EL ANGEL DE MONS
La leyenda más conocida de la Primera Guerra Mundial es la del célebre Angel de Mons. Tal como se explicó en el segundo capítulo, dedicado al milagro en el Marne, tras la batalla de Mons del 23 de agosto de 1914, que se había saldado con unas 1.600 bajas británicas y el doble de alemanas, las tropas británicas llevaron a cabo un bien organizado retroceso ante la presión germana. Fue durante este repliegue, en el que los soldados dieron muestras de un agotamiento extremo, cuando algunos de ellos sufrieron vívidas alucinaciones provocadas por el cansancio y la falta de sueño.
Esta ilustración de la época representa a los ángeles que supuestamente protegieron a las tropas británicas en Mons, al interponerse entre ellos y las tropas alemanas que las perseguían. La leyenda del Angel de Mons arraigó en el imaginario popular gracias a imágenes como esta.
Esas alucinaciones no merecerían ninguna atención hasta que el 24 de abril de 1915 una revista especializada en espiritismo difundiera una supuesta aparición de seres sobrenaturales en Mons, que tenían como misión proteger a los soldados británicos en su retirada. A partir de ahí, diferentes publicaciones comenzaron a ofrecer inverosímiles detalles de esos seres protagonistas de la acción milagrosa. Los diarios aseguraban que en esos momentos críticos había aparecido la providencial figura de un ángel vestido con una túnica blanca, sobre un caballo del mismo color, blandiendo una espada flamígera.
Las descripciones del que, a partir de entonces, sería conocido como el Angel de Mons diferían de un periódico a otro, ya que unos aseguraban que no se trataba de un ángel sino del mismísimo San Jorge, patrón de Inglaterra, enarbolando la misma lanza con la que mató al dragón, en lugar de la espada en llamas. Otras fuentes aseguraban que no era uno solo el ángel aparecido para proteger a los ingleses, sino que se trataba de varios de ellos o incluso de toda una legión, por lo que este fenómeno se conoce también como el caso de «los ángeles de Mons». El que las revistas publicaran también fotografías en las que aparecían interpretaciones artísticas sobre lo que supuestamente habían visto los soldados ayudó a consolidar el mito, puesto que muchos creyeron que se trataba de imágenes reales, tomadas en el campo de batalla.
El Angel de Mons inspiró todo tipo de manifestaciones artísticas. Esta es la portada de un disco en el que se podía escuchar un vals oportunamente compuesto en honor de ese legendario episodio.
La realidad es que los soldados que se retiraron desde Mons sufrieron todo tipo de visiones colectivas. El hambre, la sed, el cansancio y el estrés por los bombardeos a lo largo de los cinco días que duró la marcha hicieron caer a los soldados en un estado de somnolencia que les hacía ver no solo ángeles, sino también castillos, fortalezas y todo tipo de ejércitos celestiales.
Los agotados soldados no dieron ninguna importancia a esas alucinaciones, pero la prensa británica, haciéndose eco de las impresiones relatadas por algunos de ellos, vieron la oportunidad de alimentar el patriotismo de las masas dando alas a una leyenda que ha perdurado hasta hoy y que continúa siendo explotada, aunque con éxito decreciente, por los estudiosos de los fenómenos paranormales.
En febrero de 1930 aparecería una curiosísima explicación del fenómeno, revelada por el diario londinense Daily News en la que se citaban fuentes norteamericanas. Según esa información, un antiguo miembro del servicio de inteligencia alemán había sacado a la luz que el Angel de Mons, entre otras apariciones, no era más que una imagen proyectada sobre las nubes. La visión formaba parte de un plan secreto de los alemanes para minar la moral de sus enemigos. Desde un avión pertrechado con un proyector cinematográfico se iluminaba la imagen contra las nubes bajas, que hacían la función de pantalla. Según los alemanes, las tropas británicas caerían víctimas de un terror sobrenatural. No obstante, el misterioso agente germano reconocía que el plan se había vuelto en contra de los alemanes y que los ingleses lo habían aprovechado en su beneficio.
Como es obvio, toda la historia era una invención, pero aun así esta absurda idea reaparecería en la prensa a principios de 1940, en este caso para asegurar que el Ejército británico disponía de una «linterna mágica» para proyectar imágenes sobre las líneas alemanas[18].