Capítulo 10
El resto de la semana pasó como un borrón. Empezamos las clases y establecimos la rutina escolar. Todos parecían emocionados con las diferentes asignaturas –los bailarines permanecían en los estudios, la chicos de ciencia prácticamente babeaban por el laboratorio, y Yashir y sus amigos estaban siempre sentados alrededor de la propiedad colectiva, dibujando.
Todos, excepto yo, claro está, que no tenía ninguna materia que me ilusionara, y nada en lo que destacar. Lo juro, yo era la única chica, el otro era Jack, por supuesto, quien estaba en todas las clases de recuperación.
Vi a Cam un montón de veces durante la semana, pero era sólo por un segundo o dos entre actividades. Él no era un jefe de equipo, como Trevor, así que él no comía en la cafetería con los novatos. Usualmente le veía caminando por los pasillos con el Sr. Judan o con uno de los otros profesores. Él siempre me saluda con la mano y me sonreía.
Incluso algunas veces se detenía y decía hola, o preguntaba cómo estaba yendo mi día. Él dijo que estaba trabajando para el Sr. Judan, haciendo cosas aburridas de oficina. Apenas podía serenarme lo suficiente para hablarle. Creo que el problema era que me tomaba casi diez minutos acostumbrarme a su esplendor, así que los rápidas paradas en el pasillo siempre me dejaban incoherente.
Pasé a Hennie una vez, hablando con una chica en chino, y luego otra vez con un chico hablando español. Las dos veces trató de conseguir que me quedase y hablara, pero decía que tenía que ir a clases. Cada vez que veía a Esther, ella estaba con un grupo diferente de chicos y mostrando esa gran sonrisa suya. Los niños siempre se veían felices cuando estaban con Esther. Ella hacía estas imitaciones de personas–profesores, incluso la Directora Solom–que eran hilarantes. De alguna manera podía cambiar completamente para adaptarse a quienquiera que ella personificara. Lo juro, cuando imitaba a la Directora Solom, ella realmente se arrugaba.
Trataba de agacharme y esconderme cada vez que veía a Hennie y Esther, pero era difícil. No es que no me agradaran. Era que me agradaban demasiado. Generalmente podía evitarlas durante el día sin ser grosera –por esta primera semana, nos tuvieron haciendo actividades cada tarde con nuestros equipos, y me sentaba con ellos en las comidas– pero en la noche, después de horas de estudios, era imposible evitarlas completamente. Es solo que encajábamos tan bien, las tres. Como si estuviéramos destinadas a ser amigas.
Catherine entraba bastante bien en todo esto. Ella cerraba la puerta de nuestra habitación exactamente a las diez en punto, y no permitía visitantes. Y no estaba mintiendo cuando le dije a Esther y Hennie que necesitaba todo mi tiempo libre para estudiar. Nuestros maestros, de hecho, habían asignado tarea para el primer día de clase, y una vez que las clases empezaron, estaba abrumada. Ni siquiera tomaba clases difíciles.
Algunos de los demás tomaban cosas de nivel más elevado, como cálculo y física.
Estaban haciendo repasos hasta que el último estudiante llegó el lunes. Yo solo estaba leyendo libros y resolviendo problemas básicos de matemáticas, y ya estaba abrumada.
Déjenme decirles que la Escuela Intermedia de Danville no me había preparado exactamente para Delcroix.
Mientras tanto, Jack se había convertido en mi compañero constante, bajando notas sobre mi hombro en clase y haciendo comentarios sarcásticos en mi oreja cuándo Trevor nos llevaba hacia otra actividad en grupo. No hubo repetición de lo que había ocurrido en la pared, y mientras más pensaba en ello, más comenzaba a dudar de mis conclusiones sobre lo que había pasado. Tal vez yo era más fuerte de lo que pensaba. Tal vez solo había imaginado ese repentino cojín de aire soportando mi peso. Tal vez Jack no era nada más que un tramposo inteligente que de alguna manera había logrado escapar del ojo de águila de Trevor.
Además, me faltaba la Abuela. También estaba tratando, tan fuerte como podía, de no encariñarme con las dos personas más agradables que jamás había conocido, y estaba viviendo con una dictadora psicótica que había medido el espacio de nuestro armario y marcado el punto medio con cinta adhesiva para asegurarse de que yo no cruzara la línea. Así que supongo que no era lo suficientemente fuerte como para alejar a Jack también. Antes de que lo supiese estábamos intercambiando gustos musicales y hablando de nuestras antiguas escuelas. Él se imaginó de inmediato cuán horrible era Catherine, y él continuamente se burlaba de ella por estar tan enamorada de Delcroix y lambisconear a todos los profesores. Incluso sugirió el apodo perfecto para ella: Botones-abrochados, porque ella siempre vestía camisas con botones abrochados, pantalones o
faldas azul marino. Probablemente eran parte de su viejo uniforme escolar. Aún cuando sabía que no debía, no podía evitar reír cada vez que él lo decía.
No fue hasta la tarde del viernes, cuando estábamos esperando la Bala de Plata para llevarnos de regreso al estacionamiento para ir a casa por el fin de semana, que me percaté de que la manera de Dancia Lewis iba a tener que cambiar. Estábamos fuera del Vestíbulo Principal, arrastrando bolsas de lavadero sucias y mochilas llenas de tarea.
Todos estaban entusiasmados por ver a sus padres, aunque habían algunas reinas del drama que ya se estaban quejando de cuánto extrañarían a sus amigos.
Esther me dio un abrazo estruja espaldas. ‚Dancia, apenas te he visto en toda la semana,‛ ella gimió. ‚¿Dónde has estado? Digo, has estado en tu cuarto, claro est{, estudiando, lo cual es bueno, y realmente no te puedo culpar. Después de todo, mi papá me matará –me refiero a matarme a mí– si no mantengo mis calificaciones. Pero te perdimos anoche. Est{bamos en mi cuarto escuchando música. Deberías haber bajado.‛
Bajé mi cabeza. ‚Es {lgebra. Empiezas a mezclar letras y números, y mis ojos se cruzan. Y no creerías el ensayo que me he puesto a escribir para inglés. Me imaginé que tendría que colocar un principio en él antes de irme a casa.‛
Hennie me dio un suave apretón y una profunda mirada evaluadora. ‚¿Todo bien?‛
Ella preguntó. ‚¿Cómo es tu equipo? ¿Te llevas bien con todos?‛
‚Creo que sí.‛ Cambié de un pie al otro. ‚Quiero decir, bueno, Jack y yo hemos estado saliendo bastante.‛
‚¿Jack? ¿Te refieres al tipo con el tatuaje?‛ Hennie sonrió. ‚¿Est{s segura de que son solo amigos?‛
‚Definitivamente.‛ Asentí vigorosamente. ‚Solo amigos.‛
Esther bufó. ‚Así es cómo empieza, Dancia. Confía en mí, siempre empieza así.
Entonces cuando menos te lo esperas, todo cambia.‛
‚No nosotros.‛ Día una mirada r{pida alrededor para asegurarme de que Jack no estaba justo detr{s de mí. ‚De ninguna manera.‛
Esther aclaró su garganta y ajustó un par de gafas imaginarias en su frente, al igual que nuestra maestra de Cívica Mundial, la Sra. Paskett. ‚Sí, por supuesto querida, por
supuesto. Tienes razón, por supuesto. Cómo podría dudar de ti.‛ Su voz se elevó dos octavas y temblaba, al igual que la Sra. Paskett. Hennie y yo estallamos en risa.
Cuando pude hablar de nuevo, codeé a Hennie en las costillas. ‚Entonces, ¿cu{ndo vas a hablar con Yashir, Hennie? Él está en mi equipo, tú sabes. Él parece realmente lindo.‛
Hennie echó sus manos al aire. ‚¡Como si pudiera hablar con él! Él est{ en mi clase de español, pero apenas dice algo. Cuéntame m{s sobre él. ¡Necesito detalles!‛
Me pues a recordar, aliviada de haber logrado cambiar de tema. ‚Por lo general él es uno de los líderes de nuestro grupo. No es demasiado mandón, pero todos parecen escucharlo. Adora dibujar y pintar, por supuesto. Él es de California, y su mamá le hizo todos sus piercings.‛ Estaba sorprendido por cu{nto sabía yo de él. Supongo que algunos de los juegos de ‚Conozc{monos‛ que Trevor nos había hecho jugar realmente habían funcionado.
‚Él es perfecto para ti, Hennie,‛ Esther dijo. ‚Y si te sientes tímida, Dancia puede ayudar.‛
Hennie mordió su labio. ‚No sé, Esther. Conoces a mi pap{. A él no le gustarán los piercings.‛
‚Estamos en un internado, boba. Tu pap{ ni siquiera lo sabr{.‛
‚Pero apenas he hablado con él,‛ dije. ‚¿Qué te hace pensar que yo puedo ayudar a Hennie?‛
Esther palmeó mi mano. ‚No te preocupes. Los chicos son criaturas simples. Puedo enseñarles a ambas lo que necesitan saber.‛
Hennie enderezó su ya perfecta falda recta y suspiró. ‚Es verdad. Esther es como una enciclopedia ambulante de las especies masculinas.‛
Esther asintió sabiamente. ‚Tú sabes lo que siempre digo: Ellos son como las chicas, sólo que diferentes. Ahora, Dancia, él est{ en su equipo, ¿por lo menos son amigos ya?‛
‚Bueno, supongo… quiero decir, puedo hablar con él. No es como si fuéramos desconocidos. Pero no diría que seamos amigos tampoco.‛
Esther rechazó con un gesto mi protesta. ‚Para Acción de Gracias ser{n los mejores amigos con todos en esta escuela. Es solo cuestión de tiempo.‛
En esa sentido frio, cambié el tema a nuestras clases. Las únicas que teníamos juntas eran Cívica Mundial y Química. Todos los novatos tenían que tomar clases de ética, pero Esther y Hennie estaban en la otra sección. Mi clase de éticas era impartida por este pequeño tipo ridículo llamado Sr. Fritz. Tenía una nube de largas canas encima de su cabeza, y tenía orejas realmente grandes, lo que lo hacía parecerse a algo entre Albert Einstein y un muñeco gnomo. Todos teníamos matemáticas, pero en niveles diferentes –
yo estaba en álgebra, el curso de noveno grado en mi secundaria. Esther y Hennie ya iniciaban cálculo.
En las tardes tenía un bloque de dos horas de clases que mi asesor, la Sra. Dade, dijo que se modificarían durante todo el año. Comenzaba con una clase de autodefensa y un taller de oratoria. La Sra. Dade no me dijo por qué me habían puesto en estas clases, solo dijo que cada estudiante se había concentrado ‚tiempo objetivo‛ después del almuerzo.
El único problema era que, a diferencia de todos los demás en Delcroix, yo no tenía objetivo. Esther estaba realmente metida en el teatro; para sus períodos de objetivos ella tenía una clase de actuación y una clase de famosos dramaturgos, donde estaban estudiando a Shakespeare y a algunos tipos griegos de los que nunca había oído. Hennie tomaba todo tipo de idiomas diferentes –literatura hindú, china, y francesa en lugar de inglés.
‚¿Tomas español también? ¿Qué eres?, ¿algún tipo de genio con los idiomas?‛
Pregunté.
Hennie bajó su vista. ‚De hecho, hablo cinco, pero mi papá habla diez. Quiero saber al menos tantos para que algún día pueda trabajar para la ONU. Mi papá conoce a dos embajadores que fueron a Delcroix, y dijeron que fue un lugar asombroso para los idiomas.‛
No era difícil de ver cuál era su ‘objetivo’.
‚Algún día me gustaría aprender español,‛ dije tristemente. Solía haber clases reales de español en nuestra escuela intermedia, pero las habían cortado cuando aún estaba en la escuela primaria. Algo sobre problemas de presupuesto. Para cuando comencé allí, solo tenían este vídeo que reproducían una vez a la semana. Era ridículo.
Sabía mis colores y cómo contar hasta diez. De eso se trataba.
‚Te puedo enseñar,‛ Hennie dijo.
‚¿En serio?‛
‚Es f{cil. Simplemente tienes que practicar hablando con alguien. Lo haremos en la noche. Solo unos cuantos minutos por día.‛ Hennie me dio una de sus sonrisas gentiles, y tuve que marcharme porque por un segundo pensé que podría llorar.
La campana sonó, y empezamos a subir las escaleras de La Bala De Plata. Pasé a Catherine, quien me miro furiosamente través de sus estrechos ojos. Luego caminé la par de Jack. Él llevaba puesto sus audífonos, y sus ojos estaban cerrados. No estaba sorprendida. Jack se los ponía cada vez que se encontraba en una multitud. Él odiaba las multitudes. Él no era de esas personas que estaban entre personas en general –él no había hecho muchos amigos desde que habíamos empezado la escuela– pero él realmente odiaba las multitudes.
Pensé sobre cuán cierto había sido, solo hace cinco días, que él estaba en problemas y era evitado a cualquier costo, y luego cómo yo le había dicho solo a Hennie que habíamos estado saliendo toda la semana.
Me deslicé después de él y me dirigí a la parte trasera del autobús. Hennie y Esther me habían guardado un lugar al lado de ellas. Esther palmeó el borde del asiento y sonrió. Robé una mirada hacia Jack, y luego a Catherine, antes de caer en el asiento. No había mucho lugar para tres, así que me balanceé en el borde con mi pie en el pasillo.
‚Tendr{s que darme tu número telefónico,‛ Esther dijo. ‚Así podemos hablar este fin de semana.‛
Hennie puso su mochila sobre su regazo. ‚Dame tu número. Podemos tener una llamada de tres vías.‛
El autobús arrancó abruptamente justo mientras Hennie estaba jalando la cremallera, y sus dedos se resbalaron. Ella se golpeó a sí misma en la nariz, y Esther soltó una risita. Hennie miró furiosamente a Esther y luego se rió cuando, un segundo más tarde, el autobús se sacudió con fuerza otra vez y caí en el pasillo. El conductor me gritó que regresara en mi asiento, y lo hice, prácticamente sentándome encima del regazo de Esther.
Después, estábamos riendo mientras el autobús se alejaba del Vestíbulo Principal, con los céspedes verdes de Delcroix extendido a ambos lados de nosotros, y todos los otros novatos gritaron y se llamaron en voz alta buscándose los unos a los otros, que algo en mi interior se relajó.
Tenía amigos. Esther y Hennie eran mis amigas. Jack, buscapleitos o no, era mi amigo. Y, tan difícil como era de creer, incluso Cam se había convertido en un amigo.
Nadie sabía mejor que yo lo peligroso que esta situación podría ser, pero me pareció absurdo seguir oponiéndome a lo inevitable. Tendría que volverme una idiota o una paria para evitar que ocurra, y simplemente no estaba en mí el hacer cualquiera de esas cosas.
La vida estaba cambiando. No estaba segura a dónde me llevaba, pero tenía el presentimiento de que las cosas nunca serían lo mismo.