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AGUANTAR

—Maul, —dijo Vosa, caminando hacia la plataforma médica con una mirada al cuerpo del traficante de armas y al chico que había sobre él—. ¿Estoy interrumpiendo algo?

Ignorando la pregunta, Maul alzó la mirada a los sables láser de empuñadura curvada que colgaban de su cinturón.

—Llevas tu herencia en tus caderas.

—No mi herencia, —dijo ella—. Mi sustento.

—Mi Maestro me ordenó específicamente que nos reuniéramos, —dijo Maul. Una nueva especie de tensión tomando forma en su pecho, llenando sus pulmones y extendiéndose hacia fuera hasta sus extremidades mientras todo el lado oscuro se hacía manifiesto—. Tenemos asuntos, tú y yo.

Vosa mantuvo el terreno, los pies plantados, cara atenta, cuerpo posicionado para golpear.

—Los únicos asuntos que tenemos es tu inminente destrucción.

Cargando hacia ella, él saltó, balanceando su sable láser en un zumbido para encontrarse con ella a medio salto. Vosa estaba preparada para él, y sus espadas chocaron, su posición defensiva inicial absorbiendo el impulso del ataque y empujándole hacia atrás. Desde el rabillo del ojo, Maul vio a Eogan alzar la pistola bláster de Radique, y antes de poder completar una palabra, Vosa extendió su mano y la golpeó de su agarre con una explosión de empujón de la Fuerza, tirando al chico al suelo.

—Quédate fuera de esto, —le dijo ella—. Tú…

La habitación reverberó con un bum enorme, chasqueante, seguido de una serie de secuelas de bajo nivel. Era como si Sub Colmena Siete, habiendo perdido el interés en todas las reconfiguraciones de rutina, estuviera ahora determinada a sacudirse capas enteras de sí misma.

—Espera, —dijo Maul—. Te convoqué aquí para que tomara posesión de un arma. No para…

Pero Vosa se estaba moviendo de nuevo, rodando hacia atrás, girando y evadiendo, y sin importar cuánto tratara él de defenderse contra ella, su espada encontraba el aire abierto. La consciencia de lo que ella estaba haciendo, atrayendo la Fuerza y su propia relación repulsiva con ella, sólo le hizo más determinado a terminar esta batalla decisivamente.

—Eres débil, —le provocó ella, retrocediendo y haciendo que él viniera a ella—. Tu brazo derecho te está frenando. Incluso tu arma te está traicionando.

Maul siguió viniendo, confiando más y más en su brazo izquierdo, guardándose el derecho para cuando lo necesitara más. Pero Vosa parecía anticiparse a todo lo que estaba haciendo, bajando y entonces saltando arriba y hacia fuera en un espacio abierto junto a un grupo de maquinaria de diagnóstico en la esquina de la plataforma médica.

El labio inferior de Maul se retiró para revelar sus dientes. Si derrotar a Vosa era lo que necesitaba hacer para llevar el arma en manos de los Gora, que así fuera. Agarrando la empuñadura del sable láser, reafirmó sus hombros y se lanzó de nuevo, golpeando con su espada contra ella en una serie de cortes perfectamente inclinados. Vosa vino a él de nuevo con la ofensiva, ambas espadas girando.

—Jar’Kai, —se mofó Maul, reflejando su asalto por reflejo—. Predecible. —Él balanceó el sable láser hacia abajo, pero en ese momento el pasillo se sacudió de nuevo, moviéndose de lado, tirándolos a ambos. Vosa se recuperó primero, lanzándose hacia atrás, de nuevo demasiado rápido, y la velocidad con la que evadió su ataque sólo inflamó la ira dentro de la mente de Maul, almacenando su rabia hasta que se cristalizara en algún tipo de adorno maligno.

Ahora agarró el sable láser con ambas manos, forzando su brazo derecho dañado al servicio y agarrando la empuñadura de su sable con toda su fuerza. Era hora del Juyo, el Camino del Vornskr… la última de las Siete Formas. Lo agarró ágilmente, permitiéndose ser arrastrado por el asalto frontal caótico de golpes, cortes, y puñaladas.

—Maul… —Un temblor de un nuevo miedo palpitó por la cara de Vosa, perturbando su compostura, como si finalmente reconociera la auténtica ferocidad de su propósito.

Corriendo hacia atrás en una medida evasiva desesperada, Vosa giró una de sus espadas tras ella, soltando un enorme estante de instrumentos quirúrgicos de su lugar en la pared, y con un balanceo de la mano, utilizó un empujón de la Fuerza para dispararlos hacia él en una tormenta tintineante de acero.

Maul se agachó bajo los instrumentos voladores y se alzó de nuevo con una mofa silenciosa. En su mente, el duelo estaba acabado… su oponente estaba ahora alargando el inevitable momento de derrota en una serie de pequeñas humillaciones. Al volverse a tales tácticas distractorias, Vosa había admitido que no era rival para el estacato errático de golpes que estaba dando él, aparentemente desde todas partes, todos a la vez.

Mátala. Mátala ahora. Entonces debes entregar el arma a cualquier Bando Gora que quede.

Pivotando fácilmente, saltó hacia ella, el lado oscuro fluyendo tan poderosamente de él ahora que parecía estar supurando hacia delante en grandes torrentes, explosivos. Su espada se estaba moviendo casi demasiado rápida como para ser vista, cortando grandes franjas en forma de ventilador en el aire a su alrededor. Todo a su alrededor, todo el mundo parecía estar haciéndose pedazos.

Vosa se agachó, balanceando una pierna hacia fuera en un último intento, sin resultados de dejarle fuera de equilibrio, y él bajó el sable láser en un gran arco, hambriento, sosteniéndolo sólo lo suficiente como para saborear la expresión en su cara.

—Ahora. Ruega por tu vida.

—Lo siento. —Ella alzó su barbilla hacia él, se limpió la sangre de su labio, y sonrió—. Vas a tener que intentarlo mucho mejor que eso.

Antes de que pudiera responder, ella lanzó la parte superior de su cráneo contra su hombro, dándole un cabezazo a la herida abierta. Un cohete de furia al rojo vivo siseó dentro del cerebro de Maul, obliterando el pensamiento consciente. Dejó salir un rugido y se preparó para acabar con ella.

Fue entonces cuando el suelo estalló bajo ellos, las placas de aleación abriéndose para revelar algo tan vasto e incomprensible que Maul no lo reconoció hasta que trató de arrancarle la pierna de un mordisco.

Con una punzada de shock, vio que la cosa que había explotado hacia arriba ya había tomado su pie en la terrorífica copa de succión de su boca.

El gusano.

Su aparición aquí le dio a Komari Vosa la última oportunidad que necesitaba para recomponerse y hacer su escapada, saltando hacia arriba y entonces rebotando en la consola de la pared tras ella.

Cobarde, gritó una voz desde el interior del cerebro de Maul, débil escoria Jedi. Es exactamente de los de tu clase huir a la primera señal de…

En ese medio segundo, el pensamiento se rompió mientras se daba cuenta de que ella no estaba huyendo.

Estaba viniendo hacia el gusano.