Capítulo 1

 

MICHELLE dio un sorbo del extraordinario vino que había en la copa. de finísimo cristal y miró de un lado a otro de la habitación.

. Los hombres estaban resplandecientes con sus esmóquines negros, sus camisas blancas, y las pajaritas negras Las mujeres vestían elegantes trajes de diseño exclusivo. ..

La fiesta no era más que una sencilla cena celebrada en la hermosa casa de Antonia y Emerson Bateson-Burrows. Los Burrows se habían ganado la reputación de ser los anfitriones que agasajaban a sus comensales con los mejores vinos y la comida más exquisita.

-¿Quieres otra copa, querida?

Michelle sintió la poderosa mano de Jeremy sobre su cintura. Los padres de Michelle los miraron complacidos.

Michelle era consciente de la manipulación de la que era objeto. Sin duda no era una coincidencia que Jeremy hubiera asistido a la mayor parte de las fiestas a las que ella había ido en las últimas semanas.

Pero en su agenda ella no tenía escrita la palabra matrimonio y tampoco estaba dispuesta a entrar en una absurda relación carente de sentido, pues para ella Jeremy no significaba nada..

Gracias al apoyo de su maravillosa abuela, Michelle gozaba de una buena posición social. A sus veinticinco años, tenía su propio apartamento, llevaba una galería de arte en colaboración con un amigo y no tenía intención alguna de cambiar su modo de vida.

-Gracias -respondió Michelle-. Prefiero esperara a que llegue la cena.

¿ Cuándo llegaría ese momento?

Los invitados se preguntaban, un poco ansiosos, cuál era el motivo de aquel retraso. ¿Quién se atrevía a llegar tarde a una cena en casa de los Bateson Buitows.

. -Mi madre se está poniendo un poco nerviosa -dijo Jeremy-. Pero Nikos ya dijo que podría tener problemas para llegar a la hora.

-¿Nikos? -preguntó Michelle curiosa. Jeremy la miró con una media sonrisa.

-Alessandros. Es griego, nuevo rico que ha ganado su dinero respetablemente. Tiene una empresa dedicada a la electrónica. Tiene oficinas en Atenas, Roma, París, Londres, Vancouver y Sidney.

-¿ y si la oficina está en Sidney, qué hace aquí, en la Costa Dorada?

-Tiene un ático en Main Beach -le dijo Jeremy-. Es un experimentado estratega. Parece ser que está a punto de cellar un gran negocio, que ha preferido negociar aquí, en la Costa Dorada.

-Impresionante -dijo ella.

-Sí, bastante -afirmó Jeremy-. Mi padre lleva parte de sus cuentas.

 

-¿Son amigos?

-Lo suficientemente amigos cuando se trata de negocios.

Suficiente era lo mismo que nada en aquellas circunstancias.

Nikos Alessandros se sentaría a la mesa de Bateson-Burrows para tratar algún tema financiero. Era todo parte de un plan.

La política, los negocios y las relaciones sociales -formaban parte de un intrincado entramado que hería su sensible concepción altruista del mundo.

-Estaremos un par de horas aquí y después nos escaparemos a algún lugar de copas -dijo Jeremy.

Michelle se sintió ofendida por aquel posesivo modo de hacer planes sobre su vida. Estaba a punto decírselo, cuando algo llamó su atención Instintivamente levantó la vista y se quedó sin respiración

-Ése es Nikos -le dijo Jeremy.

No prestó atención a lo que su acompañante le decía, pues todos sus sentidos se volvieron hacia el hombre que acababa de entrar en la sala.

Era alto, fuerte y bien formado, con una mandíbula cuadrada y recortada a la perfección, pómulos ligeramente prominentes y una boca creada para el deleite.

Michelle lo observó con detenimiento. Vestía como un caballero y se comportaba como un cortesano de la más alta alcurnia, pero seguramente tenía el corazón de un depredador, de un guerrero siempre dispuesto a la batalla.

Su mirada heladora se volvió hacia ella.

La miró de arriba abajo, captando con detenimiento cada mínimo detalle: figura esbelta; envuelta en un sofisticado vestido negro de diseño; cabellos de color miel, cayendo en una cascada de ensueño yesos grandes ojos verdes.

Ningún poder supremo de la tierra o el cielo pudo ayudada a contener el escalofrío que su mirada le provocó. Se sintió físicamente desnuda al tacto de sus ojos posesivos.

Pero ella no apartó los suyos, continuó implacable con la mirada igualmente insistente en un reto innegable y doloroso. No estaba dispuesta a dejarse amedrentar.

Nikos era la antítesis del griego rechoncho y calvo que ella se había imaginado. Alto, moreno, fuerte y guapo, vestía con elegancia suprema. Tenía unos treinta y tantos años.

No apartó su mirada de él ni un sólo segundo.

Tenía una de esas sonrisas devastadoras que hacen estragos a su paso y se movía con una agilidad prodigiosa.

Por fin, llegó a su lado.

-Michelle Gerard -Antonia se la presentó en primer lugar-o Es la novia de Jeremy.

Nikos Alessandros tomó la mano de Michelle y se la llevó a los labios.

Michelle se sobresaltó al notar que le daba la vuelta y le besaba voluptuosamente la palma.

El calor comenzó a recorre de las venas y alteró todo su sistema nervioso.

-Michelle -dijo él, con un marcado acento

Nos encontramos de nuevo.

Sensaciones distintas se mezclaron con la confusión. Su tacto era poderoso y letal, su comentario, incomprensible. «Nos encontramos de nuevo». ¿De qué hablaba? No lo había visto jamás en su vida. Si lo hubiera visto, se acordaría.¡Era imposible olvidar a un hombre como aquel!

Antonia la miró sorprendida.

-¿ Ya os conocíais?

-Nos conocimos cuando Michelle estaba estudiando en la Sorbona de París.

-¿De verdad? -preguntó Antonia.

Michelle lo miró sorprendida. ¿Cómo sabía eso? Nikos le lanzó una sensual sonrisa y continuó. -¿Cómo iba a olvidarla?

Michelle se dispuso a negar que se conocieran.

-Me sorprende su memoria -iba a continuar, cuando, de pronto, decidió que sería mucho más interesante seguirle el juego.

Nikos no apartaba ni un segundo su mirada de la de ella. Michelle tenía la extraña sensación de que podía leerle el pensamiento, de que no había ningún lugar, ni dentro de su propia mente, en que pudiera estar a salvo.

Era una sensación incómoda.

Nikos era un hombre poderoso, implacable, impredecible y tremendamente sexual. Un amante terrenal y apasionado que lo daría todo en la cama y que exigiría que se le diera todo.

La sola idea de lo que aquel hombre podía hacerle a un mujer fue suficiente para todo su cuerpo se alterara.

Las pupilas se le dilataron mientras un centenar de imágenes eróticas se agolpaban en su mente.

-¿No me digas? -respondió él a su comentario. Su voz era profunda, acariciaba un significado oculto que ella prefería no explorar.

 

Antonia se dio cuenta e intervino para volver a hacerse con el control de la situación.

-Nikos, Emerson te dará algo de beber -Antonia posó su mano sobre el brazo del invitado. Hubo unos segundos de tensión. Michelle temió que, de un momento a otro, él pudiera apartar el brazo. Pero no lo hizo.

Sonrió e hizo un gesto de irónico reconocimiento. Luego, permitió que la anfitriona se lo llevara.

-Lo conoces -dijo Jeremy.

Michelle entreabrió los labios para decir que no Pero no lo hizo y pensar que he hecho un gran esfuerzo por comportarme como un caballero! -continuó Jeremy mientras levantaba la copa, en una parodia de brindis que Michelle sintió insultante.

Indignada, le lanzó una fría mirada.

-Esta claro que cualquier relación de Nikos con una mujer tiene que ser íntima -dijo Jeremy.

-¿No me digas? -Michelle atemperó la respuesta con una fingida sonrisa ¿Te estás atreviendo a acusarme basándote sólo en la reputación de un hombre como él?

Antonia Bateson-Burrows anunció que la cena estaba servida. Una intervención realmente oportuna.

-¿ Te extraña que pueda sentir celos? -le dijo Jeremy mientras se dirigían al comedor.

Nikos Alessandros le debía una explicación a Michelle. Tendría que responder a un montón de preguntas.

A lo lejos, la impresionante figura del griego se alzaba entre la de los demás invitados.

 

 

De pronto, sin que nada, aparentemente llamara su atención se volvió hacia ella y sus ojos intensos y grises se fijaron en los de ella con tal fuerza que todo alrededor pareció desvanecerse durante unos segundos. Sus labios se curvaron en una sonrisa pero sus ojos permanecieron inalterables como si guardaran un secreto insondable e inaccesible.

Michelle se quedó sin respiración y se forzó a despertar del estado de ensoñación que le había provocado.

Con un poco de suerte, Nikos Alessandros se sentaría al otro extremo de la mesa y evitaría tener que mantener una incómoda conversación con tan singular invitado.

Antonia colocó a los comensales: seis en un lado y Siete en el otro Su marido y ella ocuparían los extremos.

De pronto se dio cuenta ¡Eran trece comensales en un viernes trece!

Un vocecita interior le dijo que no debía tentar a la fortuna pensando en ello.

Acababa de decirse aquello, cuando, al alzar la vista, se encontró a Nikos sentado frente a ella, con la única barrera de un centro de flores entre ellos.

-Hola dijo Nikos con su acento griego y su sonrisa seductora.

No apartó los ojos de Michelle ni un solo segundo La sopa era deliciosa pero después de la segunda cucharada Michelle ya no pudo más.

Luego, sirvieron gambas sobre escarola, con una deliciosa salsa y vino blanco. Michelle optó por el agua Necesitaba tener la cabeza despejada

 

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La conversación tocó todo tipo de temas generalmente económicos políticos o de negocios.

-¿Qué opinas tú Michelle?

Michelle alzó la vista y miró a Nikos.

-Supongo que lo que yo opine no tiene ninguna importancia Jeremy acercó la botella de vino hasta la copa de Nikos en un gesto de ofrecimiento, que recibió, a su vez una tácita respuesta negativa. Eso no inhibió a Jeremy para llenar su propia copa.

-A pesar de todo me gustaría oír tu opinión.

El juego había empezado y Michelle de un modo u otro había sentado las bases para ser parte de él.

-Si no recuerdo mal nunca estuviste particularmente interesado en mi cerebro.

Nikos la miró fijamente y esbozó una sonrisa cómplice.

-Creo que nadie me podría culpar por ello El comentario estuvo a punto de exaltar los animos de los presentes más próximos pero por suerte Antonia intervino justo a tiempo.

-Podemos pasar al segundo plato.

El servicio se puso manos a la obra y retiró con esmero los platos que quedaban en la mesa.

-¿Un poco más de vino Nikos? -ofreció Emerson el siempre perfecto anfitrión con una mirada de soslayo.

-No, gracias rechazó Nikos y volvió de nuevo su atención hacia Michelle No necesito ningún estimulante más.

Michelle sintió que aquello empezaba a escapársele de las manos. Además, se habían convertido en el centro de atención de la cena.

El segundo plato resultó delicioso pollo en salsa de limón acompañado de una selección de vegetales de la huerta. Michelle sólo pudo dar un par de bocados y optó por dejar el resto tristemente intacto en el plato.

Después llegó el postre y el queso Pero hasta una hora después, no podría inventar ninguna excusa para desaparecer de allí. Jeremy estaba especialmente pesado e insistía en pasar su brazo por el respaldo de su asiento y en inclinarse exageradamente sobre ella.

-Dime, Michelle comenzó él, en un tono de complicidad que no anunciaba nada bueno ¿Es realmente bueno en la cama?

Michelle no se molestó ni en contestar a semejante pregunta. Se limitó a evitar la mirada de Nikos y a hablar con la persona que tenía al otro lado.

-¿Pasamos al salón para tomar el café? -propuso Antonia.

Michelle pensó que era la mejor propuesta que le habían hecho en toda la noche. Se levantó rápidamente y se unió a sus padres. Chantelle Gerard miró a su hija interrogante.

-No sabía que conocieras a Nikos Alessandros.

El dinero era muy importante para Chantelle. La cuna también por supuesto. Los Bateson-Burrows tenían ambas. Pero la inmensa fortuna de Alessandros era algo a considerar muy seriamente.

Michelle sabía muy bien lo que se escondía detrás de aquel comentario.

-Me marcharé enseguida.

-¿Vas a ir a algún sitio con Jeremy?

-No.

-Ya -dijo Chantelle y continuó en un tono ligeramente amenazante Hablaremos mañana por la mañana.

-No hay nada de lo que hablar le aseguró Michelle con una sonrisa burlona Absolutamente nada.

-Te llevaremos a casa si esperas un poco. Estaba claro que debería haberse llevado su propio coche. Sin duda, había sido poco inteligente por su parte haber accedido a que Jeremy la recogiera en su casa.

El dolor de cabeza que pensaba alegar como motivo de su huida ya no era una excusa sino una realidad.

Jeremy no era el chófer que necesitaba en aquel momento. Su casa estaba a escasamente un kilómetro de allí pero un recorrido por corto que fuera en plena noche y vestida de aquel modo no era lo más recomendable.

-Pediré un taxi.

El café fue exquisitamente presentado y acompañado de licores deliciosas galletas y chocolatinas belgas. .

Michelle lo pidió con leche y azúcar y se lo tomó todo lo deprisa que las leyes de la cortesía se lo permitían.

Devolvió la taza a la bandeja de origen y se decidió a despedirse de los anfitriones.

Se dirigía hacia ellos cuando reparó en que Antonia y Emerson estaban acompañados de Nikos.

«Todo lo que tengo que hacer es sonreír agrade cederles la invitación y salir de aquí sin volver la cabeza», se dijo Michelle.

 

En ese instante, Nikos levantó la cabeza y la miró, como si un sexto sentido le hubiera alertado de que Michelle se aproximaba. Se miraron durante unos segundos eternos y Michelle se puso en marcha hacia ellos.

Jeremy apareció por detrás y colocó posesivamente su brazo sobre el hombro de Michelle. Ella se apartó, pero él insistió en sujetarla esa vez del brazo.

-¿ Ya has terminado con tus obligaciones familiares? le preguntó.

Ella lo miró con desprecio.

-Hablar con mis padres no supone ninguna obligación para mí.

-Será que tus padres no te agobian, a pesar de ser hija única dijo él en un comentario cínico y fuera de lugar.

-No -respondió ella secamente.

. -¿Estás lista? le preguntó Nikos Si no les importa nos marchamos ahora Michelle y yo tenemos algunas cosas de que hablar.

La agarró de la mano y se la llevó sin más.

-¿Qué cree que está haciendo? -preguntó ella indignada.

-Acercarla a su apartamento-dijo él.

-Michelle! Jeremy se apresuró a alcanzarlos Yo te llevaré a casa.

Michelle sintió unos deseos inmensos de abofetear a los dos simultáneamente: a uno, por ser posesivo e infantil; al otro por arrogante.

-No veo la necesidad de que dejes a tus padres solos ante tantos invitados dijo Nikos en un tono condescendiente La casa de Michelle está prácticamente frente a la mía.

 

¿ Cómo sabía eso?

-Pero Michelle es mi novia reiteró Jeremy con posesiva fiereza.

La situación iba empeorando por segundos ¿ Michelle? -Nikos la miró interrogante esperando a que ella misma decidiera.

Jeremy posó la mano sobre su hombro.

-Dile que se vaya al infierno la instó con urgencia.

-No tengo nada que decirle Jeremy le aseguró Pero Jeremy la sujetó con fuerza.

-Creo que lo que estás haciendo no es del todo correcto le dijo Nikos. No quiere quedarse contigo Esto no es asunto tuyo.

-En eso te equivocas.

-¿Por qué te entrometes Nikos?

-Porque Michelle está conmigo.

-¡Mentira! el rostro de Jeremy se descompuso de rabia.

-¿Quieres una prueba?

Michelle no tuvo ocasión de decir nada. Nikos la tomó en sus brazos y la besó.

Fue un gesto posesivo y tremendamente sensual. La había tomado por sorpresa, sin darle opción a reaccionar o a pensar en lo que iba a ocurrir. Simplemente, la apretó con fuerza contra su cuerpo y convirtió aquel instante en la experiencia más erótica que había tenido jamás.

Su corazón desbocado latía aceleradamente y regaba con sangre caliente cada vena de su cuerpo.

Pasión, electricidad, magnetismo... y un deseo inflamado que carecía de vergüenzas o barreras. Era sexo, puro y primitivo sexo.

 

Era como si un conocimiento puramente instintivo los hubiera poseído despiadadamente.

Para ella sólo existía o había existido aquel cuerpo Una parte de ella quería viajar junto a él a cualquier lugar la otra le advertía del peligro que entraba aquel encuentro.

Por fin, su parte cuerda la ayudó a reaccionar. Se apartó casi con fiereza y sus ojos la atraparon durante una fracción de segundo. Estaba hambrienta y aquel cuerpo la podría satisfacer. Sólo tenía que...

-¿Qué se supone que estás haciendo?

La voz de Jeremy pareció emerger de un vacío lejano mientras Michelle trataba de volver al presente En este momento, me dispongo a llevar a Michelle a su casa le dijo Nikos ¿Michelle?

¿Qué le ocurría? Nikos parecía impasible por lo ocurrido mientras que ella todavía no había recobrado el aliento.

-Si te marchas con él, no vuelvas a mí nunca la amenazó Jeremy.

-Nunca estuve contigo le respondió ella.

El sonido de unas voces que se aproximaban al recibidor hizo que Jeremy cambiara abruptamente su gesto de ira por la más dulce de las sonrisas.

-Vámonos de aquí dijo Nikos, y la tomó del brazo.

Una vez fuera Nikos la condujo hasta su coche. Rebuscó en su bolsillo, sacó las llaves y se las ofreció cortésmente.

Conduce tú, si quieres. Tal vez, eso te ayude a sentirte más segura conmigo.

 

Detrás de ellos resonaron unos pasos.

-Buenas noches Michelle. Nikos.

Nikos se volvió y saludó a la pareja que salía de la mansión con una ligera inclinación de cabeza. Michelle le devolvió las llaves abrió la puerta y se sentó en el asiento del copiloto.

Nikos se sentó al volante y arrancó el coche.

Muy pronto llegaron a la calle principal y, a menos de un kilómetro, torció para tomar la bocacalle que conducía a casa de Michelle.

-Me gustaría parar para tomar un café, antes de llevarte a tu casa. Necesito hablar de una cosa contigo.

-¿Algo del tipo tu casa o la mía? Pues olvídalo No soy de las que sirven para una noche.

-Me alegra oír eso.

No hubo respuesta.

. Después de recorrer unos pocos metros más, Nikos detuvo el coche Michelle se dispuso a abrir la puerta pero de pronto se quedó paralizada El aparcamiento era muy similar al de su bloque pero aquélla no era su casa.