con Escudero. A pesar de todo, no lograba aceptar que su corta estancia había terminado. Habían sido jornadas muy intensas, quizá más de lo que hubo imaginado mucho tiempo atrás, pero la idea de regresar al centro de entrenamiento, simplemente, era desalentadora.
—Debo reconocer que ha hecho un trabajo sobrio, para ser su primera vez en el campo —dijo Escudero, sentada en el sillón de piel de su despacho. Dana la escuchaba, vestida con vaqueros y chaqueta de cuero. Podía palpar la desidia del adiós en el interior de esa habitación. Solo quería que esa mujer terminara de una vez su insulso discurso—. Sentimos que haya tenido que pasar por esto, pero… la vida es así, en ocasiones, y más en un trabajo como el que hacemos.
—Lo entiendo. No pasa nada, señora.
Escudero hizo una mueca y miró al informe de la agente que había sobre su escritorio.
—¿En qué está pensando, agente Laine?
La pregunta la desconcertó.
—En nada, señora —dijo pestañeando.
Escudero juntó las manos y acercó la cabeza.
—¿Estaría dispuesta a incorporarse al centro?
El calor de una estufa salió del interior de su chaqueta.
—¿Cuándo?
—Lo antes posible —sentenció—. Estoy segura de que necesita un poco de tiempo… para asimilar ciertas cosas.
Dana se quedó en blanco. No era un examen, ni una prueba psicológica. Escudero hablaba en serio y no podía creer que fuera a ingresar sin haber terminado la formación.
—Agradezco su proposición —dijo casi sin palabras.
Las manos le temblaban de los nervios. Intentó ocultarlas bajo la mesa.
—¿Pero?
—No hay ningún pero… Estaré aquí cuando me lo notifique.
Los labios de la superior dibujaron una sonrisa.
—Bienvenida a bordo, agente Laine —dijo y le ofreció la mano—. No será fácil, pero me alegra que haya tomado la decisión acertada. ¿Algo más?
—Ahora que lo dice… Sí. ¿Qué le ocurre al agente Ponce? ¿Es siempre así?
Escudero tensó los hombros.
—Perdió a su compañero de campo hace diez años —explicó reticente—. Hay cicatrices que no cierran.
A solas, en la cafetería del edificio, dio el último trago de una lata de Coca-Cola Zero cuando escuchó unos pasos que se aproximaban.
—Enhorabuena, agente —dijo la voz grave y varonil de Ponce. Como cualquier otro día, llevaba el mismo uniforme de siempre aunque, en esta ocasión, había cambiado los zapatos negros por unos Castellanos burdeos con una borla—. ¿Está esperando a alguien?
Dana levantó la vista y negó con la cabeza. Desde el asiento, la figura de Ponce era más grande todavía, como si pareciera uno de esos héroes con capa que protagonizaban las películas del cine. Sin embargo, Ponce tenía poco de héroe y algo de villano. Lo único que le salvaba era su sentido del humor… y que trabajaba para el lado de los buenos.
—Gracias… Escudero me ha dado el día libre.
—Genial —dijo y buscó, sin éxito, una posición cómoda. Era demasiado corpulento para la silla—. Será el último que tengas en mucho tiempo. ¿Qué piensas hacer con él?
—No lo sé.
El agente se frotó el mentón.
—Ya… Te entiendo —contestó nostálgico. Llevaba demasiados años fingiendo una vida normal—. Yo tampoco sabría qué hacer.
—Descansar, supongo —añadió ella al ver que su compañero se hundía lentamente—. Por cierto…
La expresión del agente volvía a ser fría como una pared recién pintada. Escuchaba con toda su atención.
—¿Sí?
—Gracias, de nuevo —respondió ella con voz quebrada. No estaba cómoda haciéndolo. Ahora que Escudero le había contado su secreto, no quería llevarse mal con él. Pensó que todas las personas cargaban con un capítulo oscuro que nunca llegaban a cerrar, y sintió que rompía un pacto de silencio que habían acordado, aunque ninguno de los dos mencionara una palabra—. No te dije nada.
Ponce gruñó, suspiró y se puso algo nervioso. Después movió el cuerpo.
—Eres la primera compañera que voy a tener en toda mi carrera —comentó apoyando la cabeza sobre su mano y le cruzó una mirada demoledora—. Espero que nos llevemos bien.
Dana sonrió. En el fondo, eso era lo que le intimidaba. Trabajar con una mujer.
—Claro —dijo con tono burlesco—. No habrá problema.
—La próxima vez, hazme caso. Eso es todo… ¿Te gusta el fútbol?
Ella miró hacia otro lado.
—Lo siento.
—Mierda… —dijo el agente—. Me temo que tenemos mucho trabajo por delante…
Ambos empezaron a reír.
Dana esperó estar a la altura.