7

Martin Brody estaba parado junto a su escritorio. Su oficina estaba invadida por hombres de homicidios de Flushing y Suffolk County y era su intención dejarles a ellos a Moscotti.

Había llamado a New London. Andy Nicholas había sobrevivido a la operación y le había sido quitada la burbuja de aire.

Brody esperó hasta que Swede Johansson hubo firmado su informe sobre Jepps y la acompañó hasta el auto.

—Una evaluación muy sucinta —observó abriendo la puerta—. Sólo espero que usted no haya asumido que el tiburón no pudo haber mutilado su cabeza de ese modo.

—No asumo nada. Una escopeta 12 lo hizo y después lo agarró el tiburón.

—¿Qué es lo que le hace estar tan segura? —preguntó Brody. Estaba exhausto, le dolían todas las articulaciones y necesitaba un trago.

—Porque soy una teniente —dijo ella—. Y lista, ¿no es así? ¿Cómo hubiera llegado una chica negra a teniente si no fuese lista?

Él miró sus vivaces ojos marrones.

—¿Entregando informes de balística a los políticos? ¿Entregándoselos a la defensa antes de que el investigador los viera?

Ella lo miró extrañada.

—¿De veras cree eso?

—Lo sé, Swede.

Ella subió al auto.

—Es usted un gran tipo, Brody. Por lo que he oído es todo un héroe.

—Mi hijo lo es.

—Usted no lo hizo tan mal. Y será jefe aquí de por vida si lo quiere ser. Estoy segura de ello.

El cerró la puerta y la abrió de nuevo.

—¿Qué quiere decir con eso?

Ella sonrió.

—Hay un tipo allí que quiere su puesto. Es el sargento Pappas. La próxima vez que necesite un informe privado tráigame la evidencia directamente a mí. No se detenga en el escritorio de la entrada. ¿OK?

—¡Que me cuelguen! —susurró él y tomándole la mano—. Okay.

La vio alejarse por la calle Main y doblar por la ruta 5. De pronto se sintió cinco años más joven. La sangre cansada volviendo a la vida.

¡Diablos! Tenía una mujer tan sexy como ésa en su casa. Subió al coche N° 1.

Las luces en su casa estaban apagadas. Se sintió repentinamente defraudado. Vio a Ellen en el solario, mirando el agua iluminada por la luna. Sirvió una copa para cada uno y fue junto a ella.

—Andy estará bien —informó.

—¿Se lo dijiste a Chip Chaffey?

El se puso tieso.

—No, ¿por qué?

—Lo llamaré mañana.

- Yo lo llamaré mañana —dijo Brody tenso.

—Pensé que tú lo harías —rió. Se le acercó más y lo tomó de la mano—. No pasa nada, Brody, es sólo que...

—Es sólo que nadie te mira más de esa manera. ¿Tengo razón?

—¿Cómo lo supiste?

—He estado observando.

—Lo he notado.

La miró amorosamente, poniendo todo lo que tenía en la expresión de deseo de sus ojos, y cuando ella tuvo suficiente de eso frunció los labios como un donjuán de bar y besó el aire. —Yo te estoy mirando así. ¿OK?

—¡Tonto! —dijo ella—. ¿Sabes que da resultado?

Subieron juntos al dormitorio.