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Sábado, hora de comer.

A la mesa, Clementina cuenta uno de los muchos episodios divertidos que ha vivido durante su viaje desde Málaga a bordo de la Cafetera.

Suena el teléfono. Lo coge Armando, que anuncia:

—Es para ti, Tomi.

—¿Una llamada de China? —pregunta el capitán con cierta agitación.

—No, de la tribu de Toro Sentado —contesta su padre—. Creo que es la india que dispara flechas…

Tomi toma el teléfono.

—Hola, Tomi —le saluda Adriana—, hoy tengo un torneo en El Retiro. ¿Quieres venir a verme? Me lleva mi madre. Pasaremos a buscarte a las cinco.

—De acuerdo —responde el capitán.

No ha visto en su vida un torneo de tiro al arco. Además le gusta ver cómo se concentra Adriana al tirar de la cuerda del arco hasta aplastarse la nariz. Cuando suelta la flecha, la italiana sonríe, como si estuviera segura de que irá directa a la diana.

Adriana tiene una sonrisa tan hermosa que te entran ganas de imitarla. Sí, te obliga a intentar que tu sonrisa rime con la suya.

Mientras baja por la escalera de su casa, Tomi no se siente en absoluto culpable con respecto a Eva. Es más, a lo mejor después del torneo de tiro al arco decide llevar a Adriana al estanque y presentarle a los peces de colores.

Eva no se merece nada. Ya han pasado cinco días desde que le envió aquel mensaje tan cariñoso, y ella todavía no se ha dignado contestarle. El capitán esperará hasta el domingo y luego propondrá a sus amigos que se repartan los diez mil euros, porque no tiene sentido ir a China a ver a una chica que se ha olvidado de ellos.

El torneo de tiro al arco es muy entretenido. Consiste en duelos eliminatorios. Diez tiros por chica, y la que obtiene mayor puntuación pasa al siguiente turno.

—¿Me das un amuleto? —le pide Adriana antes de comenzar el duelo.

—No tengo nada… —contesta el capitán encogiéndose de hombros tras registrarse los bolsillos.

—El collar —sugiere la italiana.

—Lo compré este verano en la playa —explica Tomi mientras lo coloca en el cuello de Adriana—. Aunque, visto cómo ha empezado la liga, ¡creo que me da mala suerte!

—Ya verás como a mí me da buena suerte —dice la hermana del Niño.

Y, en efecto, de flecha en flecha y de sonrisa en sonrisa, Adriana gana cinco duelos seguidos y llega a la final.

Tomi no creía que fuera tan buena y la anima desaforadamente.

Pero su adversaria acaba ganando el torneo justo en la última flecha.

Con todo, Adriana está muy satisfecha, sube al podio y le entregan una hermosa copa. Amigas y rivales la felicitan por su éxito.

Hasta Guillermo, su entrenador, que luce una perilla y va tocado con un sombrero de pescador, está orgulloso de su pupila. Reconoce a Tomi y lo saluda: