Agradecimientos

La fuente de este río en particular no es tan fácil de encontrar, pero mi primer agradecimiento tiene que ser para Lizzy Kremer y Harriet Moore, proveedoras de extrañas ideas y firmes opiniones, exigentes listas de lecturas e inagotable apoyo.

Encontrar la fuente fue una cosa; seguir el curso del río, otra muy distinta: gracias a mis excepcionales editoras, Sarah Adams y Sarah McGrath, por ayudarme a encontrar el camino. Gracias también a Frankie Gray, Kate Samano y Danya Kukafka, por todo su apoyo editorial.

Gracias a Alison Barrow, sin cuya amistad y consejo tal vez nunca habría conseguido superar los últimos dos años.

Por su apoyo y su ánimo, sus recomendaciones de lecturas y sus brillantes ideas, gracias a Simon Lipskar, Larry Finlay, Geoff Kloske, Kristin Cochrane, Amy Black, Bill Scott-Kerr, Liz Hohenadel, Jynne Martin, Tracey Turriff, Kate Stark, Lydia Hirt y Mary Stone.

Por sus sorprendentes y hermosos diseños de cubiertas, gracias a Richard Ogle, Jaya Miceli y Helen Yentus.

Gracias a Alice Howe, Emma Jamison, Emily Randle, Camilla Dubini y Margaux Vialleron, por todo su trabajo para que este libro pueda leerse en docenas de idiomas distintos.

Gracias a Markus Dohle, Madeleine McIntosh y Tom Weldon.

Por sus observaciones profesionales, gracias a James Ellson, exintegrante de la policía del área metropolitana de Manchester, y a la profesora Sharon Cowan, de la Facultad de Derecho de Edimburgo. Huelga decir que cualquier error en lo relativo a procedimientos legales o policiales es únicamente mío.

Gracias a las hermanas Rooke, de Windsor Close, por una vida de amistad y dedicación.

Gracias al señor Rigsby, por todos sus consejos y sus críticas constructivas.

Gracias a Ben Maiden, por ayudarme a mantener los pies en el suelo.

Gracias a mis padres, Glynne y Tony, y a mi hermano Richard.

Gracias a todos y cada uno de mis sufridos amigos.

Y gracias a Simon Davis, por todo.