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HEATH SITUÓ LA NAVE EN ÓRBITA ALREDEDOR DE SALTMARSH; luego contactó con el único espaciopuerto del planeta.
- Aquí la Pablo Picasso, registro de Carlomagno, treinta y un días en viaje desde Lejano Londres, Valentine Heath, raza del Hombre, al mando. Solicitamos coordenadas de aterrizaje.
- Por favor, especifique la naturaleza del asunto que le trae a Saltmarsh -respondió una voz femenina.
- Comercio.
- ¿Qué clase de comercio?
- Vendo y compro obras de arte.
- La economía de Saltmarsh está basada en el chelín de Nuevo Kampala. ¿Le hará falta moneda local?
- ¿Aceptan los créditos?
- Somos un mundo miembro de la Oligarquía -contestó la voz con socarronería.
- Entonces no necesitaré cambiar dinero -dijo Heath.
- Nuestra atmósfera contiene un 16.23 por ciento de oxígeno y un 79 por ciento de nitrógeno, y nuestra gravedad es de.932 Deluros VIII Estándar. ¿Alguna de estas condiciones representará algún peligro para su salud?
- No para mí -indicó Heath-. ¿Existen rastros de elementos que puedan ser dañinos para un Bjornn?
Se produjo una breve pausa.
- ¿Tiene algún miembro de una raza alienígena a bordo de su nave?
- Sí.
- Por favor, infórmele de que no se le permite aterrizar.
- Eso no tiene sentido -protestó Heath-. Mi asociado de negocios es un miembro de la raza Bjornn, de Benitarus II. Si comprueba sus registros, averiguará que Benitarus posee un rango comercial de Planeta Privilegiado con los mundos de la Oligarquía, y que siempre ha disfrutado de relaciones cordiales con la raza del Hombre.
- Bajo ninguna circunstancia se permite que ningún alienígena pise Saltmarsh. No hay excepciones.
- ¿Puedo hablar con su superior, por favor? -solicitó Heath.
Habló con el jefe del departamento de la mujer, y con la Oficina de Inmigración, y con el minúsculo Departamento de Asuntos Alienígenas; sin embargo, después de media hora resultó obvio que el gobierno de Saltmarsh era reacio a hacer cualquier excepción en su política racial.
Por último, Heath se volvió hacia mí.
- Ahí acaba todo, Leonardo. No puedo dirigirme a nadie más alto a menos que me dejen hablar con el gobernador, y ya sabemos cuál va a ser su respuesta.
- Estoy de acuerdo, Amigo Valentine -respondí.
- Bueno -continuó-, ¿voy a buscar a Kobrynski solo o nos marchamos? Depende de ti.
- He de encontrar a la Dama Oscura -dije-. Tendrás que ir solo.
- De acuerdo. ¿Qué pasa si localizo a Kobrynski y ella no está?
- Entonces, deberás esperarla.
- ¿Cuánto tiempo… un día, una semana, un año? ¿En qué momento llegamos a la conclusión de que nos equivocamos sobre su próximo consorte?
- Tarde o temprano ella se reunirá con él, y volveré a verla -dije con confianza.
- A menos que lo que tú consideras una visión haya sido un sueño insignificante.
- Si es lo que crees, ¿por qué me trajiste aquí? -pregunté.
- Porque se encuentra a media galaxia de Lejano Londres -contestó-. Y si lo has adivinado bien, podemos hacer una pequeña fortuna si consigo que no desaparezca. -Calló un momento-. Pero no olvides que el número de registro de mi nave ahora se encuentra en la computadora de Saltmarsh, y que la policía todavía nos busca. Cada hora que nos quedemos aquí les proporciona el mismo tiempo para que den con nosotros.
- Lo sé… pero debo averiguar si ella es quien yo espero que sea.
- De acuerdo -dijo Heath-. Sólo quiero cerciorarme de que entiendes la precariedad de nuestra situación actual. -Suspiró-. El primer paso es encontrar a Kobrynski. Si ella está con él, regresaré a la nave y planearemos el siguiente paso; si no, quizá pueda convencerle de que venga a la nave conmigo y que tú le expliques la situación. Será mucho más fácil que tratar de meterte clandestinamente en el planeta.
- No serás capaz de convencerle de que haga algo contra su voluntad -afirmé.
- Puedo ser muy persuasivo.
- Si fuera un hombre al que se pudiera persuadir, ella no sentiría interés por él.
- Ya lo veremos -comentó Heath con escepticismo. Volvió a activar la radio y contactó con el espaciopuerto-. Aquí Valentine Heath. Hemos entendido sus condiciones para aterrizar y las obedeceremos.
- Muy bien, Pablo Picasso: tiene autorización para aterrizar. Acabo de transferir las coordenadas a la computadora de su nave.
- Gracias -contestó Heath.
Veinte minutos después, aterrizamos. Él se marchó de la nave mientras un par de guardias armados establecieron posiciones justo fuera de la escotilla, presumiblemente para impedir que contaminara la tierra de Saltmarsh posándome en ella.
Observé a Heath hasta que desapareció de vista; luego activé la computadora y comencé a escribir.
A la Dama Oscura,
No sé cómo dirigirme a ti, ni siquiera cómo hacer llegar esta carta a tus manos, pero mi Madre de Patrón me ha repudiado y Tai Chong me ha manipulado para convertirme en un criminal; de todas las hembras que conozco, sólo quedas tú para proporcionarme guía ética.
Sin embargo, si de verdad eres la Madre de Todas las Cosas, no sólo conoces mi humillación y deshonra, sino que tú misma las has escrito en el Libro del Destino por motivos que no soy capaz de aventurar.
No sé por qué me visitaste o lo que quieres de mí. Me han enseñado a honrar la Casa y la Familia; no obstante, la Casa me ha echado y la Familia tiene prohibido mencionar mi nombre. Me han enseñado a obedecer la ley; pero ahora soy un ladrón, y la única esperanza para mi supervivencia es convertirme en el adepto de un ladrón. La Sacerdotisa y las Sagradas Escrituras me han dicho que la Madre de Todas las Cosas hizo a los Bjornn a Su imagen; sin embargo, tú has tomado la forma de una raza alienígena. Me han instruido para atesorar la vida; no obstante, tú, que me la diste, sólo amas la muerte.
No puedo juzgarte, pero debo aprender a entenderte. ¿Todo aquello por lo que he vivido es erróneo? ¿Quieres que muera en un fugaz resplandor de gloria, tal como lo desean los Hombres? Si la Casa está equivocada, si la Familia está engañada en sus creencias, ¿por qué nunca las has corregido? ¿Por qué sólo te manifiestas al Hombre?
¿O soy yo quien está equivocado acerca de tu verdadera naturaleza? ¿Fue mi visión, de hecho, sólo un sueño?
Debo conocer la respuesta, pues si sólo fue un sueño, entonces de verdad que soy el villano que mi Madre de Patrón cree. Tomé la decisión de ayudar a Valentine Heath a robar las obras de arte de Malcolm Abercrombie, y si no lo hice porque tú lo solicitaste, mi alma vagará, condenada y sola, por el gran vacío durante toda la eternidad.
Ésta es la razón por la que debo saber quién eres y lo que quieres de mí. ¿He dejado atrás el discernimiento de todos los seres decentes, o esto forma parte del plan que has trazado para mí? No me siento malvado, pero he cometido actos malvados.
Es el núcleo del asunto: el mal que he hecho. Mi trabajo fue cancelado por Malcolm Abercrombie antes de que yo supiera algo de tu existencia; sin embargo, me sentí agradecido cuando Tai Chong me presionó para aceptar de nuevo su empleo. Sabía que Valentine Heath era un ladrón antes de adquirir conciencia de tu existencia, pero no lo delaté a las autoridades. Sabía que el Niño estaba siendo atraído a su muerte antes de comprender tu verdadera naturaleza; no obstante, no hice nada para advertírselo. Vi a Valentine Heath sobornar al alcalde de Aquerón, y no protesté por sus actos.
Cuando rememoro los acontecimientos de los últimos meses, me enfrento a una conclusión ineludible:
No cometí esos actos malvados por ti.
Por lo tanto, debí hacerlos por mí.
Sin embargo, no me siento malvado. ¿Estoy tan profundamente inmerso en la inmoralidad y la degeneración que ya no soy capaz de ver la diferencia entre el bien y el mal?
¿O tú has descartado tu forma Bjornn y te has convertido en una mujer por algún motivo concreto? ¿Es posible que los humanos tengan razón y nosotros estemos equivocados, que Valentine Heath se aproxime más a tu ideal de virtud que mi Madre de Patrón?
No puedo hablar de estas cosas con nadie más, pero me es imposible seguir viviendo con la incertidumbre. Mi profesión -mi antigua profesión- me ha enseñado a tratar con el color y las líneas; sin embargo, mi educación me dice que la vida no es arte: debe ser blanca o negra… e incluso ahora, cuando la policía me está buscando, cuando planeo modos de quebrantar la ley de otro planeta más, tratando de hallar algún modo encubierto en que pueda visitarte, si es que te encuentras aquí, incluso ahora no sé si cumplo con tu voluntad o, sencillamente, estoy multiplicando mi villanía.
Debo saberlo: ¿Eres sólo la Muerte hecha carne, que buscas y persigues amantes allí donde puedes encontrarlos… o de verdad eres la Madre de Todas las Cosas?
Debo saber lo que eres, o jamás sabré lo que yo soy.
Una señal, Grandísima Dama.
Te lo ruego: una señal.
tu devoto
Y aquí me detuve. ¿Su devoto qué? ¿Hijo? ¿Adorador? ¿Sirviente? ¿Villano?
Suspiré y contemplé la pantalla, sorprendido por mi audacia. Algunos seres le rezan a la Madre de Todas las Cosas; otros la ignoran; pero nadie se atrevería a escribirle una lista de exigencias.
Le ordené a la computadora que borrara la carta y la quitara de su banco de memoria; luego observé con fijeza la pantalla visora, mirando con ojos ausentes a los dos guardias que permanecían inmóviles bajo el sol caliente de Saltmarsh, con las espaldas rectas y tiesas, los uniformes inmaculados, los ojos hacia el frente, y las armas preparadas para defender la santidad de su planeta de todos los profanadores alienígenas. Me encontré preguntándome qué harían ellos en mi lugar.
Posiblemente, atravesarían con decisión la escotilla y desafiarían a cualquiera a que los detuviera. Ésa era una de las características de los humanos, la de actuar primero y justificar sus actos después. Siempre me habían enseñado que tal comportamiento era irracional e irresponsable… sin embargo, ellos se erguían en medio millón de mundos y los Bjornn sólo vivían en una isla continente. Para mejor o peor, mientras nosotros habíamos llevado vidas de pureza ética, ellos habían salido como un enjambre hacia las estrellas, explorando, conquistando, saqueando, gobernando, jamás pidiendo cuartel, jamás dándolo, nunca disculpándose, nunca mirando atrás. Se habían expandido demasiado rápidamente durante la República, habían antagonizado con demasiadas de sus razas vecinas, y les habían obligado a retroceder y reagruparse… pero la República, a pesar de ello, había durado dos milenios. Habían comenzado la era de la Democracia como una raza entre otras muchas; no obstante, antes de que transcurriera mucho tiempo, una vez más habían alcanzado la primacía… y la Democracia había durado casi tres milenios. Ahora estaba la Oligarquía, un consejo de siete que gobernaba la vasta galaxia con tanta firmeza como podía ser gobernada, y en los cuatro siglos de su existencia, ningún no humano había ocupado un asiento en la Oligarquía.
Me pregunté si alguna Bjornn podría haber ocupado tal asiento… ¿o lo habría aplastado con el peso de su equipaje ético? ¿Es que la Madre de Todas las Cosas había examinado su obra y decidido que el pragmatismo era el elemento que faltaba? ¿La Dama Oscura atesoraba lo mejor del Hombre o llamaba a la tumba lo peor que tenía?
Ése último era un pensamiento interesante. ¿Había algún punto de encuentro entre las dos razas, un punto de equilibrio adecuado entre el Yin y el Yang? ¿Estaba ella acercando al Hombre hacia ese punto eliminando a los hombres que más tipificaban el extremo? Y de ser así, ¿era también yo una parte de ese plan, un prototipo de la nueva raza Bjornn, un ladrón y fugitivo que se atrevía a hablar directamente con su deidad?
¿O, simplemente, había aprendido a racionalizar, a culpar de mis pecados y mis fallos a una mujer misteriosa que no conocía ni se preocupaba de los Bjornn o de Vladimir Kobrynski, que quizá se encontrara a decenas de miles de años luz en este mismo instante o que, tal vez, jamás volviera a encarnarse en un cuerpo?
Seguí allí, con esos pensamientos sombríos en la mente, casi dos horas más. Luego se abrió la escotilla y Heath, con un gran paquete colocado bajo el brazo, entró en la nave.
- ¿La encontraste? -pregunté con ansiedad.
Sacudió la cabeza.
- Ni siquiera lo encontré a él… pero, por lo menos, ya sé dónde está.
- ¿Dónde?
- En un pequeño mundo deshabitado llamado Solitario. Es el único planeta que gira alrededor de Beta Sybaris. -Calló un momento-. Es evidente que la pintura de plasma es más peligrosa de lo que habíamos pensado. Creo que es capaz de aniquilar a toda una población planetaria si no se toman las precauciones adecuadas… y el gobierno de Saltmarsh no vio razón alguna para tomarse la molestia y el gasto de proteger a sus ciudadanos de la última afición de Kobrynski. Así que le invitaron a marcharse; ahora, el amigo Vladimir Kobrynski está creando sus obras maestras en Solitario, donde no puede matar a nadie a excepción de sí mismo.
- ¿A qué distancia se encuentra? -pregunté.
- Llegaremos en dos días. -Dejó la caja sobre un mostrador-. De paso, tengo un pequeño regalo para ti. -Me observó en busca de una reacción-. Es de tu Madre de Patrón.
- No puede ser -dije estúpidamente-. No sabe que estoy aquí.
- Tai Chong debió contárselo, ya que la envió a la sucursal local de Clairborne, y ésta se la pasó a Aduanas, suponiendo que apareceríamos tarde o temprano. Espero que no se lo haya contado a nadie más. Deja de mostrarte tan suspicaz, Leonardo. El sistema Benitarus sólo se halla a una semana de Saltmarsh. Dispuso de tiempo suficiente para enviarlo y que llegara antes que nosotros.
- Es verdad -reconocí, dejando que la esperanza creciera en mi interior-. Tuvo tiempo.
- ¿Ves? -comentó Heath con satisfacción-. Te dije que ella no olvidaría tu Día de Aceptación.
- Debo confesar que temí que nunca más volviera a contactar conmigo, Amigo Valentine -declaré, empezando a abrir el paquete-. En especial, cuando me informaron que sabía que yo estaba siendo buscado por la policía de Lejano Londres. -Mis dedos tiraron torpemente de las cintas y sellos-. Si sólo me ha negado la Celebración de la Primera Madre, aún existe la posibilidad de qix algún día me autorice a regresar a mi Familia.
- Pareces muy excitado -indicó Heath-. Casi estás brillando.
- Estoy excitado, Amigo Valentine -respondí, por fin abriéndome paso a través del envoltorio y levantando la tapa-. Esto es más de lo que me hubiera atrevido a esperar y…
De repente, dejé de hablar y, sencillamente, miré el interior de la caja.
- ¿Qué pasa? -preguntó Heath-. ¿Qué sucede?
- Le pedí a la Dama Oscura una señal -contesté con voz apagada-. Y me ha enviado una.
Metí la mano y saqué un pequeño roedor muerto que sostuve por el rabo.
- Me ha desterrado para toda la eternidad -continué-. Todos los Bjornn recibirán la orden de apartarse de mí allí donde y cuando se encuentren conmigo, y quitarán mi nombre del Libro de la Familia.
- Quizá te equivocas -dijo Heath-. Si de verdad te estuviera desterrando, no se habría molestado en mandarte nada.
- Habría sido preferible -musité.
- No lo entiendo.
- El climax del Día de la Aceptación es la fiesta -expliqué; mi tonalidad fluctuaba frenéticamente mientras intentaba recuperar el control de mis emociones.
- Ésa es la razón por la que creo que te equivocas -comentó Heath-. No te pueden haber enviado esto por tu Día de Aceptación. Los Bjornn son vegetarianos.
- Es la manera que tiene mi Madre de Patrón de decirme que no sólo he caído en desgracia, sino que ya no soy un Bjornn.
- ¿Y qué piensa que eres? -preguntó, mirando al roedor.
- Un devorador de carne.
- ¿Un devorador de carne? -repitió con curiosidad.
- Un Hombre -dije.