26 de junio de 2007, martes.
El programa de Telecinco desató una tormenta mediática y, más cuando yo había desvelado el día anterior que estaba detrás de todo el montaje. A partir de ese momento, los mismos que habían alabado mi trabajo y se interesaron por la información empezaron a cuestionar la investigación. Y no sólo eso, de nuevo comenzó una cacería hacia mi persona.
Tanta repercusión tuvo, que Telecinco quiso aprovecharse del tirón y montó un debate para el día siguiente, anunciando que emitirían imágenes inéditas.
Pero ese día la gran sorpresa surgió cuando vi que Marcos había sido entrevistado en el programa Fórmula Marca, de Veo Tv, la televisión que entonces dirigía Melchor Miralles.
Un error imperdonable. Nadie entendía que su abogado o el propio Real Madrid hubieran dejado hablar a uno de los implicados en los vídeos —que además había puesto una denuncia en la Comisaría de Pozuelo de Alarcón— sin haber preparado medianamente lo que tenía que decir. Es más, sin haber preparado siquiera qué cosas tenía que callar, qué convenía decir o sobre qué tenía que cargar las tintas. Y es que todo se debía a que la emisión de aquellas grabaciones les había pillado tan a contrapié que los había desarbolado.
Era dramático presenciar cómo el presentador del programa de Veo Tv no sabía nada del tema, entre otras cosas, porque el programa no estaba organizado para ello. La emisión resultó bastante ridícula. Incluso se oían en antena las preguntas que le soplaban por el «pinganillo» al presentador para que hiciera al invitado.
El resultado, como digo, fue un desastre. Hasta tal punto que Marcos dijo en la entrevista exactamente lo contrario que había escrito en la denuncia. El chico estaba nerviosísimo y se contradecía permanentemente. Una chapuza. Otra vez me defraudaba Carrascosa y el propio Miralles. Podría salvar esa acción tan cutre diciendo que, posiblemente, al ver que la denuncia presentada era falsa de solemnidad, trataron de arreglar el desaguisado cuanto antes en aquella televisión.
Para saber cómo estaban Marcos y Same, tras la emisión pedí a Borja que viniera a la COPE y que llamase a Marcos desde un estudio de grabación. Así se hizo, y lo único que pudimos sacar en claro de la conversación es que todos estaban preocupados, pero Carrascosa les había calmado asegurándoles que lo tenía todo controlado.
La acorazada mediática de acólitos calderonianos siguió acusándome de todo y descalificando la investigación, supongo que también por orden de Carrascosa. No importaba la denuncia, lo único que importaba de nuevo —al igual que con el Colegio Universitario Villanueva o con el vídeo de Nanín en el juicio del Juzgado 47— era cómo se había conseguido la noticia. O mejor dicho, quién la había conseguido. Y una vez más, me crucificaron. Yo era el culpable, y no los que habían cometido el fraude.
Los palmeros y los pesebreros todavía se atrevieron a declarar que el programa había tenido muy poca audiencia.