Capítulo 6

 

NIKOS, Saska, qué agradable sorpresa! -dijo Chantelle, la siempre impecable y agradable anfitriona. Después, se acercó a su hija y se besaron en la mejilla-o Me alegro de que hayas podido venir, Chantelle.

Los pocos amigos que había invitado su madre eran más de treinta. Los camareros de la empresa de catering pasaban bandejas con canapés y bebidas.

Michelle fue saludando a todos los presentes con su aprendida cortesía y sus formas impecables.

De vez en cuando, sentía la presión de los dedos de Nikos sobre los suyos. En varias ocasiones, trató de liberar su mano, sin ningún éxito.

Antonia y Emerson Bateson-Burrows estaban entre los invitados y Michelle temió que Jeremy pudiera aparecer de un momento a otro.

-¿Hace mucho que conoces a Nikos? –preguntó Saska.

¿Qué intención oculta tenía aquella pregunta? -Nos conocimos en París -respondió Nikos. Michelle lo miró con una sonrisa falsa.

-Te aseguro, cariño, que soy perfectamente capaz de contestar yo misma -se volvió hacia Saska. Aquello empezaba a ser divertido-. Nos conocimos en una fiesta. Yo acababa de licenciarme en Historia del Arte y mis padres me mandaron a la Sorbona para hacer un master. Esos cursos son terribles, muy intensos y mis amigos me sacaron a dar una vuelta y me llevaron a esa fiesta. Nikos estaba allí.

Saska sonrió.

-¿Estaba solo?

-No, claro que no. Estaba con una estupenda rubia -realmente empezaba a pasárselo bien con aquel juego.

-Pero está claro que se sentía atraído por ti. -Sí, mucho -declaró Nikos mientras se llevaba

la mano de Michelle a los labios.

Ella fingió no sentir sus efectos embriagadores. ; -Pero representó a la perfección el papel del caballero y no se acercó a mí, ¿ verdad, cariño?

-No, hasta que vi la primera oportunidad.

Nikos quería dejar muy claro que, cuando se trataba de actuar, no había nadie que lo superara.

-Michelle, Nikos...

La llegada de Emilio fue una ráfaga de aire fresco. Michelle sonrió complacida mientras Nikos le presentaba a Saska.

-Es un fiesta estupenda -dijo Emilio, dirigiéndose casi en exclusiva a la joven viuda-o ¿Estás aquí de vacaciones?

-Sí. Nikos me sugirió que me tomara unas semanas de descanso.

-Quizás podríamos cenar algún día juntos. ¿Qué te parecería el martes?

Emilio se movía deprisa, o al menos eso era lo que a Michelle le pareció al ver cómo le pasaba a Saska el brazo por los hombros.

-Bueno, si a Nikos y a Michelle les apetece. ¡Eso significaba una cena para cuatro! -Nosotros, encantados, ¿verdad,pedhi mou? Estuvo tentada de decir que no, pero se lo pensó. -Encantada, claro.

En cuanto tuviera oportunidad, hablaría con Nikos sobre la frecuencia de aquellas salidas.

Michelle dio otro sorbo a su copa de champán y agarró un canapé de marisco. Parecía que hacía siglos desde que había comido por última vez.

-Esta casa tiene una vista extraordinaria -dijo Saska-. Nikos, deberías contarme la historia que tiene el diseño de estas islas.

-Llévate a Saska al mirador -le dijo Michelle con una sonrisa malévola-o Desde allí la vista es todavía mejor.

Aquello no era parte del plan. Pronto, Nikos le puso solución. . .

-Creo que sería mucho mejor que la llevaras tú, eres la que realmente sabe.

Fue una elegante manera de devolver la pelota y Michelle no pudo encontrar ninguna otra vía de escape.

Al llegar al mirador, Michelle le señaló a Saska en dirección a Broadwater.

-Ese estrecho trozo de tierra que vemos desde aquí es la isla Stradbroke. Desde allí, ya sólo queda la inmensidad del océano Pacífico.

Saska señaló a otra serie de islas.

-¿ y aquéllas?

-Manmade. Están todas conectadas por una serie de puentes.

Se creo un profundo silencio entre las dos. Después de unos minutos, Saska fue la que habló.

-Nikos es para mi alguien realmente especial dijo-. Nos conocemos desde hace mucho tiempo.

Michelle no fingió no entender a lo que se referia-Supongo que si me dices todo eso es por algo.

-,-Me parece extraño que nunca antes hubiera hablado de ti.

Michelle se sintió, de repente, como si acabara de entrar en un campo de minas.

-Bueno, Nikos tiene muchos negocios por Europa -comenzó dando un rodeo para buscar qué responder-. Nos conocimos cuando yo ya tenía que regresar a Australia.

La mentira iba creciendo cada vez más.

~¿ y ahora? Según tengo entendido, hace muy poco que os habéis reencontrado -insistió Saska. -Sí.

-Lo quieres.

«Piensa antes de responder se dijo Michelle. -Nikos me importa mucho -respondió, con la

esperanza de que, al menos, esa declaración, no provocara la ira divina.

-A mí también -respondió la mujer.

-¿Qué quieres decirme con eso? ¿Me estás retando a duelo?

Saska sonrió primero, luego. se echó a reír y su rostro se iluminó con una extraña belleza.

-Me caes bien.

Saska se quedó pensativa un segundo.

-Es más, creo que serías estupenda para Nikos -le dijo-. Pero yo también. Tenemos los mismos amigos, el mismo entorno, los mismos intereses. Todavía hoy me duele la pérdida de mi esposo. Pero no me gusta la soledad. ¿Me comprendes?

-Sí, claro que sí. Pero creo que se te olvida algo importante.

Saska enarcó las cejas.

-No creo.

-Nikos es el único que puede decidir al respecto. -¡Por supuesto!

-Bueno, después de esta interesante charla, creo que lo mejor será que volvamos a la fiesta.

-Bien -respondió Saska.

Hacía una tarde estupenda. La brisa era leve y el cielo estaba despejado, pero se levantó una ligera bruma cuando empezó a anochecer. El espectáculo era inigualable, con todo tipo de tonos rojos, naranjas, violetas, verdes y azules mezclándose y cambiando.

Las luces del jardín comenzaron a encenderse. También se iluminó la piscina.

Nikos caminó hacia ellas al ver que regresaban. Aunque sonrió igualmente a ambas mujeres, su mano se posó, exclusivamente, sobre la espalda de Michelle. La leve caricia de su palma sobre la fina tela del vestido alteró por completo a Michelle.

Sentía todo su cuerpo cargado de electricidad. Nikos bajó la cabeza y le susurró al oído si quería algo de comer.

Fue en ese instante cuando vio a Jeremy y perdió todo el apetito que tenía.

-Pensé que debías de estar hambrienta.

-Pues no, la verdad es que no.

A pesar de todo, Nikos agarró un delicioso canapé caliente y se lo acercó tentadoramente.

-Prueba esto.

Ella se negó. ¿Qué se suponía que estaba haciendo? Aquello era más de lo que su papel requería. -¿No crees que te estás pasando?

-Podrías, al menos, fingir que te divierte –su voz era suave como la seda.

Mordió el canapé y le dio el resto a Michelle, que aprovechó la ocasión para pegarle un mordisco en los dedos.

-¡Lo siento, cariño! ¿Te he mordido?

-No ha sido nada. Sobreviviré.

-¿Por qué no me traes algo de beber? -¿Champán? .

-Sí -daría unos sorbos y luego cambiaría a agua mineral.

-¿ y tú Saska?

Lo único que tuvo que hacer fue dirigir la mirada hacia el camarero para que este acudiera de inmediato.

Aquel hombre emanaba poder. Su rostro, sus facciones, su altura y su cuerpo robusto y bien formado. ¿Cómo sería haciendo el amor?

En ese instante, él se volvió hacia ella y captó su mirada. Lentamente, sus labios se curvaron en una sonrisa.

¿Acaso sabría lo que estaba pensando?

De pronto, sintió una acuciante necesidad de estar sola, de alejarse de allí durante unos minutos.

-Si no te importa, ahora vuelvo -le dijo a Nikos, mientras le daba la copa-o En seguida estoy contigo.

Michelle se detuvo varias veces a saludar a numerosos amigos de sus padres.

Después, subió las escaleras en dirección a la zona privada de sus padres.

Allí había no menos de cinco habitaciones de invitados, todas con su aseo privado.

Eligió una de ellas. Se peinó y se retocó el maquillaje. Pero, al salir a la habitación, se encontró a Jerermy bloqueándole la salida.

-Esta zona es privada -le dijo ella.

Continuó andando, con la esperanza de que se apartara, pero no lo hizo.

-Jeremy, me estás bloqueando la salida.

Sus instintos estaban alerta. Aquella parte de la casa estaba aislada contra los ruidos. Por mucho que gritara, nadie la oiría.

Jeremy no tardó en actuar. La agarró bruscamente del brazo.

-¿Es que yo no era lo suficientemente bueno para ti?

-Tu padre y el mío son socios y comparten el mismo círculo social. Éramos amigos -dijo ella.

-¿Estás insinuando que eso era todo lo que nos unía?

-Para mí así era -lo miró directamente a los ojos. Había algo oscuro y tenebroso-. Lo siento si pensabas que había más que amistad.

-Si Nikos no hubiera aparecido aquella noche... Michelle se quedó en silencio, hasta que, al fin, le respondió.

-No habría supuesto ninguna diferencia.

-¡Eso no es verdad! -le dijo con fiereza y desesperación-. Tienes que darme otra oportunidad.

Eso no podría ocurrir jamás.

-¡Michelle! -insistió él. Aquello iba más allá de la desesperación, rayaba la locura.

-¿ Qué es lo que pretendes conseguir haciendo esto? ¿Qué vas a conseguir con tenerme aquí contra mi voluntad.

Michelle rezaba por que Nikos decidiera ir a ver . por qué tardaba tanto.

-¿Te has acostado con él?

-Eso no es de tu incumbencia.

-¡ Vete al infierno, zorra! -la agarró aún con más fuerza y se acercó brutalmente-o Dudo que quiera nada contigo cuando sepa que te tuve yo primero.

De pronto, Michelle estaba libre y Jeremy yacía en el suelo.

-No vas a tener esa oportunidad. Vamos a obtener una orden policial para que no te puedas acercar a ella; Si la incumples, irás directamente a la cárcel.

Nikos miró a Michelle. Estaba pálida. Se colocó el pelo con dedos temblorosos.

. -¡No puedes hacer que me arreste! ¡No le he hecho nada!

.-¡Ya veras si puedo o no!

-Mi padre....

-Ni siquiera el dinero de tu padre podrá librarte esta vez. El intento de violación es algo demasiado grave.

Jeremy se ruborizó.

-¡Yo no...!

Nikos agarró a Jeremy de la chaqueta.

-¿Qué estás haciendo?

-Te sujeto mientras Michelle va a buscar a tus padres.

-Todo en esta vida tiene un precio. Mi padre pagará lo que haga falta.

-¿Tal y como hizo en el pasado? Me temo que esta vez no

Al ver que Michelle se dirigía hacia la puerta, Jeremy se puso histérico.

-¡No traigas a mi madre! ¡Mi madre no! ¡No lo entenderá!

-Tal vez haya llegado el momento de que lo intente.

-¡Michelle, por favor! Haré lo que me pidas.

-Podemos hacer esto de dos modos: Michelle trae a tus padres y ellos se ocupan de ti, o te bajamos y hacemos una denuncia pública de lo que acaba de suceder. Elige.

Michelle bajó las escaleras con las piernas aún temblorosas.

Lo que aconteció minutos después es algo que no querría volver a vivir nunca. Una cosa era el amor maternal y otra, muy distinta, la devoción ciega.

Nikos rechazó el intento de chantaje de Emerson y les rogó que se llevaran a su hijo de allí lo antes posible.

Ese fue el momento en que Chantelle entró en escena.

-Jeremy ha bebido demasiado lo justificó su padre Nos lo llevamos a casa.

Pero Chantelle no se quedó satisfecha con la explicación y pidió a Nikos y a Michelle que le aclararan lo que había sucedido, en cuanto estuvieron los tres solos.

Michelle se negó a contestar. -Nikos...

-Jeremy se ha negado a aceptar la relación entre Michelle y yo -su expresión era inalterable-o Anoche, la esperó a la salida, y la molestó. Hace un momento ha querido ir aún más lejos.

Chantelle se llevó las manos a la boca, horrorizada.

. -¡Mi niña! ¿Estás bien?

-Sí, estoy perfectamente -le aseguró Michelle.

-Me voy a ocupar, personalmente, de que Michelle haga una denuncia y consiga una orden judicial para que no se acerque a ella -dijo Nikos-. Ya fue fichado por violencia en Sidney hace tres años.

-¡Hace justo tres años que los Bateson-Burrows se trasladaron a la costa!

-Lo expulsaron de dos colegios privados y de la universidad -dijo Nikos.

Chantelle no se atrevió a preguntar de dónde había sacado aquella información. Era suficiente con que la tuviera.

-Parece ser que es reincidente -terminó Nikos. -Mientras tanto, Michelle...

-Se quedará conmigo -dijo él.

-¡Un momento! -protestó Michelle.

-Eso no es negociable, cariño -insistió Nikos. -¡Cómo que no!

-Hazlo por mí -le rogó su madre.

-Le diré a Saska que nos vamos ya -dijo Nikos-: Si ella quiere quedarse, podrá volver al hotel en taxi. .

Poco después, ya estaban en Main Beach. Michelle no había pronunciado palabra en todo el trayecto.

-Puedo quedarme sola. No necesito un guardián -dijo Michelle al llegar al aparcamiento de su bloque de pisos.

-¡Un buen intento!

Se volvió hacia él con los ojos incendiados por la ira.

-Escucha...

-¿ Quieres caminar por tu propio pie o me vas a obligar a que te lleve en brazos?

-¡Vete al infierno! -respondió ella, furiosa.

~ Ya he estado allí dos veces en las últimas veinticuatro horas, y te aseguro que no ha sido divertido -salió del coche y se dirigió al lado del conductor.

Abrió la puerta ¿Qué prefieres?

-¡No te atrevas...

Se atrevió. La agarró sobre el hombro y la llevó hasta el portal, sacó la tarjeta de seguridad del bolso y subieron así en el ascensor, mientras ella gritaba y pataleaba.

No la dejó en el suelo hasta que no estuvieron

dentro del apartamento.

-Si lo que quieres es pelear, vamos, anímate aquí estoy esperándote.

¡Claro que quería! Quería pegarle un puñetazo y partirle la mandíbula. Le importaba bien poco que tuviera mucha más fuerza que ella.

-¡Eres el hombre más arrogante y egocéntrico que he conocido en mi vida! ¡No te quiero en mi casa!

-O nos quedamos aquí o vamos a mi apartamento. Tú decides.

Algo en su tono de voz logró apaciguar la rabia que Michelle sentía.

-¿No crees que estás llevando el papel del héroe demasiado lejos?

-No.

La respuesta fue rotunda. Nikos se ratificaba en su postura. No estaba dispuesto a cambiar de opinión y Michelle estaba demasiado agotada.

-Podría llamar a la policía -dijo ella, en un último intento, ya sin energía.

-Adelante.

Era mejor ceder que ser derrotada.

-Puedes dormir en la habitación de invitados. Se dio media vuelta y se dirigió hacia su dormí

torio. Cerró la puerta.

Si insistía en quedarse, no había nada que ella pudiera hacer para evitarlo.

Ella pensaba darse un largo y espumoso baño no le importaba que él estuviera allí.

Después, se metería en la cama hasta el día siguiente.

Michelle dejó que los vapores calientes del agua la calmaran. Pronto, el soporífero efecto del aroma y el vaho hizo que sus ojos comenzaran a cerrarse.

Hasta que unos golpes en la puerta la sacaron de su letargo.

Segundos después, Nikos abrió la puerta.

-¿ Qué se supone que haces aquí?

Michelle tenía un aspecto indefenso, con el pelo recogido arriba, los ojos somnolientos y todo el cuerpo sumergido en la espuma. .

-He venido a comprobar que no te habías dormido y ahogado.

Las pupilas se le dilataron de la rabia y estalló como una bomba de relojería.

-¿Por qué diablos no has esperado a que respondiera?

-Precisamente he entrado porque no me has respondido.

-¡Pues date media vuelta ahora mismo y desaparece de mi vista! -Michelle estaba congestionada de la rabia y lo miraba con verdadera ira.

Sin pensar en lo que hacía, agarró un puñado de espuma y se lo lanzó al pecho. Su puntería era excelente, pues golpeó exactamente en el lugar deseado, dejando sobre la camisa un enorme círculo de jabón yagua.

Michelle no daba crédito a lo que acababa de hacer.

Levantó los ojos y lo miró, y deseó, inmediatamente, no haberlo hecho, pues lo que encontró despertó en ella todo tipo de sentimientos contradictorios.

Por un momento, pensó que Nikos iba a meter los brazos en el agua y se la iba a llevar directamente al dormitorio. Pero no lo hizo.

Sin embargo, acababa de suceder algo. El aire parecía electrificado, y Michelle podía sentir aquellos besos pasados como si fueran presentes: la textura de sus labios, el sabor de su boca, la primaria necesidad que despertaba dentro de ella.

Se quedó sin respiración. Tenía la sensación de que las palabras no podrían salir, pero salieron. ' -Me has provocado -dijo al fin.

-¿Es eso una disculpa?

-Sólo una explicación.

La miró fijamente.

-Por favor, sal del baño.

-¡Estando tú ahí! ¡Ni loca!

Nikos agarró una toalla limpia, la estiró y se la ofreció.

De repente, los ojos de Michelle se llenaron de lágrimas, y éstas comenzaron a resbalar por sus mejillas.

Aquello desarmó por completo a Nikos. Desconcertado y vencido, dejó la toalla en su sitio, se dio media vuelta y salió del baño.

Michelle abrió el tapón de la bañera, se secó, se puso una camiseta amplia y se metió en la cama.

Todo lo .sucedido en las últimas horas pasó por su cabeza una y otra vez, una y otra vez, mientras se esforzaba por borrado de su mente.

¿Dónde estaría Nikos? Se preguntó si habría optado por marcharse a su casa, o si, por el contrario, habría decidido quedarse.

No podía saberlo y, además, no le importaba. Pero, a pesar de esa testaruda actitud que la empujaba a negar a Nikos, su cuerpo seguía reaccionando de una forma singular, ya no sólo con su tacto, sino con presencia o, incluso, con su recuerdo.

Michelle cambió de posición, agarró un libro y trató de seguir el argumento que tanto interés había despertado en ella días pasados. Sin embargo, su cabeza no conseguía centrarse en los avatares de la historia.

Finalmente, cerró el libro. Lo que realmente necesitaba era dormir.