Capítulo 4
¿CUÁL de los cuadros es tu favorito? -preguntó Nikos mientras recorrían la exposición.
De vez en cuando, los invitados se detenían a saludar a Michelle y ella se veía en la obligación de presentar a su misterioso acompañante. En todos los casos, sin excepción, se veían miradas interrogantes sobre la relación que habría entre ellos, ante las que Michelle no sabía bien si sentirse furiosa o resignada.
Michelle abrió la boca dispuesta a dar una respuesta impertinente, pero cambió de opinión.
-Me gusta ése, el del niño sobre la duna que mira extasiado el mar. .
Nikos alzó la mano y apartó del rostro de Michelle un mechón de pelo que le había cubierto los ojos. Ella se estremeció.
-¿Por qué? -preguntó él.
-Porque me parece que el mar representa el mundo. El pequeño siente una curiosidad inmensa sobre lo que hay más allá del horizonte. No obstante, si miras con detenimiento a su rostro, encuentras muchos sentimientos encontrados -decía Michelle con entusiasmo-. Está tratando de no sentir miedo, pero lo siente, inevitablemente.
Era mucho más que un cuadro, representaba la vida en sí misma, la promesa y el desafío del futuro siempre incierto.
-Considéralo vendido.
Michelle volvió la mirada hacia él.
-Ni siquiera has preguntado el precio.
-Está en el programa -Nikos sonrió sensualmente-o ¿Cuánto descuento me harás?
Habría deseado decir ninguno, pero pensó que era mucho más inteligente por su parte separar lo personal de lo profesional.
-Depende de la forma de pago.
-Mañana a primera hora te haré llegar un cheque y yo me encargaré de recogerlo.
Michelle no dudó en la respuesta.
-Entonces, tienes un cinco por ciento de descuento.
Michelle se dijo a sí misma que le daba igual lo que pensara hacer con el cuadro o dónde pensara colgarlo.
-¿Te preocupa algo?
Su tono aparentemente liviano y amigable no engañó a Michelle. Aquel hombre era demasiado intuitivo y, probablemente, intuía que algo le sucedía. La sensación de que pudiera leerle el pensamiento la hacía sentir vulnerable.
-¿Por qué habría de preocuparme nada? Acabo de vender el cuadro más caro de toda la exposición.
-Sí, pero según tú misma has reconocido es tu favorito -dijo Nikos-. Supongo que puedes darme algún consejo sobre cómo debe exhibirse este cuadro.
Podría haberle dicho que hiciera lo que le diera la gana, pero prefirió respetar la ética profesional y aconsejar bien al cliente.
-Debería estar en el centro de una pared bastante grande -le dijo-. Preferiblemente, la pared debería estar pintada en un suave tono azul para crear la sensación de continuidad.
Era interesante para Nikos darse cuenta de que la pasión de Michelle por el arte hacía que perdiese por completo su estado de alerta hacia él.
-Ahora, si me perdonas, tengo que hablar un momento con mi socio -sonrió educadamente. y se dirigió hacia Emilio.
-Así que es ése -dijo Emilio en cuanto se acercó a él.
,-No sé a qué te refieres.
:-Sí, claro que lo sabes.
-Preferiría no hablar de eso en este momento.
. -Lo que quieras.
-¡Maldita sea! ¡Pero si ni siquiera me gusta como persona!
-¿ y qué diablos tiene eso que ver? -le preguntó Emilio.
-Grrr -gruñó Michelle y Emilio soltó una carcajada.
-¡Stephanie! -Emilio cambió su actitud y se puso la máscara del negociante amanerado que tan bien le funcionaba-o ¿Cómo estás, querida?
Michelle sonrió educadamente a la rica viuda que había invertido gran parte de su capital en beneficio de la innovadora galería. Era sin duda una de sus mejores clientas y ya se había gastado en los últimos tres años una cifra de seis ceros.
-¡Esta siendo un verdadero éxito! -la felicitó
Chantelle, al ver a su hija acercarse-o Estamos muy orgullosos de ti.
-Sí, así es. Es una exposición única.
-Gracias, papá. Aunque, por supuesto, tú no puedes ser objetivo.
Etienne sonrió, se inclinó sobre ella y la besó amorosamente en la mejilla.
-Claro.
-Mañana vamos a dar un pequeño cóctel por la noche. Sólo unos pocos amigos. A las seis. ¿Vendrás?
La idea de Chantelle de unos pocos amigos significaba veinte o treinta personas, unas deliciosas y sofisticadas bebidas, servidas en la terraza, y unos canapés cuidadosamente elaborados.
-No mamá dijo Michelle con un tono de disculpa Tengo planes para mañana.
-Es una pena. Hemos invitado a Saska y a Nikos. Pensé que tal vez te gustaría traer a Emilio.
Estaba claro que, bajo aquella invitación había otro de los mensajes secretos de su madre. Michelle prefirió ignorarlo.
-Bueno, si te lo piensas mejor, allí te estaremos esperando.
-Gracias, mamá.
Los invitados ya empezaban a marcharse, pero pasó un rato antes de que la galería se vaciara.
Michelle organizó el trabajo de los camareros para que fuera efectivo. Gran parte de la limpieza quedó hecha.
-Vete a casa -le dijo Emilio-. Estás muy cansada. Tienes ojeras. Mañana arreglaremos todo esto.
-No sabía que tuviera un aspecto tan lamentable -dijo Michelle.
-Querida mía, soy un viejo amigo yeso me da derecho a ser absoluta y despreciablemente sincero.
-La exposición ha sido todo un éxito. Se habían vendido todos los cuadros de Brett, y ya había otra exposición del mismo pintor programada para abril.
-Sí, mucho -asintió Emilio. Se acercó a ella y la besó amigablemente en la mejilla-o Por lo que he .visto hasta ahora, me gusta el griego. Me he divertido mucho viendo cómo te miraba.
Michelle sintió un nudo en el estómago. . -¿Desde cuándo te has convertido en mi protector?
-Desde el día en que te conocí y te tomé tanto afecto como si fueras mi hermana Ella sonrió.
-En ese caso, querido hermano, me voy a casa y te dejo con todo esto patas arriba.
-Te quiero aquí mañana a las diez de la mañana
-dijo Emilio-. Cuídate.
La calle estaba bien iluminada. La galería estaba en una calle céntrica, llena de tiendas y de cafés. Se dirigió hacia su coche, que estaba aparcado a unos veinte metros de distancia.
Cuando ya estaba cerca, se detuvo bruscamente, al ver una figura masculina apoyada sobre su capó.
La figura se enderezó y comenzó a caminar hacia ella.
-Ya creía que no ibas a salir nunca de la galería -dijo Jeremy.
Michelle hizo caso omiso de su comentario y trató se seguir su camino. Pero Jeremy la retuvo agarrándola del brazo.
-Ha sido un día muy largo y lo único que realmente quiero es irme a dormir. Buenas noches.
-¡Maldita seas, Michelle! ¡No puedes salir de mi visa así, sin más!
-¡Suéltame! Quiero irme.
A Michelle la tomó por sorpresa el repentino movimiento de Jeremy, quien la agarró y la besó bruscamente.
Pero el instinto la ayudó a reaccionar a toda velocidad. Consiguió agarrarlo y hacer que perdiera el equilibrio, hasta tirarlo al suelo.
Michelle se apresuró hacia el coche, abrió la puerta y se metió, pero antes de que pudiera cerrar, Jeremy la alcanzó y trató de sacarla.
-Me parece que la señorita ha dicho claramente que no -la voz era tremendamente familiar.
Jeremy apretó los dedos sobre la frágil carne de Michelle.
-¡Maldita zorra!
-¡Déjala en paz! -Nikos lo amenazó con la mirada Si no lo haces, vas a tener verdaderos problemas para andar durante los próximos meses.
Michelle apretó los dientes al sentir las uñas del agresor sobre la carne. Antes de que pudiera gritar, la soltó.
Se apartó con rabia, cruzó la calle, se metió en su coche y arrancó rechinando las ruedas.
Nikos profirió todo tipo de insultos entre dientes, perfectamente comprensibles aunque fueran dichos en un idioma extranjero.
-Te llevaré a casa -le dijo al fin.
-No hace falta -respondió ella-o Estoy bien. Nikos hizo caso omiso de su afirmación y remetió en el asiento del conductor, obligándola a pasar al del copiloto.
-De verdad, estoy bien, no es necesario que me lleves -le aseguró.
Tres manzanas más allá, estaba la casa de Michelle y tardaron escasamente dos minutos en llegar.
-¿Tienes la tarjeta?
Michelle la sacó del bolso y se la dio sin mediar palabra.
Nikos metió el vehículo en su plaza correspondiente. . -¿Y tu coche?
-Fui andando hasta la exposición -le dijo, mientras se dirigían al ascensor-o ¿Qué piso es?
-No hace falta...
-¿Qué piso es? -repitió Nikos.
Aquel hombre siempre parecía mantener la calma bajo cualquier circunstancia por adversa que fuera.
-Te agradezco mucho que me hayas traído a casa, pero ya estoy perfectamente -lo miró a los ojos y obtuvo una tácita negativa De verdad.
Nikos enarcó una ceja.
-Mírate al espejo, por favor -le dijo.
Michelle así lo hizo. Pronto se dio cuenta de a qué se refería. Su pelo se había convertido en una masa informe que caía arbitrariamente. Estaba muy pálida, con grandes ojeras y un gesto asustadizo del que no era consciente.
-¿Qué piso, por favor? -preguntó Nikos por última vez.
-El quince. Al abrirse las puertas, Michelle le indic6 cuál era su apartamento con un leve gesto de su mano.
Una vez en casa, sinti6 una urgente necesidad de desprenderse del tacto de Jeremy, de lavarse la boca.
-Me voy a dar una ducha y a cambiarme de ropa. .
Ya le importaba bien poco que Nikos Alessandros estuviera o dejara de estar en su apartamento, que pensara marcharse o quedarse para siempre. Le daba todo igual.
Lo único que realmente quería era librarse de aquellas ropas y estar sola.
Probablemente las quemaría en cuanto pudiera.
Michelle dej6 correr el agua, hasta que logr6 la temperatura ideal.
Enseguida, se meti6 en el agua y dej6 que el agua corriera por su cuerpo durante un largo rato.
Minutos después, sali6, se sec6, se puso ropa limpia y se sec6 el pelo hasta conseguir secarlo casi por completo. Se lo recogi6 con una pinza.
Vestida con unos vaqueros y una camiseta ancha, se dirigi6 hacia la cocina, donde Nikos estaba preparando café.
Se había quitado la chaqueta y la corbata y se había desatado el primer bot6n de la camisa.
-He hecho un poco de café.
Sobre la mesa había dos tazas, leche y azúcar.
Llen6las dos.
Parecía tranquilo y en control de todo, pero a Michelle seguía pareciéndole sospechoso aquel modo de mantener siempre a raya sus emociones.
-No tienes por qué hacer todo esto -le dijo.
-No -respondió Nikos-. Claro que no.
Echó azúcar y leche al café y se lo llevó a los labios.
-¿ Vas a denunciarlo?
Michelle lo miró sorprendida.
Eso significaría que la policía intervendría, haría preguntas. No podía permitir que los padres de Jeremy...
-No, creo que no.
La mirada de Nikos la perturbó.
-¿ y qué ocurrirá la próxima vez que te espere? Michelle sintió un escalofrío.
-No habrá ninguna próxima vez.
-¿Estás segura?
-Si la hubiera, sabría arreglármelas.
-Tienes mucha confianza en ti misma.
-Me las arregle bien contigo.
Nikos sonrió.
-Yo no tenía intención alguna de hacerte daño. -Pero yo no lo sabía.
-No -admitió él-. No juzgues al hijo por sus padres.
-¿Es un mensaje en clave, Nikos?
El sonido del teléfono la sobresaltó.
-¿No vas a responder?
Michelle contestó a la llamada.
-Michelle -dijo su interlocutor.
Era Jeremy. Apretó el auricular con nerviosismo. -No tengo nada que decirte -colgó sin darle la oportunidad de decir nada. Poco después, volvió a sonar.
Tardó unos segundos, pero al final, volvió a responder.
-Lo siento -dijo una voz compungida-. Estaba celoso, muy celoso. No quería hacerte daño.
MicheIle volvió a colgar. Pero nada más hacerla volvió a sonar.
-Vuelve a Llamar y me aseguraré de que Michelle Ilame a la policía -dijo Nikos. Jeremy respondió una serie infinita de barbaridades Lo que .sugieres es anatómicamente imposible. Pero si quieres, puedo pedir consejo legal sobre lo que te sucedería si lo intentaras.
Esa vez fue Jeremy el que colgó. -¿Tiene Ilave de tu apartamento?
-¡Claro que no! -dijo Michelle indignada por semejante pregunta.
-Me alegro.
MicheIle le lanzó una mirada fulminante.
-¡Lo que yo haga con mi vida o con quién es sólo asunto mío! ¿Entendido?
Le gustaba aquella mujer, su .espíritu guerrero. Una parte de él habría deseado tomarla en sus brazos. Pero sabía que no era el momento.
-Hoy sí es asunto mío.
-No salí de la galería hasta media hora después
que todos los invitados. ¿Qué hacías todavía allí cuando salí?
-Me iba a casa a pie, ¿recuerdas? Me di cuenta de que Jeremy estaba sentado en un coche que no tenía intención alguna de utilizar y esperé. .
Nikos no tuvo que decir nada más, MicheIle lo entendió rápidamente.
-Debería darte las gracias. Nikos sonrió ligeramente.-Pues dámelas.
-Acabo de hacerlo.
-y ahora quieres que me vaya.
-Por favor.
Nikos sacó una tarjeta de su cartera y escribió una serie dígitos en ella.
-Ese es mi teléfono móvil -la dejó encima de la mesa-. Puedes llamarme a cualquier hora.
Lo acompañó hasta la entrada, esperó a que recogiera su chaqueta y su corbata y a que se las pusiera. Después, le abrió la puerta.
Nikos alzó la mano lentamente hasta acariciar su mejilla.
-Buenas noches, kyria. . Se marchó y Michelle dio gracias de que no la hubiera besado.
Cerró la puerta con llave.
Se dirigió al salón, se sentó en el sofá y puso la televisión con el control remoto.
Cambió varias veces de canal, con la idea de encontrar algo que la ayudara a evadirse.
Trató de pensar en la galería, en el éxito que habían tenido, hasta que poco a poco, los ojos se le fueron cerrando, y se quedó dormida.