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--¡Ahí está! --dijo Mason al ver aparecer finalmente al Amenhotep entre la oscuridad. Se puso de pie en la popa de la lancha y agitó los brazos.
--He estado pensando --dijo Lara--. ¿Por qué deberían pararse por nosotros? Después de todo, le has pagado al capitán nuestros pasajes hasta Sudán.
--Le pagué la mitad --contestó Mason--. Se gana la otra mitad cuando lleguemos a nuestro destino. --Le dedicó una sonrisa encantadora--. Puede que no se me dé bien el espionaje, pero sé cómo regatear en el tercer mundo. --El Amenhotep redujo la velocidad al acercarse a ellos y el capitán se asomó a la barandilla.
--Creía que todavía estabais a bordo --les dijo.
--Mi esposa me esperaba en Asuán --mintió Mason con naturalidad--. Pensé que era mejor evitarla.
--Un momento --dijo el capitán con una risita de complicidad--. Os bajaremos una escalera de cuerda. --Un miembro de la tripulación apareció y le susurró algo al oído. El capitán volvió a asomarse--. Acabo de ser informado de que falta uno de nuestros botes salvavidas. ¿Por casualidad sabéis algo sobre él?
--No lo necesitas --dijo Lara--. Desde que construyeron la Gran Presa el Nilo sólo tiene metro y medio o dos metros de profundidad por casi todas partes. Si tu barco hace agua o se escora, los pasajeros pueden andar hasta la orilla.
--Eso no tiene nada que ver --dijo el capitán--. Es nuestro y lo queremos.
--Ya no lo tengo --dijo Mason--. ¿Qué te parecería quedarte con este de repuesto?
--¿Está el motor incluido? --Los ojos del capitán se estrecharon con codicia mientras calculaba por cuánto podría venderlo.
--Claro --dijo Mason--. ¿Qué iba a hacer con un motor y sin lancha?
--Trato hecho --contestó el capitán. Se volvió hacia el miembro de la tripulación--. Baja la escalera.
Un minuto después Lara y Mason estaban en la cubierta y, un minuto después, el Amenhotep estaba de nuevo corriente arriba, con la motora a remolque tras él.
--Las cuatro en punto --anunció Mason tras mirar su reloj, una vez ambos estuvieron solos de nuevo--. Ha sido una noche muy larga. Creo que me voy a la cama.
--Yo dormí antes de irnos a la Isla Elefantina --contestó Lara--. Me voy a quedar en cubierta un par de horas. Odio ese camarote tan pequeño. Huele mal y me produce claustrofobia.
--¿Claustrofobia? --preguntó Mason incrédulo--. ¿Lara Croft, que se ha arrastrado por sitios aún más diminutos... y más apestosos, todo sea dicho?
--El último lugar por el que me arrastré, como tú dices, se me cayó encima y casi me mata --dijo Lara con una mueca--. Supongo que todavía no lo he superado.
--Date algo de tiempo --dijo Mason mientras se alejaba--. Sólo han pasado unos cuantos días. Te veré por la mañana.
Lara se acercó a la zona de popa donde estaban las tres sillas de madera. Empujó una de ellas hasta estar a medio metro de la barandilla y colocó otra justo enfrente. Finalmente, se sentó, se reclinó sobre la silla hasta que esta quedó en equilibrio a dos patas sobre la barandilla y usó la otra silla como reposapiés.
Las nubes se habían desvanecido y Lara observó las estrellas mientras intentaba asimilar todo lo que le había sucedido desde que se quedó atrapada en la tumba. Casi todo parecía un sueño: la liberación de Set, la deidad malvada, sus esfuerzos para sumir al mundo en la oscuridad absoluta, la batalla, incluso su triunfo final sobre él. Lo único que le parecía muy real era la sensación de estar atrapada, casi incapaz de respirar o moverse, bajo los escombros de la tumba.
Finalmente, decidida a no dejar que los recuerdos de la horrible experiencia la dominaran, comenzó a hacer planes. El lugar más lógico para comenzar la búsqueda del amuleto era Jartún. Había sido el hogar de Gordon durante el último año de su vida. Si era cierto que él o uno de sus hombres le habían robado el amuleto al Mahdi, tenía sentido que lo llevaran de vuelta a Jartún. Después de todo, era la única ciudad bajo control de Gordon, el único lugar protegido, aunque fuera de forma temporal, de las fuerzas del Mahdi.
Pero la mayoría de los hombres del Mahdi eran sudaneses. ¿Por qué no habían entrado tranquilamente, haciéndose pasar por ciudadanos de Jartún, y vigilado a Gordon una vez descubierta la desaparición del amuleto? Y tenían que haber sabido de su desaparición cuando Gordon derrotó al Mahdi en Omdurman.
No piensas con claridad, Lara, se dijo a sí misma. Gordon o sus hombres lo robaron antes de Omdurman, porque si no, no hubieran podido vencer al Mahdi allí, así que tenía sentido pensar que, aparte del Mahdi, nadie sabía nada hasta el final de la batalla. Por eso no pudieron vigilarlo para ver dónde lo escondía.
De todos modos, alguien tenía que saber dónde estaba. Seguro que Gordon lo sabía. Quizá también Stewart o uno de los lugareños, quizá más de uno. ¿Por qué no mandó el Mahdi a sus espías a Jartún para intentar averiguar dónde estaba?
Y entonces recordó todos los libros que había leído sobre Gordon, en clase y por su cuenta. El Mahdi no pudo enviar a nadie a Jartún, ni siquiera a un simple espía. Jartún estaba situada en la confluencia del Nilo Blanco y el Nilo Azul, y Gordon había inundado un canal alrededor de la ciudad, lo que la convirtió literalmente en una isla. Así fue como contuvo a un ejército muy superior durante meses. La ciudad cayó sólo cuando el nivel del agua bajó durante la época seca y el ejército del Mahdi pudo finalmente marchar sobre ella.
Un hombre brillante ese Gordon, concluyó. ¿Quién más habría pensado en inundar las llanuras que rodeaban la ciudad? No sirvió para nada a largo plazo, ya que una columna capacitada para hacer frente a las fuerzas del Mahdi llegó pocos días después de la caída de la ciudad y la muerte de Gordon, pero de todas formas su creatividad era admirable.
Y eso, por supuesto, hacía su tarea mucho más difícil. Encontrar un artefacto escondido hacía más de un siglo en un país relativamente primitivo ya era bastante complicado; pero encontrar uno que había sido escondido por un hombre del intelecto de Gordon... eso iba a requerir trabajo duro y estudio intensivo. Tendría que leer todo lo que el hombre había escrito, todo lo que se había escrito sobre él, hasta que supiera exactamente cómo funcionaba su mente. Y aun así, necesitaría más que trabajo y estudio... necesitaría suerte. Toneladas de suerte.
--Es hora de que hablemos, Lara Croft.
Sorprendida, Lara enderezó la silla y se levantó. Estaba en compañía de los dos árabes fornidos que le habían hablado amistosamente en el restaurante. Ya no parecían tan amistosos. De hecho, uno de ellos, el de menor tamaño, le apuntaba con una Luger. El otro tenía una daga.
Más mahdistas, pensó ella. Deslizó la mano hacia una de sus pistolas.
--No quiero dispararte --dijo el hombre de la Luger--. Levanta las manos lentamente.
--¿Quiénes sois? --dijo ella tras hacer lo que le decían.
--Mi nombre es Hassam. Y este es Gaafar.
--¿Lo has encontrado? --dijo Gaafar mirándola con intensidad.
--¿Encontrado el qué? --preguntó ella inocentemente.
--Por favor, no te hagas la tonta --dijo Gaafar, cuyo dominio de la lengua era un poco mejor que el de Hassam--. No te favorece. ¿Encontraste el amuleto?
--No.
--¿De verdad?
--De verdad --dijo Lara--. Ya ves, no hay razón para matarme.
Los dos hombres se miraron como si la creyeran loca.
--¿Sabes quiénes somos? --le preguntó Gaafar.
--Por vuestro acento, sé que sois sudaneses --dijo ella--. Suponía que erais mahdistas, pero ahora...
--Somos sudaneses --le confirmó Gaafar--. Y no queremos que Sudán, ni el resto del mundo, se vean bañados en sangre. Nos oponemos a los mahdistas.
--No lo entiendo --dijo Lara--. ¿No me acabáis de preguntar por el amuleto?
--Sí.
--Entonces también queréis encontrarlo.
--Sólo para destruirlo --respondió Gaafar--. ¡El mundo no puede tener otro Mahdi! ¡Puede que el próximo sea aún peor!
Lara los observó e intentó decidir si le decían la verdad.
--Si queréis destruir el amuleto --dijo al fin--, sois los primeros.
--Hay más como nosotros --le aseguró Gaafar--. Desde que el Coronel Stewart visitó el Templo de Edfu, nuestra misión ha consistido en vigilarlo. Lo han explorado, medido y estudiado a lo largo de los años, así que sabíamos que si alguien con tu reputación iba allí, seguramente encontraría el Amuleto de Mareish.
--Siento decepcionaros, pero no estaba allí por eso. Ni siquiera sabía de su existencia y no vi nada que se pareciera a un amuleto.
--Te creo --dijo Gaafar al fin tras observarla durante un incómodo instante.
--¿Nos atrevemos a preguntárselo? --dijo Hassam tras observarla a su vez.
--Podemos intentarlo --asintió Gaafar tras considerar la pregunta--. Necesitamos su ayuda tanto como ella necesita nuestra protección.
--¿De qué estáis hablando? --intervino Lara.
--Lara Croft --comenzó Hassam en tono formal--, tienes fama de encontrar aquello que todos dicen imposible de encontrar. ¿Nos ayudarás a encontrar el Amuleto de Mareish?
--Estáis de broma, ¿no? --Los dos hombres intercambiaron miradas, perplejos. Lara hizo un gesto--. ¿Me pedís ayuda... a punta de pistola?
La perplejidad se convirtió en vergüenza.
--¡Mil perdones, Lara Croft! --exclamó Gaafar.
--Toma, aquí tienes --dijo Hassam mientras le entregaba la Luger con la culata por delante. Lara la cogió.
--Ese cuchillo tuyo todavía me pone nerviosa --dijo Lara señalando a Gaafar.
--Ahora nos presentamos ante ti con las manos vacías --dijo Gaafar tras ocultar el cuchillo culpable en su túnica--. Te lo preguntamos humildemente: ¿nos ayudarás a encontrar el amuleto y destruirlo?
--¿Por qué iba a confiar en vosotros?
--Tienes nuestras vidas en tus manos. Te hemos concedido ese poder. ¿Es que eso no prueba nuestra sinceridad?
Lara se lo pensó un minuto. Sea lo que fuera lo que pretendían, matarla no estaba en sus planes o ya estaría muerta. Decidió seguirles el juego por el momento. Si eran de fiar, bien. Si no, les haría desear haberla matado. Le devolvió a Hassam la Luger con la culata por delante.
--De acuerdo. Os ayudaré a encontrarlo --dijo Lara--. Pero no puedo prometeros destruirlo.
--¡Pero debes hacerlo! --dijo Hassam--. Su poder es demasiado grande, demasiado peligroso...
--Tendréis que confiar en que haré lo correcto cuando llegue el momento. Yo confié en vosotros, ¿no? --Los dos hombres se miraron, después miraron a Lara y finalmente asintieron--. Bien. Dejadme que despierte a mi amigo. Querrá ayudarnos también.
--No --dijo Gaafar--. Conocemos la reputación de Lara Croft. No sabemos nada de tu amigo. --Hizo una pausa--. Estás en peligro mientras permanezcas en el Amenhotep. Demasiada gente sabe que estás aquí. Tendremos que dejar el barco pronto y encontrarnos con nuestros compañeros. Vendrás con nosotros y viajaremos a través del desierto hacia Jartún. Tu amigo se quedará en el barco.
--Estáis cometiendo un error --dijo Lara--. Mi amigo es Kevin Mason Júnior, hijo de un arqueólogo que es más famoso de lo que yo seré jamás. No sólo ha seguido los pasos de su padre, sino que probablemente pueda contar con su sabiduría y conocimientos.
--¡No! --repitió Gaafar con dureza--. Nos esperan muchos peligros y dificultades. Puede que tú estés a la altura, pero no sabemos si él lo estará.
--Me ha salvado la vida y ha compartido todos los peligros conmigo --protestó Lara con firmeza--. Es mi amigo. ¿Cómo voy a dejarlo atrás?
--Si te preocupa algo su vida, déjale quedarse en el Amenhotep. Seguro que estarás de acuerdo en que correrá mucho menos peligro si no está a tu lado. Puedes encontrarte con él cuando lleguemos a Jartún, donde podremos proporcionarte mayor seguridad.
--De acuerdo --dijo ella--. Iré con vosotros, pero al menos tenéis que permitirme que le deje una nota a Kevin diciéndole que me voy por propia voluntad, que no he sido secuestrada, e informándole del sitio donde nos encontraremos en Jartún.
--Eso es aceptable.
--¿Cuándo nos vamos? --preguntó Lara.
--Dentro de unos dieciséis kilómetros --dijo Gaafar tras estudiar brevemente la costa--. Con suerte, antes de que amanezca.
--Debemos dejar el barco antes de que alcance el Templo de Abu Simbel --añadió Hassam--. Nos han informado de que un grupo de mahdistas se ha reunido allí. Por supuesto, supondrán que estás a bordo del Amenhotep.
--De acuerdo --dijo Lara--. Iré a escribirle esa nota a Kevin --hizo una pausa, pensativa--. Le diré que nos encontraremos en el Jartún Hilton.
--No --Gaafar negó con la cabeza--. Ese es el primer sitio en el que buscarán.
--El único hotel que conozco aparte de ese es el Aeropole --sugirió Lara--. ¿Qué tal ese?
--Nuestro líder dice que no --dijo Gaafar--. Hay demasiados ingleses allí. Cuando no aparezcas en el Hilton, los mahdistas mirarán en el Aeropole.
--Vale, me rindo --dijo Lara--. Vosotros elegís.
--Le preguntaré a nuestro líder --dijo Gaafar.
--¿Está a bordo del Amenhotep?
--Sí. Iré a buscarlo.
Gaafar fue al otro lado de la cubierta y regresó al cabo de unos minutos.
--Sugiere que os encontréis en el Hotel Bortai. Allí sí podremos ofreceros seguridad.
--De acuerdo --dijo ella. Después, por curiosidad, añadió--: ¿conozco a vuestro líder?
--Oh, sí --le aseguró Gaafar--. Omar ha estado en el Amenhotep al mismo tiempo que nosotros.
--Omar --repitió ella mientras intentaba recordar las caras de los pasajeros--. ¿Qué aspecto tiene?
--He viajado de incógnito --dijo una voz tras ella. Lara se dio la vuelta para conocer al líder de los antimahdistas. Abrió los ojos de par en par por la sorpresa. Esto se está poniendo realmente interesante, pensó--. Encantado de conocerte --añadió Omar, el camarero, con una sonrisa divertida.
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