Capítulo 11

 

NIKOS la estaba mirando cuando llegaron a la mesa Michelle se sentó en su silla y él rellenó la copa de champán y se la dio mientras el joven invitaba a su hermana a la pista de baile.

-¿Le has desengañado amablemente?

-Me ha pedido que salga con él.

-Por supuesto, lo rechazaste.

Michelle decidió jugar un poco.

-Me lo he pensado durante un rato... -dijo ella.

Después, hizo una pausa dramática-o Y he decidido volver a bailar con él.

Nikos posó el dedo índice sobre sus labios. -Pero el último baile es mío.

-Trataré de recordarlo -respondió ella solemnemente.

-¿Quieres más café?

-Sí, un poco más. Si sigo con el champán voy a dejar de ser responsable de mis actos.

Nikos sonrió.

-¿ y qué consecuencias tendría eso?

-Que acabaría dándole un puñetazo en la nariz a Saska?

-Es amiga nuestra Lo sé. Pero creo que está traspasando ligeramente los límites que la amistad exige.

-Muy pronto las cosas volverán a su cauce –le aseguró.

-Me admira tu fe en el ser humano, pero mi opinión es muy diferente a la tuya -replicó-. ¿No crees que estás siendo demasiado optimista?

-No.

Apareció una camarera que les sirvió café. Michelle se echó azúcar.

-Nikos, ¿bailamos? -dijo la incansable Saska-. No te importa, ¿ verdad, Michelle? .

Michelle sonrió.

-Por supuesto que no. Mientras me terminaré el café.

-Parece que Nikos y tú os lleváis muy bien –dijo Chantelle en cuanto se alejaron lo suficiente.

Le habría gustado poder decide a su madre la verdad. Pero, ¿cuál era la verdad? La única verdad era que se pasaban todo el día discutiendo, pero hacían el amor formidablemente. ¿Cómo reaccionaría su madre ante una información así? Probablemente, le diría que lo mejor de una pelea era la reconciliación.

-Sí -se limitó a responder.

-Nos vamos a ir enseguida -dijo Chantelle-. Tu padre tiene que tomar un vuelo a primera hora mañana. Podríamos comer juntas, ¿qué te parece? Te llamaré.

Nikos y Saska volvieron a la mesa y Michelle trató de ignorar el modo en que él había puesto el brazo sobre el respaldo de su silla.

-Sí, llámame, mamá. Nos veremos.

-El sábado puede ser un buen día.

-No, el sábado no -intervino Nikos-. Nos vamos a sydney Michelle se volvió hacia él.

-Tengo unos asuntos que atender allí -le dijo con una sonrisa burlona.

-Te vendrá bien un cambio de aires -dijo Chantelle.

¿Por qué aquel hombre se creía siempre con derecho a organizarle la vida?

. No estaba dispuesta a dejarse vencer sin pelear, así que volvió a tratar el tema mientras estaban bailando.

;-No me gusta que me digan lo que tengo que hacer

-Sobre todo si quien te lo dice soy yo.

. -Escucha...

-No, cariño, escúchame tú a mí -dijo Nikos-. Las cosas son así y no hay más. Mañana, a las dos de la tarde, tengo una reunión en Sidney, que concluirá con una cena. El domingo estaré de vuelta. Quiero llevarte conmigo.

-¿Y cómo vas a justificar mi presencia?

-Yo no le doy cuentas a nadie.

Michelle cerró los ojos y volvió a abrirlos otra vez.

-Yo tampoco, ¿sabes?

-Me temo que ahora sí. Me rindes cuentas a mí, al menos hasta que estés fuera de peligro. Michelle sintió un arrebato de rabia.

-¡No te olvides de Saska!

Una sonrisa indolente se dibujó en sus labios. Por supuesto que no me olvido respondió.

Michelle se tensó.

-Ya no quiero bailar más contigo.

Entonces, Nikos le besó cariñosamente la sien mientras le acariciaba al espalda.

-Sí, sí que quieres.

Estar en sus brazos era, sin duda, como estar en el cielo.

-¿Por qué siempre estás tan seguro de lo que yo quiero? .

Michelle se estaba derritiendo con su tacto. -Porque lo estoy.

El olor a jabón y a colonia se mezclaba con una aroma inconfundiblemente propio y ejercía un poderoso efecto sobre ella.

Necesitaba alejarse de él durante un segundo al menos.

-Necesito ir al aseo -le dijo.

Era bastante tarde ya. En menos de una hora, el local estaría cerrado.

Michelle abandonó el salón y se dirigió al elegante aseo del hotel.

Se estaba pintando los labios cuando la puerta se abrió.

Era Saska. ¿Coincidencia o un estudiado encuentro? Michelle se decidió por pensar que se trataba de lo segundo.

-Tengo que admitido -le dijo mientras se acercaba al espejo-. Te mueves con rapidez.

Saska entró a matar, sin preámbulos. Fue directa al corazón del asunto.

-Has tardado menos de una semana en conseguir que Nikos quiera convertirse en tu caballero de armadura resplandeciente.

Michelle metió el lápiz de labios en el bolso. -Le agradezco mucho que me ayude.

Muy adecuados y oportunos esos pequeños ataques de Jeremy miró a Michelle a través del espejo Ésta no daba crédito a lo que acababa de oír No me negarás que resulta sospechoso.

-¿Me estás acusando de preparar todo para que Nikos me preste atención?

-Querida, las mujeres son capaces de cualquier cosa para llamar la atención de Nikos -dijo Saska con descarado cinismo.

-¿Eso te incluye a ti?

-Por supuesto -admitió ella.

Michelle respiró profundamente. -¿ y cuál es, exactamente, el propósito de esta

pequeña charla?

-Que sepas que estoy en la carrera.

-No hay ninguna carrera, Saska. Nikos no es un trofeo.

-No eres una estúpida, así que dime a qué estás jugando.

-No estoy jugando a nada. Es Nikos el que quiere hacer el papel del héroe, y no con mi beneplácito. Sin decir nada más, se dio media vuelta y salió del baño.

Mientras se acercaba a la mesa, vio que Emilio y Nikos estaban hablando.

Michelle se sentó.

-¿Más café? -le preguntó Nikos.

-Sí, por favor.

Él le hizo una señal al camarero, y éste se acercó a llenar las tazas.

Era casi medianoche cuando se marcharon de la fiesta.

Al llegar, Michelle miró al edificio. Había luces en varias de las casas.

Una mezcla de residentes y veraneantes, que iban hasta allí para disfrutar del sol y de la playa, vivía en aquellos bloques edificios.

Muy pronto, estuvieron en el apartamento de Michelle.

-Me voy a la cama -dijo ella mientras Nikos cerraba la puerta principal.

-Si quieres discutir, discutamos -le pidió Nikos.

Michelle se volvió con la barbilla bien alta y la mirada turbia.

-No me pienso mudar a tu casa y no pienso pasar el fin de semana contigo en Sidney.

-Me temo que sí lo vas a hacer.

Estaba metida en un torbellino y no podía parar lo.

-¿Podrías hacerme el favor de informar a Saska de que yo no he planeado que Jeremy me atacara para llamar tu atención?

Nikos abrió los ojos con cierta sorpresa.

-Saska está...-Está alucinando, sí, sufre alucinaciones.Solamente está temporalmente obsesionada.

-¡Eso también!

Nikos se acercó a ella y le puso las manos sobre los hombros ¡SU tacto hacía que se sintiera tan bien! Demasiado bien... Suavemente, le besó la parte de atrás del cuello.

Después, le bajó los tirantes y fue besándole los hombros.

-Esto no va a resolver nada -le dijo ella, sin poder evitar lo que sus manos le hacían sentir. Muy pronto su voluntad se vería anulada-o Nikos, por favor, no lo hagas.

Su súplica llevaba implícita al confesión de lo frágil que era cuando la tomaba en sus brazos.

. Un estratégico beso en la nuca fue suficiente para lograr debilitar sus defensas.

-¿Quieres que pare?

No, claro que no quería que parara, pero si continuaba, estaría perdida.

Retrocedió y se apartó de él.

-No veo la necesidad de irme a tu casa. Tampoco entiendo por qué tengo que pasar el fin de semana contigo en Sidney. No eres responsable de mi seguridad. Lo que ha sucedido con Jeremy habría ocurrido de cualquier forma.

-¿Me estás diciendo que te quieres quedar sola, a riesgo de sufrir un ataque? ¿No te das cuenta de que se puede presentar aquí o aparecer en el aparcamiento? -su voz evocaba imágenes de terror-o Las consecuencias acabarían siendo horribles. Y todo, porque quieres demostrar que te las puedes arreglar sola contra un desequilibrado con antecedentes de .violencia.

Dicho así, realmente sonaba absurdo, pero Michelle sabía que detrás de su negativa a ir con él había mucho más. Lo que había empezado como un juego, estaba yendo demasiado lejos.

-¿Esperas que me vaya a Sidney y me pase todo el fin de semana preocupado por ti? Ni hablar. -¿ y por qué había de importarte lo que me suceda?

La miró intensamente.

-Me importa.

Aquello era demasiado. Ya no podía más. Atravesó el salón y se metió directamente en su

habitación.

Cerró la puerta. De haber podido, habría echado la llave, habría levantado un muro de ladrillo o de acero que lo separara de él.

Se desabrochó la cremallera del vestido y se lo quitó. Luego, se descalzó, buscó una camiseta grande y se la puso.

Se quitó el maquillaje y se metió en la cama. Apagó la luz y se quedó pensativa en la oscuridad de su habitación.

Michelle se despertó. No sabía cuánto tiempo había pasado, pero, sin duda, se había dormido sin darse cuenta. Se removió inquieta en la cama y sintió que había un cuerpo masculino a su lado. Se tensó. -¿Nikos? -preguntó sobresaltada.

-¿Quién si no? -respondió él.

Acto seguido, la besó, tierna y sensualmente. Le besó el cuello y los labios, y comenzó de nuevo todo un juego de caricias.

¡Le resultaba tan fácil dejarse envolver por su cuerpo grande y protector! Volverían a hacer el amor. Porque, por mucho que quisiera ignorarlo, no era mero sexo, había mucho más... Y sobre lo que hubiera, pensaría al día siguiente... De momento sólo quería dejarse llevar a donde su amante la llevara.

Michelle se levantó temprano, por la mañana. Se duchó y se vistió, e hizo una pequeña maleta con ropa para el fin de semana.

Pensó en protestar por última vez, pero acabó por aceptar que era una batalla perdida y que no valía la pena el esfuerzo.

-Deja tu coche aquí -le dijo Nikos, mientras metía las maletas en el BMW-. Yo iré a buscarte a

la galería a las diez.

-De acuerdo.

Nikos la miró con una sonrisa burlona.

-¿A qué se debe tanta docilidad?

. -Es tu personalidad impositiva, ha acabado por acobardarme.

Nikos se rió.

-No te creo -respondió con sorna, mientras arrancaba el coche.

Michelle pasó una hora organizando papeles en la galería antes de ir al aeropuerto.

A mediodía, el avión aterrizó en Sidney. A eso de la una, ya estaban en el hotel Darling HarboUf.

-¿Qué piensas hacer esta tarde? -preguntó Nikos mientras guardaba las cosas en el armario.

-Ir de compras -respondió ella.

-Yo estaré de vuelta a eso de las seis –respondió él Haré una reserva para cenar a las siete.

-Muy bien -respondió ella.

Nikos se acercó y la besó. Fue un beso corto y demasiado rápido.

 

Después, le acarició la mandíbula.

-Tendré el móvil encendido, por si quieres algo le dijo. Cuídate.

Cinco minutos después, Michelle ya estaba tomando un taxi en dirección a Double Bay. Aquella zona era conocida por tener las tiendas más caras y exclusivas. En ella se alternaban los edificios y tiendas más modernos, con los chalets.

El sol brillaba intensamente y la brisa agitaba las hojas de los árboles.

Michelle se puso las gafas de sol y se dispuso a hacer sus compras.

Dos horas después, se paró a tomarse un café y a recabar fuerzas, tras lo cual, continuó implacable con su labor.

Su última compra fueron unos zapatos de tacón fino y alto, que combinaban a la perfección con el vestido que se había comprado para la cena.

Eran ya las cinco y media cuando el taxi la dejó en el hotel. .

Una vez en su habitación, fue sacando todo lo que había comprado y lo fue colocando en el armario.

Después, fue a darse una ducha. Allí fue donde Nikos la encontró al llegar.

Michelle oyó que se estaba afeitando. Después de un rato, Nikos golpeó la mampara de cristal y entró.

-¿Quieres un baño común? -preguntó seductora-. Pues lo siento, pero yo ya he terminado.

-De eso nada.

Se aproximó a ella y comenzó a acariciarle los pechos. La besó y acalló toda protesta. Sus lenguas participaron en una erótica danza que imitaba el acto sexual.

Michelle no fue consciente de apretarlo contra sí; sólo era consciente de la necesidad desnuda que la poseía.

Nikos deslizó la mano hasta su pubis y comenzó a acariciarla y a excitarla hasta llevarla casi al orgasmo.

, Ella se agarró a su cuello y pasó las piernas alrededor de sus caderas. Cuando él hundió su masculinidad en ella, se sintió desfallecer, perdida en su poder, en su fuerza... Sintió el momento en que él alcanzó el clímax, el ligero estremecimiento de su cuerpo, Nikos la besó dulcemente y continuó acariciándola durante un largo rato. Después, sin

mediar palabra, abrió la ducha y fue enjabonando su cuerpo lentamente mientras el agua limpiaba la espuma.

Cuando él terminó, ella repitió el gesto. comida -dijo ella.

Los ojos de Nikos brillaban en la oscuridad.

-¿ Tienes hambre? -salió de la ducha y agarró una toalla con la que cubrió a Michelle. -Muchísima.

-Eso significa que no te va a gustar nada cuando te diga que la reserva es para las ocho y que' hemos quedado con tres de mis socios y sus parejas para cenar.

Michelle le besó la barbilla.

-Te perdono.

-¿De verdad?

-Sí -sonrió malévolamente-. Me he comprado un vestido y unos zapatos. Te vas a pasar toda la noche pensando en lo que no llevo debajo y vas a sufrir... mucho.

-Siempre tenemos la opción de marchamos pronto

Nikos se quedó en el baño mientras ella se preparaba.

La observó mientras se aplicaba desodorante y se ponía un tanga de seda. Sintió que se excitaba de nuevo, así que decidió que era hora de ir a cambiarse. De otro modo, acabaría de nuevo con ella en sus brazos y no podía faltar a la cita. Los negocios eran siempre lo primero.

Cuando Michelle salió del baño, Nikos ya estaba casi preparado. Sólo le faltaba ponerse la corbata y la chaqueta Michelle fue al armario y sacó el vestido que se había comprado. Se lo puso y se acercó a él. Te importa? -le pidió seductoramente que le subiera la cremallera.

Él lo hizo, y se dio cuenta de que no llevaba . nada más que un tanga como ropa interior.

Efectivamente, se iba a volver loco toda la noche pensando en lo que no había debajo del vestido.

-¿Qué te parece? -preguntó ella.

Se trataba de un diminuto vestido de encaje, en color crema, con forro de seda en el mismo tono y un pronunciado escote.

Los zapatos, de tacón alto y fino, iban a juego.

-Tenías toda la razón -dijo él-o Va ser una tortura.

-Funciona en ambas direcciones -dijo ella con una sonrisa burlona, mientras lo miraba de arriba a abajo.

Llevaba un traje azul, de corte perfecto y confección exquisita. Pero era mucho más que eso lo que a ella le gustaba. Era el hombre en sí lo que alteraba todos sus circuitos. Era alto y robusto, de espalda ancha, caderas estrechas y muslos musculoso Pero, además, el interior no desmerecía para nada el exterior.

Se puso la chaqueta.

-¿Nos vamos?

. Tomaron un taxi y llegaron al restaurante sin tiempo para una copa previa.

La velada fue agradable y, sobre todo, fructífera para Nikos. Fue un verdadero placer para Michelle ver cómo él se movía en el mundo de los negocios. Era hábil, muy hábil, un extraordinario , estratega que sabía cómo jugar con el contrincante.

Era tenaz e íntegro al mismo tiempo, cualidades que sus socios admiraban sin duda.

La cena terminó a eso de las once y se despidieron a la puerta del hotel.

Nikos estaba a punto de pedir un taxi cuando ella intervino.

,-Nuestro hotel está allí mismo -señaló el edificio que se alzaba a lo lejos. Había mucha gente paseando por la calle-o Hace una noche estupenda. ¿Por qué no vamos andando?

Nikos la miró extrañado.

-¿Con esos tacones?

-Son bastante cómodos -le aseguró-. La verdad es que no nos vendría mal bajar un poco la cena.

-Prefiero diez minutos en taxi que diez minutos andando.

Michelle se rió.

-¿Arto de energía? -preguntó con soma. -Algo así -respondió él.

-Pensé que estabas en plena forma -le dijo Vamos andando?

Tardaron quince minutos, pues se detuvieron a observar el reflejo de las luces en el agua. El aire era fresco, con un leve aroma a mar.

Michelle se sentía feliz en sus brazos.

Una parte de ella habría deseado tanto que aquello hubiera sido real! La química que compartían tenía que ser más que mera pasión.

¿ Cómo podía ser que le importara tanto alguien al que hacía menos de una semana que conocía? Cada día que pasaba le resultaba más difícil separar la fantasía de la realidad.

¿ y él? ¿Cuánto había de fingimiento en sus actos? ¿Realmente, podía besar a un mujer sin sentir nada por ella? ¿Podía hacerle el amor con tan exquisita delicadeza sin sentir nada más que un placer sexual? .

Si había afecto, ¿qué tipo de afecto era? y lo que la martirizaba sobre todo era pensar cuándo llegaría el final de todo aquello.

¿ Qué era lo que ella realmente quería? ¿Deseaba una relación estable y duradera? No debía engañarse a sí misma. Sabía que Nikos no era de ésos. Lo último que quería era una mujer y un montón de hijos. Ella tampoco quería eso... o al menos, no lo había querido hasta entonces, hasta que lo había conocido a él.

Había sido feliz con su vida, hasta que Nikos había entrado en ella. Le gustaba llevar la galería con Emilio y estaba feliz en su apartamento y con la vida social que llevaba.

De pronto, nada de eso importaba ya.

¿ Cómo se las arreglaría para vivir sin él? -¿Seguimos?

Michelle salió de su ensimismamiento y lo agarró del brazo.

-Sí, vamos.

Había cierta tristeza en sus ojos y en su corazón. y esa misma tristeza inundaba su corazón mientras hicieron el amor a medianoche.