PRÓLOGO
Con gusto accedo al deseo del autor de
escribir unas palabras de presentación de este imponente y valioso
volumen, que tantos datos de interés y tantas novedades ofrece a
los lectores y admiradores del poeta de Orihuela. Desde hace años
he dedicado muchas horas, atención y simpatía a esta figura
singular de las letras españolas, y el presente gesto de confianza
no es sino una oportunidad más que se me ofrece de contribuir al
conocimiento y aprecio de la extraordinaria personalidad de Miguel
Hernández.
Entre los muchos elementos que entran en
juego en una biografía está el contexto histórico, las
circunstancias externas, el entorno social, las simpatías políticas
y el ambiente familiar e íntimo en que se mueve el biografiado. El
autor ha conseguido explorar estas facetas cuidadosa y
minuciosamente. Y es que para lograr iluminar de manera eficaz el
escenario y el campo de actuación en que se desenvuelve el
acontecer y la vida de Miguel Hernández se hace imprescindible, y
el autor lo sabe muy bien, el recurso a un inmenso acervo
documental e informativo. Hay, sin embrago, una serie de aspectos
más personales e íntimos, relacionados con la interioridad del
biografiado: sus sentimientos, emociones, reacciones ante los
acontecimientos, los proyectos e ilusiones que dan sentido a su
vida, los objetivos de su acción y la intensidad con que se lanza a
la conquista de sus ideales y sus planes. Para todo esto existe una
fuente insustituible que el biógrafo no ha podido eludir. Es su
obra escrita, todo lo que a lo largo de los años ha ido brotando de
su pluma como proyección profunda de su personalidad: todos sus
escritos y muy particularmente su epistolario. El ilustre maestro
de las letras españolas José Moreno Villa, pintor y poeta que murió
exiliado en México y que escribió una autobiografía modélica, lo
formulaba con estas palabras: «Las mejores biografías de los
artistas son sus obras. En ellas están fijadas sus vidas, sin
comentarios ni errores» (Vida en claro.
Autobiografía, Madrid, Fondo de Cultura Económica, 1976, p.
278). En el caso de Miguel Hernández es indudable que su
trayectoria personal, sentimental e intelectual, hay que buscarla,
más que nada, en su obra poética, en su teatro, en su abundante
prosa escrita en circunstancias las más variadas y opuestas. Por
eso ha sido un extraordinario acierto de José Luis Ferris, autor de
Miguel Hernández. Pasiones, cárcel y muerte de
un poeta, el recurrir con insistencia y de continuo a su obra
lírica, dramática y periodística, a fin de reconstruir, con la
mayor fidelidad posible, la vida, las peripecias y los momentos más
trágicos y decisivos de la vida del gran poeta de Orihuela.
El tiempo que Miguel vivió en Madrid resultó
ser muy breve. No llegó al año y medio. La rebelión militar de 1936
le sorprendió en el momento en que él empezaba a lograr valiosas
amistades y a cosechar importantes éxitos. Dado su apasionado deseo
de darse a conocer y de conectar con el mundo de la cultura, el
poeta había logrado entrar en contacto con personalidades,
escritores, poetas, pintores, escultores (Ramón Sijé, Antonio
Oliver y Carmen Conde, Bergamín, Cossío, Aleixandre, Lorca, Neruda
y otros muchos) a los que José Luis Ferris ha sabido prestar
abundante cobertura. El autor, a todo lo largo de la biografía y en
momentos relevantes, también presta una atención especial al
acontecer histórico y político, y sabe relacionarlo hábilmente y en
muchas ocasiones con los datos que tenemos de la vida tanto pública
como personal e íntima del poeta, según podemos verificar en su
epistolario y otras fuentes de información. Con ello se logra una
visión bastante completa y convincente de los hechos y de la
personalidad del escritor.
José Luis Ferris ha hecho un extraordinario
esfuerzo recogiendo datos y analizando los acontecimientos de
aquellos años tan inquietantes e inseguros de la historia española,
y ha investigado sucesos culturales y acontecimientos políticos de
la época para darnos un retrato ricamente documentado de lo que
significó y de lo que hizo un poeta y ser humano tan singular y
extraordinario como fue Miguel Hernández. Algunas de las opiniones
que José Luis Ferris había defendido en fechas anteriores podían
ser discutibles para este o aquel lector (pongo como ejemplo la
interpretación que el autor hacía de los sonetos amorosos como
inspirados por diversas mujeres de la vida del poeta) pero siempre
resultaban sugestivas y ofrecían puntos de vista originales y
posibles.
En esta nueva versión de la biografía José
Luis Ferris ha reelaborado algunos de los temas más discutidos y ha
recogido documentos y testimonios muy valiosos para ofrecer al
lector una visión más convincente de los hechos. Así ocurre, por
ejemplo, al discutir el papel que juega Josefina Manresa en el
proceso de composición de El rayo que no
cesa. ¿Fue ella la inspiradora de este libro de sonetos
amorosos? Durante muchos años Josefina se negó a reconocer la
aventura amorosa de Miguel Hernández con Maruja Mallo. La negaba
rotundamente, como afirma Gabriele Morelli. Hasta llegó a rogar a
Dario Puccini que borrara este incidente de su biografía. Pero
Josefina incurría al respecto en frecuentes contradicciones hasta
que con el tiempo llegó a reconocer que este libro había sido
escrito durante los meses en que estaban distanciados ella y el
poeta o, como ella decía, en que estaban «disgustados». En una
entrevista que le hace Gabriele Morelli en 1964 Josefina llega a
confesar que en este libro «la figura a la que Miguel se refiere no
se corresponde con mi persona», si bien reconoce a continuación que
los sonetos «Me tiraste un limón» y «Te me mueres de casta y de
sencilla» son atribuibles a su influencia. El libro, pues, se
escribe en los meses en que, suspendidas las relaciones epistolares
entre ambos, Miguel, que reside en Madrid, vive varias aventuras
amorosas y sufre una gran decepción con la pintora gallega Maruja
Mallo y otra menos dramática con María Cegarra. También mantiene un
fugaz y leve contacto amistoso con María Zambrano. El libro no es
pues en la mayoría de sus sonetos el fruto de la relación amorosa
de Miguel con Josefina.
Creo que el autor de esta nueva versión de
la biografía de Miguel Hernández ha enriquecido considerablemente
su estudio aplicando un severo juicio crítico, recurriendo a nuevas
fuentes y aportando datos poco conocidos. Con ello se ha ganado el
respeto y gratitud de los admiradores y devotos del gran poeta de
Orihuela.
JUAN CANO BALLESTA
Universidad de
Virginia