Capítulo 40

Llevaba más de dos horas tratando de ordenar sus pensamientos cuando se levantó desesperada y encendió el ordenador.

Casi sin pensarlo, se encontró de repente metida en internet, enviándole un mensaje a Roberto desde su verdadera cuenta de correo electrónico.

«Hola. Soy la hrmana d Dafne. M ha ncargado q t diga q gracias x la información y q t mjores. Ella no tien sido ni batería. X eso no t llama. Bs.»

No esperaba respuesta hasta el día siguiente, ya que eran más de las dos de la madrugada, pero el Rata le contestó de inmediato pidiéndole que se conectase al messenger y que le agregase a su lista de contactos.

Dafne inició la sesión de su messenger con la misma agitación que cuando le envió el primer correo al Rata, cuando le adjuntó la foto de los ojos. Era la primera vez desde que le conocía que hablaría con él con su propio nick, sin hacerse pasar por otra persona.

—Q tal stas?

—Bien. Dile a Dafne к he averiguado muxas cosas sobr el к faltaba x akí. к si kiere saberlo tiene к venir a vrme cuanto ants.

—Xegará el luns.

—Pues dile к se conect a intrnet mañna.

—No pued, stá sin ordnador.

—Pues к m llame.

—Se le ha roto el móvl. Xro yo hablaré mañna con ella. M pueds contar a mí lo q has averiguado? Ella m lo cuenta todo, sabes? Seguro q prefiere q yo le adelant algo.

—No puedo. Tiene к sr con el ordnata delant.

—Y no m lo pueds mandar en un adjunto?

—No. Pesa muxo. Y toy usando una tarjta para conctarme к es mazo d lnta. Xro t lo puedo nseñar si viens al hospital. Pueds vnír x la tard?

—Creo que sí.

—OK tespero a ls 8 y mdia.

-oOo-

Al día siguiente era domingo. El lunes comenzarían los exámenes.

Dafne se levantó en cuanto oyó a su madre trastear por la cocina, se preparó un vaso de leche con cacao, se tomó unas galletas sin decir nada y fue al salón.

Teresa la siguió con la mirada hasta que vio cómo recogía los libros del suelo y los colocaba formando la pila que había tirado la noche anterior.

Le había dado los buenos días con cara de «lo siento mamá, no debería haberlo hecho», pero sin decir una sola palabra sobre lo que había sucedido. Teresa le había contestado con un beso en la frente, como los que solía darles a sus cuatro hijas para comprobar si les ponía el termómetro cuando se encontraban mal.

Hasta la hora de comer, Dafne se dedicó a resolver ejercicios de matemáticas y a repasar los temas que le habían quedado de naturales. Después de la comida volvió a colocarse delante de los libros, cogió el cuaderno de plástica y se puso a dibujar láminas utilizando únicamente puntos y rayas, o figuras geométricas.

A las ocho de la tarde, su madre tenía que ir a la estación para recoger a Lliure, a Lucía y a Trufi, que volvían del pueblo después de casi mes y medio de vacaciones. Dafne estaba segura de que si Teresa la veía aprovechar el tiempo durante todo el día, la dejaría salir cuando ella se marchara.

Y así fue. Poco antes de que llegase la hora, Dafne le preguntó si podía quedar con Paula un rato.

—Después de cenar me pondré otra vez a estudiar. Mañana tengo que entregar los trabajos de plástica. De mates y de naturales sólo me quedan unos cuantos temas. Cuando salga del examen me vengo corriendo y me pongo a empollar los exámenes del martes. Si sólo me quedan dos, podré pasar de curso. Aunque intentaré sacarlas todas, ¿sabes?

—¡Está bien! Pero a las diez en punto, en casa.