1. EN LOS CALLEJONES

 

Krom ve que el orco dobla una esquina y se mete en un callejón. Le da mala espina pero le ha costado varios días encontrar a uno de los 3 hermanos así que ahora no piensa perderle la pista. Además, está casi seguro que su presa no le ha visto. Aunque sus casi 2 metros de altura y sus anchas espaldas tampoco hace de Krom alguien que sea fácil que pase desapercibido. Pero en el barrio orco, esas medidas son las normales. Pequeño es el orco que mide menos de 2 metros.

Krom gira en la esquina y ve a su perseguido adentrarse en el callejón. El tintineo de las cadenas de oro que cuelgan al cuello del orco hace que sea fácil seguirle. En cambio, las zapatillas que lleva no lo hacen. La goma apenas hace ruido sobre el asfalto. Y el chándal del orco tampoco destaca en ese barrio pobre. Pero Krom, una vez que ha encontrado una presa, no la suelta.

Por nada del mundo piensa perderle de vista. Necesita encontrar a sus hermanos orcos y sacarles el paradero del objeto que han robado. La Gema del Infinitésimo. Le contrataron para recuperarla, mucho dinero además, así que eso es lo que piensa hacer.

Su orco vuelve a girar en una esquina. Krom se da cuenta de que algo va mal. Todo se vuelve más silencioso en esas callejas olvidadas. Saca su Mágnum calibre 44 y se pega contra la pared. Asoma la cabeza.

Un golpe bestial en el cráneo le está esperando. Desorientado, trastabilla y se le cae el arma al suelo. La cabeza de Krom es dura pero está seguro de que no podrá aguantar muchos golpes de ese estilo. Protegiéndose mientras recula alcanza a ver su supuesta presa justo delante de él. Con una enorme sonrisa. Los colmillos que le salen por la boca no hacen que la sonrisa sea muy agradable.

Y también oye unas risas a su espalda. “Bien,” piensa Krom, “darme algo de tiempo para recuperarme.”

-Hola humano, ¿me puedes decir que haces siguiendo a mi hermano?-la voz del orco de detrás suyo es grave y cargada de malicia.

Krom ve que son dos los que están a su espalda. Saben los dioses de donde han salido. El de la izquierda es el que ha hablado. Lleva un traje hecho a medida, de buena calidad. Krom nunca había visto en traje a un orco. Tiene que reconocer que le queda bien. El otro orco lleva un chándal similar al de su otro hermano. Y por sus gestos se ve que no es el más listo de la familia. Se hurga el dedo en la nariz y se come un moco mientras que con la otra mano le hace el gesto de degüello a Krom.

“Son 3”-valora Krom-. “Uno parece el listo, otro el tonto y otro tiene la cabeza dura. Gana tiempo y a ver que se te ocurre.”

Krom mira al orco que ha hablado y deja que salgan unas palabras entrecortadas de su boca.

-No…, no estoy siguiendo a nadie. Escuchad no quiero problemas. Podéis coger todo mi dinero.

El orco trajeado pone cara de confundido y gira la cabeza como intentando mirarle mejor.

-¿Eh? Nos tomas el pelo o qué, estúpido bárbaro de mierda. Hace varias horas que te hemos olido, llevas detrás de Cecil un buen rato. No… Mi apuesta es que eres tú el que quiere robarnos algo.

Por detrás de Krom se oye la voz de Cecil.

-Este cabrón me lleva siguiendo desde que salí del Moes y se piensa que nos va engañar, Pierce -dirige la vista hacia Krom y le dice-. No somos tan tontos cómo parece, perro. Te vamos a despedazar ahora mismo.

Krom ya está casi recuperado del cabezazo. Ha sido algo descuidado pero la situación no es tan mala como podría haber sido. Está bastante convencido de que no es demasiado grave. De momento nadie ha sacado ninguna pistola y eso es bueno. A los orcos no les suele gustar las armas de fuego. Y menos los hechizos. Son más de dar garrotazos y cabezazos. Y a eso Krom tampoco se queda corto.

Ok-dice Krom y exhibe su mejor sonrisa sanguinaria-. Veamos quien despedaza a quien.

Y da dos veloces pasos hacia el orco que busca petróleo en sus narices y le lanza una patada en la entrepierna. Krom es rápido y el otro no se lo espera. Le da con toda la fuerza que tiene y del golpe el orco se eleva medio metro. Los ojos se le bizquean y se empieza a oír un chillido que no termina de crecer. Se derrumba en el suelo hecho un ovillo.

Krom sabe que los orcos tienen fama de grandes amantes pero se imagina que este de aquí va a tardar un tiempo antes de poder demostrar esas dotes.

Nada más dar la patada, Krom sigue moviéndose y se gira en círculo alejándose de Pierce. Está seguro de que Cecil va a embestir contra él. Sigue girando y extiende los brazos en un movimiento que ha sido claramente entrenado. La gabardina se le desliza por los brazos y la lanza hacia Cecil, al que tiene casi encima. El orco se queda sin visión y duda mientras se intenta quitar la gabardina. Krom sigue girando hasta que se coloca paralelo a Cecil y le mete un codazo en la nuca. El orco recibe el golpe y se dobla. Momento en el que Krom aprovecha para darle un rodillazo en la cara.

Pero ya tiene a Pierce encima. Krom sabía que esto iba a pasar pero uno no puede defenderse de tres atacantes sin asumir riesgos. Pierce le lanza una patada de arriba a abajo que le da de lleno. Krom apenas tiene tiempo a girarse ligeramente, flexionar el brazo e intentar usarlo de escudo para el golpe. Lo consigue a medias pero aún así es lanzado contra la pared y se golpea la cabeza.

Pierce no parece que le dé mucha pena porque le lanza un puñetazo al estomago y le devuelve el rodillazo en la cara que hizo a su hermano. Krom cae a 4 gatas y Pierce le da otra patada en las costillas. Y a continuación otra patada en la cabeza. Krom está boca arriba, casi inconsciente. El dolor es lo único que le mantiene despierto.

Pierce está muy cabreado. Se agacha y lo agarra por el cuello de la camisa.

-¿Qué es esto bárbaro? ¿Camisa y corbata para un pueblerino como tú? ¿Dónde te has dejado el taparrabos? Cabronazo, te vas a arrepentir de haberte metido con nosotros.

Krom apenas oye las palabras, este semiinconsciente pero su cerebro le grita que despierte, que despierte. Abre un poco los ojos y ve algo. Su mente le dice “aférrate a ello, céntrate en ello”. Así que le hace caso. Estira el cuello y le arranca de un mordisco la oreja a Pierce. El orco aúlla y suelta a Krom, mientras se agarra el lado de la cara.

A Krom la sangre en la boca le termina de despertar. La adrenalina vuelve a él como un torrente. Se incorpora y le da un puñetazo en el estomago a Pierce, que no lo ve venir. Y luego lo agarra de la cabeza y lo estampa con toda la fuerza que puede en la pared.

Pierce cae desplomado.

Krom se apoya en la pared. Le duele todo. Se fija en su camisa que aunque antes era blanca ahora está llena de manchas carmesí. La corbata negra, en cambio, parece impoluta.

Se agacha y empieza a registrar en los bolsillos del caro traje de Pierce. Con un gruñido de satisfacción encuentra una cajita. La abre y por fin siente que tiene algo de suerte. Es la Gema del Infinitésimo. Se la guarda en un bolsillo y se acerca a recoger su Mágnum y su gabardina, que está al lado de Cecil. El orco tiene la cara ensangrentada y está arrastrándose lentamente hacia Pierce.

Krom se aleja lentamente en el callejón pero oye unas palabras del magullado Cecil.

-Te…te encontraremos bastardo. Te vas a arrepentir de esto...

Krom se para y se vuelve.

-Ummm... -Krom parece meditar-. ¿Sabes? Tal vez tengas razón. El caso es que no soy de matar a sangre fría. Si fuera así tu hermanito tendría razón y debería llevar un taparrabos. Pero si me da la impresión de que en este caso me puedo arrepentir de no hacerlo.

Se calla y sigue mirando a Cecil que le lanza un escupitajo ensangrentado. Cae a los pies de Krom.

-¡Oh! Pues si me voy a arrepentir al menos hagamos que valga la pena.

Se acerca a Cecil y le da una patada en las costillas. Y para acabar otra en la cara. Un colmillo sale volando.

Krom da dos pasos hacia atrás y contempla la escena. Cecil y Pierce están inconscientes y cubiertos de sangre. El orco del moco sigue hecho un ovillo mientras se escucha un pequeño llanto.

A pesar del dolor que le produce, una sonrisa sincera y sin malicia le aparece en la cara. “La vida es hermosa”-piensa.

Se gira y se aleja del callejón sin mirar atrás.