TERCERA PARTE
ENTRANDO EN EL NUEVO MILENIO
Un día el Gusanitos le dejó pinchar en el Lunatik y todos fliparon tanto con él que desde entonces sigue aquí. Fue el primero que me habló de la movida de allí, de Juan Atkins, Derrick May, Carl Craig y tal, y me abrió mogollón la cabeza. Él venía de Belleville, del mismo instituto que Atkins y May y Kevin Saunderson, aunque era bastante más cani, y decía que lo de Detroit lo había iniciado DJ Electrifying Mojo, un pavo al que nadie había visto la cara, del que no había ninguna foto. Yo lo flipé cuando me contaba que pinchaba lo mismo funk y música de negros, James Brown y compañía, que Krafkwerk y música blanca alemana. Pero Roni se reía y decía que tenía que ventilar mi mente. Él siempre huía de los guetos y pinchaba de todo, menos sus propios discos. Desde Krafkwerk —era un fanático de We are the robots, decía que era una de las canciones que habían cambiado el mundo— y Front 242 hasta los breakbeats del jungla más actual, pasando por los clásicos —el minimalismo de Jeff Mills, el Detroit industrial de los Aux 88— o grupos siniestros pasadísimos, como X-Mal Deutschland, que él mismo había remezclado. Pero todo, no sé cómo, siempre entraba dentro de un orden: había una progresión natural, con principio y un final.
Ciudad Rayada