Capítulo 21
El pescado estaba un poco ennegrecido en los bordes, pero aun así era delicioso. Lilah lo consumió tomando las porciones de la hoja de plátano en que Joss lo había cocido, se lamió los dedos, y después enrolló la hoja y también se la comió. Joss, sentado frente al fuego, la miró con expresión inquisitiva.
—¿Comerse la vajilla es otra de las extrañas y bárbaras costumbres que le inculcaron?
—En Barbados, las hojas de plátano cocidas son un manjar — le informó Lilah, con gesto altivo.
El enrolló su propia hoja y la mordisqueó un poco, y después hizo un gesto de desagrado.
—Barbados debe de ser un lugar muy extraño.
—Es hermoso — dijo ella, y procedió a contarle todo lo que sabía. Después, pasó a hablarle de su familia, de la muerte de su madre y la llegada de Kevin al lugar poco después que el padre de Lilah se había casado con Jane, tía de Kevin. Una sombra seguramente se extendió sobre la cara de Lilah cuando nombró a Kevin, porque Joss frunció el entrecejo.
—Está enamorada de él, ¿verdad? No se preocupe, si sobrevivimos es posible que también él se haya salvado. No dudo de que ustedes protagonizarán un conmovedor rencuentro cuando usted vuelva a Heart’s Ease.
Había un leve tono de sarcasmo en las palabras de Joss. Lilah meneó la cabeza.
—Así lo espero. Siento mucho afecto por Kevin. Pero no creo que esté enamorada de él. Mi padre pensó que sería un buen marido para mí, y, como sabe, yo tengo veintiún años. Es hora de que me case.
—¿Le tiene afecto? — rezongó Joss—. Si lo dice así, casi compadezco a ese infeliz.
—No llame de ese modo a Kevin... en realidad, es un hombre muy bueno. Usted lo conoció en circunstancias lamentables. Pero ¿por qué lo compadece?
El la miró sin el más mínimo atisbo de humor en la cara.
—No querría que la mujer con quien me case sintiera "afecto" por mí. El "afecto" de poco sirve cuando dos personas comparten una alcoba.
—¡Joss!
Él le dirigió una sonrisa torcida.
—¿Eso le molesta? Escuche, jovencita, le daré un consejo. No se case con un hombre por quien siente únicamente "afecto". En un año será la mujer más desgraciada del mundo.
—¿Cómo lo sabe? — de pronto, concibió una idea y se le agrandaron los ojos—. Usted nunca se casó, ¿verdad? Y bien, ¿tampoco está casado ahora?
—No, no estoy casado, y nunca lo estuve. Y tendré treinta años el mes próximo, por si le interesa.
Ella sonrió con expresión satisfecha.
—Por lo tanto, no sabe más que yo del matrimonio. Sólo le agrada dárselas de sabiondo para impresionarme.
El meneó la cabeza.
—Ahí se equivoca. Sé más que lo que desearía saber acerca del tipo de matrimonio que usted tendrá con su precioso Kevin... un matrimonio de conveniencia, sin amor, y poco importa si le complace verlo de ese modo o no. Mi madre tenía "afecto" por mi padrastro cuando se casó con él. Había sido el mejor amigo de mi verdadero padre, y cuando él murió — yo tenía ocho años — mi madre buscó el consejo y el confortamiento de este hombre. Era una mujer muy femenina, creía que no podía vivir sin un hombre, y tenía "afecto" por mi padrastro. Se casaron un año después de la muerte de mi padre. Un año más tarde estaban riñendo constantemente, y a los dos años él se había convertido en un hombre amargado y de mal carácter que ahogaba su desgracia en la bebida. No podía soportar la idea de que ella no lo amara. Cinco años después del casamiento, él se cayó del muelle, en Bristol. Estaba borracho. Para decir la verdad, creo que a esa altura de la situación mi madre se alegró de perderlo de vista. Y yo también. Era un borracho sin remedio, y yo temía que, cuando no viviese ya bajo el mismo techo para protegerla, él la hiriese en el transcurso de una de sus borracheras.
—Usted estaba muy cerca de su madre, ¿verdad? — preguntó Lilah en voz baja, al recordar que la petición de la madre en su lecho de muerte había determinado que Joss fuese a Boxhill.
El asintió con un breve movimiento de la cabeza.
—Era buena, gentil y dulce, y no tenía cerebro. Necesitaba un hombre que la cuidase. Pero mi padrastro no era el más indicado.
—Usted no sabía que ella era, bien... la voz de Lilah se apagó, pues no pudo hallar el modo de formular la pregunta sin irritarlo.
—¿Hija de una esclava? — observó Joss, mirándola a los ojos. Después meneó la cabeza—. Mi madre tenía la piel tan clara como usted. Tenía cabellos rojos y ojos verdes y era hermosa. Mis cabellos negros y la piel oscura provienen de mi padre, que por lo que sé descendía en línea directa de mercaderes británicos cuyo linaje se remontaba a Guillermo el Conquistador. Lo único que recibí de mi madre fueron los ojos. Y ella los tenía de su madre, la famosa Victoria.
—Me pareció que el tío George identificaba sus ojos.
—Sí, ¿verdad? Y la impresión de comprobar que sus antiguos pecados habían venido a perseguirlo lo mató. Lo lamento por usted si lo amaba, pero el viejo bastardo merece asarse en el infierno. Mi madre nunca cesó de hablar de su propio padre, o de la esperanza de volver a verlo. Solamente sabía que él la había despachado, con su madre, cuando era niña, y que no debían volver a hablarle jamás. Pero las mantenía; siempre hubo dinero suficiente, incluso después de mi nacimiento. Pero mi madre deseaba conocer a su propio padre, y nunca pudo comprender por qué él se mostraba tan inflexible en esa actitud, la de prohibir el contacto. Por supuesto, con el tiempo llegó a la conclusión de que era ilegítima. Pero estoy casi seguro de que jamás supo que su propia madre era una mulata de piel clara. Pese a su falta de inteligencia, de haber sabido algo jamás me habría enviado a Virginia. Mi abuela murió cuando yo era pequeño, pero recuerdo que se parecía mucho a mi madre. La piel clara y la figura muy bella.
—He oído decir que los mulatos de Nueva Orleans son muy hermosos.
Joss asintió.
—Seguramente fue así. Atrajo la atención del viejo George, ¿verdad? Por otra parte, cualquier mujer debía de haber sido una ventaja comparada con esa bruja que tenía por esposa.
—Amanda es mi tía abuela.
La voz de Lilah expresaba una suave censura, aunque ciertamente no apreciaba a Amanda mucho más que Joss. De todos modos, Amanda era una anciana y su parienta, y se había educado a Lilah de modo que mostrase respeto en ambos aspectos.
—En ese caso, discúlpeme. Pero después de lo que hizo no puede pretender que yo la aprecie mucho.
—No. — Lo miró y sonrió—. Me alegro de que recupere su libertad. La condición de esclavo no le sienta muy bien.
La mirada de Joss encontró la de Lilah, y el hombre sonrió.
—No me sienta, ¿verdad? Mi estimada Lilah, le aseguro que en general soy el hombre más encantador del mundo. Usted me ha visto en las peores condiciones.
—Me parece que tiene mal carácter.
—Me disculpo. — La miró un momento y su expresión cambió—. Le prometo que mi trato mejorará, ahora que hemos coincidido en que no seremos más que colegas en el naufragio.
Lilah se echó a reír.
—¿Colegas en el naufragio? ¿Eso somos?
—Por el momento. — Joss se incorporó y flexionó la espalda, y después dirigió una sonrisa a Lilah — De pie, colega, tenemos que hacer.
—¿De qué se trata?
Ella lo miró con suspicacia.
—Si deseamos que nos rescaten, hay que realizar algunos preparativos. Dudo de que muchos barcos anclen en esta bahía. Pero como hemos visto, pasan frente a la isla. Por lo tanto, creo que necesitamos preparar los materiales para encender una hoguera.
Lilah vio que con el pie él echaba arena sobre el pequeño fuego, y después rodeaba los restos humeantes y le ofrecía la mano. Durante un momento ella se limitó a mirar esa mano, y después alargó la suya. Los dedos de Joss se cerraron tibios y firmes alrededor de la palma de Lilah, cuando tiró para ayudarla a incorporarse.