ISABEL

Quiero salir corriendo tras Ethan, aunque no estoy segura de adonde va, ni por qué, sólo sé que tiene que ver con el rey Ricardo. Pero Marduke se está preparando para la pelea y va a traer a cinco de sus guerreros con él, mientras que nosotros somos cinco sin Ethan. Nuestros enemigos ya nos superan en número, ¿cómo puedo abandonar a mis compañeros ahora? Sólo lograría que fuéramos más vulnerables ante Marduke.

Volvemos a la Ciudadela, donde nos cambiamos y regresamos a nuestros cuerpos, que están durmiendo. Me despierto al instante con el corazón desbocado como si acabara de tener un sueño en el que corro hacia un precipicio y no tengo forma de frenar a tiempo. Al final, me doy cuenta de que estoy en casa sana y salva. Salto de la cama y me pongo ropa limpia sin pararme a elegir: unos vaqueros cualquiera y un jersey viejo y raído que se cayó de la percha hace unos días. El plan es llegar a la estancia de Arkarian en cuanto regresemos a nuestros cuerpos. Tenemos que hacer un montón de cosas antes de enfrentarnos a Marduke y sus guerreros.

Nada más salir de la habitación, tropiezo con Jimmy, que arruga la frente para hacerme callar.

—Tu madre duerme, vamos.

—¿Matt también?

Se encoge de hombros.

—No sé por dónde anda. No está en la habitación.

Bajamos la escalera corriendo, pero en cuanto nos acercamos a la puerta nos detenemos en seco, pues está abierta, fuera de sus goznes, y tiene manchas de sangre por fuera. Los muebles del recibidor están tirados por el suelo. Resulta más que obvio que ha habido una refriega de la que alguien ha salido herido. La última persona que sé que ha estado aquí es el señor Cárter.

—¿Qué ha pasado, Jimmy? ¿Crees que el señor Cárter y Matt se han peleado?

Niega con la cabeza.

—No creo que haya ocurrido eso.

—¿Conoces bien al señor Cárter? A veces actúa de una forma muy rara.

—Es su forma de ser, Isabel. No saques conclusiones antes de tiempo. —Me empuja hacia la calle y entonces vuelve a poner la puerta en su sitio, y arregla las bisagras y todos los desperfectos tan sólo tocándolos con la mano. Hasta desaparece la sangre—. ¿Qué opinas?

—Es genial.

Me sorprende su gran habilidad, pero entonces recuerdo que fue Jimmy quien diseñó las trampas de la antigua ciudad. Supongo que no es tan asombroso que sepa arreglar una puerta.

Salimos corriendo, montaña arriba, en dirección a las estancias de Arkarian. Nos encontramos con Shaun en la entrada y lo seguimos. Una vez dentro de la sala octagonal, nos damos cuenta de inmediato de que algo malo ha ocurrido. El primer motivo es que Arkarian no está aquí, ni tampoco el señor Cárter. El segundo es que la esfera tridimensional que hay en el centro de la sala está negra y no se mueve.

Jimmy parece muy preocupado, pero intenta aliviar la tensión del ambiente.

—¿Cómo vamos a preparar una estrategia si nuestro mayor estratega se ha ido de paseo?

A continuación le cuenta a Shaun los desperfectos que había en mi casa. Mientras el padre de Ethan lo escucha, se pone a dar vueltas por la habitación, tocando todas las cosas y mirando debajo de ellas como si Arkarian pudiera estar escondido ahí.

—¿Qué crees que ha sucedido? —le pregunto a Shaun con un mal presentimiento.

—No podremos saberlo hasta que encontremos a Arkarian. —Tras decir eso mira hacia el techo—. ¿Arkarian? ¡Respóndeme si puedes!

Silencio. Entonces el señor Cárter aparece de sopetón. Incluso antes de que pueda pronunciar una palabra resulta obvio que ha ocurrido algo catastrófico. Se inclina hacia delante y no para de resoplar. Tiene la cara empapada en sudor y roja por haber hecho un gran esfuerzo.

—¿Qué ha ocurrido, Marcus? —le pregunta Jimmy, que lo ayuda a sentarse.

—No he parado de correr persiguiendo a ese loco de Marduke.

—Nunca se ha caracterizado por jugar limpio —comenta Shaun—. ¿Ha decidido empezar el torneo sin nosotros?

—Se podría decir que sí. —El señor Cárter me mira y me dice con los ojos que va a darme una mala noticia—. Y ha subido mucho las apuestas. —Respiro hondo y pienso que debe de haberle ocurrido algo a Ethan, pero entonces dice—: Lo siento, Isabel, Marduke ha atrapado a Matt.

Sus palabras me dejan aturdida.

—¿Qu... qué?

Aunque he visto los destrozos que había en la puerta de mi casa, mi cabeza es incapaz de asimilar que esa pelea ha podido tener algo que ver con Matt. El no forma parte de este otro mundo. ¡No puede ser él!

—Cuéntanos lo que ha sucedido —apremia Shaun a Cárter, agarrándolo de un brazo con fuerza—. ¡Date prisa!

—Ya sabéis que fui a distraer a Matt... —Todos asentimos y resoplamos para que vaya al grano. Inspira para calmarse y empieza a explicarse—. Me dejó entrar y hablamos durante un rato. Entonces se oyó un estruendo en la puerta de la calle. Matt fue a abrirla y se encontró con un hombre gigante que le sonreía con media boca y sólo tenía un ojo. No llevaba máscara ni nada. Es evidente que quería pillarlo desprevenido. —Jimmy me toma de las manos—. Te ha estado observando y ha visto la relación tan estrecha que tienes con tu hermano. Así es como actúa Marduke, le gusta hacer daño a la gente utilizando a sus seres queridos.

Cierro los ojos instintivamente. ¿Cómo puede estar ocurriendo esto?

El señor Cárter sigue explicando lo ocurrido.

—Al principio Matt se quedó mirándolo con incredulidad. Entonces Marduke hizo como si fuera a ponerle la mano sobre la cabeza, pero como yo había oído hablar del poder que ese monstruo tenía en las manos, le grité a Matt para que se apartara. Por suerte el chico tiene buenos reflejos, y al notar el peligro cerró la puerta con un movimiento rápido. Tampoco habría detenido a Marduke, pero Matt no lo sabía. Marduke puso el pie para que no se cerrara la puerta y la arrancó de cuajo con un hombro. Su siguiente movimiento fue tan veloz como un relámpago: le pegó a Matt un golpe en la cabeza con el dorso de la mano y lo empotró contra la puerta, dejándolo inconsciente.

—¿Está seguro de que sigue con vida? —le pregunto con el corazón casi en la garganta. Instintivamente, me toco el cuello con los dedos, como si intentara calmarme.

—Oh, sí. —El señor Cárter me mira—. Muerto no le serviría de nada a Marduke. El monstruo se echó a Matt al hombro y huyó corriendo. Yo los seguí. Se llevó al chico a esas montañas dejadas de la mano de Dios, hasta un claro que hay al otro lado del lago. Durante un momento pensé que los iba a perder, pero entonces Marduke hizo algo. —El señor Cárter se detiene y Jimmy le da un vaso de agua—. Marduke se volvió y me di cuenta de que sabía que lo había estado siguiendo todo el rato. Entonces levantó una mano, creó una luz verde brillante y desapareció a través de ella llevándose a Matt con él.

—¿Qué ocurrió luego? —le pregunta Shaun con tono impaciente.

—Algo increíble —responde el señor Cárter tomando otro sorbo de agua—. La luz verde permaneció allí durante unos cuantos minutos más. Era como una entrada. Pude mirar a través de ella.

—¿Y qué vio? —le pregunto con un susurro. Quiero y no quiero saber lo que Marduke le ha hecho a mi hermano.

—Vi un bosque espeso donde Matt está atado a un árbol.

Shaun suspira.

—Seguro que se lo ha llevado a Francia, a las Ardenas, un año después de nuestra pelea.

Es Jimmy el primero en comprender toda la crueldad que implica el acto de Marduke.

—Ha llevado el cuerpo mortal de Matt a Francia.

—¿Qué significa eso? —pregunto gritando. Los tres hombres se miran con inquietud. Pero entonces empiezo a entenderlo. Nuestros cuerpos mortales no pueden viajar en el tiempo, sólo nuestras almas—. ¿Cuánto tiempo le queda?

Jimmy se encoge de hombros y contesta:

—Es difícil de decir, pero Matt es joven y tiene buena salud. Eso lo ayudará.

Se hace un silencio, pero entonces el señor Cárter sigue con su historia.

—Los otros cinco guerreros ya están allí, esperándonos con espadas medievales.

—¡Claro! —exclama Shaun—. Tendremos que luchar con armas de la época. Marduke quiere recrear nuestro duelo, pero con sus propias reglas. Es un hombre inteligente y astuto.

Ahora mismo soy incapaz de decir nada bueno sobre ese monstruo.

—¿Y qué pasa con Matt? —Se me quiebra la voz a la vez que intento reprimir las lágrimas.

—No le ocurrirá nada —me dice Jimmy, aunque no tiene ni idea de si eso es verdad o no—. Es un chico fuerte.

—Debe de estar muy confuso.

—La última vez que lo vi estaba inconsciente —dice el señor Cárter—, y si tenemos suerte seguirá en ese estado hasta que podamos volver a traerlo aquí.

—¿Cómo lo conseguiremos? —preguntó con voz aguda—. Ellos son seis y nosotros no tenemos ni a Ethan ni a Arkarian.

Jimmy me frota el brazo para intentar consolarme.

El señor Cárter se levanta y da unos cuantos pasos. De repente se detiene y se vuelve.

—Tengo que deciros algo más.

—¿Sobre Matt? —le pregunto casi a gritos—. ¿Qué más puede haber sucedido?

—Lo están usando... Bueno, cuando me fui vi lo que estaban planeando.

—Desembucha, Marcus —lo apremia Jimmy.

—Estaban poniendo un montón de madera seca alrededor de sus pies.

Todo el mundo se queda callado. Intento asimilar lo que ha dicho el señor Cárter.

—¿Madera? Pero ¿por qué? —Entonces lo entiendo—. ¿Quieren quemarlo? ¿Mientras su cuerpo mortal está atrapado en el pasado? ¡Oh, Dios mío!

Jimmy me rodea la cintura con un brazo para que me acerque a él cuando empiezo a ser presa del pánico.

—Marduke quiere usarlo como amenaza. Para intimidarnos.

Durante un rato, lo único que se oye en la habitación son mis gritos ahogados a medida que los sollozos se empiezan a formar en lo profundo de mi garganta. A continuación, un ruido hace que aparte mi cara arrasada en lágrimas de la camisa de Jimmy. Es Arkarian, que tiene los brazos abiertos hacia mí. Me lanzo sobre él y me abraza suavemente pero con firmeza. Una sensación de calma recorre todo mi cuerpo al instante. Levanto la vista y sus ojos violetas, que brillan debido a las lágrimas, me miran fijamente y me llenan de valentía y fuerza.

—Marduke tiene a Matt —susurro—. Atrapado en el pasado.

—Lo sé. Me han informado. Pero no por mucho tiempo, Isabel.

—¿Cómo podemos vencer a ese loco y a sus guerreros? ¿Cómo, Arkarian?

—Con todo lo que tenemos.

—Moriré por Matt si fuera necesario.

—Y yo moriré por ti.

Lo dice tan rápido, tan claramente, que al principio no me doy cuenta de su intensidad. Luego se aparta de mí y se acaba el momento mágico. Su presencia nos infunde esperanzas a todos y hace que nos pongamos manos a la obra para trazar un plan. Yo me quedo a un lado mientras Arkarian asume el control de la situación y Shaun, Jimmy y el señor Cárter debaten sobre la mejor estrategia posible. Aún no creo que tengamos una oportunidad de vencer a Marduke sin nuestras fuerzas al completo.

—¿Dónde está Ethan?

Todos se detienen un instante, me miran y veo la duda reflejada en sus caras. Ellos también lo saben, necesitamos a Ethan, y rápidamente.

Arkarian suspira, lo que sólo logra que me preocupe aún más, y asegura:

—Vendrá.

—Pero ¿sabe lo de Matt?

—No lo creo —responde, y vuelve a lanzarme una intensa mirada violeta—. Pero vendrá, Isabel. Confía en él.

—¿Cuánto tiempo podemos esperar? ¿Cuánto tiempo antes de que Marduke encienda la hoguera a los pies de mi hermano?

—No lo hará a menos que crea que va perdiendo.

—¿Qué? ¿Entonces cómo vamos a ganar sin perder a Matt a la vez?

—Eso es lo que estamos intentando averiguar ahora, Isabel. —Su voz es tan firme que se me vuelven a llenar los ojos de lágrimas. Cuando Arkarian lo ve, me habla con más dulzura—. Ven y ayúdanos. Es mejor que centres tu atención en hallar una estrategia que en el miedo.

—Pero me da miedo fracasar. Y me da miedo que Ethan no regrese a tiempo. Y me da miedo que me estalle el corazón de la fuerza con que late. Y...

Jimmy me pone un brazo alrededor de los hombros y me acerca hacia él. Mientras me habla levanta la vista y mira a Shaun.

—Siempre es más duro cuando está en peligro alguien a quien quieres.