ESTACIÓN DE KING’S CROSS
POR J. K. ROWLING
Cuando Ottaline Gambol se apropió de un tren muggle para usarlo como el nuevo medio de transporte de los estudiantes de Hogwarts, también mandó construir una pequeña estación en el pueblo mágico de Hogsmeade: algo imprescindible para un tren. Sin embargo, el Ministerio de Magia sabía que construir una estación mágica en medio de Londres sería demasiado incluso para la famosa persistencia de los muggles de no notar nada mágico aunque les explote en las narices.
Fue Evangeline Orpington, ministra entre 1849 y 1855, quien dio con la solución: añadir un andén oculto en la recién construida estación muggle de King’s Cross que sería accesible solo para brujas y magos. En general, esta solución ha sido muy eficaz, aunque ha habido ciertos problemillas a través de los años, como brujas y magos a los que se les cayeron maletas llenas de libros de encantamientos mordedores y bazos de tritones en el encerado suelo de la estación o simplemente desaparecieron a través de la sólida barrera haciendo mucho ruido. Normalmente, al principio y al final de cada trimestre de Hogwarts, siempre hay cerca un cierto número de empleados del Ministerio de Magia vestidos de paisano dispuestos a tratar con la memoria de cualquier muggle que necesite ser alterada.