—Madre mía, qué chichón me va a salir… —se lamenta Tomi.
—Tienes la cabeza dura, capitán… —comenta Rafa masajeándose la frente.
—¡Vamos, tenéis que volver a empezar! ¡El tiempo pasa! —vocifera Champignon con su cronómetro en la mano.
Los dos regresan a toda prisa a la salida, se vuelven a colocar la pelota sobre la frente y esta vez llegan al centro del campo. Luego la bajan al suelo y se la van pasando sin parar haciendo que supere los obstáculos que el cocinero ha repartido por la otra mitad del campo. Al llegar al borde del área, se encuentran con otros dos balones.
Rafa dispara uno hacia la portería defendida por Fidu, el otro le toca al capitán.
—¡Dos goles! Superbe! ¡Tendréis una bonificación de cincuenta puntos! —anuncia Champignon—. ¡Y ahora vuelta a empezar!
La pareja de delanteros llega como una exhalación al centro del campo y se prepara para una nueva y complicada travesía…
Esta vez tienen que llevar el balón en equilibrio dándose la espalda y sujetándolo con el trasero… El problema es que el italiano es un poco más alto, así que tiene que avanzar con las rodillas ligeramente dobladas. Solo con verles sus compañeros se mueren de risa…
—¡Levantas demasiado el culo! —protesta Tomi.
—¡No, lo que pasa es que tú lo bajas demasiado! —se lamenta el Niño.
La pelota se les cae tres veces y tres veces tienen que volver a intentarlo.
Cuando por fin llegan a la meta, los Cebolletas prorrumpen en un aplauso entusiasta.
Tomi y Rafa se abrazan. No pueden parar de reír.
Gaston Champignon se acaricia el bigote por el lado derecho: «Mi flor de quince pétalos superará los problemas de la nueva liga, como hacen las margaritas que crecen en las aceras, y será de lo más hermosa».
Mientras se ducha, Tomi oye cómo el Niño bromear con Bruno.
—Por suerte, al menos durante los entrenamientos nos divertimos…
Esas palabras le empujan a tomar una decisión.
Se queda esperando fuera del vestuario a Fidu, las gemelas, los gemelos, Becan, João y Dani y les anuncia:
—Tengo algo que deciros.