Posiblemente la parte más difícil de haber escrito Cortocircuito, no ha sido hacerlo en un mes como participante del NaNoWriMo, ni corregirlo poco a poco un año y unos meses después. La parte más dura es saber reunir las palabras suficiente para dar las gracias a todas las personas que me han ayudado a lo largo de este viaje. Así que empiezo, antes de que me den las uvas de 2016:
A mi editora, Teresa, por acoger esta novela con los brazos abiertos a los pocos días habérsela enviado y darme los consejos necesarios para mejorarla y madurarla. Sin ti, este libro no sería otro «Kiwi» que añadir a la editorial. A Borja, por diseñar una cubierta maravillosa que encaja a la perfección con la idea que rondaba por mis pensamientos.
A mi madre, Antonia, por todas las fuerzas y consejos que me has dado, por ser mi soporte y estar siempre ahí: en las buenas, en las malas y en las regulares. A ti, la persona que me dio la vida, va dedicado el primer libro al que yo se la doy por completo, en el que he puesto ganas, ilusión y sueños.
A mi hermano, Manuel Jesús, por los ánimos dados… a tu manera. Por las veces que me has dicho «acaba el libro ya» como si fuera fácil. Sigue apretando tornillos, eso es señal de que hay trabajo.
A mi abuela Lolita, y a mi tía Manoli, por ser dos grandes soles que me iluminan la vida: a pesar de los problemas, estar un ratito sentada en vuestro comedor, charlando; es encontrarme en mi segunda casa y eso no tiene precio.
A mi tía María Dolores y mi prima Oliva, por alegraros tanto o más que yo cuando supisteis que esta novela vería la luz y por darme ánimos en el proceso.
Al resto de mi familia. Tanto los que sabíais que estaba escribiendo y me apoyabais como los que no teníais ni idea. Y un gran gracias a personas de la misma que están en el cielo, a las que echo mucho de menos: a mi abuelo Manolito, espero que sigas cogiendo muchos gorriones para mí entre las nubes, a mi tío Joaquín, ojalá que no te pierdas ni un capítulo de Barrio Sésamo allí arriba y a mi tía Mariquita, deseo que sigas con tu rebeca puesta, tomando el fresquito en las noches de verano allá donde estés.
A mis amigos y las personas buenas que me rodean, por formar parte de esta aventura y darme fuerzas cuando decía “no puedo” y resultaba que sí podía pero yo no lo sabía:
A Eva, mi hermana de batallas literarias desde hace muchos años: nuestra amistad va más allá de los kilómetros que nos separan. A Dani, mi pequeño cuervo azul que pronto volará muy alto con sus bellas palabras y gran corazón. A Silvia, la primera en leer la novela y decirme entusiasmada que le había gustado. Nunca olvidaré que me ayudarás a pasar ese primer «susto». A Mamen, sin aquella llamada telefónica y tus consejos quizá ni me hubiese arriesgado a probar suerte. A Cirenia, mi compi de guerra durante el NaNoWriMo: aquellos piques de 1000 palabras en una hora han dado sus frutos para bien. A Victoria, por tenderme la mano, aconsejarme y resolver todas las dudas que he tenido. A Ángela, por una nueva amistad que ha dado como resultados muchos puntos en común, como nuestra locura por el anime. Y a Patry, por una vieja amistad que es como el Ave Fénix, resurge más fuerte de sus cenizas. Por los ánimos, por las risas y por las cosas que no se pueden contar. ¡Sois todos geniales!
A mi cuñada Cristina, por haberse leído la novela desde el móvil y haberme ayudado con la corrección de la misma. Y por todos los momentos compartidos. Ojalá este libro llegue a donde te encuentras: Perú. A mis suegros Dolores y José, por vuestro apoyo en cosas que van más allá de la literatura.
A Yolanda, por no sólo ser una excelente profe de Lengua y Literatura, sino también una mujer que vale oro. Me has enseñado más en once años que mucha gente en toda una vida.
A Jose Manuel, mi corneta favorito, quien pone una sonrisa en mi cara cada mañana desde más de un año y medio, por hacer conmigo lo mismo que Lucas con Ainara: amarme, quererme, cuidarme, apoyarme y estar conmigo en la salud y en la enfermedad. Cuando comencé a escribir Cortocircuito, no te había conocido y mira tú por dónde, has sido mi más bonita casualidad. Te amo 3,14159… o lo que es lo mismo, te amo Pi.
Y gracias a ti, lector/a, porque si has llegado hasta aquí, significa que la historia de Ainara, que tiene un poquito de mí, ha llegado a buen puerto.