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La mujer le cogió el brazo.
¿Qué coño le pasará ahora?, pensó Ingrun. Acababa de sentarse y de encender un cigarrillo. ¿Por qué no le dejaban alguna vez en paz?
- ¿Qué quieres? -dijo tratando de que le soltara.
Sus uñas se le clavaban en la piel.
- ¡Lucas 15, 11! -chilló ella.
- ¿Qué?
- ¡Lucas 15, 11! Iba a leer la Biblia y alguien la ha garabateado…
Él descubrió que era verdad que tenía una Biblia en la otra mano y un huesudo dedo índice metido en ella.
- ¡Déjame ver!
Ella soltó su brazo. Abrió la Biblia y se la dio. Atravesando una de sus páginas estaba escrito con letras grandes y claras:
Carl Ferger.
- Dios no lo perdonará nunca -gritó excitada, y se frotó las manos.
Ingrun dudó un momento. Luego arrancó la hoja y la tiró a la papelera.
- ¡Lee otra cosa! -dijo, y cerró la Biblia.