21 de abril de 2008, lunes.
Ese día comí en el Asador El Frontón con Eduardo Inda y Juan Ignacio Gallardo (entonces subdirector de Marca). Habíamos quedado la semana anterior a instancias de Eduardo, que quería contarme algunas cosas relevantes sobre Calderón.
Inda contó que, por petición de algunos directivos amigos y algunos ejecutivos, entre los que se encontraba José Ángel Sánchez, se había reunido con Calderón, para tratar otra vez de limar asperezas. Y más o menos lo había conseguido porque, después de todo, los Inda y los Galán (familia de la mujer de Calderón) eran amigos de siempre en Pamplona.
Pero lo que realmente quería contarme era lo que Calderón decía de mí. Y la frase era bien clara: «Abellán es un hijo de puta». Gallardo añadió que lo de Calderón conmigo era una cosa enfermiza. Escuchaba mis programas, los grababa y se los ponía de nuevo por la mañana. Enseguida matizó y me dijo que eso lo hacía Ramón y alguno de sus más allegados. Inda me aseguró que se mortificaban con el programa y después, sin haber dormido en toda la noche, se machacaban por la mañana. Que estaban obsesionados conmigo y, un poco, con él. Aunque en su caso, tras esa última reunión cordial, ya estaba resuelto el tema, así que ahora sólo lo estaba conmigo.
Inda y Gallardo pensaban que Calderón sabía que tenía que hacer las paces con Marca, pero que conmigo la reconciliación era imposible. Yo objeté que quien iba a matar a Calderón era Carrascosa. Un Carrascosa que, por cierto, había retirado la demanda contra Telecinco porque la televisión le había amenazado, según él, con un programa especial sobre «sus empresas». En un determinado momento saqué unos papeles que les hicieron mucha gracia. En ellos se demostraba que, pese a que Arroyo y el propio Carrascosa decían que el dueño de Legálitas no tenía nada que ver con el Real Madrid, en la demanda contra Telecinco Alfonso ponía que su domicilio era la Calle Concha Espina, Estadio Santiago Bernabéu… A Inda le pareció tan increíble que llamó a Carbajosa, de El Mundo, para contárselo.
Después enlazamos con la importancia que tenía para Marca las promociones del Real Madrid: los polos, las mochilas, los vasos, etc. Me dijeron que para el periódico eran fundamentales y por eso a veces tenían que «cuidar» la información, pues Calderón usaba el tema de las promociones como chantaje. Si te callabas, abría el grifo; y si hablabas, lo cerraba. Añadieron que a Calderón le molestaba que yo escribiese en Marca, dijese lo que dijese. Sólo por el hecho de escribir.